Chile tenebroso I: tras la sonrisita de la Sra. Lucía. Habla Mónica González.

“Ella junto a Pinochet administraron el terror, la violencia y los secretos que vivió Chile”.

“Era una mujer muy arribista, autoritaria y dominante”, dice Mónica González, Premio Nacional de Periodismo 2019, quien escribió un histórico reportaje en la revista Cauce en 1984, que impidió que la familia Pinochet Hiriart habitara una millonaria mansión en Lo Curro, lo que produjo la ira de Lucía. Acá, la periodista retrata a la esposa del dictador como una persona hábil políticamente. “Ella se sintió con el poder que otorga una dictadura”, señala.

“¡Que la detengan!”, gritaba descontrolada. “¡Por favor, mándala a detener!”, repetía una y otra vez enfurecida Lucía Hiriart a su marido, el dictador Augusto Pinochet, tras enterarse del reportaje publicado en la revista Cauce, en enero de 1984, y que produjo un impacto nacional. La ira de Lucía Hiriart tenía un nombre: Mónica González.

En las páginas del reportaje titulado “La casa de Pinochet”, la periodista narraba los detalles de la mansión que Augusto Pinochet había mandado a construir en Lo Curro para vivir junto a su familia. Eran 6 mil metros cuadrados habitables (de los cuales 1.600 eran para salones y oficinas), incluyendo un búnker, en un terreno de 80 mil metros cuadrados, con espacio para 250 estacionamientos. Solo el terreno entonces tuvo un costo de 1 millón de dólares.

 
 

Portada de revista Cauce de 1984

“Una fortaleza construida en seis niveles”, apuntó Mónica González (1949) sobre la propiedad que había sido levantada con dineros fiscales, mientras Chile vivía una de las recesiones económicas más terribles de las últimas décadas. Pobreza y ollas comunes dominaban el panorama social.    

En 1984, la periodista llevaba pocos años en el país tras su regreso desde el exilio en Francia, y causó la rabia del dictador Pinochet y desató la ira de su esposa Lucía Hiriart, con ese reportaje de la revista Cauce.

En su trabajo, Mónica González expuso cifras de lo que costaba la construcción, además de los lujos que solicitaba la esposa del dictador, como las ventanas de cristales traídas desde Bélgica, en un lugar que ella veía que sería su hogar para siempre. “Entre marcos y cristales se gastaron aproximadamente 120 mil dólares. Sólo los detalles como los revestimientos de piedra ascendieron a la cantidad de 150 mil dólares”, se lee en el reportaje. 

Ante la muerte de Lucía Hiriart, la periodista recuerda con The Clinic aquella investigación. “Era un peladero y su construcción fue súper vigilada por ella en cada detalle. Por ejemplo, el mármol de Carrara, que lo habían traído en avión desde Europa, a ella no le gustó y lo mandó a cambiar, mientras el país vivía una crisis feroz. Lo mismo que las alfombras, que estaban en el proyecto original; ella quiso que el piso fuera de parquet. Por último, dijo ella, cuando yo me muera quienes lleguen a ocupar este lugar que lo cambien”, cuenta la escritora y Premio Nacional de Periodismo 2019.

Lucía Hiriart pensaba eternizarse en esa “faraónica mansión” de Lo Curro como la llamó después el diario español El País. Sería su reino donde viviría hasta sus últimos días: su fortaleza de cristal construida en lo alto de Santiago para seguir controlando junto a su marido la terrorífica dictadura.

“Mandó a construir un baño para ella y para Pinochet con espejos desde los techos al suelo, incluyendo espejos frente a las tazas de los baños. Era muy ridículo. Además, de comprar sólo para su baño una lámpara de lágrimas carísima que adquirió en Atika. Las canchas de tenis, por ejemplo, las mandó a hacer de nuevo”, comenta Mónica González. Tras las repercusiones de su reportaje de la revista Cauce, la familia Pinochet Hiriart no pudo ocupar nunca la mansión de Lo Curro, que finalmente fue traspasada al Ejército. 

