La tragedia dejó como resultado 15 muertos, entre los que se contaba José María Panguinao que sólo tenía 11 años.
En el año 1912, un contingente policial al mando del mayor Julio Frías acribilló a un grupo mapuche huilliche que se resistieron a un desalojo, luego de que los tribunales locales fallaran a favor del terrateniente Atanacio Burgos. El poeta e investigador Bernardo Colipan, quien escribió en conjunto con la comunidad el libro Forrahue. Matanza 1912, dice que “la historiografía colonial se ha encargado de una manera consciente de borrar estos hechos de sangre”.
“Sobre aquel sinnúmero de cadáveres y heridos, que habían quedado tendidos en el suelo, lograron después reducirlos, comprobándose que algunos de ellos estaban heridos y, sin embargo luchaban. La bravura de los indios, es verdaderamente innarrable, pues si una gota de sangre les queda en sus venas, la pierden defendiendo su causa. El cuadro que presentaba la habitación, repleta de muertos y heridos era desgarrador, horrorosa la sangre humeante, aún corría por todas partes”.
Así relataba un periodista del diario El Progreso de Osorno lo ocurrido el 19 de octubre de 1912 y que lo rescata el libro Forrahue. Matanza 1912, de la autoría del poeta Bernardo Colipan. Dicho texto nació de manera colectiva en la comunidad de Forrahue y fue publicado en 2012, a un siglo de lo ocurrido.
“Entendemos el recuerdo como un acto político, como una manera de traer al presente a los familiares que fueron ejecutados. Cuando se presentó el libro a los 100 de la matanza, hicimos una rogativa con muchas comunidades. Además, ocurrió algo muy potente porque subieron al escenario los descendientes de los hermanos ejecutados, quien dieron sus testimonios”, señala Colipan, escritor e investigador.
«Cuando se presentó el libro a los 100 de la matanza, hicimos una rogativa y ocurrió algo muy potente porque subieron al escenario los descendientes de los hermanos ejecutados», dice Colipan.
La comunidad de Forrahue -lugar de osamentas- se ubica a 30 kilómetros al oeste de la ciudad de Osorno. “Como todas las posesiones ocupadas por el pueblo mapuche-williche, éstas fueron regularizadas el año 1827, mediante los Títulos de Comisaria”. Más tarde, en 1872, el latifundista osornino Atanasio Burgos Villalobos da a conocer en el Diario el Mercurio que “hace 40 años su padre compró los terrenos de Forrahue a Juan Anselmo Manzano y otros indígenas de ese fundo”, finalmente en 1905 se informó del “Juicio de Partición del fundo Forrahue”, indica la investigación.
“Burgos, por medio de escaramuzas propias de la época se hizo propietario de numerosas hijuelas del fundo Forrahue, como éstas estaban ocupadas por familias de comuneros, se hace apoyar por la policía de la época, que años antes lo habían tenido preso en sus calabozos. El Diario El Progreso en su edición del 20 y 21 de noviembre de 1912, da cuenta de un primer intento de desalojo, no obstante las autoridades de la época lo suspendieron. Sin embargo, Burgos, por medio de la influencia de Carlos Mohr logra que Ramón Barros Luco autorice el despojo de las familias williches de Forrahue”.
El día de la matanza
Según relatan en el mismo libro, cerca de las 07:30 de la mañana del 19 de octubre de 1912 el contingente policial al mando del mayor Julio Frías llegó a las casas del fundo de Atanasio Burgos. “Allí esperaban 25 carretas que acarrearían las pertenencias de los desalojados. Del fundo de Atanasio Burgos, salió el pelotón de carabineros en dirección a la casa de Juan Acum, la primera de 18 casas a ser desalojadas y la más grande. La tensión aumenta con el sonido de la trutruka que anunciaba enfrentamiento y desalojo”.
Había 25 personas dispuesta a resistir el desalojo. Según el informe del mayor Frías leído por el ministro del Interior el 21 de octubre de 1912 en la Cámara del Senado, “los comuneros williche refugiados en la casa, estaban armados de armas de fuego, otros con palos y horquetas y algunas mujeres con tiesto de agua caliente”.
Sin embargo, la misma investigación recoge pasajes de la crónica del diario El Progreso cuando se refiere si los mapuche tenían armas: “¿Sí tenían armas para defenderse, por qué no las emplearon?”
«Gritos desgarradores se escuchan al interior de la vivienda. No obstante, es probable que hubiera una tercera descarga, como afirmaron algunos testigos. Queda en evidencia que el procedimiento realizado por los Carabineros de Chile, era claramente una ejecución»
“Nuevamente el Mayor de carabineros ordena una segunda descarga. Gritos desgarradores se escuchan al interior de la vivienda. No obstante, es probable que hubiera una tercera descarga, como afirmaron algunos testigos. Queda en evidencia que el procedimiento realizado por los Carabineros de Chile, era claramente una ejecución. La carabina maúser se estrenaba en el sur del país, quemando cuerpos de campesinos williche”.
