Puerto Edén – El Bronx: Peteyem, un kawésqar, ex militante del MIR y activista por los derechos indígenas.

Carlos Eden Maidel

enviada por Rosita/Red Charquicán.

Rosita, en el año 1976 nosotros habíamos llegado hacia poco como refugiados políticos a Nueva York. Ruben, nuestro hijo Carlitos de 4 años y yo. Ruben había estado 3 años preso y en 1976 le conmutaton la pena por extrañamiento, el famoso decreto 504…

Un día nos llamaron desde el organismo que nos cobijó a nuestra llegada, Rescate Internacional. Nos pidieron que por favor fuésemos a un Hospital donde estaba internado en condición muy grave, casi moribundo, un joven chileno que había llegado desde Argentina y que estaba completamente solo en el país. Fuimos con Rubén y Carlitos inmediatamente.  Rubén se quedó abajo con Carlitos y a mi me acompaño el funcionario hasta el piso donde estaba Carlos Eden Maidel …. Es que no tengo palabras y nunca olvidaré ese instante…estaba en una cama conectado a muchos aparatos . En coma y bajo una cúpula.

Había sido tan salvajemente torturado que hasta le habían cortado la lengua… me explico mi acompañante que tal vez no sobreviría y que para ellos esta era la peor cara de las dictaduras que teníamos en nuestra América Latina. Nunca y a pesar de recibir a miles de refugiados de todas las latitudes, habían visto a alguien en estas condiciones pero que seguía luchando por sobrevivir…. Yo no pude articular palabras. Lo miré largamente y llore como no te imaginas… llanto silencioso obviamente…quise hacerle un cariño, darle un beso en la frente, traspasarle mi dolor por todo lo que tuvo que resistir en manos de sus verdugos pero él ahí quedó inconsciente pero tratado con mucho cariño y profesionalismo por parte de todo el personal de salud que lucho junto a él hasta que un día despertó y volvió a la vida integrándose a las actividades y a seguir denunciando los horrores a que nuestros países estaban sometidos.

Nos seguimos viendo y compartiendo. Me contó con detalles las torturas recibidas y me decía que no se explicaba como pudo sobrevivir.  Consecuente hasta el final de su bella existencia. Lo sigo extrañando pues el fue muy activo en las redes sociales. Fanático entre otras cosas del Club de sus amores: Colo-Colo. No se perdía sus partidos y siempre alentaba a su equipo y celebraba sus triunfos y sufría con sus derrotas. Le gustaba la fotografía. En primavera sacaba hermosas fotos de N.Y. florido y en diciembre lo mismo en época navideña.

Nunca abandono su amor a la tierra que lo vio nacer y rendía permanente homenaje a su sufrido pueblo. Defensor permanente de los pueblos originarios. Una tristeza infinita que ya no esté entre nosotros. Seguirá en nuestros corazones y nunca será olvidado.

Nota: Mi amiga me escribió este testimonio y quiero compartirlo con ustedes. Saludos.Rosita /Red Charquicán, 2 de junio de 1973).

Un acto de insensibilidad que agravia a la Cancillería chilena

por Politika /Resumen latinoamericano.
 

La Fundación Nueva Educación y Sociedad nos hizo llegar esta alerta que cumplimos en difundir a los cuatro vientos. ¿Qué es lo más reprobable? ¿La indiferencia ante la suerte de nuestros compatriotas? ¿Lo miserable de la excusa? ¿La pequeñez de funcionarios acostumbrados a las alfombras y los cócteles mundanos? Hubo una época en la que lanzaban cadáveres al mar. ¿Se abre otra de fosas comunes?

