Serie «Crisis de Mejor Niñez en el Biobío»-Parte I: El suicidio de Micaela.
—Hola tía
—Hola preciosa. Cómo está mi niña?
—Hoy no estuve tan bien
—Qué le pasó? Penita? O el ambiente no está bueno?
—Sí… me ganó la ansiedad y me puse a llorar de la nada. Estaba mal. Solo quería tirar todo lejos, me intenté de calmar sola, pero no pude otra vez.
Los mensajes de WhatsApp pertenecen a Micaela Gómez de 20 años. Se los envió a Roxana Muñoz, de 43 años, su ex Educadora de Trato Directo (ETD) en el Hogar María Goretti, una residencia femenina ubicada en la comuna de Chiguayante, región del Biobío. El hogar es administrado por la Fundación Ciudad del Niño – Ricardo Espinosa, una entidad acreditada y colaboradora del Servicio Nacional de Protección Especializada a la Niñez y Adolescencia, también conocido como Mejor Niñez.
—La Mica era una niña tímida. Le costaba hacer vida social, era un poco más retraída que el resto y observaba mucho. Cada vez que me veía bailando o haciendo alguna tontera para subirle el ánimo a las otras niñas del hogar, ella me miraba y decía “ya está la señora”. Lo típico que dicen los hijos cuando ven a su mamá haciendo el ridículo —recuerda Roxana Muñoz.
En el hogar, la fundación ejecuta el programa “Residencia de Protección para Mayores”, junto con un “Programa de Protección Especializada” (REM-PER). En él, por orden del tribunal de familia, ingresan niñas y adolescentes, entre 7 y 18 años, que han sido separadas de sus padres y familiares cercanos por no tener las habilidades o la voluntad para cuidarlos. Historias de infancias gravemente vulneradas en sus derechos, enfrentándose a situaciones de maltrato, abuso sexual, violencia psicológica, trabajo infantil, entre otras.
Micaela Gómez era una de ellas. Ingresó a los 14 años por una causa de protección, tras vivir diversos hechos de violencia por parte de su madrastra. En un principio, fue trasladada al hogar por seis meses, pero terminó viviendo seis años en él. Durante su estadía, Micaela presentó diversos problemas de salud mental y un intento de suicidio.
También registra dos egresos. El primero está fechado el 28 de enero de 2022, el mismo día que cumplió 18 años. Es un informe sobre su causa de protección, la que fue cerrada. Al ser mayor de edad, Mejor Niñez la egresó de sus programas de reparación, pero se pudo quedar en el hogar porque aún estaba cursando segundo medio. Tener un lugar donde vivir estaba ligado a sus estudios. Si Micaela terminaba el colegio y no entraba a la educación superior, lo perdía todo.
“Es necesario mencionar que ha bajado su ansiedad frente a la mayoría de edad debido a su decisión de continuar en residencia, lo que la mantiene tranquila, ya que visualiza un espacio seguro. Además ha dejado de idealizar a su familia y a su madre, por lo que tiene claridad de que sus padres no son adultos responsables y que no son capaces de otorgarle los cuidados mínimos que necesita”, detalla el informe.
El segundo egreso está fechado el 4 de mayo de 2024, es un informe que realizó la Fundación Ciudad del Niño – Ricardo Espinosa. Ese día, cerca de las 10 de la noche, Micaela Gómez salió definitivamente del Hogar María Goretti. Lo hizo al interior de una bolsa y cargada por funcionarios del Servicio Médico Legal. Semanas antes de suicidarse en su habitación, Micaela le expresó a sus más cercanos su único deseo: tener una mamá que la cuidara.
La Fundación Ciudad del Niño – Ricardo Espinosa fue creada en 1956 por el Monseñor René Inostroza como una obra de beneficencia, junto a particulares e instituciones privadas. Actualmente pertenece al Arzobispado de la Santísima Concepción.
