El mundo está en venta, o la cara oculta del negocio de las materias primas.
Mueven cerca de un tercio de la economía global, son prácticamente desconocidos y escapan a cualquier tipo de regularización, son la cara oculta del negocio de las materias premias. Un negocio capaz de modelar la política mundial. Un libro apasionante y con material narrativo para varios thriller, escrito por dos periodistas especializados: Javier Blas y Jack Farchy. Entrevista con Javier Blas, experto del sector de la energía- materias primas y columnista en Bloomberg.
RFI: ¿Cómo surgió la idea de escribir este libro junto a su colega Jack Farchy?
Javier Blas: La idea de escribir “El mundo está en venta” viene de nuestra curiosidad por el sector del comercio de las materias primas, que creemos, es clave para entender cómo funciona el mundo. Tanto económica como políticamente, y al darnos cuenta de que muy poca gente sabía cómo esas materias primas se comerciaban. Es conocido el precio del petróleo, la soja, el trigo o del aluminio, pero muy poca gente conoce algo más allá del precio. ¿Cómo se compra y se vende estas materias primas, quién gana dinero comprando y vendiendo? ¿Cómo actúan los intermediarios, quiénes son, que ganan y cuáles son sus motivaciones?
Sobre todo cuando nos dimos cuenta de que, a veces, estos empresarios del comercio de las materias primas, con sus negocios, tenían un impacto que iba más allá de lo económico, de ganar dinero y de hacer negocios. Que daban forma a la política mundial, porque apoyaban a gobiernos, intervenían en guerras, tomaban partido en conflictos civiles; eran el último prestamista al que algunos países podían acudir. Y a veces, prácticamente decidían quién estaba en el poder. Esa fue la razón por la que escribimos este libro.
RFI: El subtítulo del libro es, «la cara oculta de las materias primas». ¿Cuáles son esas materias primas?
J.B: Las materias primas son los elementos básicos del comercio y la economía mundial. Es el petróleo y sus productos refinados, las materias primas agrícolas como el trigo, la soja, el maíz. Los metales desde el acero al aluminio, el cobre…, y otras materias primas como el café, el cacao, el algodón. Las personas que las comercian, que las compran y las venden, son los intermediarios, —yo creo— más importantes de la economía mundial. Son el aceite que engrasa el engranaje de esa máquina que es la economía mundial, y son empresas en general relativamente pequeñas, prácticamente anónimas, de las cuales la gente de la calle apenas ha oído hablar, ni siquiera por su nombre.
RFI: Las materias primas son muy conocidas y conciernen directamente a todo el mundo. En cambio, quienes las comercializan son prácticamente invisibles, resulta un tanto paradójico…
J. B: Sí, es paradójico que las materias primas, los productores y los consumidores de esas materias primas sean tan conocidos. Si pensamos en el petróleo, pensamos inmediatamente en compañías como Exxon Mobil, como British Petroleum, Royal Dutch Shell y países como Venezuela, Brasil, Arabia Saudita… Pero en cambio, no sabemos quiénes son los que las compran y las venden, esas empresas son prácticamente invisibles. Estoy hablando de compañías como Vitol, como Trafigura, Mercuria, Glencord…, compañías que tienen muy poco renombre, que apenas tienen publicidad, y sin embargo están en el centro de ese comercio y que son muy poco conocidas.
RFI: ¿A que responde esta discreción o este “secretismo” por parte de esos comerciantes?
J. B: Creo que secretismo es la palabra que mejor lo define. Es una industria que se mueve en la sombra y la razón, es en parte histórica. Estas empresas prefirieron mantenerse en la sombra, porque pensaban que cualquier información era poder, y cuanta menos información hubiese de sus actividades, era mejor para sus negocios. También es una industria, que en general, se mueve en sitios en los que permanecer invisible le resulta más rentable económicamente, porque no quieren atraer la atención ni la mirada de reguladores o de gobiernos. Si uno está comprando y vendiendo petróleo ruso, o ayudando a Irán a escapar de las sanciones americanas, moverse en la sombra, permanecer oculto, es mejor; nadie quiere que un buen día el Departamento de Justicia de Estados Unidos venga a llamar a su puerta. Y porque también históricamente, es un mundo en el que pagar sobornos, era una actividad económica prácticamente diaria. Y también en ese caso, estar ocultos, permanecer en la sombra y practicar el secretismo, son herramientas que ayudan.
RFI: Gracias a este el libro nos enteramos que son compañías prácticamente familiares, controladas por un número reducido de personas.
J.B: Una de las cosas más sorprendentes de esta industria es que son muy pocas las empresas que controlan la mayor parte del comercio mundial de materias primas. Estamos hablando de quizás diez o doce empresas que son las que manejan el negocio. Y cada una de estas empresas, en su mayor parte, está controlada o por una familia o por un grupo de empresarios que trabajan en la empresa, es decir directivos que también son los mayores accionistas de dichas empresas. Muy pocas de las empresas de materias primas están cotizadas en la bolsa, como ocurre, por ejemplo, con las empresas mineras o con las empresas petroleras, que o están cotizadas en bolsa o son propiedad de un gobierno. En el sector del comercio de las materias primas, lo normal es una empresa familiar con un solo accionista, o un par de familias como accionistas, o 15 a 20 directivos de una empresa controlando la mayor parte de las acciones de esa empresa.
