Chile de frente: «Matar a Pinochet». El día que vivimos en peligro.

Pinochet declarando que la virgen Maria -cuya esfinge según él dictador se ve en el vidrio astillado- protegió su vida.

Hace 35 años exactos un grupo de jóvenes frentistas quisieron cambiar la historia e intentaron asesinar al dictador.

por Alfredo Peña R./Cambio 21.

En 1986 el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), había decidido que ese año sería “el decisivo en la lucha contra la dictadura” de Augusto Pinochet.

Bajo esa premisa comenzó a preparar concienzudamente un atentado contra el entonces dictador, en la denominada “Operación Siglo XX”, que estaría a cargo de José Valenzuela Levi, también conocido como el comandante Ernesto.

Una vez que se formó un grupo operativo de hombres, liderados por Valenzuela Levi y la socióloga de la Universidad de Chile y de familia acomodada Cecilia Magni (conocida también como la comandante Tamara, arriba en la foto), se comenzó a planificar el atentado en contra de Pinochet. En la foto de abajo, se ven alguno de esos frentistas que participaron en el atentado.

Gracias al entrenamiento militar que habían recibido en la isla de Cuba y al armamento soviético de grueso calibre que el Frente estaba ingresando por el sector de Carrizal Bajo, cerca de Vallenar, los frentistas seleccionaron con pinzas a la veintena de militantes que participarían en el atentado.

Pero una cosa estaba clara. El atentado se realizaría en la tarde del 31 de agosto en la cuesta de Las Achupallas, en el sector de El cajón del Maipo, ubicado en la precordillera santiaguina, lugar donde Pinochet pasaba todos los fines de semana, acompañado siempre de una nutrida escolta militar, después de descansar en su casa del sector montañoso de El Melocotón.

 El lugar del atentado fue cuidadosamente escogido. Al costado norte, detrás de un cerro, se parapetarían los atacantes con fúsiles y lanza cohetes. La caravana de Pinochet, debido a los escollos geográficos,  tendría mucha dificultad para responder al fuego enemigo y también para retirarse, por cuanto al sur había un profundo barranco y la gente del Frente pensaba poner vehículos pesados en la carretera para bloquear cualquier salida entre ellos una casa rodante, como se ve en la imagen.

La comandante Tamara, acompañada del frentista César Bunster, hijo de un ex diplomático de Salvador Allende, arrendaron una casona en los alrededores para alojar a la totalidad del equipo y conseguir los vehículos necesarios.

 Sin embargo, un hecho fortuito alteró los planes. El sábado 30 de agosto falleció el ex presidente Jorge Alessandri, lo que obligó al general Pinochet a regresar intempestivamente de El Melocotón a Santiago durante la madrugada. Los frentistas, entonces, se trasladaron a la localidad cordillera de San Alfonso, donde permanecieron una semana más, haciéndose pasar por seminaristas de una orden religiosa.

El magnicidio del dictador

 En la tarde del domingo 7 de septiembre cerca de las 18 horas, dos mujeres frentistas que se encontraban en el pueblo de San José de Maipo le informaron al comandante Ernesto que la caravana del general Augusto Pinochet acababa de pasar rumbo a Santiago. Desde ese lugar la caravana del dictador demoraría unos 30 minutos en llegar al lugar escogido por los frentistas.

Los atacantes, todos jóvenes premunidos de 16 fusiles M-16, 10 lanzacohetes M72 LAW, 1 fusil, una subametralladora y un número indeterminado de granadas caseras, se dirigieron a la cuesta de Las Achupallas. A las 18.35 hrs. cuando la comitiva de Pinochet llegó al sector del atentado, los frentistas obstruyeron el tránsito con un automóvil que llevaba acoplada una casa rodante. En ese momento sus compañeros apostados en los cerros comenzaron el ataque con fúsiles y lanzacohetes.

La comitiva recibió un nutrido fuego de fusilería. Los escoltas de Pinochet, que no podían comunicarse con otras unidades cercanas debido al silencio radial que provocaba el abrupto y cordillerano paisaje, intentaron repeler los disparos, pero los atacantes estaban muy bien parapetados.


El primer Mercedes Benz blindado (el otro terminaría destruido), donde viajaban el general Pinochet y su nieto, giró de inmediato para regresar a El Melocotón, pero recibió un impacto de un lanzacohetes M72 LAW que finalmente no estalló, debido a que fue disparado desde muy corta distancia. “Mi primera reacción fue escapar, pero como iba con mi nieto de 10 años opté por cubrir su cuerpo con el mío. Pensé que jamás iba a salir de allí con vida”, opinaría posteriormente el propio dictador en una entrevista en TVN, quien agregó que su nieto Rodrigo originalmente iba a viajar en un vehículo civil de la escolta (y que resultó totalmente destruido), pero por indicación de su esposa Lucía subió juntó a él en el vehículo blindado.

