La CIA vs. Assange: el mundo debe saber.
El plan era irrumpir en la embajada de Ecuador, sacar a rastras a Assange y llevarlo adonde queríamos, recordó un antiguo oficial de inteligencia de EEUU.
Hace tres años, el 2 de octubre de 2018, un comando de militares sauditas asesinó al periodista Jamal Khashoggi en el consulado saudita en Estambul. El propósito del asesinato era silenciar a Khashoggi y atemorizar a los críticos del régimen saudita al mostrar que se les perseguiría y castigaría como si fueran agentes de una potencia extranjera.
Esta semana se reveló que en 2017, un año antes del asesinato de Khashoggi, la CIA había maquinado el secuestro o asesinato de Julian Assange, el fundador de WikiLeaks, quien cinco años antes se había refugiado en la embajada de Ecuador en Londres. Un alto funcionario estadounidense de contrainteligencia señaló que en los más altos niveles del gobierno de Donald Trump se discutieron planes para la entrega forzada de Assange a EEUU. El informante fue uno de los más de 30 funcionarios estadounidenses –ocho de los cuales confirmaron detalles de la propuesta de secuestro– citados en una investigación de 7 mil 500 palabras de Yahoo News sobre la campaña de la CIA contra Assange.
El plan era irrumpir en la embajada, sacar a rastras a Assange y llevarlo adonde queríamos, recordó un antiguo oficial de inteligencia. Otro informante comentó que tuvo conocimiento de una reunión celebrada en la primavera de 2017 en la que Trump preguntó si la CIA podría asesinar a Assange y plantear opciones de cómo hacerlo. Trump lo ha negado.
Mike Pompeo, jefe de la CIA designado por Trump, declaró en público que clasificaría a Assange y a WikiLeaks como equivalentes a un servicio hostil de inteligencia. Apologistas de la CIA aseguran que la libertad de prensa no estaba amenazada, porque Assange y los activistas de WikiLeaks no eran verdaderos periodistas. Los funcionarios de inteligencia del más alto nivel intentaban decidir quién es periodista y quién no, y cabildeaban con la Casa Blanca para redefinir a otros periodistas de alto perfil como traficantes de información, a quienes se consideraría susceptibles de ser atacados, como si fueran agentes de una potencia extranjera.
Entre aquellos a quienes se mencionó que la CIA quería atacar estaban Glenn Greenwald, fundador de la revista Intercept y ex columnista de The Guardian, y Laura Poitras, cineasta documentalista. Los argumentos para hacerlo eran similares a los empleados por el gobierno chino para suprimir a disidentes en Hong Kong, los cuales fueron muy criticados en Occidente. Encarcelar periodistas como espías ha sido siempre la norma en países autoritarios, como Arabia Saudita, Turquía y Egipto, en tanto que denunciar a la prensa libre como antipatriota es una marca más reciente de gobiernos nacionalistas populistas que han llegado al poder en todo el mundo.
Sólo es posible hacer un breve resumen de la extraordinaria historia expuesta por Yahoo News, pero los periodistas que la escribieron –Zach Dorfman, Sean D. Naylor y Michael Isikoff– deben arrasar con todos los premios periodísticos. Sus revelaciones deben ser de particular interés en Gran Bretaña, porque fue en las calles del centro de Londres donde la CIA planeaba un asalto extrajudicial a una embajada, el secuestro de un ciudadano extranjero y su entrega secreta a EEUU, con la alternativa de asesinarlo.
No se trataba de ideas deschavetadas de oficiales de inteligencia de bajo nivel, sino de operaciones que, según la información, Pompeo y la agencia tenían toda la intención de llevar a cabo. Esta fascinante y trascendental historia, basada en múltiples fuentes, debería atraer extensa cobertura y variados comentarios editoriales en los medios británicos, para no mencionar al Parlamento. Muchos periódicos han publicado cuidadosas versiones de la investigación, pero no han causado furor. Hay desconcertantes vacíos de cobertura, como en la BBC, que sólo dio cuenta del caso, hasta donde puedo ver, en su servicio de radio para Somalia. El Canal 4, normalmente tan diligente en defender la libertad de expresión, al parecer no mencionó la noticia para nada.