RFI: Lo cual significa que los beneficios se reparten entre pocas manos.
J.B: Los beneficios de esa empresa se reparten entre muy pocos y lo que tenemos son mil millonarios en muchísimas de estas empresas. Un ejemplo, dos familias que se unieron por matrimonio hace varias décadas, controlan la mayor empresa de comercio de materias primas del mundo que se llama Cargill, en Estados Unidos. Las dos familias que están detrás de esta empresa son los Cargill y los McMillan. En estas dos familias hay 14 personas, 14 miembros de la familia Cargill- McMillan, cada uno de ellos tiene una fortuna de varios miles millones de dólares. Es la mayor concentración de mil millonarios en ninguna familia del mundo fuera de las familias reales de Oriente Medio.
RFI: Algunos de estos dirigentes tiene un perfil bastante singular, dignos de una película de aventuras. Cómo lo describe al comienzo del libro, la llegada a Libia en su avión privado, del dirigente de Vitol, una empresa que poca gente conoce.
J.B: Vitol es el mayor comerciante de petróleo y de productos refinados, su antiguo directivo Ian Taylor, fallecido hace un par de años, era para mí el prototipo del comerciante de materias primas. Era un miembro del establishment británico: educado, refinado y a la vez aventurero, al que ir a un país en guerra no le suponía ningún tipo de problema, le encantaba tomar riesgos. Tenía algo muy familiar con esos políticos natos, tipo Bill Clinton, con ese carisma. Era alguien que podía llegar a una fiesta, en un hotel o una recepción y conocía a todo el mundo por su nombre. Se acordaba del nombre de la esposa de tal, la fecha de cumpleaños de otro, o en qué Universidad estaba el hijo de un ejecutivo que andaba por ahí. La capacidad de hacer que cualquiera de sus interlocutores pensara que era la persona más importante del mundo y conseguir así cerrar los negocios. Era un personaje para quien viajar a Irán, Irak o a Libia en plena guerra, o a Venezuela en medio de los conflictos sociales, era parte de hacer dinero todos los días. Un aficionado al arte moderno, un benefactor de la ópera, y al mismo tiempo una persona que dirigía una empresa que, hoy sabemos, estaba pagando sobornos en varios países de Latinoamérica para hacer negocios. Todo eso, para mí, reunido, define al arquetipo del comerciante de materias primas.
RFI: A propósito de sobornos, frente a la corte estadounidense, Vitol reconoció públicamente haber pagado sobornos, en el caso de América Latina en tres países: México, Brasil, Ecuador, prácticamente durante diez años.
J.B: Quizás lo más importante es que Vitol admitió ante un juzgado en Estados Unidos que lo había hecho hasta julio del año 2020, lo que es prácticamente, en términos de negocios, hasta ayer. Una de las cosas que siempre se ha dicho es que la imagen que a veces los periodistas dábamos de la industria, del secretismo y del pago de sobornos, tenía algo de cierto, pero que era algo de los años 70 y 80 y que los negocios ya no se hacían así. Lo que este caso en Estados Unidos el juzgado demostró, es que en algunas ocasiones las empresas seguían operando cómo operaban en los años 70, pagando sobornos para conseguir negocios.
RFI: ¿Cómo explicarse que estas empresas, que no están en la bolsa, no publican sus cuentas, manejan cifras astronómicas, prácticamente no estén sujetas a ningún tipo de mecanismo regulatorio?
J.B: Una de las razones de que estas empresas no estén sujetas a regulación, es que el comercio mundial de materias primas a veces ocurre en alta mar. Se compran y se venden barcos que están en alta mar, fuera del alcance de cualquier legislación nacional. Muchas de estas empresas se radican en paraísos fiscales o en centros de negocios, donde la regulación es muy laxa y los tipos impositivos también son bajos. Estamos hablando de lugares como Suiza, Singapur, Chipre, o algunos paraísos fiscales en el Caribe. Eso facilita que puedan hacer negocios tan fácilmente, con tan poca regulación y sin ningún tipo de escrutinio por parte de las autoridades de ningún país. Y el hecho de que sean tan ocultas, que operen en la sombra, les ayuda, porque hay muchos gobiernos —y es una cosa que a nosotros, yo y mi coautor— nos llamaba la atención. Cuando, por ejemplo a veces algún alto funcionario de un gobierno europeo nos llamaba para pedirnos información sobre alguna de estas compañías. Me llamaba la atención ¿cómo era posible que altos funcionarios del gobierno de dicho país europeo, supiesen tan poco sobre la industria? Porque el primer paso para poder regular algo es conocerlo, y el gran problema que hay en la industria de materias primas, es que hay un gran desconocimiento sobre esa industria. Los altos funcionarios y los gobernantes no saben sobre esta industria y por lo tanto no la pueden regular.
Fin de la primera parte
Fuente: https://www.rfi.fr/es/economia/20230212-el-mundo-est%C3%A1-en-venta-o-la-cara-oculta-del-negocio-de-las-materias-primas
Descubre más desde Correo de los Trabajadores
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
Be the first to comment