Chile, llegar y llevar: La estafa de La Polar, para no olvidar.

Reconstruyen la historia de La Polar, el gran fraude a sus clientes  y la fusión con Abc din que termina sus 70 años

por Valentina Hoyos / The Clinic.

Desde su creación como tienda de retail en la década de los 80, La Polar siempre se dirigió a uno de los estratos económicos populares del país: el C y D. Los mismos que, en 2011, se vieron afectados por uno de los mayores fraudes del país, donde la empresa repactó sus créditos unilateralmente y se tradujo en deudas que llegaron a millones de pesos, que inicialmente eran créditos que no pasaban los 500 mil pesos. El director del Sernac de la época y dos expresidentes del directorio de la empresa reconstruyen para The Clinic ese período negro de la tienda, cómo se intentó alargar la vida del retail y lo que le depara actualmente tras la fusión, cerrando 70 años de historia.

El 9 de junio de 2011 marcó un antes y un después para cadena de tiendas La Polar. Ese día, a las 8:36 de la mañana, la empresa envió un hecho esencial -es decir, cuando una entidad comunica acontecimientos importantes que modificarán su patrimonio o administración- a la Superintendencia de Valores y Seguros, y confesó lo que, en ese entonces, era impensado: La Polar había repactado las deudas de las tarjetas de crédito de miles de clientes sin su autorización.

La revelación tuvo un efecto dominó. Los altos montos de los créditos repactados, que aparecían en los balances como una nueva deuda por pagar, escondían pérdidas que, en un principio, se declararon entre los 150 mil a 200 mil millones de pesos. Así, los accionistas también fueron víctimas del engaño: si la acción de la empresa valía $2.336 pesos el día anterior, el 9 de junio bajó a $1.352 pesos. Es decir, disminuyó en un 42%. Uno de los más afectados, por ejemplo, fueron las AFP. 

El destape del caso fue gracias a Juan Antonio Peribonio, actual consejero del Consejo de Defensa del Estado y que en esa época era director del Servicio Nacional del Consumidor (Sernac). Un año antes de que estallara el caso, el abogado instaló una política que le ayudó a darse cuenta de lo que sucedía. “Cada vez que tuviésemos más de 20 reclamos contra una misma empresa, sobre una misma materia y un mismo territorio, teníamos que levantar todas las alertas. Eso era indicativo de que algo malo estaba pasando en contra de los consumidores”, recuerda Peribonio, quien actualmente también se desempeña como profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad del Desarrollo.

Y así fue como empezó. En julio de 2010, el Sernac logró juntar 123 reclamos en los que los consumidores decían que sus deudas habían sido repactadas unilateralmente por la empresa. Pidieron un oficio a La Polar para ver cómo podrían solucionar el problema. Sin embargo, al mes siguiente, el Sernac ya sumaba más de 300 reclamos. 

Así, la institución partió realizando una mediación colectiva, una instancia pre-judicial que busca enmendar el problema con la voluntad de la empresa. Y si bien La Polar declaró haber solucionado 101 de los 349 reclamos y se comprometió a investigar lo ocurrido, el Sernac solicitó una auditoría externa, realizada por la auditora Círculo Verde. “Ellos nos dijeron que no habían solucionado el problema y que habían muchos más casos. No me acuerdo la cifra, pero creo que ya superaban los 600 casos”, rememora Peribonio. 

Juan Antonio Peribonio en 2011, cuando era director del Servicio Nacional del Consumidor.

Para mayo de 2011, la institución presentó una demanda colectiva en contra de La Polar en el 1° Juzgado Civil de Santiago. Además, emitieron un comunicado donde se sumaron los testimonios de algunos reclamos.

“Mantenía una deuda con La Polar y no cancelé por problemas económicos. Me acerqué a la tienda para saber en qué situación me encuentro para pagar lo que corresponde, y me llevo la sorpresa de que existen más de 15 repactaciones hechas por la tienda en la sucursal de Talca, pese a que vivo en Santiago. Adeudo, según la tienda $1.673.618, lo que considero injusto por las repactaciones”, contaba uno de los clientes afectados.

Empezaba a conocerse uno de los mayores fraudes en la historia del país, que terminó afectando a alrededor de un millón de personas. 

