Chile profundo: Entrevista a Víctor Toro (desde el Bronx, N.Y.). Primera parte.

Victor Toro junta a uno de los murales del Bronx.

Desde las entrañas del monstruo, Melinka -el muerto vivo- nos conversa (*)

por Camila Araya Guzmán (*)

Cuando nos piden escribir sobre alguna persona relevante, muchas veces repetimos los pasos metodológicos de recurrir a documentos históricos, biografías, entrevistas, entre otros. En este caso en parti­cular, no es muy diferente; sin embargo, el texto presenta una gran ventaja: la historia sigue viva y el hombre que la encarna sigue siendo parte de nuestro presente histórico. Por esta razón, el argumento no merece ser construido en base a lo que otras y otros han dicho, sino que merece reproducir, una y mil veces, las propias palabras del com­pañero Víctor Toro, alias Melinka, el muerto vivo, que nos conversa desde las entrañas del monstruo.

El 14 de agosto de 2024, por medio del contacto de la compañera Nieves, ex militante del «Ejército del Che», pudimos concretar una videollamada para conversar con Víctor Toro, quien, desde Estados Unidos me brindó el privilegio de poder conocer una breve parte de su larga vida militante.

Actualmente, y hace 40 años, que Melinka vive en el sur del Bronx en calidad de indocumentado, «le llaman aquí: ilegal, moja­do, etc., y seguimos en lucha en la llamada entrañas del monstruo«. La lucha y la organización siguen siendo un pilar fundamental en la vida del militante. Sí, del militante, así se define: «yo nunca he dejado de ser militante del MIR, pero más que militante del MIR, soy mili­tante de la causa de la clase obrera ( ... ) pues he sido un obrero toda la vida». Su convicción no deja de asombrarnos ni de llamar nuestra atención. Pareciera que el joven revolucionario de los años 70, con­siderado uno de los más «proleta» del MIR, no le pasaran los años encima, ya que al leer e indagar para profundizar en su vida, me en­contré con un extracto de una entrevista en que sus palabras tienen la misma fuerza con las que me habló recientemente. No obstante, ahora no le hablaba al enemigo:

-«Silvia Pinto [representante del enemigo]: ¿Según mis infor­maciones, usted ha participado en varias tomas de terrenos? Se deduce de ello que usted no es un poblador más de la 26 de Enero, sino que, una vez que se solucione allí el problema usted saldrá para participar en otra toma de terreno. Eso lo convierte a usted en un agitador de pobladores. ¿Sí o no?

-Víctor Toro: Yo soy un revolucionario. He insistido en varias oportunidades sobre esto. De tal manera que sus preguntas no me hacen mella ni me desmoralizan. Se trata de hacer aparecer como agitadores a los verdaderos revolucionarios que se plan­tean como única tarea el luchar por los problemas mínimos de los trabajadores. Yo he participado como socialista en varias to­mas de terreno. Como mirista es la primera» (Entrevista realizada por Silvia Pinto, periodista de El Mercurio, jueves 9 de abril de 1970, pp.23-26. Extraída de Ignacio Vidaurrázaga Manríquez (2021). «El MIR de Miguel. Cróni­cas de memoria. Tomo I: 1960-1972″. Negroeditores, p.496-497)

Cabe recalcar que el presente de Melinka no sólo está determi­nado por su gran experiencia como dirigente poblacional del Mo­vimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). También está cargado por todos los horrores cometidos por la dictadura civil-militar, y uno de ellos es no poder regresar a su país, pues está declarado muerto. Con la llegada del golpe de Estado, la noche del 11 de septiembre de 1973, la Junta Militar, a través del bando número 10, le daba el ultimátum a Víctor Toro y a una decena de otros dirigentes para presentarse ante el Ministerio de Defensa Nacional para ser deteni­dos (Ver Junta Militar Bando NºlO. Orden a lista de dirigentes políticos a presentarse ante las autoridades militares para ser detenidos, 11 de septiembre 1973. Extraído de https://www. archivochile.com/Dictadura_militar/doc_jm_gob_pino8/DMdocjm0022.pdf.).. Esto significó pasar a la lista de los más buscados, viéndose obli­gado -según sus mismas palabras- a pasar a la clandestinidad (Ver Declaración Jurada de Víctor Toro Ramírez / Informe Valech, 12-01-2004. Extraído de https://www.archivochile.cl/Derechos_humanos/testimo/hhddtestimooo 11.pdf).

