Jorge murió en un accidente de tránsito hace 2 días atrás. Poco y nada ha aparecido esta dolorosa noticia en medios de comunicación. No sorprende que suceda esto en los medios masivos de la elite chilena, sin embargo, que medios de comunicación llamados alternativos o populares, no informen sobre el fallecimiento tan doloroso y sentido como el de Jorge Hernández, preso político de la revuelta que estuvo en la Cárcel de San Antonio, llama la atención. Al parecer, el fervor que alienta la lucha plebiscitaria no solo da para fake news, sino también, logra amordazar o insensibilizar a algunos y algunas que hasta hace poco tiempo atrás, levantaban las banderas por la libertad de todxs lxs presos y presas políticas que tiene este país.
Jorge fue imputado junto a Jordano Santander y Claudio Bravo por daños a edificios de la Policía de Investigaciones y de la Fiscalía local de San Antonio. Todos fueron condenados; permaneciendo en prisión -hasta ahora- Jordano Santander quien fue condenado a cárcel efectiva por el delito de homicidio frustrado (‘animo homicida’ contra un funcionario de la PDI ). En este caso existe también una querella contra policias de la PDI por torturas contra los jóvenes detenidos. Esperemos que la franja popular que ha mantenido en pie tan justa y ética lucha por la libertad de todxs lxs presxs políticxs siga adelante, porque la historia de los y las de abajo ya no aguanta tanta injusticia. Compartimos con uds. un compilado de noticias sobre Jorge y sus compañeros Claudio y Jordano. ¡Jorge Hernández, preso de la revuelta, presente! (Nota, Editora Natalia Pravda)
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San Antonio: El testimonio de 4 jóvenes procesados por la Ley de Seguridad del Estado que acusan torturas por parte de la PDI.
Una jornada de protestas de marzo de 2020 se convirtió en una pesadilla policial y judicial, en la que estas personas acusan haber sido golpeados y vejados a través de insultos, amedrentamientos y desnudamientos por parte de los detectives del puerto.
El lunes 2 de marzo de 2020 era uno de esos días en que se esperaba el estallido 2.0. En San Antonio las manifestaciones sociales no habían cesado durante el verano y ese día existió una amplia convocatoria en la plaza frente al puerto. La columna de manifestantes avanzó con dirección a la Gobernación, ubicada en el sector de Barrancas, lugar donde Carabineros y la Policía de Investigaciones (PDI) ese día reprimieron con gases, carros lanza aguas y perdigones de goma a los manifestantes que no se querían dispersar.
Claudio Bravo y Jorge Hernández son vecinos del sector Treinta de Marzo, mientras que Jordano Santander y Patricio Alvarado viven contiguo al camino viejo a Santiago. Ellos asistían frecuentemente a las marchas.
Alvarado es diabético y sus dos abuelos son su razón de manifestarse, ya que en ambos casos los contactaron cerca de un mes después de que fallecieron para indicarles que por fin tenían una hora al médico para tratar sus patologías.
Por su parte, Bravo asistía a las manifestaciones con su prima Marcela Cepeda de 23 años. Él es ingeniero en Electricidad y Automatización Industrial del Duoc UC y se dedica a hacer cuchillería, joyas de plata y artesanías como atrapasueños. Bravo desarrolla proyectos como aspiradoras armadas 100% por él, cultiva cactus, es un activo defensor de la niñez y visita constantemente a los niños, niñas y adolescentes internos del Servicio Nacional de Menores, Sename. Su prima Marcela y su amigo Patricio Alvarado recuerdan el tren eléctrico de la pieza de Claudio como una obra maestra.
Hernández trabaja en una farmacia y Santander vive junto a su pareja y su hijo de ocho años, quien dice es su mayor fortaleza.
