Carteles colombianos de la droga en Chile. Parte III: El Cartel de Pereira en acción.

El mapa de los narcos colombianos en Chile: Cómo opera el Cartel de Pereira en Santiago.

por Carlos Basso/Ex ante.

Alto oficial del OS-7 declaró en un juicio que capo colombiano de dicho grupo se reunió en Las Condes con narcotraficante que tenía más de dos toneladas de marihuana creepy y que estaba habilitando una casa en Maipú como escondite del alucinógeno.

Aunque ya no existe en términos formales desde que su último líder, Fernando Marulanda Trujillo (“Marulo”), fuera detenido en 2010 y luego extraditado a Estados Unidos, todo indica que los remanentes del que fuera uno de los más grandes grupos de narcotraficantes de Colombia, el Cartel de Pereira, también conocido como el Cartel del Norte del Valle, sigue operando, y el antecedente al respecto apareció en medio de un juicio realizado en Chile.

El Cartel de Pereira subsistió porque de un modo u otro logró mantenerse relativamente al margen de la guerra entre las bandas encabezadas por Pablo Escobar Gaviria (Medellín) y los hermanos Rodríguez Orejuela (Cali).

Tras la desaparición de los carteles de Medellín y Cali, hubo una sola organización que aspiró a tratar de llenar ese vacío: el Cartel de Pereira (llamado así porque se asentó en la ciudad del mismo nombre), también conocido como el cartel del Norte del Valle.

Igual de violento que sus antecesores, el Cartel de Pereira, sin embargo, subsistió porque de un modo u otro logró mantenerse relativamente al margen de la guerra entre las bandas encabezadas por Pablo Escobar Gaviria (Medellín) y los hermanos Rodríguez Orejuela (Cali). Fue justamente el sistema de distribución de esta organización criminal la que heredó Pereira, lo que le permitió subsistir por varios años, hasta que en 2013 las autoridades colombianas lo declararon extinto.

El decomiso. Pese a ello, los remanentes del Cartel de Pereira continúan actuando y Chile, con la marihuana tipo creepy, es un destino importante para ellos, como lo da cuenta el caso de Paulo Tarquino Ramírez, un colombiano de 37 años, originario de Bogotá, que en Chile se presentaba como administrador de empresas y negocios internacionales aunque, en realidad, era un narcotraficante que había sido arrestado en 2006 en Chicago, con 3,6 kilos de heroína, pero luego de 2 años de prisión salió a la calle y comenzó a traficar de nuevo, siendo detenido en 2008 en Youngstown (estado de Ohio), tras lo cual fue expulsado de Estados Unidos.

  • Por cierto, EE.UU. nunca le perdió el rastro y, al igual que en otros casos, este se inició por un informe entregado por la Drug Enforcement Administration (DEA) al Departamento OS-7 de Carabineros, el cual abrió la investigación al respecto en 2020, en conjunto con la Fiscalía Regional Occidente.
  • Según los antecedentes de la policía, Tarquino tendría una reunión con un “capo colombiano” apodado “El Paisa” (como se le dice, entre otras, a las personas del norte del Valle del Cauca).
  • En los seguimientos efectuados por Carabineros, se constató que Tarquino, junto a otro colombiano (Jeferson Dranced Sierra) acudieron a recibir drogas al estacionamiento de un supermercado Líder, en la comuna de Cerrillos, en tres ocasiones, oportunidades en las cuales se estacionaban al lado de un camión desde el cual trasvasijaban paquetes a su camioneta.

Había 2.097 kilos de marihuana; es decir, más de dos toneladas de la droga, parte de la cual iba a quedar en Santiago, pero la mayoría tenía por objetivo ser reenviada a Europa y Estados Unidos.

  • Luego del tercer traspaso, la policía allanó la casa donde Tarquino se estaba quedando, incautando 77 kilos de marihuana tipo creepy y más de cinco millones de pesos en efectivo.
  • A continuación, los policías detuvieron el camión, en Cerrillos, en el cual aún había 2.097 kilos de marihuana; es decir, más de dos toneladas de la droga, parte de la cual iba a quedar en Santiago, pero la mayoría tenía por objetivo ser reenviada a Europa y Estados Unidos.

