Fue un estudioso del capitalismo post-industrial y crítico del marxismo.
por EFE/El Mostrador.
[Su muerte ocurrió en París este viernes 9 de mayo]. Estuvo casado con la médica chilena Adriana Arenas, que falleció en 1990 y con la que tuvo dos hijos, entre ellos Marisol Touraine, militante del Partido Socialista que fue ministra de Sanidad y Asuntos Sociales durante toda la presidencia del socialista François Hollande (2012-17).
El famoso sociólogo francés Alain Touraine, pionero en la investigación de los movimientos sociales contemporáneos y uno de los padres del concepto de la sociedad post-industrial, falleció este viernes a los 97 años, informan medios locales.
Licenciado en París y con estudios de posgrado en varias universidades de Estados Unidos, Touraine fue autor o coautor de una veintena de libros, innumerables artículos y hasta una bitácora, sobre las mutaciones de la sociedad contemporánea, pero también sobre sus implicaciones prácticas en la política francesa.
Su tesis doctoral, publicada luego como libro, se llamó precisamente “Sociología de la acción” (1964), en la que proponía analizar la sociedad industrial no solo a través del plano económico, sino también con el estudio de los grupos que la conforman. Su tesis complementaria, “La conciencia obrera”, apareció dos años después.
Antes, había sido minero en una explotación de carbón en el norte de Francia en 1947-48 para estudiar de primera mano las relaciones entre los grupos de mineros y entre ellos y los patronos. Su primer libro (1955) fue un análisis del trabajo y las relaciones laborales en las fábricas de Renault en Francia.
En su trabajo teórico y práctico estudió los movimientos sociales contemporáneos más allá de las tradicionales movilizaciones obreras, abarcando las estudiantiles (como mayo del 68), ecologistas, feministas, regionales o de minorías.
Fue muy crítico de conceptos marxistas como el de la lucha de clases, aunque siempre estuvo próximo a la izquierda.
Estudió de cerca la génesis y desarrollo del sindicato independiente polaco Solidaridad, cuyo éxito acabó con el régimen comunista y fue el primer capítulo de la desaparición del imperio soviético.
Touraine fue también uno pensadores que más desarrollaron y dieron contenido al concepto de la sociedad post-industrial, lanzado inicialmente por el estadounidense Daniel Bell, y que estudia las consecuencias sociales de cómo los elementos inmateriales (conocimiento e información) han sucedido a las máquinas cómo fuente de riqueza y poder.
Tuvo además un importante interés en América Latina, especialmente con su trabajo sobre los movimientos mineros en Chile en la década de 1970, lo que le permitió establecer una importante red de relaciones con los académicos e intelectuales de la región.
Estuvo casado con la médica chilena Adriana Arenas, que falleció en 1990 y con la que tuvo dos hijos, entre ellos Marisol Touraine, militante del Partido Socialista que fue ministra de Sanidad y Asuntos Sociales durante toda la presidencia del socialista François Hollande (2012-17).
Touraine recibió numerosos reconocimientos, entre ellos el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales de 2010, por “trabajos fundamentales sobre la sociedad post-industrial que han permitido entender e interpretar el sentido profundo de las grandes transformaciones de nuestra época”, según el acta del jurado.
Esos trabajos han ofrecido “a la vez una reflexión continua y enriquecedora acerca de los problemas derivados de una convivencia necesaria por encima de las diferencias humanas”, añadió el acta, recordó hoy la Fundación Princesa de Asturias en un comunicado.
Fuente: https://www.elmostrador.cl/cultura/2023/06/09/el-famoso-sociologo-frances-alain-touraine-muere-a-los-97-anos/
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El día que Alain Touraine abandonó Chile tras el Golpe de Estado *.
“Cuando comencé este diario, a fines de julio, me proponía consignar en él mis reflexiones sobre la Unidad Popular, las transformaciones y la vida política de Chile. Casi inmediatamente, los acontecimientos cambia ron su orientación: la crisis económica y política invadió la sociedad; ya no podía aislar algunos temas sociológicos de la historia inmediata de un régimen que acababa de ser conmovido por una tentativa de golpe de Estado militar , y que se sentía cada día amenazado en su existencia política”, escribió el intelectual francés, fallecido este viernes, en la presentación de su libro “Vida y muerte del Chile popular”, que publicó en 1974 en México.
En el momento en que el avión me aleja de Chile, unas manos valerosas llevan al Cementerio General el cadáver de Pablo Neruda, que he visto la víspera tendido en la rotonda, con los vidrios rotos, los libros quemados y los huecos de los cuadros robados, de su casa de Santiago. Los soldados patrullan en la ciudad, se fusila por las noches en el Estadio Nacional y los refugiados se asfixian en la minúscula embajada de Panamá.
¿Se puede hablar ahora de Chile, de la Unidad Popular precipitada en el vacío, de su fuerza y de sus flaquezas? ¿No sería tanto como apartar la mirada de la angustia de los prisioneros y de la acción de los que van agrupándose en secreto?
Hay que comprender, sin embargo: la violencia inesperada del golpe de fuerza, la respuesta impotente de un pueblo que desfilaba en masa una semana antes frente a La Moneda, la crisis económica, la lucha de clases.