Toda esa cotidianeidad fue abruptamente desplazada por una situación legal que hoy tiene a dos de ellos con prisión preventiva (Bravo y Santander) en el penal de San Antonio, y a todos ellos bajo una acusación por violar la Ley de Seguridad del Estado, con penas de diez años de presidio mayor en su grado mínimo, por delitos contra el orden público. Eso, además de cuatro años de presidio menor en su grado máximo y multa de 20 UTM por el delito de daños calificados; y quinientos cuarenta y un días de presidio menor en su grado mínimo y multa de 10 UTM por el delito de receptación. Respecto de Jordano Santander, se agrega la pena de quince años de presidio mayor en su grado medio por el delito de homicidio frustrado a funcionario PDI en servicio.
Ese lunes de marzo de protesta, estos amigos se quedaron hasta tarde en la manifestación, pero Marcela Cepeda se fue a su casa a eso de las 22:00 hrs. mientras que Claudio Bravo, su primo, se quedó con Alvarado, Hernández y Santander, quienes después de la media noche fueron juntos a tomar una cervezas. Al calor de la noche pasaron en el vehículo de Santander frente al cuartel de la PDI y uno de ellos habría sacado una pistola a balines y percutado tiros contra el edificio, ubicado en la calle 21 de mayo frente al puerto y un automóvil.
Luego de esto siguieron su andar y al pasar frente a la Fiscalía de San Antonio habrían vuelto a disparar, rompiendo una de las puertas de la mampara de ingreso de dicho edificio y contra otro vehículo.
Todo esto habría ocurrido cerca de las tres de la madrugada del martes 3 de marzo del año pasado.
Al amanecer y luego de comer algo, Santander pasó a dejar a Alvarado. Este joven de 26 años se despidió de sus amigos y se dispuso a caminar unos metros hasta la entrada de su casa. En ese momento aparecieron tres hombres y lo acorralaron contra un portón. Alvarado pensó que sería asaltado y se tiró sobre uno de sus atacantes, quien en ese momento sacó la placa y se presentó como detective de la PDI. Alvarado fue puesto boca abajo en el suelo, esposado y subido a una camioneta civil que emprendió una persecución para detener a los otros tres jóvenes que se dirigían a sus domicilios en otro vehículo.
En la subida del camino viejo a Santiago, el auto de los amigos de Alvarado fue emboscado por cerca de 15 policías en autos civiles. Santander, quien conducía, pensó que era un asalto, y los esquivó, sin embargo, al momento de ver las armas y las identificaciones, detuvo su auto. Los tres amigos fueron bajados y puestos junto a Alvarado en el suelo sobre las ortigas, fueron esposados y desde ese momento comenzaron a recibir golpes y amenazas.
“Pasé a dejar a Patricio [Alvarado] frente a su domicilio -casi una cuadra de mi casa, en el camino viejo a Cartagena-, continuando el viaje hacia San Antonio y llegando al cruce de Cartagena, de pronto, vi detenerse violentamente otro vehículo, a lo cual yo reaccioné a mi conducción acelerando, con el objetivo de poder esquivarlo, ya que me asusté. Continué alejándome de ese vehículo, en dirección a San Antonio y al avanzar me percaté que tiraban disparos a mi auto, y en dirección contraria venía otro vehículo subiendo, tratando de chocar con el mío. Ante esta situación, mi auto se desplazó a una orilla del camino, unos metros más abajo, y vi a unos sujetos apuntándome con armas escopetas”, narra Santander en su querella por tortura contra los policías presentada en el Juzgado de Garantía San Antonio por estos jóvenes.
Por su parte, el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), presentó una querella criminal en contra de los policías que resulten responsables ese mismo 3 de marzo basándose en los relatos de los cuatro detenidos quienes denunciaban haber sido “sometidos a tratos crueles inhumanos y degradantes, por parte de funcionarios de la Policía de Investigaciones de Chile de la ciudad de San Antonio”.
“En ese instante me percaté que eran policías, ya que uno de ellos andaba uniformado y ya no tenía nada más que hacer que frenar a unos 30 metros delante de ellos. Al bajar del vehículo levanté mis manos, entregándome, sin oponer resistencia. En ese momento, me dieron en mi cabeza unos combos de mano y cachetadas diciendo que me había “agilado” con el cuartel 21 de mayo. Al momento de esposarme, uno de ellos me pegaba y yo ya estaba sin respiración. Me decía que me iba a matar”, complementa la declaración.