De hecho, el ataque a la embajada nunca ocurrió, pese a lo avanzado de la planeación. Hubo una discusión con los británicos sobre poner la otra mejilla o mirar para otro lado cuando un equipo de tipos entrara e hiciera una acción, aseveró un ex alto oficial de contrainteligencia estadounidense, quien añadió que los británicos se negaron a permitir la operación.
Sin embargo, el gobierno británico realizó su propia acción contra Assange, menos melodramática, pero más efectiva, al sacarlo de la embajada el 11 de abril de 2019, luego de que el nuevo gobierno de Ecuador revocó el asilo. Dos años y medio después, Assange permanece en la prisión de máxima seguridad de Belmarsh, mientras Washington apela contra una decisión judicial de no extraditarlo a EEUU por un posible riesgo de suicidio.
Si se le extradita, enfrentaría 175 años de prisión. Sin embargo, es importante entender que sólo cinco de ellos estarían fundados en la Ley de Fraude y Abuso con Computadoras, en tanto que los otros 170 años potenciales serían conforme a la Ley de Espionaje de 1917, adoptada durante el punto más alto de la fiebre de patriotismo a raíz de que EEUU entró en la Primera Guerra Mundial.
Sólo un pequeño cargo contra Assange se refiere a la revelación por WikiLeaks, en 2010, de una colección de cables diplomáticos estadounidenses y reportes del ejército relativos a las guerras de Irak y Afganistán. Los otros 17 cargos están relacionados con clasificar investigación periodística normal como equivalente al espionaje.
La determinación de Pompeo de mezclar investigación periodística con espionaje tiene particular relevancia en Gran Bretaña, porque la secretaria del interior, Priti Patel, pretende hacer prácticamente lo mismo. Propone actualizar la Ley de Secretos Oficiales para que periodistas, denunciantes ciudadanos y filtradores de noticias enfrenten sentencias hasta de 14 años de prisión. Un documento de consulta emitido en mayo, titulado Legislación para Contrarrestar Amenazas al Estado (Actividad Hostil al Estado) redefine el espionaje como el proceso encubierto de obtener información confidencial delicada que normalmente no está a disposición del público.
La verdadera razón de que la exclusiva acerca del complot de la CIA para asesinar a Assange haya sido ignorada o minimizada es que, desde todos los credos políticos, de izquierda, derecha o centro, se le está relegando injustamente como un paria.
Por dar sólo dos ejemplos, el gobierno estadounidense ha seguido afirmando que las revelaciones de WikiLeaks en 2010 pusieron en riesgo vidas de agentes estadounidenses. Sin embargo, el ejército de ese país reconoció en una audiencia judicial en 2013 que un equipo de 120 oficiales de contrainteligencia no logró hallar en Irak o Afganistán una sola persona que hubiera muerto por dichas revelaciones. En cuanto a las acusaciones de violación en Suecia, muchos sienten que bastaría con ellas para negar a Assange cualquier aseveración de ser un mártir en la causa de la libertad de prensa. No obstante, el fiscal sueco sólo realizó una investigación preliminar y no se han presentado cargos.
Assange es una clásica víctima de la cultura de cancelación, tan satanizado que ya no puede obtener una audiencia, ni siquiera cuando un gobierno conjura para secuestrarlo o asesinarlo.
En realidad, Khashoggi y Assange fueron perseguidos sin tregua por el Estado porque cumplieron el deber primordial de un periodista: descubrir información importante que el gobierno quiere mantener en secreto y revelarla al público.
The Independent. Traducción: Jorge Anaya para La Jornada
Fuente: https://www.lahaine.org/mundo.php/la-cia-vs-assange-el
La CIA tenía planes para secuestrar y matar a Julian Assange.
por La Diaria/Uruguay.
Las revelaciones, que corresponden a 2017, incluían el posible escenario de un enfrentamiento a tiros con funcionarios rusos en las calles de Londres.
Un informe publicado por Yahoo! News, que tuvo acceso a las declaraciones de más de 30 exfuncionarios, revela que en 2017, la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA, por sus siglas en inglés) estaba planificando secuestrar e incluso matar al programador y periodista australiano Julian Assange, fundador de la plataforma Wikileaks, que en ese momento se encontraba refugiado en la Embajada de Ecuador en Londres. Los planes también incluían espiar a otros integrantes de Wikileaks, secuestrar sus dispositivos electrónicos y sembrar la discordia entre ellos.