En este contexto, el día 20 de abril de 1974 es detenido en una embosca­da por agentes del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Área, siendo trasladado a distintos centros de tortura, viviendo en carne propia los vejámenes de la inhumanidad de la dictadura civil-militar. Víctor declara que en 1976,

«En Tres Álamos, en un día determinado, mi nombre apareció en una lista de 20 declarados indeseables y peligrosos por la dic­tadura, los cuales no podrían vivir en libertad en Chile. Así fue que fui visitado por el CIMET, cuyo jefe me entrevistó y me in­formó que Cuba me ofrecía asilo político, pero que como Cuba no tenía relaciones con la dictadura, debería ir a Suecia o Panamá primero. La lista era para ser expulsado con una documentación solo válida para salir del país ( … ). En 1977 el MIR comienza una campaña para retornar a Chile a los miembros que se encontra­ban en el exilio. Es en este tiempo que la dictadura informa en el «Diario Oficial» que Víctor Hugo Toro Ramírez se declaraba oficialmente muerto«. (Ver Declaración Jurada de Víctor Toro Ramírez / Informe Valech, 12-01-2004. Extraído de https://www.archivochile.cl/Derechos_humanos/testimo/hhddtestimooo 11.pdf).

Es por ello que conocer la historia del muerto en Chile y del vivo en el Bronx es una responsabilidad histórica. En esta oportunidad, sólo conoceremos una pincelada de ella. Les invito a leer el presente texto que busca rescatar la historia de Víctor Toro en su propia voz.

Del servicio militar a la militancia revolucionaria

Es oriundo de La Serena y específicamente de Las Compañías (sector ubicado al norte del centro histórico de la ciudad). Intentando resumir su historia, Víctor Toro parte relatándonos su ingreso al Par­tido Socialista de Salvador Allende, después de realizar el servicio militar en el norte de Chile, lugar en que conoce a unos compañeros en Arica que tenían muchas relaciones en Iquique, pues allí el Partido Socialista era bastante fuerte (principalmente por la presencia de los hermanos Soria).

Una vez terminado el servicio militar, Víctor retorna a la casa de su madre, en Las Compañías (conocida como la Compañía Baja), para llevarle una foto de recuerdo y, rememora Melinka, «a contarle la historia que viví mientras estuve casi un año en el ejército. Pero también le conté de mi deseo de irme a Iquique, porque dejé una novia allá y además había conocido a los compañeros de la Juventud Socialista, con los cuales ya me había comprometido a participar con ellos». Así entonces, rápidamente vuelve a Iquique a integrarse a la Juventud Socialista, donde, sostiene, empezó «a participar en la edu­cación política, que era algo que me atraía bastante -dice-. Y habían muchos cuadros, muchos dirigentes, que hacían escuelas de cuadros, que hacían educación política, en los sindicatos especialmente».

Además de ello, durante unos años, Víctor Toro comienza a tra­bajar en Leperva, una industria de productos del mar, hasta que en 1964 lo designan dirigente para asistir al Congreso de la Juventud Socialista en Santiago, donde es nombrado como dirigente obrero, encargándole el desarrollo del trabajo sindical. Fue ahí cuando deci­de quedarse en Santiago, trabajando en distintos sectores de la indus­tria. En este contexto, uno de sus primeros trabajos fue en la mina La Disputada de Las Condes. Al mencionarla, no duda en recordar a su padre minero y su conocimiento respecto al trabajo minero: «eso era lo que más sabía, porque con mi padre había trabajado en la minería del hierro en El Topo, La Higuera, una zona minera de gran produc­ción minera de la Brader Copper Company, empresa norteamerica­na». En relación a esto último, Toro no deja de relucir su percha de cuadro militante, cuando -a raíz de este tema- dice: «Aquí he llegado a conocer el puente Brooklyn, que ha sido construido con el hierro que sacaban nuestros pulmones en la minería del hierro en El Topo, donde quedaron los puros hoyos, porque todo el hierro se lo trajeron para acá, a este país».