Pocos meses después, en mayo de 1984, la periodista publicó otra investigación en la revista Cauce sobre la construcción de la casa que Pinochet levantó en El Melocotón, en el Cajón del Maipo. Pero su trabajo tuvo consecuencias. Mónica González fue detenida y tuvo que ir a declarar a la Fiscalía Militar situada en el edificio de las Fuerzas Armadas, en calle Zenteno, a pocos pasos de La Moneda. Cuando estaba ingresando, rodeada de militares, le tomaron una fotografía que ilustra esta entrevista y la portada de su libro “Apuntes de una época feroz” (2015).

 
 

Monica Gonzalez en 1984 detenida y citada por la Fiscalía Militar, gentileza periodista MG

“Lucía arengaba a los oficiales”

“Era una mujer muy arribista, autoritaria, dominante y con un mal gusto tremendo para vestirse”, señala Mónica González sobre Lucía Hiriart Rodríguez, cuyo padre fue el abogado y político radical Osvaldo Hiriart, y su madre Lucía Rodríguez, hija de un acaudalado abogado.

“Ellos pertenecían a la élite”, dice la periodista, hoy conocida por ser una aguda entrevistadora en televisión, quien a inicios de los años 70 trabajó en el diario El Siglo, y tras vivir en el exilio en Francia (1973-1978), en los 80 retomó su trabajo en el país en las revistas Análisis y Cauce, donde publicó importantes reportajes que permitieron conocer los horrores de la dictadura, incluyendo las violaciones a los Derechos Humanos. 

“Era un peladero y su construcción fue súper vigilada por ella en cada detalle. Por ejemplo, el mármol de Carrara, que lo habían traído en avión desde Europa, a ella no le gustó y lo mandó a cambiar, mientras el país vivía una crisis feroz. Lo mismo que las alfombras, que estaban en el proyecto original; ella quiso que el piso fuera de parquet.

“Ella se casó con un don nadie. Incluso, los padres de Lucía no querían que se casara con Augusto Pinochet. Ella siempre sentía que no le daban la vida que merecía. Yo creo que se sentía superior a su marido”, cuenta Mónica González sobre Lucía Hiriart, a quien nunca conoció personalmente, y narra uno de los principales motivos de la construcción de la lujosa mansión de Lo Curro.

Por entonces, el matrimonio Pinochet Hiriart vivía -lo hicieron desde 1973 a 1998- en la casa ubicada en avenida Presidente Errázuriz, en Las Condes, que antes había ocupado el general Carlos Prats junto a su familia.

 

Al centro Lucía y Pinochet en reunión con miembros de Ejército y sus esposas. Crédito: libro “Pionero del mañana”

“Lucía Hiriart estaba angustiadísima viviendo allí porque se le aparecía el fantasma de Carlos Prats y su esposa Sofía Cuthbert, quienes habían sido muy buenos con ellos. Le debían demasiado. Sin embargo, los mandaron a asesinar, en Buenos Aires en 1974, con una bomba que instaló en su auto Michael Townley y su mujer Mariana Callejas”, cuenta Mónica González, quien fundó en 2007 el centro de investigación CIPER y ha recibido galardones como el Premio Gabriel García Márquez y el Premio Ortega y Gasset. “Como no se pudieron cambiar a Lo Curro, lo que hizo Lucía para sanear sus miedos, fue remodelar completamente la casa de avenida Presidente Errázuriz”, agrega.

-¿Es cierto que Lucía Hiriart incitó a Pinochet a tomar muchas decisiones políticas relacionadas a nombramientos y destituciones?

