La cumbre de la UE pactó los altos cargos y una agenda estratégica belicista.
por Tom Kucharz/El Salto Diario.
El mapa político de la Unión Europea (UE) está teñido de colores de los partidos nacional-populistas, ultraderechistas, supremacistas y postfascistas.
Tras el enésimo giro a la derecha del proyecto europeo, la reacción del poder político y la tecnocracia ha sido acelerar la selección de los principales cargos del bloque.
El 27 de junio, los jefes de Estado y de Gobierno de la UE designaron a Ursula von der Leyen para un segundo mandato como presidenta de la Comisión Europea, al ex primer ministro portugués, António Costa, como presidente del Consejo Europeo hasta por lo menos junio de 2027 y a la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, como Alta representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. Roberta Metsola presidirá otros dos años y medio el Parlamento Europeo.
En cuestión de semanas, se cerró esta operación para asegurar que la organización de la Europa del capital y la guerra continúe como siempre.
Aunque la reelección de Von der Leyen fue predecible, no se debe perder de vista que su primer mandato se ha caracterizado por un estilo autoritario y sin rendir cuentas, con escándalos como ‘PfizerGate’ y ‘PieperGate’ así como una colaboración muy problemática con grandes corporaciones en áreas como el farmacéutico, energético y militar.
Respecto a la posición de Kallas, sobresalen su apoyo a la OTAN y el Atlantismo con una geopolítica subordinada a los intereses de la Casa Blanca y el complejo industrial-militar. Lo que hace temer que potenciará los peores impulsos militaristas. También está en sintonía con el apoyo de la UE a los crímenes israelís en Palestina, continuando la cobertura política y el apoyo material al Ejecutivo de Benjamin Netanyahu.
Una monstruosa normalidad
La reciente reunión del Consejo Europeo se ha producido en un momento en el que la UE está rodeada de incertidumbres geopolíticas y económicas, perturbaciones en el sistema internacional, emergencias socioambientales y mientras continúan el genocidio en Gaza y la invasión de Rusia en Ucrania.
Con unas elecciones legislativas en Francia, en las que por primera vez ha ganado la extrema derecha la primera vuelta y unas elecciones en el Reino Unido que producirán un cambio de gobierno tras 14 años en manos del partido Conservador. No obstante el líder laborista, Keir Starmer, parece una copia de Tony Blair, se ha esforzado eliminar las ideas y la influencia de la izquierda en el partido (de la época de Jeremy Corbyn) y se ha alineado políticamente con los Tories como con el apoyo al Gobierno de Israel. Por último con unas elecciones en Estados Unidos que puede devolver a Donald Trump el mando de comandante en jefe sobre el arsenal de bombas (nucleares) entre otras amenazas. A todo ello se suman los cambios vertiginosos y perturbadores en la cultura social y la tecnología.
La situación en el Consejo Europeo también se ha complejizado. El motor franco-alemán está cascado porque el presidente francés Emmanuel Macron ha sido barrido en las últimas dos elecciones (el partido Renaissance quedó segundo en las europeas con 14% y la coalición Ensemble tercera en las legislativas con 20%) y el canciller Olaf Scholz está sometido a una enorme presión interna tras las elecciones europeas, en las que el SPD quedó en tercera posición detrás de democristianos (CDU-CSU) y extrema derecha (AfD) a pesar de que su principal candidato, Maximiliam Krah, banalizó a las SS (Schutzstaffel, una organización paramilitar nazi responsable de los más graves crímenes de lesa humanidad durante la Segunda Guerra Mundial) y es sospechoso de haber aceptado dinero del Gobierno ruso. El AfD alcanzó el 16% entre la juventud votante de 16 a 24 años, once puntos porcentuales más que en 2019.
A su vez la primera ministra italiana postfascista Giorgia Meloni y el húngaro Viktor Orbán tienen nuevas confianzas tras sus victorias electorales.