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CARLOS EDÉN MAIDEL

El histórico dirigente social kawésqar Carlos Edén Maidel falleció a comienzo de marzo [07-03-2023]  en Nueva York, a los 79 años de edad. Vivía en esa ciudad desde 1978, cuando arribó en calidad de exiliado, tras sufrir prisión y tortura como prisionero político, resultantes de una comprometida vida política que inició muy joven.
Acostumbrado a los rigores de una vida difícil, como sus ancestros canoeros, Carlos fue un hombre que nunca ambicionó atesorar bienes materiales, llevando una vida modesta pero intensa, marcada por un honesto compromiso con la justicia social, y en pro del reconocimiento de su cultura ancestral, que vive los efectos finales de un secular abandono, equivalente a un verdadero genocidio perpetrado por intereses privados al amparo de los Estados de Chile y Argentina.

Kawashkar

 
Carlos Edén, en forma consecuente proyectó también sus esfuerzos hacia la lucha anti dictatorial del pueblo chileno, como parte esencial de su amplio compromiso con los Derechos Humanos.

Sus afanes en pos de conquistar libertades y derechos para los pueblos originarios de Chile y el mundo, a partir de su gran conocimiento y habilidades propias de la cultura kawésqar, le permitió además de ser un sobreviviente, ser un portavoz genuíno de una nación en proceso de extinción, siendo declarado por la UNESCO Tesoro Humano Vivo de la Humanidad.

Sin embargo, a pesar de todo ello, el Consulado Chileno mantuvo casi nula relación con Carlos Edén y ahora que ha fallecido, alega no contar con los recursos necesarios para incinerar su cuerpo, facilitando su regreso a los canales magallánicos que le vieron nacer, de modo que debido a la desidia, aún permanece en el Hospital Público donde falleció, con el peligro de ser arrojado a una fosa común, por carecerse de alrededor de US$ 2.000 equivalentes a esos costos.

El Consulado de New York y la Cancillería en Santiago, insisten en no disponer de los recursos necesarios, argumento que luce enorme falsedad si se consideran los grandes costos en actividades de dudoso valor ciudadano.

Una sobrina, Margarita Vargas, que se encuentra en New York y ex Convencional Constitucional en representación del Pueblo Kawésqar, pretende cumplir con la voluntad de Carlos Edén Maidel de que sus cenizas fueran esparcidas en aguas australes, en donde sus ancestros vivían en paz y tranquilidad hasta que llegaron los conquistadores europeos y luego el Estado Chileno y Argentino, ocupando el territorio y sembrando enfermedades desconocidas, abusando y cometiendo matanzas brutales, que diezmaron a miles de aborígenes australes.

En conocimiento de esta situación, la Fundación Nueva Educación y Sociedad, FNES, denuncia el trato insensible y deshumanizado que está otorgando nuestra Cancillería con un chileno, miembro de un pueblo horrendamente victimizado, y que honró a nuestro país durante su vida en pos de los ideales de reconocimiento, integración, democracia, libertades y derechos fundamentales para los pueblos originarios.

Esta situación debe ser enmendada a la brevedad, para terminar con un hecho a todas luces racista y por ello discriminatorio, que cubre de vergüenza e indignidad a la Cancillería y al Gobierno de Chile.

Santiago, 27 de marzo de 2023

 
Fuente: https://www.resumenlatinoamericano.org/2023/03/28/pueblos-originarios-un-acto-de-insensibilidad-que-agravia-a-la-cancilleria-chilena/
De archivo:
 

Un kawésqar en Nueva York

Nueva York, 2016

Carlos no bebe alcohol y saca un botellón de jugo de manzana. Es lo que toma para celebrar el Día de Acción de Gracias. Lo invito a mi departamento en Brooklyn a pasar este feriado gringo que nos vemos obligados a festejar. Nos conocimos en Washington Square en la marcha feminista #NiUnaMenos mientras yo estudiaba un máster en Escritura Creativa en la Universidad de Nueva York. Carlos es asiduo a todas las manifestaciones y protestas neoyorquinas de todas las causas, políticas y medioambientales habidas y por haber. La primera vez que me contó que era kawésqar, casi me atraganté Y más de alguien se preguntará: ¿Cómo llega Carlos a Nueva York? En realidad, es una pregunta que yo también me hice. La respuesta se remonta a un puñado de décadas de atrás.