Una traición a sus propios clientes 

Desde su comienzo, cerca de la década de los 20, La Polar fue una sastrería ubicada en Estación Central. Fue León Paz Tchimino -fallecido en 2019-, quien la compró en 1953 y la convirtió en la empresa de retail, para comerciar una variedad de productos. Entre 1985 y 1986, la marca se expandió como una cadena: sus primeras tiendas se ubicaron en San Diego y Estación Central. Sus localizaciones indicaban el tipo de población a la que se dirigía: los estratos económicos C y D, personas de clase media y baja.

Lo mismo se podía reflejar en sus estrategias publicitarias. A inicios de los 80, La Polar creó uno de sus primeros spots publicitarios. En él se apreciaba una mujer de raza negra que decía: “Oye, chico, yo no tengo vestido, no tengo abrigo, no tengo ná’”. Y como respuesta, un hombre de raza negra le cantaba: 

“No te aflijas, mi negra,
que es llegar y llevar,
donde tú ya lo sabes,
La Polar, La Polar…”. 

“Siempre le costó crear valor (a La Polar), pero tenía un arraigo muy, muy popular (…) El ‘llegar y llevar’ era reconocido por todo el mercado”, dice Claudio Pizarro, investigador del Centro de Estudios del Retail (CERET) de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile. Agrega que ya a inicios de los 90, el retail tuvo una expansión masiva debido a la apertura del mercado. Sin embargo, para La Polar no fue así. “Las demás compañías se fueron profesionalizando aceleradamente, y probablemente en ese proceso ellos fueron más lentos. Claramente se quedaron atrás”.

A pesar de ello, en 1989, la empresa implementó la tarjeta de crédito por primera vez. Ya en 1990, 350 mil personas la adquirieron. En ese entonces, lo que más se vendía en el retail a través de ellas eran bienes durables, como la televisión a color. “El crédito era fantástico, la gente podía mirar el producto y comprarlo ahí mismo. Ahí se hablaba de si pueden o no pagar la cuota, la gente no se preocupaba mucho de la tasa de interés. Lo único que veían era el monto de la cuota, y si eran muchas, daba lo mismo, total lo podía pagar todos los meses”, explica Pizarro. 

La Polar fue vendido al grupo Southern Cross Group en 1999, para pagar la deuda de 30 millones de dólares que tenía la familia Paz con la banca. El grupo designó a Pablo Alcalde como gerente general de la empresa, y se generaron nuevas estrategias para captar más público de los estratos C y D. En 2010 ya se veían los resultados. 

Logró capturar a una enorme masa de clientes directos, llegando a 741.828 tarjetas de créditos comerciales en 2010. Solo fue superada por Falabella, que ese año llegó a tener 879.809 clientes”, afirma Hugo Traslaviña, periodista y escritor del libro Llegar y llevar: Cómo se fraguó la estafa del siglo.

Juan Antonio Peribonio recuerda el reclamo de una de las clientes afectadas, y cómo fue embaucada para acceder a la tarjeta de crédito. La mujer iba caminando frente al La Polar de la calle Paseo Puente, y una vendedora le ofreció una tarjeta de crédito. 

—Señorita, soy dueña de casa, no tengo ingresos —, dijo la clienta. 

—No importa, nosotros le podemos abrir una tarjeta de crédito por 60 mil pesos —respondió la vendedora.

“De inmediato, ella compró una plancha que costaba 30 mil pesos. Y esa plancha terminó valiendo un millón de pesos por las repactaciones”, recuerda Peribonio. “Se aprovecharon de ellos, era un grupo económico que era el menos instruído (…) La Polar era una empresa que llenaba el espacio de personas que no tenían acceso al crédito bancario. Estas empresas del retail, que empezaron a sacar sus tarjetas de crédito, la gente más pobre podía acceder a bienes que antes no podía”. 

La reconstrucción de La Polar

Una vez que el escándalo salió a la luz en 2011, se dieron a conocer más antecedentes. Uno de los gatillantes del fraude fueron los incentivos que creó Southern Cross en 2003, en los que se premiaba con más dinero a los ejecutivos si subía el valor de las acciones de la empresa. Esa fue la receta para que los mismos trabajadores de cobranza repactaran a los clientes, pues en vez de aparecer como un crédito ya moroso, hacían que las deudas aparecieran como una cuenta renovada y vigente en los balances de La Polar. Eso mismo, entonces, aumentaba el valor de las acciones. 

