Ideas preliminares.
por Christian Arteaga /Ecuador Today.
ESTE ES UN LEVANTAMIENTO INDÍGENA… Y TAMBIÉN POPULAR
El nuevo bloque histórico abierto en el 2019, demostró la fuerza y la capacidad de interlocución del movimiento indígena como actor fundamental organizado y movilizado en la resistencia contra el neoliberalismo que se iba implementando con mayor fuerza en el gobierno de Moreno. No obstante, también exhibió el límite organizativo de los movimientos urbanos organizados (que en, otrora, éramos parte de la Coordinadora de Movimientos Sociales) pero que, paralelamente motivó -difícil y en defensiva- su recomposición para del tejido social popular en la capital.
El levantamiento progresivo iniciado este 13 de junio, en cambio, dista de aquel del 2019, en estrategia y movilización. En este último, los movimientos sociales urbanos son sustantivos al momento de defender y movilizarse todos los días, en unidad compleja, pero con la participación de estudiantes secundarios y universitarios, especialmente de la Universidad Central del Ecuador, pobladores barriales, movimiento antifascista, magisterio de profesores, mujeres y comunas aledañas. Casi toda diversidad de actores confluyó de manera decisiva en la UCE, para sostener una movilización permanente, a la cual se le iban sumando sectores espontáneos de jóvenes, amas de casa, vecinos, entre otros. A la sazón, esta lucha escalonada desde el campo y la ciudad, permite establecer dos actores y estrategias convergentes muy importantes: por un lado, el copamiento desde territorio hacia Quito por parte del movimiento indígena y por otro, la movilización sostenida y diversa, ante la arremetida represiva en toda la ciudad.
EL LEVANTAMIENTO MOSTRÓ EL REPUNTE DEL MOVIMIENTO URBANO
Si bien el sector urbano organizado, fue angular en los años noventa y el primer lustro el siglo XXI, este tuvo un trance de más de una década por la desmovilización, hostigamiento y debilidad desde el 2007 hasta el 2019. Sin embargo, el punto de inflexión fue el 2019, pues, este expuso la necesidad de la convergencia entre el campo y la ciudad. Si en dicha fecha, el movimiento urbano pudo sostener la movilización y la resistencia al gobierno y sus aparatos represivos, por no más de un día y medio; hoy, es completamente distinto, pues, las movilizaciones son de todos los días, sin descanso, lo que caracteriza una variable determinante en la praxis del sector urbano. Ejemplificamos esto con la fuerza inusitada -aunque es una característica histórica- de los sectores periurbanos, por ejemplo, el sur de Quito, los barrios Nueva Aurora, Cutuglahua, Guamaní, Lucha de los Pobres, Unión Popular; el suroriente como Edén del Valle, Obrero Independiente, La Forestal hasta Conocoto y de paso, La Toglla; al noroccidente como La Comuna, Atucucho, Jaime Roldós, El Condado pobre y al norte, San Antonio, Carapungo, Calderón hasta el sector de Oyacoto; finalmente, al centro norte y sur desde la Universidad Central hasta La Villaflora.
Esto instituye dos elementos centrales -plausibles obviamente- a la hora pensar que los sectores periurbanos comparten muchas de las exclusiones y carencias del mundo rural, es por ello que, su exigencias y resistencias son potentes y urgentes; lo segundo son los reagrupamientos sociales en la ciudad, amén del todavía complejo fortalecimiento del sector urbano movilizado, como un nuevo elemento en la lucha popular y la resistencia contra el neoliberalismo actual.