Al nacer, sus padres kawésqar lo llaman Peteyem. Tras el parto, su madre muere de neumonía porque ya no usa sus vestimentas originales y el aceite de lobo marino, con el que es capaz de navegar y mariscar en canoas en aguas gélidas, es sustituido por ropas «civilizadas», causa de esa extraña enfermedad que nunca ha sufrido. Su padre muere a los pocos días, dicen que de pena. El pequeño Peteyem también enferma de neumonía, pero un ritual kawésqar lo salva. Lo ponen de espaldas y con la concha de una cholga le hacen unas pequeñas incisiones en su estómago que conserva hasta hoy. Es una petición a Atkasap, el dios bueno, para que lo proteja y Ayayema, representación del mal, se aleje de él.

La Fuerza Aérea de Chile inaugura una radio-estación en Puerto Edén en 1937. Ese hito cambia su vida. El primer jefe de la estación es el suboficial Carlos Gaymer, quien lo adopta junto a la niña Ana Rosales Ulloa, que se transforma en su hermana. Peteyem es rebautizado como Carlos Edén.

-Me recogieron de guagua. La separación fue brutal con mi gente. Me daban permiso para ir a jugar con los kawésqar chicos, pero no es que estuviera todo el día correteando con ellos. Me miraban diferente los cabros. Ellos andaban embarrados y yo limpio y hablaba español. Ahí se me fue perdiendo mi lengua kawésqar. No recuerdo nada. Por ética ahora no hablo nada en kawésqar.

Los niños kawésqar como él se reúnen día a día en la cocina de la estación a tomar desayuno bajo el cuidado de Raquel Verdugo, esposa de Gaymer.

-El desayuno era preparado amorosamente por la mamá Raquel. Después venían los juegos infantiles. Me subía a la antena de la radio estación de la que era imposible bajarme. Mi padre y los demás funcionarios corrían para rescatarme y ponerme en tierra firme. A causa de mis travesuras me castigaban. El «arresto» lo cumplía en un pequeño cuarto, ubicado en el segundo piso, en el dormitorio de mi abuelita Matilde. Gracias a la mamá Raquel pronto me levantaban el castigo.

Hace una pausa como si estuviera haciendo memoria. De pronto rememora sus viajes de niño en bote a ver alguna ballena varada.

-Recuerdo el olor a ballena cuando la faenaban. A la caza del lobo marino no iba. El espectáculo era fuerte. Muchos años después, papá Gaymer se arrepintió de la caza de lobos.

Su proceso de transición a lo «occidental» es brutal. No es el único. Las enfermedades propias de hombres blancos, como la tuberculosis, diezman a los kawésqar en Puerto Edén.

La familia Gaymer deja Puerto Edén, se traslada en barco a Valparaíso y es en ese viaje donde Carlos conoce las manzanas y otras cosas que nunca ha visto. Como no sabe qué son los autos, en la Avenida Pedro Montt Carlos sufre un accidente al caer de un taxi en movimiento tras abrir la puerta sin querer. El primer encuentro con sus primos Gaymer es traumático. Piensan que él es una especie de momia porque aún conservaba el vendaje del accidente que cubre toda su cabeza y cara y solo deja sus ojos libres. Luego fallece su madre Raquel de un tumor en el estómago, mientras su padre trabaja en Quintero.

Santiago, 1950

Sin nadie que lo cuide el pequeño kawésqar llega a Santiago a la casa de su tío Alfredo. Entra al colegio Pan American en el paradero seis y medio de Gran Avenida, en San Miguel, donde le ponen su primer sobrenombre: El Chino.