Víctor Toro Ramírez. Fuente: Gentileza Víctor Toro / Fuente: Raúl Olguin Hevia: «LAS TOMAS DE TERRENOS “26 DE ENERO”, “26 DE JULIO” Y LA ORGANIZACIÓN DEL CAMPAMENTO “NUEVA LA HABANA”. PARTICIPACIÓN DEL MIR. SANTIAGO DE CHILE, 1970-1973» en Revista Diseño Urbano & Paisaje•DU&P • N°43 año 2023.

Retomando la conversación, Víctor Toro me cuenta que una vez asentado en el norte, laboral y militantemente, en 1964 se comienza a desarrollar la segunda candidatura de Salvador Allende que, como todas y todos sabemos, fracasó. Esto ocasionó grandes consecuencias al interior del Partido Socialista, pues, según las palabras de Melinka, «empezó una gran desmoralización en la juventud, tanto en Santiago como en Valparaíso, Concepción y otras provincias»». Fue entonces el momento en que Víctor Toro se sumó a la crítica hacia la dirección del viejo Partido Socialista, cuya repercusión directa fue la salida de un número importante de jóvenes de la organización. En ese plano, sostiene que «la mayoría de esta juventud era simpatizante del Che Guevara, simpatizante del triunfo de la Revolución Cubana, simpa­tizante y solidario de la causa de la Revolución Vietnamita. Entonces tenía una posición bastante declarada por el lado de la izquierda re­volucionaria, y empezamos a contactarnos con esta izquierda revolu­cionaria independiente, que se estaba reuniendo para ver si generaban un proceso de unidad».

En relación a este contexto, Víctor me relata que junto a este grupo de jóvenes críticos, conocerán a otras organizaciones, como la Vanguardia Revolucionaria Marxista, el Partido Trotskista de la IV Internacional, el Partido Socialista Popular y, en sus palabras, «el grupo de Clotario Blest». Además, recuerda que al interior de las Ju­ventudes Socialistas estableció relaciones con Dantón Chelén «que era uno de los jóvenes dirigentes de la Juventud Socialista. Y él me convenció -dice- de que mientras tanto existiera ese proceso de uni­dad, había que integrarse a una organización». Esto lo lleva a ingresar al Partido Socialista Popular (PSP), donde conoce a grandes referentes de la historia de la izquierda chilena, como por ejemplo «al viejo Va­lenzuela, que era un dirigente sindical de los trabajadores municipales de Santiago, era el presidente del sindicato más importante -recalca-, un obrero de grandes cualidades y capacidades. También estaba Osear Waiss, que era otro gran dirigente e intelectual; el Lucho Vitale, destacado historiador y escritor de muchos libros que tienen que ver con la historia de las luchas de la clase obrera en Chile, en América Latina, e incluso a nivel mundial. Él -sostiene- en esos años todavía se definía como trotskista».

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Herminia Concha, detenida por los pacos en los años noventa

Del mismo modo, plantea que en aquel partido conoció a «Virgi­nia Concha, a la Herminia Concha y a su marido, el viejo Olivares y a su familia, María Concha. Y el marido de María Concha era Villalón, una familia que vivía en el corazón de La Legua. Y ellos cargaban con toda la historia de lo que siempre ha significado La Legua: un territorio de grandes luchas, de grandes batallas, pero también donde la delincuencia ha jugado un papel bastante triste para las luchas de liberación». Fue ahí donde Víctor Toro comenzó su militancia con la inserción poblacional: «la Virginia y el viejo Olivares me invitaron a participar en su célula del Partido Socialista Popular y yo encantado empecé a participar. Y en poco tiempo se armó una toma de vivienda y me fui a vivir a la población Santa Adriana, en una casa abandonada frente a una Iglesia ..»