Según el artículo, la CIA estaba llevando adelante estas tareas bajo la administración del entonces director Mike Pompeo, que posteriormente se convirtió en secretario de Estado durante la presidencia de Donald Trump y tomó parte en las acusaciones presentadas en un tribunal londinense -ratificadas por la administración de Joe Biden- para que el activista sea extraditado a Estados Unidos, donde puede enfrentar una condena de hasta 175 años de cárcel.
La Justicia estadounidense acusa a Assange de haber ayudado a Chelsea Manning, la exanalista del Ejército, para intervenir una red informática clasificada y conspirar para obtener y publicar documentos clasificados en violación de la Ley de Espionaje. Manning utilizó a WikiLeaks para publicar más de 700.000 documentos secretos, en lo que fue descrito por el propio departamento de Justicia como “una de las mayores filtraciones de información clasificada en la historia de los Estados Unidos”.
Un exfuncionario de la contrainteligencia estadounidense dijo que la posibilidad del secuestro y asesinato de Assange se manejó en las más altas esferas del gobierno, generando un debate al respecto y llegando a solicitarse bocetos de cómo planificar la acción.
Más que como un medio de comunicación o una plataforma de divulgación de información, Pompeo consideraba que Wikileaks era un “servicio no estatal de inteligencia hostil”, lo que daba pie a los funcionarios de la CIA para pensar y resolver operaciones contra la plataforma como si fueran funcionarios de un Estado enemigo.
Es en este contexto, y con el acceso a audios de las conversaciones que el activista australiano mantenía dentro de la embajada ecuatoriana, fue que comenzó a debatirse dentro del gobierno estadounidense la posibilidad de secuestrarlo e incluso matarlo. Los principales opositores a este plan consideraban que la operación era evidentemente ilegal y que incluso podría frustrar los intentos de extraditar a Assange a Estados Unidos por la vía judicial.
El momento más tenso se produjo a fines de 2017, cuando la inteligencia estadounidense tuvo acceso a comunicaciones de la inteligencia rusa que daba a entender que se estaba planificando el traslado de Assange a Moscú para que pudiera refugiarse allí, tal como hizo el exagente de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés), Edward Snowden. En este sentido, las alarmas saltaron al enterarse que el gobierno ecuatoriano estaba llevando a cabo trámites para darle estatus diplomático a Assange y de esta forma poder enviarlo a una misión a Rusia.
Al conocer esta información, la CIA empezó a planificar distintos métodos para frustrar la salida del fundador de Wikileaks de la capital británica. Uno de ellos implicaba un tiroteo con funcionarios del Kremlin en las calles de Londres. Otro consideraba la posibilidad de estrellar un auto contra el vehículo que trasladara al activista y en un tercero se evaluaba la posibilidad de disparar al avión que lo llevaría a Moscú antes de que pudiera despegar. Esta tercera opción fue considerada en conjunto con la inteligencia británica, que se mostró a favor.
Estas investigaciones también llegaron a oídos de los rusos y sobre el final de ese año se llegó a generar una situación en que en tres cuadras a la redonda de la embajada ecuatoriana estaba repleto de agentes de inteligencia rusos, estadounidenses o británicos, señaló Yahoo! News.
Luego de siete años en la Embajada de Ecuador en Londres, en 2019 el entonces presidente ecuatoriano Lenín Moreno le quitó a Assange el asilo y lo entregó a la justicia británica. Desde entonces, el activista australiano se encuentra en la prisión de Belmarsh, ubicada al sureste de Londres, una cárcel de máxima seguridad en la que se encuentra en completo aislamiento y con depresión clínica. En enero de este año, una jueza británica rechazó el pedido de extradición de Estados Unidos, pero la administración Biden apeló la decisión, por lo que las instancias judiciales continúan.
Fuente: https://ladiaria.com.uy/politica/articulo/2021/9/la-cia-tenia-planes-para-secuestrar-y-matar-a-julian-assange/
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