Meloni manifestó a sus homólogos su enfado por haber quedado fuera de las negociaciones para los altos cargos, dado que su grupo político (ECR) es el tercer más numeroso en el Parlamento Europeo (aunque aun puede haber cambios), a la vez que recibió palabras de apoyo de las grandes familias políticas que siguen lavando su imagen. Esos apoyos van desde Donald Tusk (Plataforma Cívica), primer ministro polaco, a Olaf Scholz (SPD) pasando por el vicepresidente de la Comisión Europea, Margaritis Schinas (Nueva Democracia), quien la abaló así: “Meloni ha sido siempre constructiva, apoyó el nuevo Pacto de Migración y Asilo, apoyó todas las decisiones que hemos tomado para solidarizarnos con Ucrania”. “Es una persona que quiere avanzar con los demás”, dijo entrevistado en ‘Las Mañanas de RNE‘, asegurando que “no habrá una minoría de bloqueo en el nuevo Parlamento Europeo”.
Todo ello sucedió cuando salió a la luz una investigación realizada por una periodista de Fanpage.it que logró infiltrarse en las actividades de Gioventù Nazionale, las juventudes de Fratelli d’Italia, y que reveló el racismo, antisemitismo y la homofobia de la militancia de Meloni que, en sus reuniones y encuentros, exalta al fascismo italiano y alemán.
La derecha se reorganiza
Mientras Marine Le Pen celebra su poderío electoral aún está por ver si su partido Reagrupación Nacional (RN), señalado por haber sido apoyado con una campaña de desinformación dirigida por redes pro-Kremlin, y otros ganadores de extrema derecha en las elecciones europeas traducen sus victorias en una mayor influencia parlamentaria.
Uno de los nuevos eurodiputados de RN es Fabrice Leggeri, el ex director de Frontex (2015-2022) acusado de ser cómplice de crímenes contra la humanidad, negar el derecho al asilo, devoluciones en caliente y tortura de migrantes, en una denuncia presentada ante los tribunales el 23 de abril. Ante la cámara de los periodistas de STRG_F difunde la teoría conspiranoica del “gran reemplazo” y reconoce que había votado por Le Pen en 2022.
En la anterior legislatura, los partidos racistas, homófobos y supremacistas estaban representados en dos grupos: Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) e Identidad y Democracia (ID). Hubo rumores de una fusión entre ambos pero por el momento no han conseguido congregar los 192 eurodiputados de 45 partidos ultraderechistas en la eurocámara. De hecho aun hay decenas de parlamentarios que no pertenecen (todavía) a ningún grupo político.
El 30 de junio, el primer ministro húngaro sorprendió con la nueva plataforma “Patriotas por Europa”. Su partido Fidesz (Magyar Polgári Szövetség), el FPÖ (Freiheitliche Partei Österreich), bajo el mando de Herbert Kickl, y la Alianza de Ciudadanos Descontentos del exmilitar y empresario Andrej Babiš (Akce nespokojených občanů) aspiran a convertirse en el mayor grupo de extrema derecha del Parlamento Europeo. Ya se ha sumado Chega de Portugal. Pero aún les faltan diputados de otros tres países para constituirse. Alternativa por Alemania (AfD), tras ser expulsado del grupo ID y descartar la creación de otro grupo con el nombre “Soberanistas”, tantea ahora integrarse a la banda de Orbán. Si el neerlandés Geert Wilders lleva a sus eurodiputados a los “Patriotas”, el partido belga Vlaams Belang podría seguirle.
El partido polaco Ley y Justicia (PiS) no abandonó el grupo de ECR tras un acuerdo con los Fratelli d’Italia sobre el reparto de puestos clave en la familia política que engloba también a Vox a pesar de las amenazas del ex primer ministro Mateusz Morawiecki de que estaba considerando unirse a los Patriotas. El eurodiputado estonio de extrema derecha Jaak Madison abandonó ID (por diferencias en la relación con el régimen de Putin) y se unió a ECR, elevando el número de miembros del grupo a 84. Una salida de los 20 eurodiputados polacos hubiera debilitado la influencia de Meloni en Bruselas quien, por otro lado, sigue reservándose el plan de unirse al Partido Popular Europeo sustituyendo al Berlosconismo de Forza Italia. Queda la incógnita si RN se integraría a los “Patriotas” y disolvería el grupo ID pasadas la segunda vuelta de las elecciones francesas.