-Ella mandaba siempre. El día anterior del golpe, el 10 de septiembre de 1973, ella se fue junto a sus hijos a la Escuela de Alta Montaña con el coronel Renato Cantuarias Grandón, quien era allendista. Esto en caso de que el golpe no resultara, con Cantuarias podían escapar juntos hacia Argentina. Pero ocurrió el golpe y luego Cantuarias fue asesinado brutalmente en octubre de 1973 (se informó en ese momento que se había suicidado). Pinochet lo mandó a asesinar. Él muchas veces tomaba decisiones preguntándole primero a ella. Era una vida en conjunto marcada por la traición. Pocos años después, cuando se descubrió que Manuel Contreras y la DINA estuvieron a cargo del asesinato de Orlando Letelier en Washington, en 1976, es ella quien prolongó la estadía en la jefatura de Contreras en la DINA. Es más, ella fue a la casa de Contreras, en La Reina, y arengaba a los oficiales. Les decía “Esta afrenta se tendrá que pagar con sangre”La gente de la DINA se sentía muy protegida por ella. Incluso, quien posibilitó la salida de Contreras, Sergio Covarrubias, un general muy influyente, Lucía Hiriart obligó a Pinochet a mandarlo desterrado a Punta Arenas. También podía humillar a su marido en público. Luego, en 1980, cuando Pinochet y su comitiva, incluyendo a Lucía, viajaron a Filipinas, pero la invitación fue cancelada, ella le dijo que expulsara al ministro de Relaciones Exteriores, Hernán Cubillos. Y así ocurrió.

-¿Ella fue la representante de la extrema derecha de Pinochet?

Lucía Hiriart era la mujer dictadora. Ella tenía muy claro su rol de encabezar un régimen dictatorial donde las libertades no existen. Ella pedía, por ejemplo, que se castigara a quienes hicieron el “Puntarenazo” en 1984, en Punta Arenas, cuando a Pinochet le gritaron “¡Asesino, asesino!”. Y cada vez que a Pinochet lo someten a una humillación, es ella quien está al lado diciendo “Hay que hacerlos pagar”. Ella se sintió con el poder que otorga una dictadura de decidir quien vive y quien muere. Cada vez que Pinochet no actuaba rápido en un hecho, ella aparecía en su oficina para reprenderlo. También se preocupaba de los asuntos morales, no aceptaba que los generales se separaran.

 

Lucia Hiriart junto al dictador y sus cinco hijos. Crédito: libro “Pionero del mañana”

¿Era una mujer muy celosa?

-Era el trauma de la traición que la acechaba. Lucía Hiriart y Augusto Pinochet se casaron en 1943 y ella nunca le perdonó que, siendo muy joven en la década del 50, cuando él fue enviado a la Academia de Guerra de Ecuador conoció a la pianista Piedad Noé. Esto lo descubrí por una de las personas cercanas a Pinochet y me lo contó para que tuviera conciencia de que Pinochet no era sólo el implacable dictador, sino también un ser humano con sentimientos. Pinochet se enamoró perdidamente de Piedad. Lucía cuando los descubrió se vino desde Ecuador a Chile. Pinochet se quedó con Piedad cumpliendo su misión en Ecuador, pero tenía que tomar una decisión y Pinochet no fue capaz de separarse de Lucía. Yo creo que había una especie de dominación muy fuerte de parte de ella. Pero Piedad fue tan importante para Pinochet que incluso, estando enferma, viajó a Chile para despedirse de él. Poco tiempo después Piedad murió y Pinochet lloró como nunca había llorado.  

Él muchas veces tomaba decisiones preguntándole primero a ella. Era una vida en conjunto marcada por la traición. Pocos años después, cuando se descubrió que Manuel Contreras y la DINA estuvieron a cargo del asesinato de Orlando Letelier en Washington, en 1976, es ella quien prolongó la estadía en la jefatura de Contreras en la DINA. Es más, ella fue a la casa de Contreras, en La Reina, y arengaba a los oficiales. Les decía “Esta afrenta se tendrá que pagar con sangre”. La gente de la DINA se sentía muy protegida por ella.  

“La mujer al lado del trono”

-Usted también señala que ella era “muy arribista y dominante” …

-Yo cubrí el Ejército durante la Unidad Popular y las esposas de los generales eran de clase media. Durante la dictadura, Lucía Hiriart ayudó a coaptar a los militares y vincularlos con el poder económico para apoyar la privatización y la implantación de un sistema de libre mercado y así, por ejemplo, instalar las AFPs, dejándoles a ellos el sistema de repartos con las mejores pensiones. Con la complicidad de ella, a los militares, les abrieron el Club de Polo, el Club de la Unión y los directorios de las empresas. Antes nunca los militares habían estado en esos lugares.   

-Lucía Hiriart también era buena para los negocios, ¿no?