Según Santander, al llegar al cuartel de la PDI lo ingresaron a una oficina solo donde le propinaron una golpiza por cerca de un cuarto de de hora, sumado a insultos y degradaciones, para luego llevarlo a un calabozo donde lo dejaron esposado sentado en una banca con una mano atada a cada lado de la banca.
La querella por torturas en la Policía de Investigaciones
Asimismo, Patricio Alvarado, quien fuera el primer detenido, relata en la querella que al llegar al cuartel de la PDI, “nos llevaron a una sala en donde entraban distintos funcionarios a golpearnos y agredirnos verbal y físicamente. Luego nos dirigieron a los calabozos donde nos desnudaron y dejaron cerca de dos horas aproximadamente”.
Claudio Bravo, otro de los jóvenes, relata: “nos hicieron bajar del vehículo de Jordano [Santander]. Sin oponer resistencia, me tiraron al piso dándome golpes en el cuerpo y en la cabeza. Arriba del auto me continuaron golpeando en la cabeza, diciéndome insultos y dándome golpes en el estómago, en una clara actitud de ensañamiento, ya que, mencionaron reiteradas veces. “El auto que te piteaste es mío, conchetumadre”. Siguieron los insultos y golpes hasta llegar al edificio de la PDI donde me llevaron hasta una pequeña oficina interior en donde continuaron los golpes en la cabeza. Dejándonos frente a una pared, me obligaron a arrodillarme dándome patadas en las piernas, nos tomaron fotografías y nos llevaron a los calabozos para desnudarnos y dejarnos encerrados en cada celda, separados. Quedé desnudo por lo menos 40 minutos y luego de eso me pasaron mi propia polera y mis pantalones”.
El relato continúa así:
“Luego me tomaron dos personas de cada brazo, porque estaba esposado, y me llevaron a una oficina. Había tres personas, dos me afirmaron y el tercero me empezó a pegar combos en la cara, cuerpo, patadas, etc. Se turnaron para pegarme, uno cada uno, por un mínimo de 15 minutos. Diciéndoles que tengo problemas al corazón, me empezaron a pegar todos en el pecho, me dieron vuelta y tiraron a una mesa y siguieron los golpes por todas partes”.
“Les digo: “pégame como hombre” -ya estaba cansado de tanto ensañamiento-, uno tomó una pistola y me pegó en la cara con la pistola. Ya casi inconsciente me tiraron al suelo y siguieron pegándome para luego llevarme al calabozo, desnudándome, pero antes me pegaron con un guante como de moto; era más duro el golpe. Me desnudaron en el calabozo, me arrodillaron e hicieron presión en los hombros para así romperme [la piel de] las rodillas”.
“Me pegó un funcionario policial unas cachetadas, y me tiraron al calabozo. Pasó el rato, me coloqué la ropa viendo con un ojo y me llamaron a otra oficina, solo con los mismos tres funcionarios policiales que anteriormente me habían agredido, me dijero que me matarán si no doy la clave del celular y ya aburrido de los golpes e insultos, le digo “mátenme””.
“Empezaron los golpes nuevamente y me tiraron el celular diciéndome “coloca la clave conchetumadre. Te matamos a ti y a tu hijo conchetumadre.” En ese instante, les grité, me pegaron y amenazaron con que matarán a mi hijo. Al cabo de los minutos les di la clave y me empezaron a revisar el celular. En ese mismo instante, me volvieron a pegar y me tiraron al calabozo, con sangre y cansado. Luego en la tarde me hicieron la constatación de lesiones, donde se me diagnosticó un TEC, entre otras cosas”, dice el testimonio de Alvarado.
En el informe policial se hace referencia a que “los imputados al momento de la detención, pusieron tenaz resistencia al accionar policial, considerando que generaron una persecución policial, evitando ser detenidos, por lo cual hubo que aplicar la fuerza proporcional, racional y necesaria, que permitió su reducción y detención, y en razón de aquello los imputados Jorge Hernandez y Claudio Bravo resultados con lesiones leves”.