Desde el 2012, la fundación está acreditada para trabajar con niños, niñas y adolescentes (NNA) vulnerados en sus derechos. En diversas comunas de la región del Biobío, la institución ejecuta 10 programas ambulatorios y cinco residenciales. Uno de ellos es el Hogar María Goretti, en la comuna de Chiguayante.
Cuando Micaela Gómez tenía 10 años, el Juzgado de Familia de Concepción le entregó la tuición a su padre, el que presenta una discapacidad cognitiva. La medida se tomó porque su madre mantenía un alto consumo de drogas y vivía en la calle. Micaela se fue a vivir con su padre y R., su madrastra. Junto a ellos, la niña vivió cuatro años.
En julio de 2018, Micaela denunció en su colegio que su madrastra la agredió físicamente. Siguiendo los protocolos establecidos, la situación fue informada a la Oficina de Protección de Derechos (OPD), que pertenece a la Municipalidad de Chiguayante, y al Juzgado de Familia de Concepción.
“La niña ha confidenciado, a personal docente del establecimiento, la necesidad de trasladarse de domicilio, incluso a una residencia de niñas, atendido a los malos tratos psicológicos y físicos que recibe por parte de doña R. Lo anterior cobra relevancia atendido al comportamiento retraído, aislado de sus pares, labilidad emocional y verbalización de la niña ‘de que ha pensado atentar contra su vida’. Se hace presente que doña R. asume el rol de apoderado, mientras que el padre, quien padece una discapacidad intelectual, lo imposibilita de asumir un rol efectivo, siendo incapaz de proteger a su hija. (…) Existen sospechas de supuesta vulneración de su intimidad sexual por parte de un hijo de su madrastra”, detalla parte de la denuncia en la OPD.
Dos meses después de la denuncia, en agosto de 2018, el Juzgado de Familia de Concepción derivó a Micaela Gómez al Hogar María Goretti. Al momento de su ingreso, la fundación le realizó una evaluación para conocer su estado de salud mental. En ella, Micaela fue entrevistada y comentó: “estoy enojada con toda mi familia porque deberían haberme dado en adopción y mi familia no quiso. Cuando hacía algo que no estaba bien, mi papá me pegaba y ella también (su madrastra), en realidad casi por todo”.
“Micaela registra intento suicida dado a inestabilidad emocional. La residencia se ha configurado como una institución protectora para la joven, asegurándose que ésta no mantenga contacto con las figuras agresoras (…) se inicia apoyo desde especialidad psiquiátrica con el inicio de tratamiento farmacológico y estableciendo mayor frecuencia de atenciones a nivel psicológico, lo que permite el cese de dicho comportamiento”, detalla parte de la evaluación inicial.
Las niñas y adolescentes de la residencia mantienen sus atenciones de salud mental a través de dos formas. Una es el CESFAM de la comuna. La otra corresponde al equipo psicosocial del hogar compuestos por psicólogos, enfermeras, trabajadores sociales, educadores, entre otros. Ellos también son los profesionales encargados de intervenir en casos de desregulación y de realizar los informes que se envían a los tribunales de familia y Mejor Niñez.
La dinámica que se vive en el hogar intenta ser similar a una casa cualquiera. Las residentes están a cargo de las Educadoras de Trato Directo (ETD), quienes se encargan de cuidarlas y ayudarlas con sus tareas, con la ropa del colegio o con el orden de las habitaciones. Pero también cumplen el rol de una madre, conversan con ellas, les entregan cariño y les enseñan disciplina.
En el día, las niñas y adolescentes asisten al colegio y regresan a dormir a la residencia. Durante los fines de semana, las que están autorizadas por la fundación y el tribunal de familia, pueden irse a la casa de sus padres o familiares. Ese no era el caso de Micaela Gómez, por lo tanto, solía pasar allí de lunes a domingo.
En mayo de 2019, el hogar informó al Juzgado de Familia de Concepción el estado de avance de Micaela Gómez. “Ante las crisis presentadas, por la inestabilidad de figuras parentales, profesionales de residencia han logrado generar apoyo y contención a las necesidades emocionales generadas por la adolescente. Además de esto, Micaela continúa tratamiento psiquiátrico en Ciudad del Niño, atenciones bimensuales por trastorno depresivo severo, con tratamiento farmacológico de fluoxetina y quetiapina, asistiendo regularmente a las atenciones programadas”.