Revise a continuación parte de la incautación:

Decomiso a brazo Cartel de Pereira | Carabineros

El capo colombiano. En el juicio declaró un coronel (cuyo nombre mantendremos en reserva, en resguardo de su seguridad), que en ese momento era Jefe de Operaciones del OS-7. El alto oficial detalló que mientras la producción de un kilo de marihuana creepy cuesta 80 mil pesos chilenos en el Valle del Cauca, puesta en Santiago su valor asciende a los cuatro o cinco millones de pesos, lo que explica —indicó— “el interés de carteles y organizaciones criminales por comercializar esta droga en Chile”.

“Había sierras, serruchos, clavos y tablas que hacían presumir que se estaba haciendo un doble fondo en el segundo piso para ocultar la droga”.

  • Además, dijo que como Jefe de Operaciones le correspondía participar en reuniones estratégicas y de inteligencia con distintos organismos, entre ellos, la oficina local de la DEA, la cual estaba muy preocupada por el crecimiento de la distribución de la marihuana creepy en América Latina.
  • Según explicó, el equipo policial a cargo del caso siguió varios días a Tarquino, estableciendo que se reunió con “El Paisa” en Santiago, pero también con un sujeto denominado “Pino”, de quien aseguró que “sería el brazo operativo del Cartel de Pereira”, agregando que ese individuo (“Pino”) también tenía antecedentes por tráfico de heroína en Estados Unidos.
  • Este, como quedó posteriormente en evidencia, era sindicado por la DEA como otro capo colombiano y su identidad real es Gilmer Velásquez Muñoz, con residencia en Cali y quien fue arrestado en 1999 en Miami, con cerca de 100 kilos de cocaína.
  • Mientras la droga aún viajaba a Chile, “Pino” se reunió con Tarquino en un restorán del Arauco Maipú, luego de lo cual los agentes lo siguieron hasta la casa que estaba arrendando, ubicada al interior de un condominio en el pasaje Santa Flor, en la misma comuna, a la cual le había modificado las rejas exteriores, que había llenado de tablas a fin de impedir que se viera hacia el interior del jardín o la casa.

  • Los seguimientos continuaron y pronto establecieron el domicilio de Sierra (en Carrascal) e incorporaron a la vigilancia a la novia de Tarquino, Natalia Villaquirán, quien viajó a Chile a reunirse con su pareja.
  • Tras la detención en Cerrillos, los efectivos ingresaron a la vivienda de Maipú y constataron que su ocupante la estaba convirtiendo en un lugar de guarda: en el primer nivel había muy pocos muebles y en el segundo piso solo hallaron varios closets en construcción, pegados a las paredes, “como si estuvieran arreglando una estructura para ocultar una gran cantidad de drogas”.
  • “Había sierras, serruchos, clavos y tablas que hacían presumir que se estaba haciendo un doble fondo en el segundo piso para ocultar la droga”, según dijo otro oficial del OS-7 en el juicio.

No era lo único. En el primer piso encontraron un cuaderno azul con registros contables “donde se consignaban clientes, fechas de entrega, montos pagados, saldos, abonos”, señala el fallo judicial, que indica que los montos eran todos cerrados y oscilaban entre uno y cinco millones de pesos.

Tarquino lideraba una célula del grupo, pero había otros brazos del mismo en Chile.

  • Ante ello, Tarquino entregó a los uniformados la dirección de otro domicilio, semejante al suyo, donde se guardaría la droga, en Puente Alto. Pese a que en dicho momento no encontraron, se trataba efectivamente de un lugar del mismo tipo.
  • Por ello, indican fuentes de la investigación, no les cupo duda alguna en orden a que Tarquino lideraba una célula del grupo, pero había otros brazos del mismo en Chile.

