Tomás Mosciatti, el empresario delirante.
Tomás tiene su brújula moral un poco averiada, teme a una eventual Ley de Medios, que acabe con el monopolio radial, escrito, televisivo, en manos de unas pocos como, Edwards, Saieh, Luksic y Solari. Tiene miedo a la redistribución del poder
Tomás Mosciatti, en su último y delirante comentario en las redes de BioBio, establece, en un extraño y paradójico entramado argumental, que, teniendo la izquierda mayoría en la Constituyente y ante un eventual triunfo de Boric en la presidencial, el país caería en el fascismo. ¿Por qué? Porque, supuestamente, él escuchó que el FA estaría interesado en aprender del peronismo argentino (sin establecer qué organización o militante encarnaría este interés, cabe destacar), y como Perón, según este señor, habría aprendido de política con Mussolini, se podría concluir una especie de relación entre los tres. Este distópico panorama, basado en una paranoia casi senil, se iría implementando a través de medidas que buscarían la redistribución del poder, como un impuesto al 1 % más rico, la búsqueda de igualdad de género a partir de la paridad en los directorios de las empresas, la sindicalización ramal o el poder generar leyes a partir de una mayoría simple. Lo que iría en contra de la estabilidad de nuestro oasis, en donde el bienestar se concentra en la posibilidad de conseguir celulares modernos. Por otro lado, Tomás mezcla, casi en una especie de frenético ejercicio de enumeración caótica, a: Kichner, Allende, la Falange Nacional, el futurismo (que confunde con un movimiento filosófico), los arreglos mecánicos y un uso, bastante tergiversado, del concepto de «régimen». Misteriosamente, omite hablar de la dictadura o de personas como José Kast en este irrisorio monólogo de alguien que, al parecer, al igual que Matías del Río o Cristián Warnken, entró en una especie de crisis existencial al entrever que realmente pueden haber cambios en Chile.
Más allá de que ligar el respeto a la decisión de la mayoría o la igualdad de género con el fascismo, ya sobrepasa el revisionismo histórico a lo que podríamos denominar sin problemas propaganda mentirosa, creo que lo mejor es hacer un breve repaso de las medidas que sí tomó el fascismo italiano (o el nazismo alemán) y ver qué proyecto más se le parece hoy en día (supongo que nunca es tarde para que los abogados, que se aprovechan de la tribuna que tienen por heredar medios de comunicación, aprendan algo).
Recordemos cómo llegó al poder el fascismo y qué fue lo primero que hizo.
Tras la Marcha de Roma de 1922, donde la derecha, liderada por su vanguardia, la Milicia Voluntaria para la Seguridad Nacional (Camisas Negras), se preocupó de imponer con violencia y terror su presencia en contra sus adversarios políticos, la monarquía decidió otorgar el cargo de primer ministro a Mussolini. Cabe destacar que este venía siendo apoyado y financiado por los grandes magnates industriales y agrarios que, sobre todo después de las ocupación de fábricas de 1920 (el biennio rosso), veían en él a alguien que podía enfrentar al movimiento obrero.
Una de las primeras acciones del Duce en su nuevo cargo fue nombrar al liberal Alberto de Stefani como Ministro de Finanzas, a través del cual impuso un agresivo programa de privatizaciones de gran parte del sector público (servicios e industria, como la telefonía, la seguridad social, Ansaldo, etcétera; a lo que podemos agregar las concesiones, por ejemplo, para la construcción de autopistas). Años después, de Stefani también oficiaría como asesor del dictador nacionalista y anticomunista de Taiwán, Chiang Kai-shek.
El que economistas liberales asesoraran a los regímenes fascistas o ultranacionalistas no era algo extraño en la época, si tenemos en cuenta que Ludwig von Mises fue asesor del dictador fascista austriaco Engelbert Dollfuss (además de militante de la organización que nace al alero del fascismo austriaco, el Frente Patriótico). A esto podemos sumar, como caso complementario, el rol del banquero Hjalmar Schacht en la economía hitleriana.
Aunque las privatizaciones masivas tampoco le fueron extrañas al nacionalsocialismo. Al llegar al poder, Hitler privatizó los ferrocarriles, la industria del acero, la banca y los servicios sociales. Eso se entiende, en parte, porque el Tercer Reich nunca estuvo en contra de la propiedad privada, la desigualdad o la acumulación de riqueza. Al contrario, Adolf Hitler lo deja bastante claro en un discurso el 27 de enero de 1932 (en el Club Industrial de Dusseldorf): para el nacionalsocialismo, tanto la desigualdad política como la económica son reflejos de la naturaleza humana, lo que justifica tanto la dictadura como el monopolio empresarial.