Y volver hacia atrás, para encontrar los sentimientos y las ideas que teníamos, antes…
Por eso presento este diario sociológico escrito antes, durante y después del golpe de Estado y que es más una reflexión cotidiana sobre la sociedad chilena y su lucha política que un relato de acontecimientos.
Cuando comencé este diario, a fines de julio, me proponía consignar en él mis reflexiones sobre la Unidad Popular, las transformaciones y la vida política de Chile. Casi inmediatamente, los acontecimientos cambiaron su orientación: la crisis económica y política invadió la sociedad; ya no podía aislar algunos temas sociológicos de la historia inmediata de un régimen que acababa de ser conmovido por una tentativa de golpe de Estado militar, y que se sentía cada día amenazado en su existencia política.
Hoy 16 de septiembre, unos días antes de salir de Chile y cinco después del golpe de Estado, advierto que las páginas escritas tienen un sentido distinto de aquel que yo les daba en el momento de escribirlas. Se han alejado de mí; contemplo este texto como un documento que tal vez declara en contra mía, por no haber comprendido desde principios de agosto que todo debía situarse no en relación con el origen de esta historia, sino en relación con su fin brutal, con el golpe de Estado.
El lector de hoy espera probablemente la historia de una crisis y de su desenlace, los últimos días de Chile popular. Si yo escribiera ahora de un tirón mi testimonio, lo concebiría probablemente así. Y haría mal. Estoy seguro de que la muerte de Chile popular no debe desviarnos de considerarlo en sí mismo. No se lo puede analizar de la misma manera que si hubiese perdurado, que si se hubiese transformado en otro tipo de sociedad; no puede fascinar como las revoluciones triunfadoras, pero debe atraer la mirada por una razón inversa.
La grandeza de las revoluciones triunfantes y lo que constituye su fuerza es también lo que oculta las fuerzas sociales, los sentimientos, las ideologías. Devienen acontecimiento, campo de batalla, proclama, y después aparato de Estado, guerra, rigor y conflictos internos. La debilidad de Chile popular, construido por revolucionarios sin revolución, es que fue abierto y hasta contradictorio; debates políticos, luchas con la oposición, movimientos de base, dificultades económicas, desbordamiento por los extremos, complots de los militares, todos los personajes son visibles, todas las réplicas se oyen en esta historia que pasa como en un escenario, de manera parecida a la Revolución francesa.
No se puede ciertamente hablar de Chile popular, aun en el caso de que se consideren sus primeros años, olvidando que sucumbió a los ataques de sus adversarios y a su descomposición interna. Pero no se puede tampoco reducirlo a una agonía. La imagen de su vida y la explicación de su muerte se mezclan en este diario en el que la esperanza y la inquietud alternan, sin estar fundidos en una unidad de tono artificial o introducida a posteriori.
Conozco desde hace mucho tiempo Chile. Allí he vivido en 1956-1957, consagrado sobre todo a un estudio comparado de los mineros del carbón y de los obreros de la siderurgia. Mi mujer es chilena. Yo he vuelto con regularidad a ese país, leyendo, enseñando, informándome, viajando, sobre todo por las regiones industriales.
No pretendo ser un experto en la vida chilena, ciertos aspectos de la cual conozco mal; pero no he descubierto ese país este año, y ya en 1971 había reunido algunas ideas sobre le Unidad Popular. Además, Chile posee muy activos centros de investigación y de enseñanza de sociología, en particular la FLACSO, Facultad Latino Americana de Ciencias Sociales, el CEREN y el CIDU de la Universidad Católica, y el CESO de la Universidad de Chile, que han producido importantes trabajos. La mayoría de estos centros acaban de ser suprimidos. La CEPAL (Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el ILPES, de las Naciones Unidas, llevan bastante tiempo aportando una contribución decisiva al conocimiento de los problemas económicos y sociales del desarrollo en América Latina y por lo tanto en Chile. Otros podrán más tarde presentar una historia política, económica y social de estos tres años de presidencia de Salvador Allende. Yo no he sentido jamás deseos de escribir tal libro.
Quizá porque he llegado aquí poco tiempo después de haber acabado trabajos de otra naturaleza, más sistemáticos, he querido constan temen te ligar el análisis a la actualidad, dejar que el acontecimiento me revelara aspectos de la sociedad chilena , de sus movimientos sociales o de su sistema político.
No he reescrito ni revisado este diario. Hasta el 11 de septiembre, me proponía tan sólo reflexionar sobre los tres años de Chile popular. Desde esa fecha ya no he podido tocar lo que he escrito, aunque ahora me sienta a disgusto o en desacuerdo con algunos de los juicios formulados. Este diario es a la vez que mi trabajo, un documento, y lo considero ya como lector más que como autor.
(*) Este fragmento corresponde a la presentación del libro “Vida y muerte del Chile popular”, de Alain Touraine, publicado por la editorial Siglo XXI Editores en México en 1974.
Fuente: https://www.elmostrador.cl/cultura/critica-opinion/2023/06/11/el-dia-que-alain-touraine-abandono-chile-tras-el-golpe-de-estado/
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