Palestina, Pueblo en armas: cambios en las operaciones de la resistencia.

Eje de la resistencia contra la ocupación sionista.

Las fuerzas israelíes han estado realizando una amplia operación militar en el norte de la Franja de Gaza durante más de tres semanas.

No es raro decir que cada vez se afianza más la convicción entre las facciones de la resistencia palestina, así como entre otros actores de la región, sobre la posibilidad de librar una guerra de desgaste. 

Hasta el momento, al menos, no existen muchas de las condiciones militares o políticas necesarias para detener o concluir los crímenes sionistas, ni siquiera de manera temporal. El conflicto, expandido, aunque de manera no sistemática, a otras provincias en la Cisjordania ocupada, está tomando formas y características, tanto a nivel táctico como estratégico, más propias de eventos largos que de aquellos de corta o mediana duración.

En el campo de batalla, a pesar de los numerosos informes sobre el cansancio y el aburrimiento que afecta a los soldados de ocupación en Gaza, y de la reticencia de muchos de ellos, especialmente entre los oficiales, de continuar combatiendo, no se vislumbran desarrollos alentadores.

Los hechos y cambios impuestos por el ejército usurpador, como lo que ocurre en la frontera entre Palestina y Egipto con la consolidación de la zona de amortiguamiento en lo que se llama el eje «Filadelfia», o la expansión del corredor de «Netzarim», que separa el norte de Gaza del centro y el sur, apuntan a una realidad diferente.

En este corredor, desde hace más de tres semanas, las fuerzas de “Tel Aviv”, bajo la dirección del nivel político, están llevando a cabo una amplia operación militar destinada a aumentar la seguridad, especialmente en su lado norte hacia la ciudad de Gaza.

La información proveniente del terreno indica que la ocupación está intentando incrementar esta distancia a más de tres kilómetros, llegando a la carretera número ocho en lugar de la nueve como se anunció anteriormente. Esto confirmó, de una u otra manera, que no hay una intención sincera por parte del estado israelí de poner fin a la guerra.

De hecho, pareció que buscaban una ocupación sostenida de partes del pequeño y sitiado enclave, confiscando vastas áreas de su territorio bajo el pretexto de establecer zonas de amortiguamiento en sus fronteras.

Además, pretendían dividir Gaza internamente a través del eje «Netzarim», que por sí solo tomaría más de 35 kilómetros del total de 365 kilómetros cuadrados (km²) del enclave. Si se consolidan las zonas de amortiguamiento en las tres fronteras mencionadas anteriormente, con profundidades que oscilan entre uno y dos kilómetros, esto podría representar alrededor de 140 km², es decir, cerca del 35 por ciento de la superficie total de Gaza.

A nivel político, la situación no es mucho mejor que en el campo de batalla. Todos los indicios sugieren que los rumores sobre avances en las negociaciones para un alto el fuego, especialmente impulsados por Estados Unidos, buscan más bien servir a intereses internos, como favorecer al Partido Demócrata y su candidata Kamala Harris.

Además, intentan mitigar las duras críticas que se hicieron al rol de Estados Unidos, cuya postura se ha alineado como nunca antes con la de “Israel”.

Sin embargo, la realidad es que las dos gestiones parecen tener un interés compartido en prolongar la masacre todo lo posible, sobre todo ante el fracaso continuo de “Israel” en alcanzar alguno de los objetivos declarados de la guerra.

Esto hace que necesiten más tiempo con la esperanza de lograr algún éxito que les permita recuperar la capacidad de disuasión perdida, y evitar que el gobierno de Netanyahu y su coalición de extrema derecha se desmoronen.

En vista de lo anterior, y considerando otros factores que no podemos detallar por falta de espacio, junto con la información que posee la resistencia, la cual está más cercana tanto al terreno como a las negociaciones, se ha producido un cambio en las tácticas de la resistencia palestina.

Tal transformación, sin mucho anuncio previo, podría marcar un importante punto de inflexión en la gestión del conflicto, así como en los recursos utilizados.

Uno de estos giros está relacionado con el tipo y la cantidad de operaciones llevadas a cabo por la resistencia contra las fuerzas enemigas, tanto en las incursiones y enfrentamientos actuales, como los que ocurren en Rafah y al-Zeitoun, o en los ataques con cohetes que apuntan a colonias del área de Gaza.

El seguimiento de las operaciones recientes reveló una notable disminución en su frecuencia. Esto se reflejó en la caída en el número de comunicados emitidos por las facciones para anunciar sus operaciones.

La disminución pareció deberse a la necesidad de economizar sus reservas de armamento, pues utilizó una gran parte de ellas en los últimos meses.

Sin embargo, esto no implicó que estén enfrentando una escasez de armas o recursos, especialmente considerando que han reactivado varias de sus fábricas de producción de cohetes y explosivos, como lo mostraron en videos.

El segundo cambio tiene que ver con la dedicación de mayores recursos humanos, militares y de inteligencia para proteger a los prisioneros israelíes que aún están en manos de los combatientes palestinos. 

Estos prisioneros son la carta más valiosa que tiene la resistencia y, sin ellos, pierde una fuente de presión clave, lo que daría al enemigo la libertad para llevar a cabo sus planes de exterminio sin mayores obstáculos, especialmente dentro de Israel, donde las protestas contra la guerra han aumentado en la última semana tras el anuncio de la muerte de seis reclusos en Rafah.

Cuando el enemigo, con ayuda directa de Washington, logró recuperar cuatro prisioneros vivos en la operación de Nuseirat, en la que cometieron una masacre que dejó más de 250 palestinos fallecidos, la resistencia tomó varias medidas.

Esto incluyó seguridad adicional y órdenes estrictas a los equipos de vigilancia sobre cómo actuar si el  enemigo se acerca a las áreas de prisioneros.

El tercer cambio observado recientemente fue el aumento en los esfuerzos humanitarios, ya sea en la entrega de alimentos, especialmente en la zona norte de Gaza, o en la atención médica, que es urgentemente necesaria debido a la propagación de enfermedades y el gran número de heridos.

En conclusión, a pesar del alto costo que el pueblo palestino y su resistencia están pagando en Gaza y en Cisjordania, es impensable que este pueblo renuncie a sus legítimos reclamos. Con el apoyo de sus aliados en el eje, y a pesar de las dificultades, lograrán superar esta crisis.

La historia registrará que un pueblo pobre y sitiado logró derrotar al peor ocupante que ha conocido la humanidad, y todos sus aliados en el grupo del mal global liderado por el Gran Diablo Estados Unidos.

10 Septiembre 09:14

(*) Ahmed Abdul Rahman, escritor especializado en asuntos políticos y militares.


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