por Mauro Salazar J./La Voz de los que Sobran.
a Cristian Warnken, a la poesía enlutada en pleitesía.
Las afiliaciones portalianas que tienen lugar en los últimos días buscan revitalizar el país desacreditando la Convención, modulando el Plebiscito de salida y estableciendo diversos “contratos simbólicos” con “Amarillos por Chile” y su auscultada defensa corporativa (“Derecha de centro”). Tras ello lo que está en juego es forzar una dinámica de los acuerdos que guarde alguna similitud con el Plebiscito de 1988, cuestión que diagrame un pacto entre un sector de la derecha y el mundo progresista.
El año 2016 en medio de un clima de corrupción empresarial y político, abundaron “adjetivos” y “juicios moralizantes”, que hacían referencia al lenguaje hacendal utilizado en una intervención de Andrónico Luksic por “cadena nacional”. La opinión pública, informada o no, se sintió irritada ante la jerga patronal -Portaliana- que abundaba en distintos adjetivos; ¡soberbio, autoritario, patrón de fundo, mentiroso, cínico, etc! En clave psicoanalítica, más allá de limitar el problema a cuestiones “estilosas”, es posible aventurar una lectura alternativa que nos ayude a comprender a qué sector del “Reyno de Chile” le habló Andrónico Luksic hace más de cinco años.
Un primer hito que llama la atención es el medio utilizado, las redes sociales –enjambres digitales y bancos de datos-. En este caso fue Youtube la antena escogida. A diferencia de las preguntas convencionales y predecibles del sentido común, del ciudadano de a pie, el clan de la plebe o los grupos medios en ascenso, Luksic no lo hizo mediante una antena de Televisión convencional, tampoco apeló a los mayordomos de la edición, sino a una “comunicación oligarquizante”. Ante la pregunta; ¿y porque no fue Canal 13, y qué más daba? A no dudar, junto al desgaste de la industria Televisiva, ello hubiera implicado un compromiso casi filial entre el canal católico y el empresario –cuestión similar hubiese ocurrido si el discurso se masificaba por la vía de El Mercurio y sus célebres entrevistas en el Cuerpo D.
La apuesta fue el populismo mediático. Otra opción habría resultado un ejercicio factible y primario donde se habría auto-imputado gratuitamente los estigmas de la ruidosa influencia. Ya había ocurrido la “chorrada” del caso CAVAL, y ahora una operación comunicacional extremadamente hábil y ajena a toda calificación fácil.
Esta vez la estrategia discursiva fue muchísimo más penetrante, Luksic escogió una vía de difusión de alta viralización (“masificación digital”). Aquí se puso en práctica la popularización de las redes sociales bajo la escena post-moderna, algo kafkeana, de que todo chileno tendría el derecho a interpelar su discurso gracias al acceso abierto (on line) a la “gleba digital”. Esto es precisamente lo que impide, de buenas a primeras, descifrar la audiencia “cautiva” del mensaje elitario (apartheid cognitivo). Entonces; ¿a quién buscaba interpelar Andrónico hace cinco años? ¿Cuál era su grupo de pares? No debemos olvidar que la familia Luksic es parte de aquella elite productivista y constructora del Estado desarrollista, cuya fortuna no está directamente embriagada en la especulación financiera del Piñerismo, o bien, en las ganancias inmobiliarias del mundo Demócrata Cristiano. Y para muestra un botón; la Biblioteca Andrónico Luksic Abaroa en plena Casa de Bello –nuestra gloriosa Universidad de Chile (FEN)-.
Esta fue la “exótica” realidad. El empresario al tanto de la digitalización oligárquica implementó una comunicación penetrante que buscaba alertar, remover, ordenar e incentivar las consciencias del sector empresarial que diagraman los destinos del país. El simulacro fue eficiente.
En buenas cuentas Luksic, devoto de la modernización concertacionista, le habló piramidalmente al 0,5% de la elite a través del medio más masivo de la “aldea global”. De otro modo, utilizó una señal accesible a todo bolsillo popular -parias y menesterosos- para impugnar enérgicamente a sus “primus interpares”. En suma, ¡Nada de soberanías populares! Ni menos una ciudadanía largada a la laicidad consumista, viciosa y sin virtudes cívicas, admitiendo la interpretación de Karmy-Bolton sobre el fantasma de Portales.
En su performatividad, en sus ademanes, interpeló notablemente a la elite más contigua. Hizo un llamado al “orden ético” asumiendo el mea culpa empresarial: abundó en la necesidad de cuidar las prácticas de probidad, de preservar la legalidad vigente y, por sobre todo, de mantener los pudores en la acumulación infinita de capital. En suma, conminó tardíamente a recuperar la desprestigiada imagen del campo empresarial y a retomar aquella “cultura de mecenazgos” que el país habría conocido –inclusive en el agitado espacio de las Universidades tradicionales. La elite debe reaccionar en rigores para que el Chile pueda retomar sus cauces naturales: era la única forma de evitar el despeñadero -decía el pregón-.