Quizá este panorama se puede entender mejor si colocamos un fragmento del primer discurso de Mussolini como parlamentario el 21 de junio de 1921: «El Estado debe tener policía, poder judicial, ejército y política exterior. Cualquier otra cosa, y no excluyo a la educación secundaria, debe regresar a la actividad privada de los individuos. Si queremos salvar al Estado, el Estado colectivista debe ser abolido.»
En las elecciones generales italianas de 1924, el Partido Nacional Fascista se presentó con una coalición que agrupaba al Partido Liberal Italiano y al Partido Liberal Democrático, además de algunos partidos cristianos. Esta alianza fascista-liberal-religiosa tenía el objetivo de vencer a la coalición que agrupaba a los socialistas y comunistas. Terminó ganando la derecha y, gracias a la Ley de Acerbo (votada a favor por los liberales y en contra por los comunistas), el fascismo obtuvo el control total del parlamento y de la vida política del país. Esto en la práctica le abrió la puerta a la dictadura de Mussolini (lo que no fue muy distinto a la aprobación en Alemania de la Ley Habilitante de 1933, que, por el voto de toda la derecha y el centro de la época, le otorgó poderes especiales a Hitler).
El parlamentario socialista Giacomo Matteotti fue de los pocos que protestó públicamente contra esto. Poco después fue asesinado por las Camisas Negras.
¿A qué se parece el panorama de una derecha asustada apoyando a un caudillo fanático para que aplaste a la izquierda?
Lo siguiente uno supondría que es de conocimiento común: la persecución y asesinato de militantes de izquierda, la prohibición de sindicatos y organizaciones no fascistas, la prohibición de los consejos de fábrica, la prohibición de huelgas, la disminución progresiva de los sueldos de los trabajadores y la disminución o directamente la eliminación de impuestos para los empresarios (lo cual es constatado por Clara Zetkin en 1923, la que además advierte, ya en ese año, que la burguesía terminaría abandonando a Mussolini, cuando este no pudiera seguir defendiendo sus intereses de clase).
En lo relativo a temas de género, por un breve periodo, el fascismo permitió el voto femenino exclusivo para las viudas de militares o para quienes ostentaran cierto grado de riqueza. Aunque posteriormente este derecho también fue eliminado. Para el fascismo, la mujer tenía la misión principal de procrear y de atender el hogar, por lo que no tenía sentido otorgarle derechos políticos.
Teniendo esto claro, ¿qué le sucede a Mosciatti? ¿Cómo puede decir que el corporativismo le otorgaba poder amplio a los sindicatos? ¿Qué poder puede tener un trabajador despojado de todos sus derechos y cuyo único organismo de representación está justamente cooptado por los responsables de ese despojo? Esta contradicción evidente fue denunciada en su momento por la izquierda internacional (por nombrar un caso, en las obras que publicó sobre el fascismo el historiador Daniel Guerin, antes inclusive de la Segunda Guerra Mundial).
¿Conocerá este sobrevalorado no-periodista el pacto del Palacio Chigi entre los magnates industriales y los fascistas? ¿El pacto del Palacio Vidoni? ¿Las leyes Rocco? Al parecer, realizar propaganda en contra de la izquierda en temporada electoral es más importante que informarse antes de hablar.
¿Qué institución, sector o candidato se parece hoy más al fascismo histórico? ¿una convención constituyente con miembros elegidos a través de un proceso representativo electoral? ¿un conglomerado de jóvenes progresistas que cada día más cumplen con el perfil de ser la renovación generacional de la centro izquierda capitalista? ¿o quizá el sector liderado por el hijo de un oficial de la Wehrmacht (que luchó literalmente en el bando de Hitler), cuyo programa establece de manera abierta que perseguirá y promoverá la persecución a nivel latinoamericano de gente de izquierda? ¿que defendió al torturador y asesino Miguel Krassnoff? ¿que quiere eliminar el Ministerio de la Mujer? ¿que duda del cambio climático? ¿que propone la clausura del INDH y el retiro de Chile del Consejo de DDHH de la ONU? ¿que propone que el presidente tenga la facultad de restringir la libertad de reunión, locomoción y privacidad? ¿que está en contra del Convenio 169 de la OIT (protección de los derechos de los pueblos indígenas)? ¿que está contra la Gratuidad y la Ley de Inclusión? ¿que fue y es financiado por empresarios? ¿y que quiere privatizar las empresas del Estado?
¿Habrá visto alguna vez Mosciatti las marchas del Rechazo? ¿habrá visto cómo marchaba esa turba irracional, armada con palos y manoplas, golpeando gente en la calle? ¿habrá visto cómo muchos de ellos, los mismos que amenazaron a la fiscal Chong y fueron encontrados con una UZI en su poder (otorgada por Pedro Espinoza, nieto homónimo de un preso de Punta Peuco), portaban símbolos nacionalsocialistas e inclusive realizaban con orgullo el saludo nazi?