ESTE LEVANTAMIENTO EXHIBE LUCHA DE CLASES Y LUCHA ANTICOLONIAL
Esto se conecta con el punto anterior, pues, es claramente observable que los focos de resistencia ante los embates de la Policía Nacional son los barrios periurbanos. Barrios conformados una extracción de clase obrera y empobrecida. Las batallas en los sectores del sur y norte, evidencian, un total alejamiento del espontaneísmo de los pobladores, si no un proceso de organización y aprendizaje movilizatorio, que va de la mano con la caracterización de una identidad de clase. Decimos esto, pues, los efectos de las medidas cada vez más brutales del neoliberalismo, afectan a la cuestión básica de subsistencia y sobrevivencia como es la alimentación cotidiana, el transporte y la salud pública en las clases populares. En cambio, en los sectores de las clases medias tendientes hacia el campo popular, las afectaciones se corporizan en todo lo subsidiario de la elevación a los precios de los combustibles, más que la propia subsistencia básica. Empero, estas dos arremetidas se juntaron, en un escenario de enfrentamiento clasista contra el gobierno de Lasso y contra las clases medias altas y altas. Sobre estas último también se deja ver un fuerte conflicto interburgués caracterizado por las disputas entre y sobre el capital financiero bancario (Banco Pichincha y Guayaquil) como otro ingrediente de la crisis general del país.
Por otro lado, y como parte de esta deriva, se debe añadir el componente racializado de la protesta, pues, el movimiento indígena, históricamente ha esgrimido y esgrime una propuesta de un Estado plurinacional, que va más allá de lo étnico y es más bien una alternativa para la sociedad antera. Lo cual ha tenido respuestas de la más viscerales desde las élites mestizas (blanqueadas) hegemónicas que es el racismo, clasismo y xenofobia. Esto se sustenta en declaraciones, coberturas y exposiciones en redes sociales, canales de televisión y una opinión pública burguesa que posiciona la idea de un ataque a Quito, una rebelión estrictamente indígena, por tanto, intereses únicos de este sector; o el lugar común más insolvente, cuando quieren asociar al movimiento indígena con el correísmo, cuando sabemos que este último, desde 2019, ya fue interlocutor de ese levantamiento, inclusive, este último basó su administración desprestigiando a la Conaie, adjudicándoles atrasapueblos por que se negaban a la aplicación de las políticas extractivistas de la Revolución Ciudadana. Es por ello, que el componente anticolonial se muestra en esta lucha, contra estos discursos y prácticas racistas, que retornan bajo dinámicas estamentales de quienes son los verdaderos herederos y dueños de una ciudad, en este caso Quito.
LA UNIVERSIDAD ESTÁ EN PROCESO DE DERECHIZACIÓN
Este punto es inédito en los procesos movilizatorios en los últimos años, y es el papel que adoptó la institución universitaria. Su demora a las demandas de la gente para abrir sus puertas y campus para convertirlos en campos de paz y de hospedaje a los hermanos y hermanas de las nacionalidades, evidencia una grieta preocupante en su papel, no solo de constructor de conocimientos posibles, sino de expandir espacios solidarios a los sectores vulnerables y empobrecidos del país. Este acto expuso de prístina manera la articulación de los sectores privados de las Cámaras, en este caso la de Comercio, por ejemplo, con la Universidad Católica del Ecuador, a través de su principal, Fernando Ponce León. Además, la tibieza de los comunicados de los principales rectores llamando al diálogo, sumado la actitud indiferente de muchos docentes sobre lo que sucede en el país, dilucida cómo el discurso de Lasso, posee un nicho importante en la universidad pública, como una muestra, a través de docentes que repiten acríticamente sus políticas en portales digitales, o cuestionan las formas organizativas estudiantes bajo el argumento de la violencia, entre otras.
Estos días han manifestado que la única política y democracia posible, es la de la gente, la de las calles, la tumultuaria. Politizar la política empieza por dejar de pensar que se puede hacerla desde las redes sociales, el quietismo es uno de los componentes nocivos del neoliberalismo, la posibilidad real de todo cambio y construcción es el pueblo como fuerza y como historia. Nada más.
Fuente: https://ecuadortoday.media/2022/06/27/opinion-nuevos-aprendizajes-de-la-lucha-popular-ideas-preliminares/
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El levantamiento ecuatoriano comenzó el 13 de junio. Al 24 de junio el zapatismo mexicano no había sacado una sola declaración de apoyo. Indigenismo posmoderno, particularista y con «marchas a la europea». Tanto hablar de la «unidad de los pueblos» para borrarse en los momentos claves, donde la solidaridad tiene peso y no es meramente diplomática.