“La primera puerta del espanto”
por Ramón Díaz Eterovic/ /
En esta novela se entremezcla la novela negra con el relato gótico, y su eje es el retrato de cierta criminalidad detonada por el poder y la ambición de obtenerlo a cualquier costo. Sus personajes principales se mueven en la frágil línea que separa el bien del mal.
Valparaíso, el “puerto principal” como le canta el legendario Lucho Barrios no ha sido ni es ajena al desarrollo de la novela negra en nuestro país. Algunos antecedentes de la novela negra que se ha escrito en Valparaíso y sus alrededores los hemos encontrado tiempo atrás en novelas de Hernán Poblete Varas (“Juego de sangre”) y Antonio Gómez Roja (“El huésped del invierno”); y últimamente en las novelas de Roberto Ampuero, Gonzalo López (“Piromancia”), F. S. Del Solar (“Acelerante”), Rafael Sarmiento (“Sangre”) y Miguel Vargas Román (“La primera puerta del espanto”).
Miguel Vargas Román (1971) es economista y profesor universitario. Estudió Literatura Creativa en la Universidad de Oxford, y este año publicó su novela “La primera puerta del espanto”, ambientada en Valparaíso con sus amaneceres y barrios en los que conviven la marginalidad y las ruinas. En esta novela se entremezcla la novela negra con el relato gótico, y su eje es el retrato de cierta criminalidad detonada por el poder y la ambición de obtenerlo a cualquier costo. Sus personajes principales se mueven en la frágil línea que separa el bien del mal.
Empresarios, políticos y policías se disputan la peor cara de la moneda. Luis Inostroza es un policía corrupto que no vacila en atropellar y asesinar a sus colegas con tal de avanzar en su carrera profesional. Lorena del Río es una fiscal interesada en adquirir poder al interior de su institución, y su marido, Javier Nichols, es un empresario dispuesto a jugar en las ligas mayores de la maldad. Los únicos que tienen algunas características positivas son el policía de la Unidad de Asuntos Internos, Pedro Abelardo, y el perito policial Agustín Sénones.
La novela transcurre en los bajos fondos y en los grandes salones porteños. La violencia es uno de sus elementos más constante e invade incluso los episodios sexuales de sus personajes. Miguel Vargas narra con fluidez y sabe dar continuidad a su relato y mantener vivo el interés en sus varias líneas de desarrollo: las policiales, las románticas, las góticas. La novela no decae, entre otras cosas por la acertada combinación de las secuencias que involucran a los distintos personajes.
“La primera puerta del espanto” (Editorial Adarve. Madrid, España 2022) es un aporte a la novela negra chilena y a la configuración de una narrativa negra que aborde los espacios de las provincias. También es un buen acercamiento al tema del poder y de las clases sociales e instituciones que lo detentan y en ocasiones hacen de su uso una fuente de injusticias.
Como señala en su prólogo el escritor español Carlos Salem, “mientras nos cuentan una historia policiaca que empieza como tantas, con un muerto sin motivo aparente, Vargas Román traza sin pretensiones, pero con gran eficacia, el fresco de toda una sociedad, un mural que no intenta explicarlo todo; solo lo muestra, para que cada uno saque sus propias conclusiones”.
El acercamiento al poder que realiza Vargas en su novela se encuentra en el siguiente párrafo:
“Aníbal era consciente, como buen político, no sólo de la ley, sino también de cómo la élite construye sus redes de influencias: nunca un regalo grande, solo pequeños montos en repetidas ocasiones. Un viaje de negocios, una cena cara, una canasta de obsequios en Navidad o la venta de un reloj de lujo a precio ridículo. La vuelta de mano tampoco era exigente: pequeños favores, la vista gorda en alguna ocasión, nada grave, nada comprometedor, nada serio. Nunca una petición explícita, salvo que financiaran tu campaña política, en ese caso eran capaces de redactar ellos mismos una ley que fuese de su convivencia y forzar por todos los medios para que se aprobara”.
Y a todo ello se puede agregar que aporta un retrato en blanco y negro de Valparaíso, bien enfocado, con propiedad y no con las características de postal turística que se pueden encontrar en otras novelas.
A modo de ejemplo, el siguiente párrafo:
“Respiró profundo, sintió el graznido de las gaviotas, el olor del mar, el murmullo de la ciudad. Miró con desprecio a los transeúntes, a las viejas edificaciones finiseculares, a la mierda de palomas en los techos, a los buses multicolores sonando sus bocinas mientras luchaban por un pasajero, a los borrachos y a los perros callejeros”.
“La primera puerta del espanto” tiene un final abierto. Los malvados consiguen que varios de los crímenes que se producen a lo largo de la novela queden sin justicia; los supuestos buenos de la historia reciben castigos que no merecen; y el fotógrafo Agustín Sénones es contactado por una extraña estatua de bronce que lo vincula a un mundo oscuro, de vampiros y fuerzas ocultas. El texto de Miguel Vargas es interesante y entretenido. Muestra los buenos recursos narrativos de su autor y anticipa una serie de novelas protagonizadas por el policía Pedro Abelardo.
Fuente: https://www.elmostrador.cl/cultura/critica-opinion/2023/05/17/la-primera-puerta-del-espanto-un-retrato-de-la-decadencia-de-valparaiso/
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