El régimen de guerra desplaza la agenda verde
En el marco del Consejo Europeo, también se aprobó la Agenda Estratégica 2024-2029 que determina la acción legislativa del próximo ciclo institucional y Marco Financiero Plurianual. Enfocada en la militarización, la política exterior y Europa Fortaleza busca legitimar el blindaje a los beneficios monetarios privados y el modo de vida imperial europeo. Frenar la crisis climática, la pérdida de biodiversidad o revertir la contaminación no son prioridades para la UE.
“Asumiremos la responsabilidad necesaria para nuestra seguridad y defensa y reforzaremos nuestra capacidad de actuación para defender nuestros intereses y ser más influyentes en el mundo” reza el documento que menciona 18 veces la palabra “seguridad”, 17 veces “economía”, 16 veces “defensa” y “militar”, 13 veces “competitividad”, seis veces “migración” y cinco veces “frontera” y “crecimiento”. El “cambio climático” o el “medioambiente” se utilizan básicamente para referirse a “fomentar un entorno favorable a la innovación y a las empresas”.
“Mejoraremos urgentemente las condiciones para ampliar la industria europea de defensa mediante la creación de un mercado europeo de defensa mejor integrado y el fomento de las adquisiciones conjuntas”, indica la Agenda Estratégica.
Von der Leyen ha planteado destinar 500.000 millones de euros en capacidades y planificación militares para los próximos diez años. Este aumento en gasto en armamento va unido a la austeridad en gastos sociales e irá en detrimento de la necesaria acción climática. Como consecuencia aumentarán, aun más, si cabe, la pobreza y las desigualdades.
El pasquín combina nuevos y viejos objetivos como “promover” el papel central de la Organización Mundial de Comercio y acuerdos comerciales que “abran los mercados de terceros países a las empresas de la UE, defienda los intereses de la UE” y garanticen “cadenas de suministro resistentes” – léase materias primas (combustibles fósiles, minerales, productos agrarios como soja y maíz o madera) y mano de obra barata en las fábricas globalizadas.
“Hacer de Europa una potencia tecnológica e industrial”, una “electrificación ambiciosa e inversiones en redes, almacenamiento e interconexiones”, “completar” la Unión de Mercados de Capitales y la Unión Bancaria así como reducir “ambiciosamente la carga burocrática y normativa a todos los niveles” son otras prioridades “para que las empresas puedan prosperar”. En esencia apuesta por más competitividad y desregulación, tal como se lo pide la industria, más riqueza privada a costa de todas y reducción de riesgos para el capital privado (socializando los costes y privatizando las ganancias).
El auge de la política industrial y las medidas proteccionistas, todas ellas ausentes en el manual neoliberal, plantean la cuestión de si se está produciendo un alejamiento de la doctrina neoliberal combinado con nuevo modelo de acumulación capitalista, o si se trata sólo de medidas temporales de gestión de la crisis.
En cualquier caso, una perspectiva para fortalecer los servicios públicos —fuera de la lógica mercantilista—, con políticas industriales decrecentistas y sin el dominio del capital fósil, el apoyo a la agricultura y ganadería campesinas y ecológicas o el fomento de sociedades democráticas y solidarias, está totalmente ausente de la agenda estratégica.
Tríada militarización-fronteras-extractivismo
La UE lleva décadas intentando convertirse en potencia mundial y de allí el énfasis de la Agenda Estratégica 2024-2029 en el enfrentamiento con Rusia, en el que la UE ha participado activamente desde el inicio de las negociaciones sobre el Acuerdo de Asociación con Ucrania en 2007. Desde la invasión rusa de Ucrania, contrario al derecho internacional, se ha intensificado la guerra entre Occidente y Rusia con consecuencias mundiales. Incluso después de dos años de guerra, la UE sigue basándose exclusivamente en la lógica belicista y sin apoyar lo suficiente iniciativas diplomáticas. En su lugar, la guerra sirve para legitimar la militarización, la censura y la represión interna, como observan Thomas Sablowski y Peter Wahl en el libro La integración europea en la crisis múltiple (VSA, 2024).