Condenas. En el juicio, Tarquino aseguró que viajó a Chile porque un amigo llamado Andrés Quinteros le ofreció trasladar 100 kilos de marihuana. Para ello, se trasladó a Santiago y una vez en la capital se reunió en un McDonalds del Parque Arauco con “Pino”, a quien identificó como un hombre de unos 50 años, quien le entregó la camioneta, indicándole que recibiría un millón de pesos por el trabajo, además de un paquete de droga (es decir, otros cuatro a cinco millones). Por cierto, los jueces estimaron que su versión no era creíble.

  • De hecho, como ya había sido condenado en Chicago, el tribunal no le concedió la minorante de irreprochable conducta anterior. Ante ello, resultó condenado a 10 años, mientras que a Sierra le dieron 12 años y a la esposa de Tarquino, Natalia Villaquirán, cinco años y un día.

Como el Ave Fénix. Sin embargo, el Cartel de Pereira no estaba aún totalmente desarticulado en Chile. Así fue como siguieron atando los cabos sueltos de la diligencia que terminó con Tarquino tras las rejas y llegaron a alguien a quien mencionamos en la entrega previa de esta serie: una mujer de 44 años, originaria de Cali, Edna Londoño, a quien incautaron 1.024 kilos de marihuana creepy que había llegado en un camión hasta Calera de Tango, el cual contenía aceitunas, en medio de las cuales venía la droga, así como cantidades menores de MDMA (éxtasis), ketamina y pasta base de cocaína.

  • De acuerdo con los hechos formalizados por la Fiscalía Occidente, el grupo de Londoño, quien a su vez estaba vinculada con la “Organización Andreotti” (la que, recordemos, a su vez, respondía a las Disidencias de la guerrilla de las FARC), arrendó al menos nueve departamentos y casas en Santiago, Quinta Normal y Puente Alto, con el fin de utilizarlos como lugares de guarda y distribución, gracias a que la mujer residía desde hacía varios años en Chile.

  • Según el ente persecutor, ella era quien recibía la droga desde Colombia, junto a Jorge Ordóñez Ordóñez y, además de efectuar su distribución en distintas comunas, remitía el dinero de las ventas a Cali, por medio de pequeños pero múltiples giros de dinero a través de empresas de transferencia electrónica.
  • La primera operación que el OS-7 constató que efectuó la organización de Londoño ocurrió el 8 de octubre de 2021 y la dirección también es conocida: se efectuó en el edificio ubicado en Merced 516, el mismo en el cual fueron detenidos los miembros del Clan del Golfo, con 700 kilos de marihuana creepy, que mencionamos en el primer reportaje de esta serie.
  • Desde allí, y según la documentación judicial del caso, Londoño se movilizó junto a Ordóñez hacia el departamento 518 de San Francisco 265, siempre en Santiago, trayecto que ella efectuó mientras la escoltaba un motorista armado.

Surespot. Otro movimiento que Carabineros registró fue el trasvasije de drogas efectuado nuevamente en el estacionamiento de Merced 516, tras lo cual llevaron marihuana hasta una parcela que estaban arrendando en San Bernardo y otra en Isla de Maipo, todo lo cual fue coordinado por medio de “Surespot”, una app de mensajería de código abierto semejante a Whatsapp o Telegram que fue muy popular entre grupos terroristas y narcos, debido a los altos niveles de encriptación que poseía y porque, además, permitía esconder la real identidad de la persona que la usaba, pues no pedía el número de telefóno y permitía usar seudónimos.

  • De ese modo, Londoño era “Bickina” en Surespot, mientras que Cristian Rojas Levi (otro de los acusados en este caso) era “Rasta”. A su vez, Ordóñez usaba una identidad femenina: “Julianaa202110”.
  • Surespot fue denunciado en distintos juicios efectuados en Europa y Estados Unidos como el medio de comunicación favorito de ISIS y fue finalmente eliminado en junio de 2022.

 
Fuente: https://www.ex-ante.cl/el-mapa-de-los-narcos-colombianos-en-chile-n-3-el-cartel-de-pereira-y-pino-su-brazo-operativo-en-santiago/

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