Por Equipo de realización y producción LQPP50 años.
“Serie Miguel Enríquez 50 años”, así se denomina la segunda edición del programa “Lo que el pueblo proclama”. En esta oportunidad, el trabajo audiovisual se dedica a conmemorar la muerte de Miguel Enríquez y en su nombre la de todas las mujeres y hombres partícipes del proyecto rojinegro caídos en combate. Son 8 capítulos con entrevistas a militantes de base. En esta ocasión compartimos con uds., el capítulo 4 titulado “Los cristianos y la revolución”, en el que se nos presenta la activación y compromiso del mundo religioso. ¿Cómo vivieron ese proceso que va desde el sentimiento religioso a la militancia revolucionaria? Nuestros entrevistados, Juana Ramírez y Germán Chau, describen y análisis esa experiencia.
Capítulo 4: Los cristianos y la revolución.
Los álgidos años ´60 fueron escenario de contradicciones y transformaciones en todo el mundo. La fe, tampoco quedó fuera. El Concilio Vaticano II y la Conferencia General del Episcopado Hispanoamericano (CELAM) en Medellín marcaron un cambio de rumbo en la política eclesial en Latinoamérica.
Una nueva interpretación del evangelio, a la luz de la realidad de los pueblos pobres latinoamericanos, la necesidad de una transformación para una vida mejor aquí y ahora en la tierra y no en el cielo después de la muerte y la influencia de las ideas marxistas y socialistas, abrieron camino a la iglesia para los pobres y oprimidos. Comienza a surgir así, la fuerza de la Teología de la Liberación.
Esta nueva orientación del evangelio, dio una base ético filosófica a los y las miles de trabajadores, campesinos y pobres de cada rincón que, coherentes con su fe y su cultura cristiana, daban legitimidad a la lucha por una vida mejor desde acciones y formas de organización radicales.
Un pionero de esta tendencia fue el sacerdote colombiano Camilo Torres, conocido por formar el movimiento de “La Rebelión de las Sotanas”, fundador de la primera facultad de Sociología de América Latina y también guerrillero del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Durante su vida, promovió la idea de “…Un verdadero cristiano debe colaborar con todos aquellos revolucionarios que se proponen cambiar las actuales estructuras sociales injustas y opresoras” .
Los cristianos chilenos tampoco se quedan atrás. Ejemplo de ellos fue Clotario Blest, ex seminarista y primer presidente de la CUT y cofundador del MIR, junto a un grupo de laicos, sacerdotes y religiosas dio puntapié a lo que se conocería como la “Iglesia Joven”
En 1965 marxistas y cristianos se manifestaron por primera vez de manera unitaria para condenar la invasión norteamericana de la República Dominicana. En agosto de 1967 los estudiantes y sacerdotes colgaron un lienzo con la frase “El Mercurio miente” en la fachada de la Pontificia Universidad Católica de Chile en protesta por los ataques al movimiento estudiantil.
Un año después la Catedral de Santiago amanece con cadenas y candado y un lienzo colgado con la frase “Cristo es igual a la verdad. Por una Iglesia junto al pueblo y su lucha. Justicia y amor”. La toma organizada por la Iglesia Joven, celebra una misa por las víctimas de la guerra de Vietnam, los obreros de América Latina y los procesados políticos de Brasil. Esta acción generó enormes repercusiones y fue un símbolo que visibilizó a distintos grupos rebeldes que surgían al interior de la iglesia.
Dentro del clima de efervescencia creciente del periodo eleccionario de 1970, la iglesia joven realiza sus últimas acciones y publica los tres últimos boletines de El Hombre Nuevo
Después de la victoria electoral de la UP, los religiosos no vuelven a los púlpitos. En 1971 se organiza una reunión histórica de 80 sacerdotes comprometidos con un Chile que quiere ser socialista y son bautizados como “cristianos por el socialismo”.
Al MIR pertenecieron numerosos sacerdotes y monjas que compartieron su fe con la Teología de la Liberación y con el marxismo, haciendo complementario lo que parecía antagónico. El cura Rafael Maroto fue el primero de los religiosos y religiosas que abrazó el mirismo con el alias de Absalón, el hijo rebelde de David.
El sacerdote español Joan Alsina Hourtos perteneció al Movimiento Obrero de Acción Católica, siendo miembro del MIR, fue detenido y fusilado en 1973. Antonio LLidó fue uno de los sacerdotes obreros catalanes expulsados del país, sin embargo, permaneció en su parroquia de O’Higgins, donde asumió funciones de dirección en el MIR y publicó una revista de teología de la liberación.
Blanca Rengifo conocida como la monja mirista militó junto a los sectores poblacionales y tras el golpe participó en el “Comité pro Paz”, de la Vicaría de la Solidaridad y fue fundadora del CODEPU (Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo), fue detenida y torturada pero siguió su incansable labor, por la verdad, la justicia y el fin de la dictadura.
Fuente: Enviado por colaboradora al correo cctt.cl el 19 de septiembre 2024.
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