Me parece que Tomás tiene su brújula moral un poco averiada. Temé una eventual Ley de Medios, pero al parecer no le importa que la mayoría de los medios escritos, radiales y televisivos se encuentren en manos de unas pocas familias, entre las que se cuentan los Edwards, Saieh, Luksic y Solari. Quizá nuestro amigo no recuerde que Agustín Edwards trabajó con la CIA para derrocar a Allende, que Andrónico Luksic trabaja con Büchi (Ministro de Hacienda de Pinochet) y que Álvaro Saieh hizo su fortuna trabajando junto a Sergio de Castro (también Ministro de Hacienda de Pinochet) y Miguel Ángel Poduje (Ministro Secretario General de Pinochet). ¿Algunos de estos nombres no le sonarán respecto a ese 1 % que concentra la riqueza de Chile y que, además, financia a cierto sector político en específico? No, esto no es problemático para nuestro Larry King criollo, sino que lo que realmente da miedo es una propuesta que busca otorgarle recursos a las radios comunitarias o medios alternativos.
Quizá este miedo a la redistribución del poder (que, por alguna extraña razón igual de incomprensible que su columna, separa de la gestión económica), proviene, en el fondo, de que es difícil que gente como él destaque en un nuevo Chile. Un periodismo simplista (ejercido por un abogado y empresario de las comunicaciones), que se concentra en buscar condenas morales y en verificar si los políticos saben cifras de memoria, es posible que no sirva, que no llame la atención en un país que, consciente de sus procesos sociales, es capaz de levantarse en pos de dirigir estos hacia transformaciones que ya no permitan que unos pocos, que en el pasado fueron cómplices de régimen que sí tuvo similitudes con el fascismo, mantengan sus privilegios a partir de la riqueza que genera el trabajo de todo el resto.
Sin embargo, si este tipo cree que Gabriel Boric viene a consolidar algo así como una transformación revolucionaria, nos podemos dar cuenta que, uno, no conoce al candidato socialdemócrata, y, dos, tampoco conoce a Chile. El movimiento popular no responde al FA y, es más, me atrevería a decir que esa coalición es tan solo un obstáculo, que habrá que superar algún día, para avanzar en el largo camino que nos dirige hacia un nuevo tipo de sociedad.
No pude en todo caso no detenerme en la dificultad de generar este tipo de argumento. El empresario Mosciatti dice, en un ejercicio de poco profesionalismo descarado, que él escuchó o que supo, casi como si se tratara tan solo de un rumor de pasillo, que algunos militantes de la renovada socialdemocracia chilena estaban interesados en el peronismo, y como Perón tuvo algún contacto con el fascismo, hay una especie de contaminación entre los tres (que supera, digamos, de forma risible el tiempo y el espacio y toda lógica existente). Y para complementar y darle cierre a su discurso, dice que la DC (que trabajó con la CIA y le entregó las llaves del país a la dictadura), puede caer en alguna especie de trance y ser poseída por sus fantasmas del pasado (la Falange Nacional, que proviene a su vez del derechista Partido Conservador), y terminar apoyando a esta izquierda que quiere atentar contra nuestro derecho a tener celulares de última tecnología.
Señor Tomás (ahora prefiero dirigirme directamente a usted), ¿qué se fumó? Perdón, no le quiero faltar el respeto. ¿Se aburrió de aparentar objetividad y se está asumiendo como un portavoz más de nuestra derecha y sus teorías que bordean el surrealismo (que, al igual que el futurismo, no es un movimiento filosófico)? ¿Se presentará en eventos con Axel Kaiser para comentar sobre libros que carecen de bibliografía? ¿Se juntará con Henry Boys en año nuevo a cantar el himno nacional, incluyendo la estrofa de la dictadura (que su radio tocó descaradamente en el año nuevo 2020)? ¿Con qué otra locura nos sorprenderá?
Señor Tomás, ¿no le parece que el fascismo se encuentra más en, por ejemplo, el obituario-homenaje de más de una página que publicó ayer domingo El Mercurio sobre Herman Göring?
Mi único consejo, abogado y empresario de la comunicación Mosciatti, es que, para la próxima, no utilice los medios para hacer contracampaña electoral (recordemos que también lo hizo con Jadue). Y si quiere hacerla, no intente engañar a la gente con trucos orwellianos. El pueblo no es tonto. Chile no es como usted cree y se nota que no conoce nuestra realidad. Por contarle algo: el mismo día que usted publicaba su ridícula columna, en Plaza Dignidad, desde un auto fascistas de verdad le dispararon a manifestantes, logrando herir a dos. ¿Radio BioBio lo informó? NO.
(*) Sebastián Alvarado Fuentes, escritor. Licenciado en Literatura UCH. Profesor de Lenguaje y Comunicación UC.
Fuente: https://prensaopal.cl/2021/10/25/tomas-mosciatti-el-empresario-delirante/
Descubre más desde Correo de los Trabajadores
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.