-Fueron mis inicios del aprendizaje del inglés, ya que el director Mr. Grass era ciudadano británico. Dedicaba mi tiempo libre a salir con mis compañeros de curso, pasar las tardes en la Gran Avenida y jugar fútbol. Mi puesto era de arquero. Me decían El Araña Negra porque tenía pantalón, medias y camiseta negra. Nuestro rival era un curso del colegio Miguel León Prado y los lugares de enfrentamiento eran las antiguas canchas de Ochagavía. Desde esa época ya era de Colo-Colo. Mis primeros ídolos al arco fueron Carlos Espinoza de Everton, quizás porque salió campeón en esa época, y después Misael Escuti y el Sapo Livingstone. Las revistas Estadio y Barrabases eran mi predilección. La llegada del sábado o el domingo era otro acontecimiento porque íbamos al cine. La primera película que vi fue Los tres caballeros, de Disney. Veíamos las mexicanas de Pedro Infante y Jorge Negrete. Recuerdo las matinés del cine Metro y los paseos en un pequeño tren que estaba en Quinta Normal. Mi «hermana» Ana Rosales Ulloa entró interna en el María Auxiladora, colegio de monjas en el paradero 6 de Gran Avenida. Después fue trasladada al Convento de las Adoratrices de Viña del Mar y perdí el contacto para siempre con ella. Años después conocí su trágica historia y su triste fin. Quedó embarazada, de un día para otro desapareció de la casa donde trabajaba como nana y tiempo después encontraron su cuerpo. Murió de hambre con su hijo recién nacido entre los brazos.

De su llegada a la capital se acuerda de un espectáculo de equilibristas en la Plaza de la Constitución, que cruzan a través de un cable, desde el Hotel Carrera hasta el edificio del frente, usando una bicicleta o una moto.

-Me impresionó. También recuerdo estar en los hombros de papá Gaymer, rodeado de una multitud, viendo el paso de Carlos Ibáñez del Campo acompañando a Juan Domingo Perón en su visita de 1953 o recorrer las calles vacías de Santiago el día en que se supo en Chile de la muerte de Gabriela Mistral.

Iquique, 1956

Su adolescencia y juventud la pasa en Iquique. En esa ciudad estudia en un colegio inglés, donde aprende algunas nociones de ese idioma que le sería de utilidad más adelante.

-El colegio celebraba los 4 de julio de cada año la Independencia de Estados Unidos. Aprendí la historia de ese país, canciones en inglés como el himno de los marines. Fueron surgiendo otras amistades como los hijos del personal de la base aérea de la Fach. Nos hacíamos llamar Los Halcones Negros por una revista de cómics que relataba las aventuras y desventuras de un grupo de aviadores que luchaban durante la Segunda Guerra Mundial contra los malos. Yo era Chop-Chop en alusión a un «chinito» que ayudaba a Los Halcones Negros. Los halcones tenían un jefe semanal que era llamado El Halcón de Oro. Las actividades del grupo eran hacer cualquier maldad que impactara a los iquiqueños como cambiar de lugar un pequeño busto de O’Higgins que había en la ciudad. La hazaña fue publicada en el diario Tarapacá, algo de lo cual no nos podíamos vanagloriar por razones obvias.

A los 15 años entra a la Armada para convertirse en marino. A los 20, se siente enjaulado en la Escuela de Grumetes, se aleja de su familia adoptiva y se lanza a una vida patiperra por Puerto Montt y Concepción, lo más cerca posible de sus canales magallánicos. Su vocación viajera y nómade de kawésqar no la para nadie.

Para las últimas elecciones presidenciales chilenas participó del comité del Frente Amplio de Nueva York.

Santiago, 1973

Durante el gobierno de Salvador Allende vive en Estación Central y, aprovechando su entrenamiento militar, se integra al MIR y se enfrenta a Patria y Libertad.