Este posicionamiento de la UE en el mundo ha sido analizado por dos investigaciones recientes. Por una lado, “Unión Europea: agenda verde oliva y digital al servicio de las empresas transnacionales”, de Gorka Martija Rodrigo y Gonzalo Fernández Ortiz de Zárate del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL), publicado con el sindicado ELA y Manu Robles-Arangiz Fundazioa. Por el otro lado, “La Unión Europea y el capitalismo verde militar. Materias primas y acuerdos comerciales para el extractivismo neocolonial. Los casos de Chile y Mercosur” escrito por Pedro Ramiro y Juan Hernández Zubizarreta, también del OMAL, y editado por Ecologistas en Acción.
“El refuerzo de la tríada militarización-fronteras-extractivismo dirige las políticas europeas, que se despliegan internacionalmente a través de un renovado pack normativo con el que la UE trata de resituarse en el (des)concierto global. Junto al incremento de los presupuestos militares, la reindustrialización a través de la fabricación de armamento y el blindaje de la Europa fortaleza a través de la externalización de fronteras, la Unión Europea ha rediseñado sus instrumentos de soft power para proyectarse a nivel global”, recalcan Ramiro y Hernández Zubizarreta en la introducción del informe y sobre lo que avanzaron a inicio del año en El Salto.
En definitiva, los líderes europeos siguen dirigiéndonos hacia el abismo.
Del Pacto Verde al Pacto Industrial
Adicionalmente, la Agenda Estratégica de la UE está inspirada y articulada con el “Pacto Industrial” que las grandes empresas contaminantes lanzaron en febrero de 2024. Lideradas por el grupo de lobby del sector químico CEFIC, lanzaron la “Declaración de Amberes” con el fin de que el segundo mandato de von der Leyen sea aún más favorable al gran capital.
El evento se celebró a puerta cerrada y en la sede de la multinacional química BASF. Fue el primer acto de la Presidenta de la Comisión Europea tras anunciar su plan de ser reelegida. La Declaración de Amberes se suma a otras iniciativas de los poderes económicos como “Reboot Europe” de BusinessEurope y la Mesa Redonda Europea de Industriales (European Round Table of Industrialists), que se hacen eco de sus planteamientos.
“La promoción de esta agenda por parte de la industria se produce después de que los mismos grupos de presión sabotearan con éxito una serie de importantes propuestas legislativas que eran necesarias para proteger la naturaleza, la biodiversidad y la salud pública”, denunciaron más de 110 organizaciones de la sociedad civil en una carta abierta publicada en víspera de la cumbre europea.
La misiva critica los planes empresariales que constituyen el núcleo del “Pacto Industrial” tales como obtener acceso a más fondos públicos, incluso para promover medidas que agravan la crisis climática, como el hidrógeno y la captura de carbono, o una desregulación rápida y de gran alcance bajo el pretexto de la “competitividad” y la “innovación”, con el riesgo de hacer retroceder las normas sociales y ecológicas existentes y de socavar el desarrollo y la aplicación de normativas eficaces en el futuro.
La Declaración de Amberes reitera que se complete el Mercado Único con una aplicación más estricta, si cabe. Algo que también enfatiza el informe “Mucho más que un mercado”, que el ex primer ministro italiano Enrico Letta presentó en la cumbre de abril de 2024. Lo que no cuenta es que esta norma permite a las empresas y a la Comisión Europea bloquear medidas para una transición social y ecológica.
Los mecanismos de aplicación del Mercado Único ofrecen amplios poderes a las empresas para persuadir al Ejecutivo Europeo de que investigue la legislación nacional, regional o municipal por posibles infracciones de las normas comunitarias, como recoge el informe “30 años de Mercado Único” de Corporate Europe Observatory. Así, la industria ha obstaculizado medidas de protección del clima, como la regulación de vuelos de corta distancia en Francia y Países Bajos, la prohibición del uso del bisfenol A en los envases de alimentos, los límites al turismo de masas fijados por distintos ayuntamientos o los esfuerzos por desprivatizar la sanidad. Airbnb por ejemplo denunció en Bruselas las normas introducidas por el Consell Insular de Formentera para frenar los pisos turísticos.