“A la fecha no se identifica adulto en la red familiar con quien se pueda llevar a cabo la intervención reparatoria, continuando el abordaje con dupla psicosocial de María Goretti. Desde el ingreso de Micaela al sistema residencial, no se registra nueva vulneración respecto de sus Derechos, siendo que las profesionales han logrado identificar e intervenir en favor de la adolescente, de modo que sus necesidades emocionales y materiales requeridas han sido cubiertas en su totalidad”, agrega el informe de avance.
Tres meses después del informe, Micalea Gómez se intentó quitar la vida. En esa ocasión, Sofía —pidió resguardar su verdadera identidad— llevaba unos meses viviendo en la residencia. Llegó a los 14 años y prefiere no revelar el motivo de su ingreso. Recuerda que había pasado el fin de semana en la casa de sus padres y al regresar al hogar, encontró a todas las ETD llorando. Micaela aprovechó el descuido de una de las profesionales y entró a la farmacia de la residencia, sacó los medicamentos de sus compañeras y se los tragó con cloro. Según un informe de la fundación, fue trasladada de urgencias al hospital. “Presenta vómitos y taquicardia, siendo ingresada alrededor de las 23:00hrs. a sala de reanimación”.
—La Mica no salía de su zona de tristeza, era muy difícil sacarla de ahí. Siempre estaba aislada, pasaba encerrada en su pieza. Escribía en las paredes que se quería matar —agrega Sofía.
Tras el intento de suicidio de Micaela, la fundación despidió a todas las ETD del Hogar María Goretti. Ese hecho provocó un conflicto entre las niñas de la residencia, ya que muchas consideraban a las “tías” como sus madres. Sofía recuerda cómo trataron el tema con sus compañeras.
—Quedamos todas mal. Retamos a la Mica, le dijimos que no tenía que hacer eso, pero también la apoyamos. A las tías que despidieron las queríamos mucho, pero la vida de una de nosotras valía más que cualquier otra cosa. Igual todas sentimos pena y rabia con la salida.
Tres meses después de que Micaela Gómez intentara quitarse la vida, la fundación informó al tribunal de familia que “su proceso de intervención se encuentra en desarrollo, adaptándose paulatinamente al sistema residencial, con avances significativos a la fecha. Mantiene controles psiquiátricos al día, al igual que fármacos. Se encuentra inserta en el sistema escolar, fue promovida a 8vo básico”.
El Hogar María Goretti no era el único centro de la Fundación Ciudad del Niño – Ricardo Espinosa, que enfrentaba intentos de suicidios entre sus NNA. Antes, la institución mantenía un sexto programa residencial masculino en Talcahuano: el Hogar Carlos Macera. En él vivían 20 adolescentes por causas judiciales de protección, de entre 14 y 18 años. En noviembre de 2020, después de que uno de sus residentes intentara quitarse la vida, los trabajadores del hogar siguieron los pasos establecidos para estos casos: llamar al servicio de urgencia y a carabineros.
Según el “Protocolo de contención y abordaje de situaciones críticas con niños, niñas y adolescentes en residencias”, publicado por la Defensoría de la Niñez, la única función de los policías en estos procedimientos “es escoltar la ambulancia o acompañar a la persona al interior de la ambulancia, de ser esto estrictamente necesario”. Pero los carabineros que acudieron al llamado en el Hogar Carlos Macera, terminaron por cumplir otro rol.
En esa ocasión, un grupo de adolescentes, al ver que su compañero sería trasladado al hospital, intentaron detener a los paramédicos con piedras y palos. Frente al ataque, uno de los carabineros utilizó su pistola Taurus de 9mm y disparó contra los jóvenes. Dos de ellos terminaron heridos a bala e internados en el Hospital Las Higueras, en Talcahuano.
