Después del fracaso de la “ofensiva de primavera” de Ucrania.
El martes, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski y el presidente estadounidense Joe Biden se pronunciarán ante la Asamblea General de Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York para movilizar apoyo para una guerra de EE.UU. y la OTAN contra Rusia.
Su intervención sigue al fracaso de la “ofensiva de primavera” ucraniana, que no ha logrado ningún avance territorial importante, a pesar de perder a decenas de miles de tropas ucranianas. El lunes, el Gobierno de Zelenski anunció que despediría a todos sus ministros adjuntos de Defensa después de despedir al ministro Oleksii Réznikov el mes pasado.
Añadiendo al contexto de crisis y desesperación, justo un día antes de la aparición de Zelenski en la ONU, el New York Times publicó un reporte refutando que un ataque de misiles del 6 de septiembre contra un mercado ucraniano que mató a 15 civiles fuera una masacre deliberada a manos de “terroristas” rusos. En cambio, el Times reporta que el desastre fue el resultado de un bombardeo presuntamente accidental ucraniano, sospechosamente coincidiendo con la llegada del secretario de Estado Antony Blinken en Ucrania el mismo día.
El despido masivo de toda la cúpula del Ministerio de Defensa ucraniano es un reconocimiento casi abierto del fracaso de la contraofensiva. Zelenski está siendo trasladado a Washington para mantener conversaciones de emergencia. Es evidente que la Administración de Biden está respondiendo al revés militar con una escalada de la guerra. Está exigiendo que el Congreso apruebe otros 21.000 millones de dólares en armas y ayuda a Ucrania, que se suman a los más de $150.000 millones ya asignados. También está preparando el envío de misiles de largo alcance capaces de alcanzar territorio ruso.
La cobertura de los medios de comunicación estadounidenses utiliza cada vez más directamente el lenguaje de una guerra abierta contra Rusia. “Cómo librar la guerra financiera contra la economía de Rusia”, decía un editorial del Washington Post .
Thomas Friedman, del New York Times, uno de los principales propagandistas de la guerra en Estados Unidos, pedía el viernes en un artículo de opinión que Estados Unidos levantara urgentemente cualquier restricción a sus intervenciones. “Ucrania necesita infligir tanto daño al ejército de Putin como sea posible”, escribió Friedman.
“Eso significa que tenemos que suministrar masiva y rápidamente el armamento que Ucrania necesita para romper las líneas de Putin en el sureste del país. Estoy hablando de toda una gama de armamento: F-16 …; sistemas de misiles tácticos MGM-140 del ejército, que podrían golpear profundamente detrás de las líneas rusas; lo que sea que los ucranianos puedan utilizar con eficacia y rapidez”.
Friedman concluyó que “garantizar la justicia en la guerra casi siempre requiere la derrota total y la ocupación del agresor”.
Expresando abiertamente los objetivos de Washington, Friedman declaró que “Ucrania es un país que cambia las reglas del juego para Occidente” porque “su integración en la Unión Europea y en la OTAN algún día constituiría un cambio de poder que podría rivalizar con la caída del Muro de Berlín y la unificación alemana”.
La semana pasada, Reuters informó de que la Administración de Biden está haciendo preparativos para enviar a Ucrania el misil de largo alcance ATACMS, que es capaz de alcanzar cientos de kilómetros detrás de las líneas rusas, poniendo a la propia capital rusa de Moscú en riesgo de ataque con armas de la OTAN.
El viernes, un grupo de senadores republicanos emitió una declaración en la que pedían al Gobierno de Biden que enviara el sistema de misiles ATACMS a Ucrania.
“Le escribimos para instarle a que envíe inmediatamente el sistema de misiles tácticos del ejército MGM-140 (ATACMS) a Ucrania”, escribieron los senadores. “Un retraso adicional solo socavará aún más los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos y prolongará este conflicto”.
Y continuaban: “El reciente ataque ucraniano al puerto naval de Sebastopol con el arma británica de largo alcance Storm Shadow demostró la eficacia en el campo de batalla de este tipo de armas”.
La carta se refería al ataque de Ucrania la semana pasada contra dos buques de guerra rusos en diques secos en el puerto de Sebastopol. Aunque anteriormente los funcionarios ucranianos no habían admitido ataques dentro de Rusia, se jactaron de su autoría en el ataque de la semana pasada.
Y lo que es más importante, admitieron abiertamente haber utilizado los misiles proporcionados por la OTAN para llevar a cabo el ataque, y un funcionario declaró a Sky News: “Fue Storm Shadow”, en referencia al misil de largo alcance proporcionado por Reino Unido a Ucrania a principios de este año.
La semana pasada, el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, respaldó de hecho que Ucrania utilizara misiles de largo alcance de la OTAN para atacar dentro de Rusia, declarando que “depende de ellos la toma de decisiones sobre lo que puede ser más eficaz a la hora de restaurar su integridad territorial”.
La trayectoria de estos acontecimientos es clara. Incluso mientras sus fuerzas ucranianas apoderadas sufren una catástrofe militar tras otra, Estados Unidos está intensificando su participación directa en la guerra, abandonando cada vez más la pretensión de que no está librando una guerra contra Moscú.
Como indicio de lo que realmente se está discutiendo entre bastidores, el presidente finlandés Sauli Niinistö advirtió de la amenaza de una escalada nuclear de la guerra en una entrevista publicada el domingo en el New York Times .
Niinistö advirtió: “Estamos en una situación muy delicada. Incluso pequeñeces pueden cambiar mucho las cosas y, desgraciadamente, empeorándolas. Ese es el riesgo de una guerra a tan gran escala”. Y concluyó: “El riesgo de que se utilicen armas nucleares es tremendo”.
De hecho, lo que Estados Unidos pretende presentar como autoconfianza es en realidad desesperación. Ante una crisis económica y social cada vez más profunda, el imperialismo estadounidense trata de preservar su hegemonía mundial y el dominio del dólar estadounidense en la vida económica mundial, que percibe cada vez más amenazado por el ascenso de China.
El agravamiento de la crisis militar insta a Estados Unidos a intervenir directamente para evitar un desastre. Ahora que las armas de la OTAN se están utilizando para ataques dentro de Rusia, ¿cuánto margen le queda a Estados Unidos para escalar? El siguiente paso es el despliegue de tropas estadounidenses y de la OTAN, e incluso el despliegue —o uso— de armas nucleares en el conflicto.
Este desastre puede y debe evitarse. El impulso de un movimiento masivo de huelgas en las industrias automotrices estadounidense y canadiense apunta a la fuerza social que debe movilizarse para detener la campaña bélica de los imperialistas. La guerra es, fundamentalmente, una “guerra en dos frentes”, no solo contra los países que Estados Unidos pretende dominar y subyugar, sino contra la clase obrera en casa, a la que la clase dominante pretende disciplinar y reprimir como parte de la transición a una economía de guerra en Estados Unidos.
La tarea central en la lucha contra la guerra es unificar las reivindicaciones sociales de los trabajadores con la lucha contra la política exterior depredadora del imperialismo estadounidense.
(Publicado originalmente en inglés el 18 de septiembre de 2023)
Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2023/09/20/pers-s20.html
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