36 años después de que su padre huyera con 24 lingotes de oro, 413 joyas y 27 millones de pesos filipinos desde Manila, Ferdinand Marcos Jr. resultó ser el ganador en la elección y será el nuevo presidente de su país.
Resulta una paradoja de la Historia difícil de imaginar y una constatación de que los pueblos sin memoria parecieran condenados a repetirla. Resulta también difícil de imaginar que los filipinos hayan olvidado que fueron ellos mismos, impulsando un levantamiento popular, los que lograron derrocar a un tirano corrupto que, imponiendo por una ley marcial draconiana, saqueó el país y encarceló, torturó y asesinó a miles de disidentes.
Ferdinand “Bongbong” Marcos es el hijo mayor del ex dictador Ferdinand Marcos y nadie sabe cómo ha logrado convencer a la opinión pública de su país que los años en que su padre usufructuó del poder más férreo, fueron en realidad los años dorados de Filipinas, con prosperidad económica, desarrollo de infraestructura, paz y orden. Y que todos los abusos y robos del pasado, no son más que rumores y mentiras. En otras palabras, pareciera haber logrado borrar de la memoria de sus conciudadanos que su padre llevó a esa nación a los periodos más oscuros de su historia, contabilizando 70.000 presos, 34.000 torturados y 3.240 muertos, según Amnistía Internacional. Una suerte de amnesia colectiva para cambiar la Historia, para reescribirla a su manera.
El sombrero de este mago de la política ha sido el extraordinario manejo de las redes sociales logrado durante una campaña en la que evitó entrevistas y no aceptó confrontarse con otros candidatos. Con un verdadero ejército de partidarios a su espalda, no le resultó difícil difundir videos con mensajes muy básicos para conquistar a un electorado de 67 millones de filipinos llamados este lunes a las urnas en una sociedad cuyos 110 millones de habitantes ocupan una media de más de cuatro horas diarias conectados a unas redes sociales donde “Bongbong”, a sus 64 años, es el animador principal.
Así, el hijo del dictador, candidato del Partido Federal de Filipinas, se ha impuesto con cerca del 60% de los votos por sobre la decena de candidatos que se presentaban a estos comicios, cuando ya se ha escrutado el 80% de los votos. Cierto que aún faltan los votos de las zonas más alejadas del archipiélago compuesto por 7 mil 641 islas donde conviven distintas etnias y culturas. También ha ganado por amplia mayoría su compañera de fórmula y candidata a ser la vicepresidenta, Sara Duterte, hija del polémico presidente saliente Rodrigo Duterte.
Hasta ahora son 25 millones de votos los que respaldan a Marcos, 25 millones de votantes que no recuerdan, o que no conocieron, el palacio de Malacañang, antigua residencia de la familia, un verdadero santuario en medio de su bastión político situado en la región de llocos Norte. Allí se realizan visitas guiadas y los turistas pueden fotografiarse junto a los retratos de Ferdinand Marcos y su esposa Imelda. En éstos se aprecia al sátrapa patriarca coronado de oro, cabalgando un potro blanco mientras porta la bandera de Filipinas y una biblia en sus manos.
Esos 25 millones de votantes parecieran no saber -o haber olvidado- que, mientras Estados Unidos daba asilo al tirano en Hawaii y la familia Marcos volaba hacia un exilio verdaderamente dorado, los indignados filipinos, hambrientos de justicia, asaltaron el palacio de Malacañang y en el closet de Imelda Remedios Visitación Romuáldez y Trinidad encontraron 15 abrigos de visón, 508 vestidos, 888 bolsos y mil 220 pares de zapatos, todo lo que ahora se encuentra en un museo de Manila, en tanto las imágenes de todo aquello fueron conocidas por el mundo entero simbolizando la corrupción en Filipinas. Posteriormente, el dictador moriría en suelo estadounidense.
La jornada electoral de este lunes estuvo marcada por las largas colas en los colegios y también por problemas técnicos, por lo que se tuvo que extender la hora de cierre en la mayoría de los centros de votación. De confirmarse los resultados, ellos supondrían la vuelta de la familia Marcos al poder, en una Filipinas que aún está pagando la deuda heredada de aquellos años en los que Marcos padre fracasó en su intento por replicar los milagros económicos de vecinos asiáticos como Corea del Sur y Singapur.
Imelda Remedios Visitación, en tanto, a su 92 años, reside en la seguridad de un rascacielos de Manila, y está apelando a la condena penal que se le impuso en 2018 por siete cargos separados de corrupción, cada uno de los cuales conlleva una pena de prisión de 11 años. Ciertamente, le faltaría vida para cumplirlas, pero la llegada de su hijo al poder podría facilitarle seguir envejeciendo en su jaula dorada, indemne.
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