El hecho culminó con la renuncia de Mario Rozas, director general de Carabineros, y reveló una serie de denuncias sobre las condiciones en que vivían los niños y adolescentes del Hogar Carlos Macera: intentos de suicidio, abuso sexual, violencia física, torturas, maltratos y escaso apoyo de programas de salud mental. Incluso, una de las ETD estaba embarazada de uno de los adolescentes.
En junio de 2022, casi dos años después de lo sucedido —y tras un reportaje emitido por T13 que evidenció que las condiciones de la residencia aún se mantenían y ahora con agresiones físicas a los trabajadores—, Mejor Niñez decidió cerrar el Hogar Carlos Macera. No obstante, la institución mantuvo su contrato con la Fundación Ciudad del Niño – Ricardo Espinosa, al igual que con sus otras residencias.
«TE FUISTE Y TE FUISTE NO MÁS»
—El sistema de NNA siempre se ha visto manchado por gente que no tiene vocación. Pero yo sí estaba dispuesta, amaba ese trabajo. Lo hice para entregar cariño, darles contención y cariño, escuchar a las niñas —dice Roxana Muñoz.
Muñoz comenzó a trabajar en la fundación cuando Mejor Niñez ya había clausurado la residencia de Talcahuano. Pensó que lo sucedido había sido un hecho aislado, por lo tanto, no tuvo ningún impedimento en aceptar el cargo de Educadora de Trato Directo (ETD) en el Hogar María Goretti.
—Las niñas solo tenían confianza con las tías, hacían fila para que las escucháramos. Tuve que hacer un curso de intervención de maltrato, abusos y explotación sexual para apoyarme con herramientas y abordar sus problemáticas. Eso era trabajo del equipo psicosocial, pero ellos no lo hacían—agrega Muñoz.
Después de generar lazos de confianza y cariño con la mayoría de las niñas y adolescentes, Roxana Muñoz confiesa que sintió una conexión especial con Micaela Gómez. Una especie de recuerdo de su propia infancia. Roxana, cuando era niña, también vivió en el Hogar María Goretti.
—La Mica siempre me buscaba para abrazarme. Podía estar ocupada, haciendo cualquier cosa, y ella estaba ahí, paradita al lado mío, esperando que la abrazara. Yo entendía su situación de abandono, el dolor y frustración que sientes porque lo único que quieres es estar con tu familia. Llegas a un lugar donde no todos son cariñosos o te escuchan. Por ese lado, entendía su penita. Trataba de tirarla para arriba, le decía que la vida es injusta, pero que tenía que luchar.
El 28 de enero de 2022, Micaela Gómez cumplió 18 años y su causa de protección del tribunal de familia se cerró. Mejor Niñez la egresó de los programas de protección y de las intervención en el hogar. Ahora, su único tratamiento psicológico estaba en manos de la voluntad de los equipos psicosociales de la residencia y de los cupos en el sistema de salud público en la comuna. A pesar de ser egresada, Micaela se pudo mantener en el hogar porque aún estaba cursando segundo medio.
Sofía asegura que, durante su estancia en el hogar, mantenía una sesión semanal con la psicóloga y una mensual con la psiquiatra del CESFAM. La misma frecuencia de atención recibían sus compañeras. Sin embargo, dice que la atención del equipo psicosocial era escasa o nula.
—A todas las niñas nos daban muchos remedios, hasta a la más chica, que tenía siete años, le recetaron. Yo tenía que tomar 12 pastillas diarias, pero siempre sentí que faltaba esa parte de poder conversar. Al final, con los remedios tenía sueño todo el día, andaba como tonta —relata Sofía.
—¿El equipo psicosocial del hogar conversaba con ustedes o las ayudaban en sus problemáticas?
—Cuando entré al hogar, la primera semana todo fue perfecto, conversaron conmigo. Pero después no pasó más, no teníamos con quién hablar. De los cuatro años que estuve allí, conversé con ellas (equipo psicosocial) unas cinco veces. Pasaban encerradas en su oficina, nos decían que estaban haciendo papeleo. Cuando Micaela se descompensaba, ni se asomaban a mirar. Nunca fueron a su pieza a verla o preguntarle cómo estaba. Yo no sé cómo ellas dormían tranquilas, sabiendo todo lo que pasábamos. Al final, nuestras psicólogas eran las tías (ETD).