Así entonces, Melinka pasa del trabajo sindical -encargado por las Juventudes Socialistas- al trabajo poblacional en la población Santa Adriana, lugar donde además comienza su formación en el marxismo leninismo:

«El viejo Olivares, el marido de la Herminia Concha, era un teó­rico y un cuadro muy preparado. Él creía mucho en la teoría de un intelectual alemán muy famoso, y entendía su pomá, y nos enseñaba a nosotros. Ahí me formé, ellos me ayudaron a mi formación marxista revolucionaria. Yo tenía mis ideas generales y ciertas claridades sobre el socialismo, sobre la importancia de hacer una revolución, pero con la enseñanza del viejo Olivares y la Herminia Concha afiné todos mis ideales y los proyecté pro­gramática y estratégicamente. Y, en el entretanto, estábamos haciendo nuestro trabajo de base: hicimos una toma junto con los partidos de la Unidad Popular en el Parque Subercaseaux, frente a la municipalidad de San Miguel, la municipalidad del compañero Mario Palestro».

Estos fueron los primeros pasos en la inserción poblacional, desde la militancia en el PSP, y que son un precedente de su perfil militante, tanto en la fundación del MIR, como de su historia …

La praxis militante en la lucha por la vivienda

El trabajo militante y su formación política desde la célula del Partido Socialista Popular, en la población Santa Adriana, marca los inicios de Melinka en su experiencia como dirigente poblacio­nal, principalmente en el área de la vivienda. Así es como define su llegada a la fundación del MIR, y cómo se fue ampliando el trabajo orgánico en otras poblaciones, como la Santa Elena y la José María Caro. Mientras tanto, rememora Víctor Toro, en la población la Santa Adriana ya se había comenzado «a organizar a jóvenes, a mujeres, que tenían además de las reivindicaciones de la vivienda, otro tipo de reivindicaciones por sus derechos como mujer, como pobladora, como vecina, como parte del movimiento social». Además, nos cuenta, que fue esta experiencia la que presentan en el Congreso de funda­ción del MIR, y que luego pasa a ser una de las primeras experiencias poblacionales de la organización. Tal y como lo plantea Víctor Toro:

«La célula completa de nosotros -del Partido Socialista Popular­asistió al Congreso de fundación del MIR. Teníamos chipe libre para participar, y expusimos la primera experiencia que había­mos tenido como Partido Socialista Popular, y posteriormente fue la primera experiencia del MIR ya fundado».

Años después de la fundación del MIR y en referencia a la toma del Parque Subercaseaux junto a partidos de la Unidad Popular (UP) ( que según sus cálculos, contempló entre 500 a 600 pobladoras y po­bladores sin casa de distintos lugares de la zona de San Miguel), Toro recuerda el aviso de la visita de Aldo Moro. El líder de la Democracia Cristiana italiana, en efecto, pasaría frente a la Municipalidad de San Miguel, por lo que, en palabras de Víctor: «Había que levantar el cam­pamento, así que nos desalojaron a todos y nos repartieron por varias poblaciones». Esto resultó provechoso para la expansión de la inserción orgánica del MIR, pues, como revela: «fue casi que nos organizaron para que organizáramos el MIR en varias otras poblaciones»».

En ese andar, en que se encontraron las militancias de distintos sectores políticos, también se fueron visibilizando las diferencias políticas, que no lograban cohesionar con la búsqueda de la unidad revolucionaria. Esto llevó a la creación de células del MIR dentro de los campamentos en que se fue desplegando la militancia, cuestión que aportó a las discusiones tácticas y programáticas de la política poblacional del MIR:

«… Y empezamos a organizar el MIR allá en la Santa Adriana, a donde nos instalaron ellos, nosotros fuimos los que dimos la idea de una organización, aunque estaban los PC, los socia­listas, la gente del MAPU, de la Izquierda Cristiana y hasta un demócrata cristiano, porque tenía necesidades de vivienda. El problema era desarrollar una forma de organización que los in­tegrara a todos, que se planteara una unidad real, una unidad de clase, una unidad revolucionaria.

Y nosotros -ya en ese tiempo- empezamos a plantearnos ciertas diferencias con el trabajo de la Unidad Popular, hasta que for­mamos nuestras células dentro de los campamentos, en dos o tres campamentos donde el MIR inició su trabajo. Además, íba­mos organizando al movimiento de pobladoras y pobladores en un nivel bastante amplio, íbamos organizando la organización revolucionaria, la célula revolucionaria de base, y desarrollando una táctica, desarrollando un programa del MIR. Los fundadores del MIR todavía no tenían muchas ideas de cómo desarrollar el trabajo poblacional, nosotros -el grupito este que partió con la Geo y el viejo Olivares- creció, atrayendo a otros que pasaron a formar el MIR después que se fundó».

