«La historia es nuestra y la hacen los pueblos» dijo minutos antes de que lo mataran combatiendo a los militares que traicionaron a la Patria.
El pensamiento político y humano de Salvador Allende continúa vigente en el pueblo de América Latina y el mundo, que lucha por una sociedad más justa y equitativa.
Salvador Allende es una de las personalidades más importantes y recordadas de la historia de Chile. Fue electo como presidente de ese país en 1970 para cumplir su mandato hasta 1976, sin embargo el 11 de septiembre de 1973, Augusto Pinochet -en complicidad con los EEUU- lideró un golpe cívico-militar contra su Gobierno. Esa mañana, el presidente Allende murió en el palacio de La Moneda defendiendo «el mandato del pueblo», como dijera en sus últimas palabras.
Semblanza de un líder
Salvador Allende nació el 26 de junio de 1908, en el seno de una familia de clase media de Valparaíso. De niño viajó por el país a causa de las actividades laborales de su padre, un abogado que ocupó varios cargos políticos en Chile.
En 1924 ingresó a estudiar Medicina a la Universidad de Chile. Llevado por su profunda vocación social, en 1929 integró el grupo político universitario «Avance», siendo un importante referente estudiantil. A los 25 años se convirtió en el primer secretario regional del Partido Socialista de Chile.
Al obtener su título de médico cirujano, Salvador se dedicó a la medicina social, dejando como legado diversos trabajos sobre salud pública. Antes de cumplir los 30 años, fue electo Diputado por Valparaíso y Quillota.
Bajo el Gobierno del presidente chileno Pedro Aguirre Cerda, ejerció como ministro de Salud. En 1945, fue electo Senador, llegando a presidir la Cámara alta del Congreso.
En 1951, junto a comunistas, radicales doctrinarios y la izquierda socialista, participó en la fundación del Frente Nacional del Pueblo (FRENAP), alianza calificada como una «conciencia en marcha». Un año después se postuló por primera vez para presidir el país.
Luego de tres intentos, el 4 de septiembre de 1970, Salvador Allende fue elegido presidente de Chile, apoyado por la histórica coalición de partidos de izquierda llamada «Unidad Popular».
La historia la hacen los pueblos
Ese hecho marcó al país y a la sociedad chilena, transformándose hasta el día de hoy, para muchos de los seguidores de su legado, en el día más alegre de la historia de la nación. Sin embargo, su triunfo signiricaría también el inicio de una persecusión política que no sólo acabó con el mandato del pueblo, sino también dañó profundamente a varias generaciones, hasta el día de hoy.
Su convicción de que el socialismo podía construirse sobre la base de las tradiciones democráticas, en lo que se definiría como la vía chilena al socialismo, promovió importantes reformas políticas, económicas y sociales que transformaron al país, como la nacionalización de la gran minería del cobre y la profundización de la reforma agraria.
Por primera vez, el pueblo tenía en sus manos su propio destino. La igualdad de oportunidades y derechos eran una realidad palpable y la vida digna y justa estaba siendo garantizada por Allende.
Durante la Unidad Popular la cultura chilena floreció profundamente en referentes políticos y artísticos como el cantautor Víctor Jara (asesinado por la dictadura el 16 de septiembre de 1973) o el poeta Nobel de Literatura 1971, Pablo Neruda, quien falleció el 23 de septiembre, asediado por una enfermedad que se aceleró por la tristeza del golpe de Estado, doce días antes de su muerte.
Su discurso y sus medidas revolucionarias eran abiertamente opuestas al orden establecido por EEUU en la región y afectaban a los intereses de la oligarquía y de los sectores de la derecha del país, quienes iniciaron una campaña de desestabilización económica contra el Gobierno.
EEUU y Pinochet
El imperio norteamericano utilizó todos los recursos disponibles para poner fin a la Unidad Popular de Allende. El país norteño promovió y financió a la oposición chilena que, a su vez, impulsó acciones como paros de transporte, escasez inducida de alimentos y huelgas generales.
En el informe “Actividades de la CIA en Chile”, se puede leer: «La CIA también suministró ayuda a grupos militantes de extrema derecha para debilitar al Presidente y generar una atmósfera de tensión».
El 11 de septiembre de 1970, las fuerzas armadas chilenas, bajo el comando del entonces comandante en jefe del ejército, Augusto Pinochet Ugarte, y con ayuda de los EEUU, llevaron a cabo un golpe cívico-militar contra el gobierno de Salvador Allende.
La violencia generada la mañana de ese martes fue tan agresiva que, prácticamente, dejó sentado lo que serían los próximos años para Chile: un país sometido a una de las dictaduras más cruentas de América Latina.
Ese 11 de septiembre, el palacio de Gobierno, llamado «La Moneda», fue bombardeado por aviones y tanquetas, quedando absolutamente destruído y cuya posterior reconstrucción tardó años.
El presidente Salvador Allende se encontraba en su interior. Pese a los intentos de sus familiares y de su círculo amistoso y político más cercano para llevarlo a un lugar seguro, el mandatario no quiso abandonar su lugar. Asimismo, rechazó el ofrecimiento de Pinochet de «rendirse» y abordar un avión fuera del país. (grabaciones posteriores delatarían las verdaderas intenciones del militar, quien pretendía derribar la aeronave en pleno vuelo).
«Yo no voy a renunciar. Pagaré con mi vida la lealtad del pueblo» dijo en sus últimas palabras, registradas para siempre en un discurso histórico transmitido por la Radio Magalles.
Parapetado en La Moneda, se montó al hombro el fusil que le regalase meses atrás su amigo Fidel Castro. Fue asesinado arma en mano, combatiendo a los militares que traicionaron a la Patria.
Su fellcimiento aún está ceñido por las dudas. El suicidio acometido con su propio fusil al verse rodeado por los golpistas, es la teoría que más cobra fuerza, sin embargo existen versiones que indicarían que fue asesinado en su despacho presidencial mientras repelía los ataques.
El fin de su Gobierno significó la instauración de la dictadura de Pinochet, que duró 17 años y dejó más de 3.000 detenidos desaparecidos y ejecutados políticos, además de otros miles de torturados, exiliados y exonerados.
Hasta el día de hoy, el pueblo chileno rinde homenaje año a año a su vida, su obra, su legado y sus enseñanzas, bandera de lucha de las causas populares. Muchos artistas tanto nacionales como internacionales, le han dedicado sentidos homenajes, recordándolo en sus creaciones.
Algunos de ellos son el poeta Mario Benedetti con «Hombre de la paz», el trovador cubano Silvio Rodríguez, «Santiago de Chile» o el cantautor venezolano Alí Primera con «Canción para los valientes».
«Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición».
Cinco frases para recordar a Salvador Allende
1. “La historia es nuestra y la hacen los pueblos”.
2. “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”.
3. “Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”.
4. “Algún día América tendrá una voz de continente, una voz de pueblo unido. Una voz que será respetada y oída; porque será la voz de pueblos dueños de su propio destino”.
5. “Si me asesinan, el pueblo seguirá su ruta, seguirá el camino con la diferencia quizás de que las cosas serán mucho más duras, mucho más violentas, porque será una lección objetiva muy clara para las masas de que esta gente no se detiene ante nada”.
Fuente: https://www.lahaine.org/mundo.php/11s-el-inolvidable-legado-de
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