—Además de Micaela, ¿otra adolescente intentó suicidarse?
—Sí, yo soy una. Pero todas alguna vez nos hemos querido suicidar. Después se nos quitaba porque nos sentíamos acompañadas por las tías y entre nosotras. Igual era difícil porque en el hogar siempre las estaban cambiando, entonces teníamos que partir de cero, volver a confiar en una nueva persona.
Además del nulo apoyo de los equipos psicosociales, las ETD comenzaron a lidiar con agresiones de las niñas y adolescentes, junto con hechos de desregulación y consumo de drogas.
—En una actividad del hogar, la Mica quiso atentar contra su vida. Sacó una cuerda del patio y la llevó a su dormitorio. Pero no lo hizo porque no quería perjudicar a las ETD del turno. Lo contó en su sesión en el CESFAM y la doctora solicitó que alguien la cuidara 24/7 e internarla en un hospital psiquiátrico. Pero el hogar jamás contrató a alguien para que la vigilara todo el día. La Mica no estaba bien, su diagnóstico era ideación suicida y depresión severa. Además, se sentía presionada por terminar 4to medio, ya que, si no lograba entrar a la educación superior, iba a tener que salir de la residencia —relata Carmen.
En enero de este año, Micaela Gómez se graduó de cuarto medio y entró a estudiar técnico en educación parvularia.
—Pero a la Mica no le gustaba esa carrera. Ella me dijo: “tía, es lo único que me alcanzó con el puntaje y es para que no me saquen del hogar”. Es decir, lo estaba haciendo obligada porque era su única opción para quedarse —agrega Carmen.
Sofía no tuvo la misma suerte que Micaela. Al cumplir la mayoría edad, no ingresó a la educación superior y fue expulsada del Hogar María Goretti.
—Solo me dejaron sacar mi ropa, no me pude despedir de ninguna tía o compañera. Me sentí mal porque nunca me prepararon para separarme de las tías, con las que había compartido por cuatro años. Tampoco me enseñaron a regular mis medicamentos o cómo debía tomarlos. Fue como “te fuiste y te fuiste no más”, nadie nos preparaba para salir —explica Sofía.
En la misma época, a comienzos de este año, Roxana Muñoz fue desvinculada de sus funciones como ETD. Asegura que le avisaron cuando terminó su turno. Se despidió de todas las niñas y adolescentes del hogar. También de Micaela Gómez, pero ambas siguieron en contacto, hablando por teléfono y chateando por WhatsApp. A través de los mensajes, Roxana asegura que pudo ver cómo le había afectado su salida.
—Varias veces me comentó que no tenía ganas de vivir. No le veía sentido a la vida. Le decía: “mi amor, tienes que salir adelante, la vida también es para disfrutarla”. A la Mica le gustaban mucho las mariposas. Le decía que era mi mariposa guerrera en transformación porque iba a crecer y salir adelante. Ella tenía las mismas o más capacidades que cualquier persona, podía llegar tan lejos como quisiera —recuerda Roxana Muñoz.
NO HAY RECURSOS
El pasado 4 de mayo, Micaela Gómez se encerró en su habitación del Hogar María Goretti. Le puso llave a su puerta y se quitó la vida. Era la única adolescente de la residencia que manejaba su pieza con seguro. Lo hizo de la misma forma que había pensado en septiembre del año pasado.
—La directora dijo que había que ponerle llave a su puerta para que no le robaran sus cosas. Nosotras le explicamos que eso no se podía porque la Mica ya andaba mal. Una niña con su estado de salud mental no podía estar encerrada —enfatiza la ETD Carmen.
Durante dos horas, los profesionales del hogar intentaron entrar a la habitación de Micaela Gómez. Rompieron una ventana, ya que nadie tenía copia de la llave de su puerta. Pero tampoco lo lograron. Finalmente, una de las adolescentes del hogar botó la puerta.
