Bolsonaro da la sorpresa y pierde por estrecho margen ante Lula en la primera vuelta de las presidenciales en Brasil.
por Fernando Fuentes/La Tercera.
Contrariando a la mayoría de las encuestas previas que daban un cómodo triunfo en los comicios de este domingo a Lula, el actual mandatario obtenía el 44,05% de los sufragios, forzando un balotaje con el candidato izquierdista el 30 de octubre, quien alcanzaba el 47,43%, escrutado el 92,96%.
En una transmisión en vivo que hizo en la víspera de las elecciones de este domingo, Jair Bolsonaro ya lo había pronosticado. El Presidente brasileño aseguró el sábado que no confiaba en las encuestas sino en lo que veía en las calles. “Las encuestas dicen que Lula tiene el 51% de los votos, pero nadie salió a recibirlo en ningún lugar. A mí me recibieron como una estrella del pop en Garanhuns (la tierra natal de su rival)”, dijo.
Y su pálpito estaba en lo cierto. Contrariando a la mayoría de las encuestas previas que daban un cómodo triunfo en los comicios de este domingo a Lula, el actual mandatario obtenía el 44,05% de los sufragios, forzando un balotaje con el candidato izquierdista el 30 de octubre, quien alcanzaba el 47,43%, escrutado el 92,96%.
Las últimas encuestas conocidas el sábado en Brasil mostraban un escenario totalmente distinto. Datafolha aseguraba que el candidato presidencial del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) obtendría el 50% de los votos válidos (es decir, excluidos los blancos y nulos), mientras que Bolsonaro alcanzaría el 36%. En tanto, el sondeo de Ipec indicaba que el expresidente (2003-2010) contaba con el 51% de los votos y el actual mandatario, que aspira a la reelección, tenía el 37%.
La legislación electoral brasileña prevé la elección automática del candidato que obtenga más de la mitad de los votos válidos más uno en la primera vuelta y un balotaje, previsto para el 30 de octubre, si ninguno supera ese límite.
Tanto Bolsonaro como Lula habían votado este domingo a primera hora. El mandatario brasileño sufragó poco después de las 8:50 horas en la Escuela Municipal Rosa da Fonseca, en Vila Militar, en Río de Janeiro. El diario O Globo destacó que, a la entrada y salida del local de votación, Bolsonaro se enojó con un equipo de prensa argentino, del canal C5N. El periodista Diego Iglesias intentó en dos ocasiones preguntarle al presidente si reconocería los resultados de las urnas en caso de derrota, pero el mandatario solo preguntó de qué país era y evadió la respuesta.
Un momento después, mientras Bolsonaro hablaba con los periodistas, el camarógrafo de C5N le gritó a Iglesias que prestara atención al micrófono. En ese momento fue cuando el presidente se salió de control. “Ve a hablar de tu país, hombre”, dijo Bolsonaro con brusquedad, interrumpiendo su discurso sobre las medidas económicas de su gobierno.
Al salir del recinto, y al ser consultado sobre el proceso electoral, Bolsonaro respondió antes de irse: “Si son elecciones limpias, no hay problema, que gane el mejor”. También criticó a los medios de comunicación, pues dijo que fue “muy bien recibido en Brasil”, pero que no vio “eso en la prensa”.
Lula, en tanto, votó en la mañana de este domingo en la escuela estatal João Firmino, en el barrio Assunção, en São Bernardo do Campo, en el ABC Paulista. Lula acudió al colegio electoral acompañado de su compañero de fórmula, Geraldo Alckmin (PSB); de su esposa, la socióloga Rosângela da Silva, a Janja; la presidenta del Partido de los Trabajadores, Gleisi Hoffmann; y el candidato del PT a la gobernación de Sao Paulo, Fernando Haddad, y Márcio França (PSB), exgobernador y candidato al Senado.
En una conferencia de prensa en el lugar, Lula comentó sobre las elecciones de 2018. “Hace cuatro años no pude votar porque había sido víctima de una mentira en este país. Fui detenido por la policía federal exactamente el día de las elecciones. Intenté que la urna fuera a la celda para poder votar, no lo hicieron. Y cuatro años después, estoy aquí, votando con el reconocimiento de mi total libertad y con la posibilidad de volver a ser presidente de la república de este país, para tratar de que este país vuelva a la normalidad”, dijo Lula, según consigna el portal G1 e Globo. “Esta es la elección más importante. Estoy muy feliz”, agregó.
El abanderado del PT también afirmó que él y su candidato a vicepresidente, Geraldo Alckmin, tienen experiencia de trabajar en la adversidad y que pretenden gobernar. “No queremos más discordia, queremos un país que viva en paz”.
Consultado sobre cómo tratar con los bolsonaristas en caso de victoria, Lula dijo que cree que tendrán que adaptarse a los deseos de la mayoría. “Creo que los bolsonaristas fanáticos tendrán que adaptarse a la mayoría de la sociedad. La mayoría quiere paz. La gente no quiere armas, quiere que se distribuya leche. Por supuesto, habrá algunos que no querrán adaptarse, pero la mayoría de la sociedad brasileña quiere paz, trabajo y vivir bien”.