La tragedia dejó como resultado 15 muertos, entre los que se contaba José María Panguinao que sólo tenía 11 años.
Sobre qué pasó con los cuerpos, una nota de campo del 23 de febrero 2011 del libro “Forrahue. Matanza 1912”, señala que al cumplirse los 100 años de la matanza “aún está pendiente la localización de los cuerpos de los ejecutados. Los comentarios señalan que fueron sepultados en una fosa común en el cementerio de la época. Posiblemente se encuentren en el cementerio católico de la ciudad de Osorno”.
“No se hablaba de matanza”
El escritor y maestro en estudios latinoamericanos (Unam) Bernando Colipan, hace énfasis en conversación con INTERFERENCIA en el ocultamiento que ha existido respecto a este hecho de violencia. “Cuando uno revisaba la historia de ese momento no se hablaba de la matanza, se hablaba de los sucesos del Forrahue, y con eso, le despojaban toda la crueldad y lo dejaban en el mismo horizonte de importancia como la instalación del primer alcantarillado en un barrio de Osorno. Entonces, había también una intención clara de la memoria oficial, hegemónica y latifundista de Osorno de borrar este hecho en la memoria colectiva del territorio”.
A su vez, comenta que la matanza forma parte de un contexto de distintos hechos de violencia que desde el siglo XIX fueron planificados por parte del Estado chileno.
«Me di cuenta que 100 años después de lo ocurrido, la historia oficial se encargó incluso de privatizar los recuerdos», dice Bernando Colipan.
Respecto al proceso de investigación, Colipan relata que cuando le preguntaba a la gente qué sentía y sabía sobre ese hecho a la segunda y tercera generación de asesinados, le respondían, “ese abuelo, a una abuela, a un vecino murió ahí como algo espontáneo. Ese proceso también era angustiante, porque me di cuenta que 100 años después de lo ocurrido, la historia oficial se encargó incluso de privatizar los recuerdos, por que lo que ocurrió, es que el abuelo fue ejecutado y ahora está desaparecido. Entonces, efectivamente me di cuenta de esa situación en la memoria producto precisamente de este trauma colonial”.
Luego, lideró un taller de memoria colectiva, en ese conexto comenta que fueron enlazdos los recuerdos dispersos en un mapa amplio y colectivo. “Los peñis y lamngen comenzaron a conectar recuerdos, empezamos a habitar la memoria y entendimos el recuerdo como un acto político. Así, este primer libro que construimos en conjunto con la comunidad, también tenía como un propósito poder amplificar este hecho desde el recuerdo a una memoria del territorio y a una memoria colectiva, siendo parte del patrimonio de toda la nación mapuche”, reflexiona.
En esa misma línea, Carolina Carillanca, profesora de historia e integrante del Centro de Estudios Regionales de la ULA, señaló en una ocasión a Radio Bío Bío que dicha matanza “demuestra que la violencia por la tierra y los despojos hacia el pueblo mapuche no son problemas sólo de La Araucanía, como parece ser concebido desde el mundo académico (…) La matanza de Forrahue no está incluida en la historia nacional, ni menos se enseña en los colegios de Osorno, pese a su relevancia en el devenir de la provincia”.
Mientras que el investigador Martín Correa, autor de “La historia del despojo. El origen de la propiedad particular en el territorio Mapuche”, dijo en una entrevista a este medio que “se habla de invasión, se habla de guerra, se habla de ocupación, en las cartas, en los mapas y en los informes. Sin embargo, queda el concepto de Pacificación de La Araucanía, no obstante que fue una invasión a mansalva, con armas, con violencia, con muertes, con persecución, aquello no se cuenta”.
“Creo que lo que está detrás es básicamente esconder una historia sucia, de violencia y de muerte, de lo peor de la historia de Chile. Es importante destacar también, sin embargo, que es una historia que sí está “al alcance de la mano”. A modo de ejemplo, La Matanza de Forrahue, en Osorno, se conmemora todos los años en el Río Rahue, en la salida poniente de Osorno. La marcación Painemal, en que un colono marca a un peñi como si fuera un animal (…) Todas esas atrocidades fueron públicas, fueron denunciadas, salieron incluso en la prensa”, añadió Correa
Este año, las personas se reunieron el 29 de octubre en el espacio educativo Micaela Marrian Millalikan para conmemorar 110 días de la tragedia borrada de la hsitoria oficial en Chile.
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