Estar fuera del cuerpo y salirse de la realidad: Los peligrosos anzuelos del tusi y cómo salir del adictivo y falso placer que provoca.
por Eduardo Candia/The Clinic.
La noción de su existencia se ha vuelto popular a través de canciones y tanto su ingesta como incautaciones en el país ha aumentado en los últimos años. Mientras algunas figuras públicas del ámbito local han sincerado tener problemas con la sustancia, The Clinic contactó a dos centros de rehabilitación para entender los riesgos de esta adictiva droga y cómo tratar la dependencia que desarrollan sus consumidores.
Una de las complicaciones que los profesionales de la salud enfrentan para explicar cuáles son los efectos que tiene el tusi en el organismo, es que en Chile funciona más como concepto que como una droga en sí: LSD, MDMA, metanfetaminas, clonazepam, éxtasis, cafeína al 100% y/o cocaína, son algunas de las sustancias que podrían componerlo.
Aunque se le suele describir como un polvo rosa con sabor a frutilla, la misma popularidad que ha alcanzado en Chile la ha diversificado en apariencia. El uso de saborizantes diferentes -que la suavizan para su consumo- actúa como responsable. Existe de sabor a mora, limón, sandía, vainilla, maracuyá, incluso tres leches. Estos mismos saborizantes le otorgan variados colores como amarillo, morado, celeste, naranjo, verde, entre otros.
Pero el factor común en la composición –que buscar imitar los efectos del 2CB, una droga de escasa circulación en Chile– es que una o varias de las sustancias antes mencionadas -junto al saborizante y en ocasiones el suplemento creatina- se mezclan con ketamina: un poderoso analgésico de uso veterinario para sedar animales de gran tamaño.
De hecho, La Tercera informó ‐en junio de este año‐ que la incautación de esta anestesia transformada en tusi aumentó en un 463% al comparar el periodo entre enero y mayo de 2021, y el mismo intervalo en 2022. Según Juan Carlos Ríos, director del Centro de Información Toxicológica de la Universidad Católica, la ketamina provoca disociación.
Este efecto se traduce en despersonalización o desrealización.
“La despersonalización es sentir que estás fuera de tu cuerpo, en una especie de modo automático. La desrealización es estar desconectado de la realidad, lo que lo hace bien peligroso, porque puedes tener un accidente“, explica Andrés Rivera, terapeuta de prevención y director del centro de rehabilitación Comunidad Revive.
Otro experto consultado por The Clinic, menciona un peligro propio que proviene de las drogas que acompañan a la ketamina y al saborizante en el denominado tusi.
“La persona que está haciendo abuso de la sustancia puede perder absolutamente el sentido de la realidad, por lo tanto puede tener pensamientos psicóticos. Hay componentes del tusi que son directamente psicóticos”, sostiene Patricio Yáñez, terapeuta en adicciones y director del centro de rehabilitación Comunidad Evolución Chile.
Sobre este mismo punto, Andrés Rivera indica otra posible consecuencia derivada de la ingesta abusiva de la sustancia. “Muchas drogas generan la idea de que te persiguen. La cocaína también genera paranoia, puedes pensar que va a llegar Carabineros o tu familia, mientras consumes o estás drogado. Puedes pensar que las personas que se te acercan te quieren hacer daño, es súper traumante en las personas que son adictas“.
“Estas drogas de uso recreativo generan, en concentraciones menores efectos mayores, por periodos de tiempo más largos, más intensos. Es complejo entender la realidad, podrías pensar que los demás te quieren lastimar, se altera la percepción de la distancia, podría haber un descuido, por ejemplo, en un balcón”, agrega.
Bajo ese mismo contexto, no es recomendable emplazar a un consumidor cuando se encuentre bajo los efectos de estas sustancias, de la cual rara vez se tiene la certeza total en su composición.
“Cuando una persona está en ese estado es difícil llegar a un acuerdo, es mejor esperar a que pasen los efectos de la droga para tener una conversación. Cuando la persona está drogada no ayuda mucho, porque se puede sentir atacada y se puede desplazar a otro lado. En ese momento es peligroso, porque está disociado. Es peligroso, no solo para él, sino que para el resto de las personas. Ojalá se quede en el lugar donde está“, afirma Rivera.
La adicción
En junio de este año, la influencer Naya Fácil conversó con Meganoticias sobre la adicción que le generó el tusi tras consumirlo por dos años. De la misma manera, el cantante urbano Marcianeke afirmó hace una semana por redes sociales que disminuiría el consumo con el fin de eliminarlo por completo de forma progresiva. “Hay tratamientos que consisten en aprender a controlar el consumo, en evitar el abuso“, menciona Rivera.
Pero antes de llegar a un tratamiento, ambos directores concuerdan en que las drogas -sin importar cual sea- tienen un funcionamiento similar en el organismo. Se trata principalmente de las grandes cantidades de dopamina que estas sustancias logran liberar, y que se asocian directamente a una sensación de placer.
“El acto natural del ser humano que más dopamina expulsa es el acto sexual: la droga expulsa cinco y hasta seis veces más dopamina que el sexo. He ahí porqué la persona se hace adicta y empieza a bloquear sus sentimientos y emociones”, detalla Yáñez.
“El cerebro busca sobrevivir, entonces las cosas que tienen que ver con la sobrevivencia, como el sexo, comer, dormir, hidratarse, son placenteras para que el cerebro sobreviva”, puntualiza Rivera
En el mismo sentido, el especialista complementa que “las drogas generan placer, pero uno más alto que otras actividades. Si una persona lo empieza a hacer frecuentemente, pasa que las otras actividades dejan de sentirse placenteras“.