Lo que dice la PDI y la Fiscalía
El relato sobre la detención de los jóvenes contrasta con lo declarado por los funcionarios de la Policía de Investigaciones y presentado por la Fiscalía el día del control de detención. En la acusación se puntualiza que “los imputados transitaban a bordo del mismo vehículo marca Toyota modelo Yaris, color blanco por la vía pública en la ruta G-82 (camino viejo a Santiago) en dirección hacia San Antonio, donde fueron controlados por personal de PDI, donde, en el momento el conductor Jordano Santander, procedió a embestir con ánimo homicida al funcionario policial Hugo Gutiérrez Herrera, quien alcanzó a esquivarle, impactando al vehículo policial y darse a la fuga, momento en el cual el copiloto Claudio Bravo lanza un arma de aire comprimido al exterior, y al ser finalmente detenidos todos portaban en el maletero y vehículo diversos elementos conocidos para cometer desórdenes y desmanes como pinturas y bombas plásticas [bombitas de agua] para atacar carros policiales, armas tipo honda y balines, punteros láser, envases vacíos de lacrimógenas, municiones de balines y gas comprimido, y Claudio Bravo también portaba un cuchillo y cartucheras para el arma”.
Según la querella contra los jóvenes de la Fiscalía, en toda esta acción estos causaron daños contra la misma entidad avaluados en dos millones de pesos y la PDI avaluados en otros dos millones de pesos, y al vehículo particular, avaluados en 500 mil pesos.
Los testigos que figuran en la acusación presentada por la Fiscalía, el día del control de detención, son trece detectives con diferentes rangos, un químico farmacéutico, un prevencionista de riesgos, un guardia y un técnico en evidencias.
Constatación de lesiones
En el documento de constatación de lesiones del martes 3 de marzo, realizado en el Hospital de San Antonio, se especifica que al menos dos de ellos tenían lesiones leves, pese a que según el relato de Alvarado en la querella por torturas dice tener un TEC. Así y todo, el antecedente de lesiones graves o leves no fue un elemento relevante en el control de detención del mismo día ante la Fiscalía de San Antonio.
Incluso en la constatación de lesiones, Alvarado, quien es insulinodependiente tuvo que ser compensado, ya que tenía más de 300 mg/dl de glucemia, cuando lo normal es 100. Para esto le inyectaron suero con insulina. En dicho procedimiento el joven cuenta a INTERFERENCIA que “los policías le decían que no tenían todo el día para él y acto seguido le apretaban la bolsa de suero para que esto pasara más rápido a su sangre, una acción de ensañamiento en la aplicación de torturas”.
Según Carla Pérez, la abogada de la Defensoría Penal Pública que los representó en esa oportunidad y quien los visitó antes del control de detención en dependencias de la PDI, los jóvenes se sintieron intimidados para hablar de las torturas, “pues tuve que pedirle a los funcionarios que salieran de la oficina donde les estaba tomando declaración”.
La Defensora Pública no hizo reparo sobre los golpes que tenían los jóvenes, por lo mismo la querella por torturas debió ser presentada el 21 de abril de 2020 por su actual abogada, Betsabé Carrasco, de la Defensoría Popular, quien tomó el caso luego de tres semanas de transcurridos los hechos y con los tres muchachos cumpliendo prisión preventiva en el penal de San Antonio.
¿Afectaron la seguridad del Estado?
Los imputados son acusados por delitos contra la seguridad del Estado, descrito y sancionado en el artículo 6° letra C, que refiere a “los que inciten, promuevan o fomenten, o de hecho y por cualquier medio, destruyan, inutilicen, paralicen, interrumpan o dañen las instalaciones, los medios o elementos empleados para el funcionamiento de servicios públicos o de utilidad pública o de actividades industriales, mineras, agrícolas, comerciales de comunicación, de transporte o de distribución, y los que, en la misma forma, impidan o dificulten el libre acceso a dichas instalaciones, medios o elementos”.