Al principio, era manual. O sea, contrataban a la gente y hacían que repactaran con lápiz y papel. Después, ellos contrataron un software, y a través del sistema más mecanizado, empezaron a repactar automáticamente a las personas”, cuenta Peribonio.

El 28 de junio, once días después de que el fraude se hiciera público, La Polar se querelló en contra de los responsables: Pablo Alcalde -en ese momento presidente de la empresa-, Nicolás Ramírez, gerente general; María Isabel Farah, gerente corporativa de Administración y Julián Moreno, gerente de Productos Financieros.

Alcalde, Moreno y Farah aceptaron los delitos que se les imputaban y se sometieron a un juicio abreviado, correspondiendo a la primera condena por lavado de dinero derivado de la Ley de Mercado de Valores y de la Ley General de Bancos. Cumplieron condena de cinco años en libertad.

El exejecutivo de La Polar, Pablo Alcalde, en la audiencia de 2015 por caso La Polar.

Quién enfrentó el ojo del huracán, en ese entonces, fue César Barros. Ya tenía experiencias en crisis: en 2006 había sido elegido presidente de la Asociación de la Industria del Salmón de Chile (SalmonChile), y enfrentó la crisis del virus ISA, un tipo de anemia infecciosa que le da a este tipo de pescado. De hecho, dejó ese cargo para asumir como presidente de La Polar. “Parece que me gustan los problemas, o a los problemas les gusto yo”, dice respecto a las razones de por qué se integró a la empresa.

“Era caótico: una empresa que estaba en quiebra, con un problema judicial tremendo con el Sernac, cuestionada por todos (…) Después no sabíamos cuánta plata había en la caja, no tenía idea, nadie sabía. Y eso se prolongó por meses. Había que armar un directorio en una empresa en quiebra y con la fama destruida”, cuenta Barros sobre los primeros días en los que estuvo como presidente. 

El empresario cuenta que tuvo que enfrentar a varios problemas. Por un lado, le solicitó a la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF) la posibilidad de emitir la tarjeta de crédito de nuevo. Los precios de los arriendos donde La Polar funcionaba ya no podían pagarlos y debía arreglar las relaciones con los pocos acreedores y accionistas que quedaron. “Ponerlos de acuerdo fue una pesadilla. Me hice muy buenos amigos y también muy buenos enemigos”, relata Barros. 

Durante su período tuvo éxitos y fracasos. Entre los primeros, logró que las AFP y los bancos perdonaran la deuda de La Polar, que ascendían a más de mil millones de dólares. Además, llegó a un acuerdo con el Sernac, le devolvió el dinero a los clientes que habían pagado las deudas repactadas y revirtió los créditos inflados a su monto original. Aquello sumaba una compensación de 650 millones de dólares. Por otro lado, uno de sus fracasos fue el anuncio del cierre de sus sucursales en Colombia, en el que se invirtieron 250 millones de dólares.

Lo único que cree que no pudo mejorar fue la confianza de los clientes hacia la empresa. “La confianza en la marca se perdió para siempre, esa es mi impresión. O sea, a la pobre gente que trabajaba en La Polar los insultaban en el metro y en la calle, y eso se arregló. Pero la marca difícilmente se va a recuperar, porque la escandalera fue muy grande”, opina Barros.

En 2015, y tras cuatro años evitando que la empresa se fuera la quiebra, Barros renunció a la presidencia. “Era época de que llegara alguien que, de verdad, se hiciera cargo después de la crisis de la empresa, y la hiciera funcionar normalmente”, concluye Barros. 

Una vez que el economista renunció, llegó Juan Enrique Vilajuana a encabezar el directorio de La Polar. Si bien reconoce que la empresa estaba en mejores condiciones que en 2011, la situación financiera seguía siendo duras. “Había que ser cuidadoso con la administración, porque estábamos a la vista de los acreedores, de los accionistas, de los clasificadores de riesgo y al público en general. Había que ser muy prudente”, cuenta Vilajuana.

Para él, uno de los mayores desafíos fue el cierre definitivo de las sucursales de Colombia y la reestructuración de personal de la empresa. Por ejemplo, en 2016 desvincularon al 6,8% de la dotación total, que representaba a 400 empleados. Además, una de sus misiones era hacer atractiva la empresa, que en ese entonces no tenía accionistas controladores.