Con el consumo abusivo y prolongado a través del tiempo, aseveran los profesionales, las personas adictas se desinhiben en la conducta y pueden actuar agresivamente, sin importar el entorno o el daño que puedan generar a los demás, o a ellos mismos.
“Hay una sensación de falso control en cuanto a los actos que realizan, hay un cambio de comportamiento, se ponen impulsivos, hay cambios anímicos, insomnios, ansiedad, ideas fuera de la realidad“, sostiene Yáñez.
“La despersonalización es sentir que estás fuera de tu cuerpo, en una especie de modo automático. La desrealización es estar desconectado de la realidad, lo que lo hace bien peligroso, porque puedes tener un accidente”, explica Andrés Rivera, terapeuta de prevención y director del centro de rehabilitación Comunidad Revive.
Para los terapeutas, también es necesario entender que el abuso del consumo es más complejo que analizar la conducta del individuo bajo efecto, o el nivel de adictividad de la droga, en este caso, el tusi.
“Una persona no se hace adicta porque sí o porque la droga es rica, hay problemas psicológicos que ejercen punción o algún tipo de dolor o molestia en el inconsciente, y como la droga entrega el placer necesario, inhibe cada uno de esos dolores y punciones. Al ver un resultado positivo, la persona comienza a repetir la acción, hasta hacerse adicto“, dice el director de Evolución.
Rehabilitación
Así como los directores señalan que el funcionamiento de las drogas es similar respecto a la liberación de dopamina, el tratamiento para la rehabilitación es parecido sin importar la sustancia que el adicto desee disminuir o eliminar de su vida.
“Las adicciones se suelen tratar de una forma genérica. Lo que uno tiene que tratar es la adicción, cómo se provoca, cuáles son los contextos en los que se tiende a consumir, las asociaciones que se hacen”, recalca Rivera.
“La base es que la adicción es una sola, independiente de las sustancias, hay un proceso psicológico dentro del cerebro, que se ve en la obligación de tomar neuronas que se hacen cargo del acto de consumo”, asegura Yáñez.
En efecto, algunos consumidores consultados por The Clinic, indicaron haber reemplazado el consumo periódico de cocaína o alcohol por el de tusi, y apelaron que con la última sustancia sienten menor “caña moral” al despertar tras una fiesta.
En la misma línea, el uso problemático suele estar asociado a más de una sustancia. Patricio maneja alrededor de 60 casos en su comunidad. “La gran mayoría de las personas que tengo han consumido tusi, generalmente los más jóvenes. Pero la droga madre es la pasta base, la cocaína y el alcohol”.
Además, es importante analizar el círculo social de los adictos que entran a rehabilitación. “Cuando una persona entra a un tratamiento, asumimos que tiene muchas amistades con las que consume”, indica Rivera.
El director de Revive enfatiza en que se debe entender las necesidades afectivas de las personas: “sentirse aceptado, participar, distraerse, desestresarse”. En ocasiones, las drogas cumplen ese rol social.
Respecto a este punto, Rivera comenta: “uno no tiene por qué mantener vínculos sociales si te están generando un daño, es como una relación de pareja que te hace daño, hay que darle un término, por seguridad física y emocional”.
“Cuando una persona está en ese estado es difícil llegar a un acuerdo, es mejor esperar a que pasen los efectos de la droga para tener una conversación. Cuando la persona está drogada no ayuda mucho, porque se puede sentir atacada y se puede desplazar a otro lado. En ese momento es peligroso, porque está disociado. Es peligroso, no solo para él, sino que para el resto de las personas. Ojalá se quede en el lugar donde está”, afirma Rivera.
De todas maneras, aclara que no es correcto prohibir un vínculo al adicto si es importante, “no se le puede evitar verlos”. “Si, por ejemplo, un grupo se junta a drogarse, mientras a una persona le hace mal, pero a los otros no, hay que cambiar el contexto. Se pueden juntar, pero a hacer otras cosas, como compartir una pizza o tomarse un café. Si el vínculo es importante, se pueden llegar a algunos acuerdos de convivencia que tengan que ver con la seguridad de la persona con problemas”, ejemplifica.
Paralelamente, se debe trabajar en aislamiento y salir de estos círculos mientras se trabaja psicológicamente en la conducta de los adictos.
“Dentro del tratamiento de rehabilitación, trabajamos con autoconocimiento. Los seres humanos tienen capacidades del carácter, con vertientes positivas y negativas, ocho temperamentos y ocho talentos. A los internados se les educa sobre eso y se les orienta sobre cómo ir practicándolo en forma diaria. Eso, va permitiendo un fortalecimiento del carácter, que a la larga le va a permitir enfrentar el ambiente que en algún momento fue hostil“, explica Yáñez.
“Una persona no se hace adicta porque sí o porque la droga es rica, hay problemas psicológicos que ejercen punción o algún tipo de dolor o molestia en el inconsciente, y como la droga entrega el placer necesario, inhibe cada uno de esos dolores y punciones. Al ver un resultado positivo, la persona comienza a repetir la acción, hasta hacerse adicto”, dice el director de Evolución.
A pesar de la existencia de estos centros de tratamiento, los expertos señalan que la mejor forma de combatir una adicción es no desarrollarla: trabajar de forma preventiva
“Yo estoy convencido de que si en el país educáramos sobre las adicciones desde que son niños en las escuelas básicas, la tasa de adicción disminuiría considerablemente. Lo primero es educar a la persona, enseñarle cómo actúa la droga en su cerebro, qué es lo que lo produce, por qué no pueden parar, y lo más importante cómo pueden parar”, concluye Yáñez.
Fuente: https://www.theclinic.cl/2022/11/13/estar-fuera-del-cuerpo-y-salirse-de-la-realidad-los-peligrosos-anzuelos-del-tusi-y-como-salir-del-adictivo-y-falso-placer-que-provoca/
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