Para la defensa, las acciones por las cuales son acusados estos cuatro jóvenes, en ningún caso impidieron el funcionamiento de la PDI ni de la Fiscalía. Prueba de ello es que fueron detenidos en el mismo cuartel policial que sufrió los daños y luego fueron pasados a control de detención en el mismo edificio de la Fiscalía que había sido agredido. Por otra parte, los daños fueron al inmueble y no afectó a ningún policía o funcionario, ya que estos hechos tuvieron lugar durante la madrugada.
El juicio estaba programado para el 16 de febrero de 2021, sin embargo, debió ser suspendido, porque los acusados estaban contagiados con COVID – 19. De tal modo, el juicio se realizará el día 5 de abril.
Cerca del cierre de esta edición, fue aceptado un recurso de apelación ante la Corte de Apelaciones de Valparaíso sobre las medidas cautelares que Carrasco presentó en representación de los imputados para revocar la prisión preventiva que los mantiene internos en el penal de San Antonio. Esta apelación resultó favorable para Jorge Hernández, quien en este momento se encuentra en una residencia sanitaria para terminar de cumplir la cuarentena.
En el caso de Claudio Bravo y Jordano Santander se mantuvo la prisión preventiva, con el voto en contra de la Ministra Silvana Donoso, quien favoreció dejar sin efecto la medida cautelar de prisión preventiva que pesa sobre los imputados Santander y Bravo por considerar que la prisión preventiva no puede ser una pena anticipada, porque no observa peligros procesales asociados a la liberación de los imputados, y por el Covid-19, entre otras consideraciones.
En tanto, el Ministro suplente, German Núñez y el abogado Integrante Fabian Elorriaga votaron a favor de mantener la medida cautelar de prisión preventiva hasta la realización del juicio.
INTERFERENCIA contactó a la Policía de Investigaciones de San Antonio para contrastar los hechos y no obtuvo resultados.
1 de marzo, 2021.
Fuente: https://interferencia.cl/articulos/san-antonio-el-testimonio-de-4-jovenes-procesados-por-la-ley-de-seguridad-del-estado-que
Carta de un padre a su hijo prisionero político en cárcel de San Antonio.
Cuando Jorge Hernández Canales, decidió escribir una carta a su hijo en su trabajo de Guardia, con ocasión de su cumpleaños el pasado 8 de agosto, no dimensionó y más aún ni siquiera imaginó que dicho documento pasaría a multiplicar por miles los saludos destinados a su hijo preso político de la revuelta social, quién se encuentra privado de libertad en la cárcel del puerto de San Antonio, tras ejercer su derecho a protesta por un Chile más justo e igualitario.
Su hijo, Jorge Hernández Urrea (29 años) fue detenido el 4 de marzo, junto a otros tres jóvenes. Acusados de atacar el edificio del cuartel de la Policía de Investigaciones (PDI) de San Antonio, fueron formalizados bajo delitos de la Ley de Seguridad Interior del Estado, estableciéndose un plazo de 90 días para investigar los hechos. Sin embargo, a prácticamente seis meses no ha habido ningún pronunciamiento y tampoco se ha dado a lugar la petición de conmutar la prisión preventiva por arresto domiciliario. Al igual que los 2.500 jóvenes y niños prisioneros políticos de la revuelta social a partir del 18 de octubre de 2019 que permanecen en las cárceles, prácticamente cumplen una condena anticipada que no ha sido dictaminada por ningún tribunal.
Junto con contarle a su hijo el contenido de esta carta, el padre decidió enviar su texto vía wasap a una de las dirigentes de la Coordinadora por la Libertad de los Prisioneros Políticos 18 de octubre, quién la publicó en su página de Facebook. El resultado fue inmediato. En menos de 24 horas, un total de 2.925 personas se sumaban a los saludos cumpleañeros, destacando además 951 comentarios de tipo solidario, peticiones de libertad y por sobre todo el reconocimiento y agradecimiento a todos los jóvenes que como Jorge Hernández, están presos en las cárceles por su conciencia social, coraje y valentía; por salir a las calles a protestar y formar parte del movimiento por la Dignidad hasta que valga la pena vivir.