El “Pacto Industrial” también reclama a la UE más “libre comercio” y medidas para asegurar cada vez más materias primas y suministros de energía, a pesar de los impactos en los países del Sur global.
En respuesta a esta lista de deseos corporativos, las organizaciones sociales piden medidas como la redistribución de la riqueza para invertir en servicios públicos y crear una Transición Justa para la clase trabajadora; la reconfiguración de las economías y nuevas normas para proteger la toma de decisiones de la interferencia empresarial.
La embestida del PP europeo
El Partido Popular Europeo (PPE) ganó las elecciones con una renovada estrategia electoral antiecologista, basada en asustar a los votantes con falsas afirmaciones sobre los costes de las medidas medioambientales y sanitarias así como instrumentalizando las protestas agrarias. Ahora, el grupo liderado por Manfred Weber rivaliza por seguir recortando la acción climática y la protección de la naturaleza, según el borrador de sus prioridades para la próxima Comisión Europea discutidas en las “jornadas de estudio” que el grupo celebró del 2 al 4 de julio en Cascais, Portugal.
El “Plan de 5 puntos” defiende un “Pacto Verde de Crecimiento», el aumento de la producción internacional de hidrógeno, una alianza industrial sobre pequeños reactores nucleares, la inversión en tecnología de captura, almacenamiento y uso de carbono, más facilidades para el mercado del comercio de carbono, más inversiones públicas en las conexiones transfronterizas de electricidad y gas así como una nueva estrategia de la UE para las materias primas críticas.
El documento también reafirma la ambición del PPE de revisar la prohibición de facto de los motores de combustión en la UE y más apoyo público a los e-combustibles y los biocombustibles que tienen impactos muy negativos. Todo bajo el supuesto de la “neutralidad tecnológica”.
El PPE promete menos protección para lobos y osos, sacar la contaminación agrícola de la actual directiva sobre emisiones industriales y dejar la aplicación del Reglamento sobre deforestación en suspenso, acogiendo los planes de la agroindustria y gobiernos como el de los Estados Unidos
La ciencia está alarmada
En respuesta a la deriva devastadora, destacadas asociaciones científicas de toda Europa expresaron en una carta abierta su “preocupación” por las decisiones tomadas que socavan la lucha ecologista y las obligaciones internacionales de la UE.
“En un periodo de múltiples crisis, en su mayoría derivadas de la superación de los límites planetarios, nos parece inaceptable que los gobernantes europeos opten por empeorar las condiciones que las provocan”, manifiestan. “Como científicos, nos oponemos firmemente a las opciones políticas que aceleran estas crisis”.
Apuntaron especialmente el rechazo del Parlamento Europeo al Reglamento sobre el Uso sostenible de los productos fitosanitarios, el debilitamiento de las normas medioambientales básicas en la Política Agrícola Común (PAC), los retrasos en la aprobación de la Ley de Restauración de la Naturaleza, la propuesta de exenciones de la Comisión en la Directiva sobre nitratos y la decisión de archivar el Marco para Sistemas Alimentarios Sostenibles. “Decisiones que no abordan los problemas que pretenden resolver y, al mismo tiempo, ignoran las pruebas científicas sustanciales en su contra”, añaden.
Después del verano
En los próximos meses, cada ejecutivo de los Estados miembros de la UE tendrá que designar una persona para el Colegio de Comisarios de la UE y negociar con el gabinete de von der Leyen quien debe refrendar los nombramientos. Pedro Sánchez intentará conseguir la vicepresidencia ejecutiva de la Comisión para Teresa Ribera —con competencias en energía, clima o Pacto Verde—. En caso no conseguirlo, Ribera no descartó continuar en el Ejecutivo español.
En septiembre, el Parlamento Europeo organizará audiencias con cada candidata y candidato en la comisión correspondiente. Después, en una sesión plenaria en Estrasburgo, votará sobre la nueva Comisión.
5 de julio, 2024.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/analisis/cumbre-ue-pacto-altos-cargos-una-agenda-estrategica-belicista
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