Pero los deseos de Lula tendrán que postergarse, si es que revierte los resultados de este domingo, para fines de mes, cuando se realice la segunda vuelta. En ese escenario, Datafolha le daba al petista la primera chance para ganar, con un 54% de los votos válidos, y Bolsonaro obtendría el 38%. Para el Ipec, en una segunda vuelta, el líder progresista obtendría el 52% de los votos válidos y el actual presidente se quedaría con el 37%. Claro que, con el fracaso de las encuestas al predecir el resultado en la primera vuelta de este domingo, el escenario ahora aparece más incierto.
A la hora de encontrar explicaciones en los sorpresivos resultados de este domingo, los expertos habían apuntado en la previa de los comicios a una gran incógnita que podía dificultar los pronósticos de las encuestadoras: el voto avergonzado.
Si bien ocho de cada 10 electores brasileños aseguraban que ya habían decidido cómo votarían para presidente cuando se enfrentaran a las urnas este domingo, según reveló Datafolha, algunos investigadores sospechaban que un número importante de ellos aún ocultaba sus preferencias.
En la opinión de expertos citados por el diario Folha de Sao Paulo, era posible que algunos simpatizantes de Lula y Bolsonaro, aún se sintieran incómodos para declarar abiertamente su opción a los institutos de investigación.
Algunos han llegado a describir este fenómeno como “voto avergonzado” o incluso “asustado”, es decir, los votantes no expresan su preferencia cuando se les pregunta en las encuestas por “vergüenza” o “miedo”, en línea con una teoría bien conocida de comunicación de masas como una “espiral de silencio” y se utiliza para describir la formación de opinión pública, explica en la previa a la primera vuelta el sitio en portugués de la cadena BBC. Según esta teoría, el individuo tiende a omitir su opinión cuando va en contra de la opinión dominante, por temor al aislamiento social.
Al respecto, Folha de Sao Paulo indicó que una de las hipótesis era que los bolsonaristas ocultarían el voto debido al alto rechazo al presidente brasileño, repudiado por más de la mitad del electorado.
Ya a fines de agosto, esta vez en declaraciones a CNN Brasil, el politólogo Antonio Lavareda, del Ipespe (Instituto de Investigaciones Sociales, Políticas y Económicas), ya había advertido sobre la posibilidad de subregistro de las intenciones de voto del actual mandatario, especialmente entre los electores con menores ingresos y educación. “Bolsonaro ha crecido sostenidamente en encuestas recientes, llamando la atención la hipótesis de subnotificación de votos de Bolsonaro en algunos segmentos, especialmente aquellos con menores ingresos y educación. Este fenómeno se conoce como la ‘espiral del silencio’”, afirmó el cientista político en esa oportunidad.
Daniel Zovatto, director regional para América Latina y el Caribe en el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional) y quien estaba este domingo en Brasilia monitoreando las elecciones, dijo a La Tercera que “había más voto oculto del pensado, pero más en favor de Bolsonaro que de Lula. Y esa es la sorpresa de esta elección”. “Bolsonaro estaría sacando un resultado mejor que el que le habían anticipado la mayoría de las encuestas”, agregó.
Otros habían advertido sobre el efecto que el millonario paquete de ayudas sociales impulsado por Bolsonaro tendría en los resultados de las elecciones. En julio, el Congreso un “estado de emergencia” que suspendía un tope constitucional al gasto del gobierno. El total de la ayuda, que es conocida por los analistas como la Propuesta de Enmienda a la Constitución (PEC) “Kamikaze”, significaba unos 7.600 millones de dólares en subsidios.
Entre las medidas aprobadas se aumentó el valor de la ayuda a las familias del programa Auxilio Brasil, antigua Bolsa Familia, y se daría entre 400 y 600 reales brasileños por mes, además de conceder una beca para camioneros de 1.000 reales brasileños y una beca para taxistas de 200 reales brasileños por mes.
La propuesta también incluyó la transferencia de vales de gas, que hasta entonces se otorgaban cada dos meses, para convertirse en mensual, y su valor se duplicó hasta los 120 reales brasileños. El paquete de beneficios también cuenta con 2.500 millones de reales para garantizar la gratuidad del transporte público urbano para los jubilados y subsidiar el costo del etanol, con más 3.800 millones de reales brasileños.
Es una suma importante para los brasileños más pobres en una época de inflación de doble dígito y desempleo persistente. Más de 10 millones de brasileños, de una población de 210 millones de habitantes, carecen de empleo. Sin embargo, es un aumento temporal que finaliza en diciembre, destacó The Associated Press en esa oportunidad.
La oposición de tendencia izquierdista apoyó con renuencia entonces la enmienda constitucional propuesta por el gobierno, al tiempo que acusó a Bolsonaro de usar el dinero para tratar de comprar votos para la elección de octubre. “Él (Bolsonaro) cree que puede comprar a la gente.
Fuente: https://www.latercera.com/mundo/noticia/bolsonaro-da-la-sorpresa-y-pierde-por-estrecho-margen-ante-lula-en-la-primera-vuelta-de-las-presidenciales-en-brasil/WAABM7CD55CCBHLJXDNQXSB5CQ/
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