El padre está muy preocupado porque el caso se ha dilatado mucho. Y no es para menos. Desde la fecha de su detención todo lo que hacía su hijo quedó paralizado en el tiempo y detenido al igual que él. Trabajaba de cajero en una farmacia frente al hospital, se había inscrito para estudiar en la Universidad de Los Lagos y tenía todo preparado para instalarse con el emprendimiento de una cervecería artesanal. Había logrado un préstamo para conformar una microempresa; lo único que sigue su curso es su pequeño hijito que crece día a día.
Tengo la impresión que esta emotiva carta llegó a miles y miles de corazones porque Jorge Hernández, padre, escribe como si nos estuviese hablando y porque se desplaza desde la intimidad familiar «Querido Pirinolo»; una descripción de realismo social «Debes y deben tus compañeros de encierro sufrir el hacinamiento, los chinches y el frío», un descriptor de contexto literario «no se puede permitir que el pueblo abra sus ojos» y una opinión política- sobre la situación que vive nuestro país «no hay que bajar los brazos, no se ha ganado nada todavía»; sin duda alguna un ejercicio escritural de alcance inesperado respecto de su circunstancia familiar y registro histórico de la época . En 2015, su buena pluma literaria lo hizo merecedor del tercer lugar de un Concurso de Cuentos y Relatos convocado por la Agrupación Cultural de Las Cruces.
A continuación reproducimos el texto completo y la fotografía donde se aprecia que la carta fue escrita dos veces de su propio puño y letra:
«Hola hijo, hoy estás de cumpleaños y no te podré abrazar…la autoridad dice que eres un peligro para la sociedad, al igual que los casi 2.500 jóvenes encarcelados por manifestarse a favor de un Chile más justo, inclusivo y solidario.
Para el gobierno y sus lacayos este brote de conciencia, este despertar de un pueblo aletargado es un peligro, peligran sus intereses y privilegios; la élite está amenazada…no se puede permitir que el pueblo abra sus ojos: hay que cegarlos, engrillarlos, cortar sus alas y enjaularlos.
Y, a pesar de no estar condenado, no existe pandemia que permita que esperes bajo arresto domiciliario tu pena. Debes y deben tus compañeros de encierro sufrir el hacinamiento, los chinches y el frío…
Pues para el Estado y sus esbirros que aprobaron leyes que criminalizan el justo derecho a manifestarse y pensar distinto, es más peligroso un joven que arma una Barricada o quiebra el ventanal de una institución podrida y corrupta, que un agente del Estado que mata a un comunero mapuche o dejen ciego o sin un ojo a cientos de personas.
Hijo, a pesar de saber que no estás del todo bien, me tranquiliza tu entereza, que a pesar de haber perdido tu trabajo y libertad, el primer cumpleaños de tu hijo, entre muchas otras cosas tengas la fortaleza de decir: habrá otro trabajo y un mejor momento, no hay que bajar los brazos, no se ha ganado nada todavía…
Mi querido Pirinolo, espero tenerte pronto de vuelta en casa. Cuando Dios quiera o cuando los jueces entiendan que no pueden encarcelar tu conciencia, que la justicia debe ser para todos: ricos y pobres para los del Apruebo y el rechazo, que pensar distinto o querer una mejor salud, educación y pensiones dignas no te convierte en un «enemigo poderoso» o terrorista…
Te quiero mucho Un muy feliz cumpleaños, un gran abrazo para ti y todos los encarcelados de la revuelta !!!
Tu Padre.
San Antonio , 08 de Agosto de 2020
Fuente: http://gritografiasenred.org/?p=5699
Palabras de Jorge Hernández durante la última cuenta pública de Piñera.
Por Izquierda Diario.
1 de junio, 2021.
Fuente: https://www.facebook.com/Laizquierdadiariochile/videos/918194722353067
Fuente: https://www.facebook.com/101474351632291/photos/a.101476831632043/598241788622209
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