 El automóvil de Pinochet, finalmente, logró escapar del lugar gracias a la pericia del chofer y del edecán que iba de copiloto y le indicaba como retroceder, mientras cesaba el intercambio de disparos. El atentado había durado seis minutos y había arrojado un saldo de 5 escoltas presidenciales muertos y 11 uniformados heridos. Según los frentistas que atacaron la comitiva, los uniformados que lograron salir de los autos, no ofrecieron resistencia. «Huyeron lanzándose por el barranco»…

 Una vez que cesó el ataque, los frentistas, convencidos que habían matado a Pinochet, abandonaron el lugar rumbo a Santiago colocando balizas en sus autos y asomando sus armas por las ventanas para hacerse pasar por agentes de seguridad y de la CNI. Así, lograron sortear varias patrullas policiales que estaban en el camino e incluso un pequeño retén que estaba en Las Vizcachas.

Fallas del atentado

Existieron muchas fallas por parte del aparato del FPMR para cumplir con el asesinato de Pinochet. Primero se presume que el fallo del atentado se debe a que participaron personas inexpertas.

Además del cambio de fuerza explosiva y de no colocar explosivos en los puentes que dividían el epicentro del ataque con el regreso del auto de Pinochet a El Melocotón. Por último argumenta la CIA y el mismo Gobierno cubano, que el fracaso del atentado se debió a que primero se atacó con fusilería y posteriormente con material explosivo, cuando debió ser al revés.

Un gran error fue el uso de lanzacohetes los M72 LAW los cuales fueron disparados a corta distancia, lo cual impidió que el cohete tuviera distancia suficiente para activarse y penetrar el auto blindado donde iba Pinochet y su nieto.

No obstante, las últimas versiones indican que se utilizó el lanzacohetes estadounidense debido al mal estado del armamento cubano (originalmente planeado con lanzacohetes RPG-7), cuestión que confundió a los inexperimentados tiradores en su accionar.

Las detenciones y la venganza de la CNI

 Después del atentado, la dictadura declaró el estado de sitio y detuvo a cerca de 40 políticos opositores (como Ricardo Lagos, Patricio Hales y Germán Correa). Álvaro Corbalán, uno de los jefes operativos más temidos de la CNI, la policía secreta de Pinochet, les dijo escuetamente a sus subordinados: “El Cóndor tiene hambre”, lo que significaba que había que capturar, “neutralizar” y asesinar de inmediato a otros líderes opositores de menor exposición pública, en represalia por los escoltas muertos.

 Después de esa jornada represiva, cuatro dirigentes opositores fueron asesinados al día siguiente, entre ellos el periodista de la revista Análisis José Carrasco, quien fue fusilado en uno de los muros del Parque del Recuerdo. En la autopsia que se le practicó después se evidenció que había recibido 12 disparos en el tórax y uno en el pie. Uno de los que participó en este crimen fue Alvaro Corbalán que está preso en Punta Peuco. El único que logró salvarse del secuestro de esos delincuentes de la CNI que buscaban a asesinar a dirigentes opositores, fue el entonces abogado de la Vicaría de la Solidaridad de la Iglesia, Luis Toro. ¿Cómo lo hizo? Lo llegaron a buscar más de 20 CNI alrededor de las 23 horas, y los vecinos y otras personas donde vivía Toro, hicieron sonar pitos, alarmas y gritos . Y Chile vivía en Estado de Sitio con toque de queda a las 20 horas.

Meses después fueron detenidos la mayoría de los frentistas involucrados por una huella digital dejada en una botella de bebidas en la casa donde se concentraron para asesinar a Pinochet.

En junio de 1987, Valenzuela Levi, junto a otros 11 frentistas, murió acribillado a manos de fuerzas de seguridad en la denominada “Operación Albania”.

Y a fines de 1988, la comandante Tamara, días después de un atentado al retén policial de Los Queñes en el Maule, apareció flotando en las aguas del río Tinguiririca, con evidentes señales de haber sido torturada.

Del resto de los frentistas detenidos, la gran mayoría logró escapar de la ex cárcel pública durante la fuga de 1990, siendo posteriormente indultados. Mauricio Hernández Norambuena, quien se fugó en helicóptero de la cárcel de alta seguridad de Santiago, permanece recluido en la Penitenciaría de Santiago luego de ser extraditado de Brasil donde estuvo detenido por el delito de secuestro de un empresario y es el único miembro del Frente que participó en el atentado que se encuentra actualmente recluido.

César Bunster, que fue el que arrendó las casas en el Cajón del Maipo para realizar el atentado a Pinochet y quien jamás fue detenido, ha señalado que “no me arrepiento de nada porque nuestra intención fue terminar con la dictadura. Pensábamos que sacando de la cúspide a Augusto Pinochet terminaría todo el infierno que estábamos viviendo, viendo cómo mes a mes más gente era asesinada. Queríamos acelerar la llegada de la democracia, pero sinceramente no sé si hubiera pasado así si se hubiese concretado el atentado“.

Fuente: https://cambio21.cl/politica/reportaje-matar-a-pinochet-el-da-que-vivimos-en-peligro-hace-35-aos-exactos-un-grupo-de-jvenes-frentistas-quisieron-cambiar-la-historia-e-intentaron-asesinar-al-dictador-6137cdd1aa2d7460562bd82f


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