-Es impresionante como ella mintió y se hizo la tonta diciendo en los procesos judiciales que no sabía nada. Sin embargo, ella participó, y eso está probado, en las compras de propiedades -más de 230-, compras de los seguros y también participó en el ocultamiento de la fortuna en paraísos fiscales. Ella se apropió de los Centros de Madres, creando Cema Chile, y los reestructuró para su usufructo personal. Comenzó a colocar personas cercanas, hijas, sobrinas y otros parientes, con elevados sueldos, y a la vez se adueñó de muchas propiedades fiscales a lo largo del territorio nacional. Cema Chile se convirtió en una inmobiliaria de la mano de Lucía Hiriart, quizás en una de las más importantes que ha tenido el país. En el expediente hay un listado de las propiedades y costó mucho reconstruirlo porque ella trató de borrar rastros, ya que cuando se vio en apuros, comenzó rápidamente a vender con la ayuda de su abogado preferido Víctor Avilés, padre de Lucy Avilés casada con Benjamín Walton, el heredero Walmart. ¿Dónde fue a parar ese dinero de las propiedades? Yo creo que nunca la justicia ha querido investigar de verdad.

Y cada vez que a Pinochet lo someten a una humillación, es ella quien está al lado diciendo “Hay que hacerlos pagar”. Ella se sintió con el poder que otorga una dictadura de decidir quien vive y quien muere. Cada vez que Pinochet no actuaba rápido en un hecho, ella aparecía en su oficina para reprenderlo. También se preocupaba de los asuntos morales, no aceptaba que los generales se separaran.

¿Recibió amenazas directas de Lucía Hiriart o del régimen?

-Sí, miles. Pero yo nunca publico las amenazas ni las querellas… A mí me quemaron mi auto. Me pusieron una bomba, en 1989, y explotó dos o tres minutos después que me bajé del auto, junto con quien entonces era mi marido. No quedó nada del auto. Nos salvamos por milagro. Y después supimos que esa bomba la mandó a poner quien era el director de la PDI, Fernando Paredes. Esto fue porque publiqué, en la revista Análisis, un reportaje sobre la fortuna secreta de Pinochet. El reportaje se llamaba “Los bienes de la familia Pinochet”.   

¿Cómo será recordada Lucía Hiriart?

-Como la mujer del dictador y la pareja del dictador. En Nicaragua, Daniel Ortega es el presidente, la vicepresidenta es Rosario Murillo. Ella es más implacable que Ortega. Son una pareja que gestiona, dirige y maneja con mano férrea el poder. Yo creo que en Chile aún no logramos entender el verdadero rol que significó tener en el poder a Lucía Hiriart. Ella no solo estaba a cargo de Cema Chile, era la mujer que estaba cada día preguntando y opinando sobre lo que sucedería al día siguiente y así determinando el destino de muchas personas incluidos los generales del régimen. Yo creo que era una pareja, Lucía Hiriart y Augusto Pinochet, que también tomaban decisiones en conjunto. No era la mujer que estaba detrás del trono, sino al lado del trono. Debe haber sido insoportable en algunos momentos para conseguir sus objetivos. Ella junto a Pinochet administraron el terror, la violencia y los secretos que vivió Chile y la apropiación de la fortuna para asegurar su futuro, y por tanto ella es tan responsable como él, del prontuario que quedará grabado en la historia de nuestro país.   

 Yo creo que en Chile aún no logramos entender el verdadero rol que significó tener en el poder a Lucía Hiriart. Ella no solo estaba a cargo de Cema Chile, era la mujer que estaba cada día preguntando y opinando sobre lo que sucedería al día siguiente y así determinando el destino de muchas personas incluidos los generales del régimen. Yo creo que era una pareja, Lucía Hiriart y Augusto Pinochet, que también tomaban decisiones en conjunto. No era la mujer que estaba detrás del trono, sino al lado del trono.

Fuente: https://www.theclinic.cl/2021/12/16/monica-gonzalez-sobre-lucia-hiriart-ella-junto-a-pinochet-administraron-el-terror-la-violencia-y-los-secretos-que-vivio-chile/

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