Cabe destacar que esta experiencia relatada por Melinka, es considerada como uno de los respaldos argumentativos que permi­tirían sostener la idea (planteada en una conversación entre Luciano Cruz, Bautista van Schouwen y Luis Vitale) de que el MIR tenía que convertirse en un partido con influencia de masas, documento que sería presentado en el IV Congreso Nacional, convocado para agosto de 1969. Así lo deja registrado Luis Vitale en su texto «Contribución a la Historia del MIR 1965-1970». En ese documento reconoce el trabajo poblacional como parte del diagnóstico del análisis de coyuntura que se presentaría en esta instancia:

«La influencia del MIR se consolidaba en el movimiento de po­bladores, hecho registrado por Humberto Valenzuela: «Nuestro tra­bajo se centró en el campamento que se levantó en San Miguel, en la Gran Avenida. Después fue Santa Adriana y Santa Elena. Posterior­mente, en el Campamento 26 de enero, donde se destaca Víctor Toro, extendiéndose la influencia del MIR hasta los pobladores sin casa” (Luis Vitale, 2024. «Contribución a la historia del MIR 1965-1970«. Ed. Escaparate, p.72; ver también: Humberto Valenzuela, «Historia del movimiento obrero chileno«.)

Prosiguiendo con la historia de su inserción poblacional, Víctor nos cuenta que una de las tareas militantes para quienes se fueron incorporando a sus células fue ayudar en la educación política y cul­tural, ya que según dice:

«Nosotros íbamos tratando de escribir -más o menos- cuáles eran todas las reivindicaciones que tenía la gente en el campa­mento, había gente que no sabía leer, y había gente que sólo veía su lucha por sus problemas de vivienda. Pero es que dentro del campamento no solo estaba la lucha por la vivienda, había mu­chos trabajadores desempleados: había que integrar la lucha de los desempleados con la lucha de los sin vivienda y los que no tenían trabajo. Estos eran obreros con los cuales se podía traba­jar y dirigir el trabajo hacia las fábricas, hacia los trabajadores de la construcción. Y entonces íbamos engrandeciendo el trabajo que era con otras características».

En ese sentido, es de vital importancia entender que la lucha por la vivienda -al igual que hoy- no podía reducirse solamente a la obtención de la vivienda como objeto de propiedad, ya que como recalca Melinka, en los campamentos se enfrentaban muchos otros problemas -que se siguen enfrentando-, los cuales, además, tam­bién quedaban de manifiesto en el mismo momento en que se les entregaba una solución. En ese plano, Víctor Toro nos relata que en el gobierno de Eduardo Frei Montalva, cuando le comenzaron a dar soluciones a los campamentos (en el contexto de la Operación Sitio y la política de Promoción Popular), los trasladaron a un tipo de pobla­ción donde -dice- «Nos daban unas casuchas de madera, un cuarto para que vivieran familias con sus hijos y los maridos, un solo cuar­to». Lo anterior, recuerda, fue en la población Santa Elena (ubicada entre Santa Rosa y Gran Avenida a la altura del paradero 29-30 de esta última calle), «hasta que después construyeron ahí un conjunto de viviendas sólidas. La gente ganó la batalla de tener una vivienda».

En esos años, las células en que participaba Víctor se independizaron del reformismo.

«Empezamos a trabajar nuestra propia organización ( … ) de­sarrollamos una organización bastante grande de la juventud, de las mujeres, de los pobladores, le ayudamos a elaborar un programa, una estrategia y una práctica, para lograr que ellos mismos participaran e hicieran su lucha, que no vivieran solo de las instrucciones y de las orientaciones del burócrata o del reformista, que era la forma en que operaban siempre los comu­nistas y los socialistas en las distintas poblaciones, y también en los distintos sindicatos».

FIN Primer Parte.

(*) Fuente: Enviado por Víctor Toro a CT. Entrevista extraída de “Miguel Enríquez y los pobres del campo y la ciudad”, C. Torres y J. Borquez (Eds), Santiago: Ediciones La Estaca. Septiembre 2024.


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