“En ese momento estaba muy atomizada la propiedad, y la visión del directorio era que la compañía necesitaba caja para seguir compitiendo, financiando la tarjeta de crédito. Y necesitábamos accionistas dispuestos a hacer una inyección de capital. Sin tener un socio mayoritario, eso se hacía muy difícil”, indica Vilajuana.

Su período duró un año. Después de él, Gonzalo de la Carrera tomó la presidencia del directorio, pero se fue en 2017. Desde ese momento, Leonidas Vial fue quien lideró la empresa, pues era el accionista principal de La Polar.

En 2022 La Polar fue acusada de vender ropa falsificada, principalmente deportiva.

¿Un nuevo comienzo?

En noviembre de 2022, La Polar volvió a estar en medio del escándalo, pues se le acusó de vender ropa falsificada. En un principio, quienes denunciaron a la empresa fue la marca Under Armour -de la entidad Focus-, lo que terminó en el allanamiento de ocho tiendas. Allí, se incautaron más de 18 millones de pesos en ropa. Tiempo después, Adidas y Wrangler también interpusieron acciones judiciales en contra de la empresa.

Si bien La Polar aseguró que las prendas de ropa eran originales y hasta llegó a demandar a Focus, la empresa desistió después de cuatro meses y declaró ser víctima de fraude por parte de sus proveedores, en 2023. Llegó a esta conclusión debido a una investigación que realizaron en Chile y Pakistán, donde se percataron que los documentos que acreditaban la originalidad de las prendas eran falsos. Además, en el hecho esencial que presentó, la empresa afirmó que actuaría judicialmente en contra de los proveedores: Global Brands y KIKI Imports. También informó que había llegado a un acuerdo con Adidas, Wrangler y Under Armour para que desistieran de sus demandas.

En abril de 2023 se dieron a conocer las intenciones de La Polar para fusionarse con Abcdin (AD Retail). Ocho meses después, en noviembre, lo consiguió: la Fiscalía Nacional Económica (FNE) aprobó la uniónHace seis días se dio conocer el posible nombre de la fusión: Abc. Quienes lideran esta nuevo proyecto son las familias Vial y Santa Cruz Negri: a cada uno les pertenece un 25% de la nueva empresa. El resto lo poseen accionistas minoritarios.

En enero de este año, un nuevo capítulo negro se sumó a la historia de la empresa: la Corte de Apelaciones de Santiago resolvió a favor de AFP Provida en la demanda de indemnización de perjuicios presentada contra exejecutivos de La Polar, condenándolos de manera solidaria al pago de unos $100 millones de dólares, sentencia que tiene su origen en el caso de repactaciones unilaterales de 2011.

El Diario Financiero reportó en mayo pasado que se desvincularon a 23 gerentes para hacer un “swap de eficiencia”. Esto último significa que, si hay una tienda Abcdin cerca de un La Polar, un solo gerente se hará cargo de los dos establecimientos. Además, en los meses de abril y mayo se despidieron a 87 trabajadores.

Así lo confirma María -quien decidió no revelar su identidad para evitar represalias-, quien lleva más de 10 años trabajando en la tienda La Polar de Paseo Puente, cerca de Plaza de Armas. Si bien dice que las ventas han ido bajando y que la mayoría de los compradores de la última temporada son argentinos, aún así está cargada en trabajo.

“La misma dotación que ahora tenemos es súper poca y hay que hacer trabajo de tres o cuatro personas a la vez. Aquí estoy sola en todo el piso. Tengo que atender zapatillas, la ropa, hacer cajas, todo. Entonces la mayoría de la gente está totalmente estresada en la tienda, la poca y nada que queda. No tenemos apoyo”, cuenta María. “Pero no me voy a ir sin mi plata. Todos esperamos que si nos van a despedir, que lo hagan, pero que nos despidan con plata”, asegura.

Fuente: https://www.theclinic.cl/2024/07/21/llegar-y-llevar-testigos-reconstruyen-la-historia-de-la-polar-el-gran-fraude-a-sus-clientes-y-accionistas-y-la-fusion-con-abcdin-que-termina-sus-70-anos/


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