-La dirigencia de Patria y Libertad era una élite y le pasaban unas cuantas lucas a unos patos malos para armar los grupos de choque con linchacos. Los de la dirigencia solo se sacaban fotos con las camisas blancas, los cascos blancos y el símbolo de la araña. Íbamos a Providencia arriba de camiones y ahí nos bajábamos a pelear con ellos. El 11 de septiembre de 1973 me pilló en una sede del MIR en la población Gabriela Mistral, entre General Velásquez y 5 de Abril, al lado de la Villa Francia, pero no teníamos armas para resistir.

Argentina, 1978

Para escapar de los allanamientos en Estación Central se refugia en Argentina con la esperanza de organizar allá el nuevo «ejército libertador». En Mendoza, cae preso y los militares argentinos lo trasladan a Buenos Aires.

-Me detuvieron por sospecha. En un cuartel me interrogaron, me preguntaron si era espía chileno en la casi guerra con Argentina. Me salvó el Mundial de Fútbol del 78. Antes del Mundial, llegaron veedores internacionales, el Comité de Migraciones Europeo y veedores de Estados Unidos. Como prisionero político fui llevado con esposas hasta el aeropuerto de Ezeiza y de ahí me recibieron como refugiado en EE.UU. Apenas caminaba. Parecía una película.

Nueva York, 1978

-Sin pasaporte, sin nada, llegué. Poquito antes del Mundial del 78. Llegué a Queens y ahí vi el primer partido del Mundial. Luego me hospitalizaron, me operaron, estuve tres años hospitalizado. En Argentina, me reventaron los oídos y quedé medio loco, andaba hablando puras cabezas de pescado. Después se me quitó. Me curé solo, no hubo tratamiento psicológico o psiquiátrico. Tenía sentimientos de culpa de dejar compañeros muertos, desaparecidos y me preguntaba porqué yo estaba aquí, porqué me había salvado. Le anduve haciendo al copete. Las actividades de solidaridad con Chile me chocaban. Iba porque era chileno y estaba reconocido por el movimiento de los exiliados, pero salía de ahí y volvía a caer como en un hoyo negro profundo.

Nueva York, 2018

Carlos Edén poco a poco se acostumbra a Nueva York, trabaja en una fábrica de ropa y decepcionado de la política tradicional, se enfoca en el activismo indígena. Para las últimas elecciones presidenciales chilenas participa del comité del Frente Amplio de Nueva York y en 2017 vota por primera vez desde el extranjero.

La historia de Carlos recuerda la de Yokcushlu, conocida como Fuegia Basket, y Elleparu, conocido por York Minister, dos kawésqar de Tierra del Fuego tomados prisioneros en 1830 por Robert FitzRoy, capitán del barco Beagle, y llevados a la fuerza a Inglaterra, donde fueron presentados ante la realeza y aprendieron inglés. Carlos sabe que su cultura original está en peligro de desaparecer y lo único que quiere es volver a su natal Puerto Edén, aunque de su pueblo originario solo sobreviven unos pocos. Es uno de los últimos kawésqar. Quizás por ese motivo su historia atrae a investigadores y artistas como Paz Errázuriz, quien lo fotografió en Nueva York a fines de los 90 para su serie Nómades del mar. Por esa exposición visita Puerto Edén por primera vez después de 50 años.

-Mi pueblo espera la extinción. Y no hay kawésqar en Nueva York. Solo soy yo. Como buen kawésqar, nunca me resfrío en invierno. Me resfrío en verano. Soy al revés.

Justicia para Camilo Catrillanca, una de las luchas de Carlos Edén en Estados Unidos. Foto: Lidia Arriagada-García.
Carlos Edén se ha transformado en un activista indígena en Nueva York. En esta foto aparece en una de las protestas por el asesinato de Camilo Catrillanca a manos a Carabineros. Foto: Lidia Arriagada-García.

 

Fuente: https://www.latercera.com/paula/kawesqar-nueva-york/

Sábado 3 de mayo de 2023; Museo de la Memoria.

 

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