Luksic es un personaje fundacional en el campo de la producción industrial y financiera del mundo Concertacionista, y llamó a terreno a sus “primus interpares”, a sus amigos, a los dueños de las empresas más estratégicas del Chile Millennial; sus “pares”, que cuál más cuál menos, obligatoriamente tenían que cerrar filas tras un mensaje vigorizante. Con ficción ciudadana su discurso-país trató de penetrar en lo más profundo del emprendimiento empresarial, la clase política, y en la necesidad de innovación, probidad y empleabilidad.
La oficina desde la cual hizo el emplazamiento (un símil chileno del despacho Oval), nos permitió presenciar la gesticulación espectacularizante de un hombre genuinamente poderoso –que conoce la gestión de riquezas sin pedidos de disculpas. Y ello merced a muchas razones, pues innumerables veces ha concedido una enorme cantidad de auxilios a empresarios, instituciones de caridad, familias de capa media, propietarios y emprendedores de ocasión.
Recapitulando; más allá del “on line” -propio del capitalismo informacional– hay que asumir que su discurso no estaba digitado para el 90% de la “población” (chilenidad codiciosa-pordiosera), o bien, para aquel grupo de “pipiolos digitales” que presumían ostentar departamentos o bienes que suman una gran de cantidad de unidades de fomento (UF). Ni que hablar de la capa media en ascenso -estancada luego del estallido- que mensualmente podía percibir 4 o 5 mil dólares (10% de la población). No, no se trata de eso. Ninguna de las anteriores.
El ejercicio fue estrictamente elitario y absolutamente perentorio: Andrónico Luksic, a la manera de un “Don familiar”, más allá del bien y del mal, envió un mensaje energético, vigorizante y macizo en el ejercicio del poder que hunde sus raíces en la estructura oligárquica.
Lejos del “ímpetu cachorril” por las reformas estructurales en curso, es necesario agregar que la ciudadanía (aquel 90% de la población) que abunda en la inmediatez de la deuda y la bancarizcación de la vida cotidiana nunca pudo asimilar –integrar- un discurso parecido a un “golpe de villar”, porque lisa y llanamente Luksic no pretendía dialogar con el chileno medio y su “indigencia simbólica”. De suyo, Chile tiene una arraigada tradición de “fronda aristocrática” que fue graficada críticamente a través del discurso “aleccionador” de Andrónico. Ahora bien, luego de tamaña alocución, qué lugar le cabe en este escenario a los discursos constituyentes, o bien, al campo de constitucionalistas que bajo otro “principio de realidad” hacen una tremenda inversión de emociones por promover formas de “democracias expresivas”, o bien, ampliación de la participación para evitar un nuevo “pacto juristocrático”. Todo muy similar a la profecía vulgar que por estos días ha movilizado al mundo DC en la agenda del rechazo.
Las noticias de las últimas horas (“Manifiesto Amarillo”) no son alentadoras; la elite nuevamente convoca al confesionario -oferta diezmo- y se comunica exitosamente, mutua interpelación, a través de un discurso directo y genuino por reconstruir la sociedad chilena después del “estallido social” impulsando un golpe corporativo contra la “soberanía popular”.
Aquí asistimos a un emplazamiento a sus redes filiales, Copesa y El Mercurio, a las 10 familias que controlan el aparato productivo (¡mapa de la extrema riqueza que por estos días defienden los amarillos de Cristian Warnken!). Las afiliaciones portalianas que tienen lugar en los últimos días buscan revitalizar el país desacreditando la Convención, modulando el Plebiscito de salida y estableciendo diversos “contratos simbólicos” con “Amarillos por Chile” y su auscultada defensa corporativa (“Derecha de centro”). Tras ello lo que está en juego es forzar una dinámica de los acuerdos que guarde alguna similitud con el Plebiscito de 1988, cuestión que diagrame un pacto entre un sector de la derecha y el mundo progresista.
Por fin Luksic no buscaba conversar –horizontalmente- con el país de las reformas, la pasión igualitaria y la “guillotina huacha”; fue un dialogo de pares. En esta ocasión habló el monarca con historicidad y nos recordó propositivamente nuestra incurable condición plebeya. Más allá de la tentación revanchista, de la revuelta de clases, cuesta entender cómo el campo de la izquierda recicla este mensaje y persevera creativamente en la ficción igualitaria ante un colosal espectro portaliano. Andrónico, puso en práctica de la forma más directa, irónica y “espontánea”, los clivajes de la dominación hacendal.
Fuente: https://lavozdelosquesobran.cl/de-portales-a-andronico-luksic-nuestro-presente-hacendal/22022022
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