Según el informe de su fallecimiento, realizado por la Fundación Ciudad del Niño – Ricardo Espinosa, los directores del hogar llamaron al servicio de salud y a carabineros. También una de las ETD intentó reanimarla. “Pasado un amplio tiempo en el ejercicio de la reanimación efectuada por la referida, personal policial sugiere que se desista en dichos esfuerzos, por lo cual se confirma su fallecimiento aproximadamente a las 20:50 hrs”. Toda la escena ocurrió frente a las otras niñas y adolescentes del hogar.
—Nadie sabe cuánto tiempo estuvo la Mica ahí. Nadie la fue a ver a su habitación. Ese día, ninguna tía le preguntó cómo estaba, la vieron triste y dijeron: “ya anda con la tontera, hay que dejarla sola” —agrega la ETD Carmen.
Andrea Saldaña, directora regional del Servicio Nacional de Protección Especializada a la Niñez y Adolescencia del Biobío, comenta que la muerte de Micaela Gómez “es una situación dolorosa para quienes trabajamos en la red de protección de NNA. No puedo entregar detalles de la historia proteccional o de salud de la joven”.
En relación a la temática de programas de salud mental en NNA, la directora Andrea Saldaña agrega que para el Servicio “es uno de los principales desafíos y, por lo mismo, es una prioridad. Se han establecido mesas de trabajo con otros actores relevantes en el cuidado de la salud mental, para detectar los principales obstáculos y definir caminos para mejorar la coordinación”.
—No implicó mayores recursos en el área de salud mental, ya que esta prestación es entregada por la salud pública y no existen más recursos a los programas que intervienen fuera de las residencias. En Santiago, hoy la lista de espera puede ser de casi un año y en regiones es peor porque existe una menor oferta.
En 2022, la Fundación Ciudad del Niño – Ricardo Espinosa recibió más de $3.600 millones de pesos en transferencias para sus programas y residencias. En 2023 aumentó su presupuesto a $4.900 millones y hasta mayo de este año, la cifra supera los $2.000 millones de pesos, según el registro de colaboradores de Mejor Niñez.
—El Estado no ha logrado dimensionar la importancia de intervenir oportunamente a los NNA en residencias, específicamente en problemáticas de abuso sexual y maltrato infantil. Situaciones que derivan en una niñez y adolescencia con un trauma complejo que muchas veces llevan al consumo problemático de alcohol y drogas e intentos de suicidios. Luego, esos NNA se convierten en adultos que no son capaces de insertarse en la sociedad, contribuyendo de una manera sana a su entorno —agrega la magistrada María Pilar Villarroel.
Roxana Muñoz se enteró de la muerte de Micaela Gómez tras el llamado de una compañera ETD del hogar. Hoy sigue sin encontrar trabajo y está en un tratamiento psiquiátrico en el CESFAM. Asegura que nadie de la fundación se acercó para ofrecerle apoyo psicológico. Incluso, asegura que la culparon de la muerte de Micaela.
—Sigo sin entender qué pasó. Ese día no noté que estaba con pena o algún indicio de lo que sucedió. Lloro todos los días pensando en que pude haber hecho algo, en llamar a una colega que la apoyara. Cuando me recupere, no creo que vuelva a trabajar en una residencia. Sí con niños vulnerados porque siento que es la única forma de hacer justicia por la Mica.
Dos semanas antes de suicidarse, Micaela Gómez le envió un mensaje a Roxana Muñoz por WhatsApp: “Usted me había dicho que la vida te pone personas que son por un tiempo y otras se convierten en familia. Usted es la primera que me demostró cuando realmente te quieren y se preocupan por uno. Siempre pedí que alguien se preocupara por mí… por eso le hago llegar este mensaje para hacerle una pregunta: ¿quiere ser mi madre adoptiva?”
Fuente: https://www.ciperchile.cl/2024/07/24/el-suicidio-de-micaela/
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