Laura Landaeta tajante sobre la figura de Don Francisco: “Creo que es de las peores personas de la farándula, si no la peor”
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“A mí me provoca dolor la figura de Don Francisco”, dijo la periodista quien asegura haber sido víctima de amenazas tras publicar una biografía no autorizada del animador.
A principios de 2016, la periodista Laura Landaeta publicó el libro, “Don Francisco. Biografía no autorizada de un gigante”, por el cual tuvo más de un problema, lo que incluye amedrentamiento y censura. Por esto, le consultaron a ella sobre su opinión respecto al animador Mario Kreutzberger durante su participación en el último capítulo del programa de espectáculos, “Que te lo digo”.
El periodista Sergio Rojas le consultó si creía que Don Francisco era un ángel o un demonio, pero Laura fue más allá con su respuesta. “Creo que es de las peores personas de la farándula, si es que no la peor”, fueron las palabras de la escritora.
Al entrar en detalles sobre su tajante opinión, ella recordó esta obra que realizó. “Cuando escribí la biografía del Señor Kreutzberger recibí muchas amenazas solapadas y directas. Nunca voy a olvidar que a mi teléfono me llegó una foto de mi hija entrando al colegio”, añadió para la sorpresa de los panelistas.
“No puedo decir que fue él porque evidentemente después de la denuncia, el número de donde me llegaron las fotos era un prepago. No había más que hacer en la policía respecto al tema, pero lo pasé muy mal”, precisó la periodista.
“Lo pasé muy mal hasta que Víctor Gutiérrez me dio la oportunidad de volver a trabajar de periodista en televisión hace dos años atrás. Yo estuve 5 años vetada en los medios grandes, y él hizo cosas tan brutales como llamar a La Red para que yo no estuviera 5 años después”, continuó.
Sexo por electrodomésticos, mentiras sobre el Holocausto y dudas de paternidad
“Yo tengo la peor impresión de ese señor. La sigo sosteniendo en base de todo lo que escribí en una biografía, que voy a volver a editar porque la gente no la pudo leer la primera vez. Esto porque hubo librerías que la escondían y no la mostraban, habían lugares donde se acabó porque una persona sospechosamente llegó y compraba muchos ejemplares”, explicó.
“Los pocos ejemplares que vendimos, los vendimos en Argentina porque como yo sabía el nivel de contactos de este señor, yo firmé el contrato literario con la editorial Planeta Argentina, no la de Chile. Si me querellaba, cosa que pensaba que iba a pasar, me querellaba en Argentina y tenía la tranquilidad que la Justicia iba a hacer su trabajo”, relató la periodista.
Laura Landaeta comentó que Don Francisco intercambiaba “electrodomésticos a cambio de sexo; la denuncia de paternidad de una mujer que era menor de edad cuando quedó embarazada, y cuando se le manda a hacer un ADN para demostrar si el hijo era o no de él, según consta en el expediente que todavía tengo guardado, el señor Kreutzberger no se sacó sangre presencial, llegó con la sangre”.
La periodista sacó a colación de que Don Francisco ha hablado en múltiples ocasiones sobre lo doloroso que fue que su padre sido una víctima del Holocausto, pero resulta que eso estaría alejado de la verdad. “Él hace una carrerea apoyada por el mundo zionista, judío, pero básicamente zionista, él llega a la televisión con toda la desventaja del mundo porque llevaba un dolor que representaba a toda una etnia”, detalló.
“Yo empiezo a averigüar e investigar, llegué al Campo de Concentración donde él señaló que estaba su papá, pero su papá nunca estuvo ahí. Ese campo se abrió el año en que él nació en Talca en presencia de su padre. Son muchas cosas”, añadió.
Ella relató que tuvo que trabajar con el apellido de su madre durante su paso como la editora periodística de “El hacedor de hambre”, para poder mantener su trabajo. De igual forma, la periodista le preguntaba a sus excompañeros si tenían trabajo, y le contestaban honestamente que no podían contratarla por las presiones que recibían. “A mí me provoca dolor la figura de Don Francisco”, concluyó Laura Landaeta.
“Don Francisco. Biografía no autorizada de un gigante” de Laura Landaeta.
(En Busca Libre NO HAY STOCK)
por Periodista.com
La entrevista a la presidenta chilena [Michelle Bachelet, mayo del 2015, ocasión en que la Bachelet, en una maniobra mediática objetada hasta el día de hoy, adelantó cambios en su gabinete ante la mirada atónita del conductor], demostró además que Kreutzberger no decide aún si optar por lo nuevo o seguir siendo el mismo animador que entretenía a un país entero en los ochenta con su estilo misógino y burlesco, un animador que transita entre la credibilidad de quien animaba al Chacal de la Trompeta y la promesa de un «proceso constituyente», como señaló esa noche la presidenta.
Por eso transita las aguas de la política desdiciéndose de todo, escondiendo sus preferencias y sus amistades, para no quedar mal con Dios ni con el diablo.
De hecho, una de sus mayores incomodidades a lo largo de estos años es que se le haya vinculado con el asesino número uno de Chile, Manuel Contreras, quien murió el 2015 condenado a quinientos veintinueve años de cárcel por ciento seis casos de derechos humanos, y quien fue director de la DINA y estuviera a cargo de la Operación Cóndor –aquella en la cual las dictaduras latinoamericanas se pusieron de acuerdo para asesinar en sus países a los prófugos de izquierda de otras naciones– y de la inteligencia militar chilena en los primeros años de dictadura.
Según consta en el archivo chileno de DD.HH. del Museo de la Memoria (donde se guardan todas las declaraciones de Contreras), el hijo de este señaló:
«Una vez comimos con Don Francisco. Estábamos cenando con el periodista Pablo Honorato en un restaurante y Don Francisco estaba con su esposa en la mesa de al lado. Los invitamos a sumarse con nosotros y comimos juntos. Don Francisco le preguntó muchas cosas a mi padre sobre su vida».
Kreutzberger negó esta cercanía con Contreras, pero el hijo fue más allá y dio una entrevista al semanario The Clinic donde contó que su padre y el animador conversaban sobre el Mossad (servicio de inteligencia israelí) y su opinión sobre este, entre otras cosas.
Ciertamente, al tratar de averiguar si existe o no un vínculo real entre Manuel Contreras y Don Francisco, uno que los haya hecho más que solo simples personajes públicos que se encuentran en un restaurante en plena dictadura, salta a la luz un hecho sorprendente: Manuel Contreras y Mario Kreutzberger no solo se conocían, sino que además fue el propio Kreutzberger quien lo puso en contacto con uno de sus grandes amigos y socios (quien también es miembro del directorio de la Fundación Teletón): Lázaro Calderón, entonces dueño de la multitienda Johnsons (llamada así por Lyndon Johnson, el presidente que sucedió a Kennedy).
Y es que fue ahí, en los talleres de San Diego con Ñuble, donde empezó a trabajar un joven ayudante de sastre obsesionado con el mundo del espectáculo: Mario Kreutzberger. En ese lugar, Kreutzberger entabló una estrecha amistad con Marcelo, Lázaro y toda la familia Calderón. Esto le trajo excelentes dividendos a Johnsons, quien despegó como auspiciador de Sábados Gigantes, a la par que Kreutzberger se convertía en uno de los personajes más creíbles de Chile.
La familia sabe que es necesario establecer buenas conexiones para el éxito en los negocios y Don Francisco les abría inusitadas puertas. ¿Como cuál? La más rentable por ese entonces: el salvoconducto a la impunidad. Johnsons fue la multitienda que vistió en forma gratuita a los agentes de la DINA en la década de los setenta. Así al menos lo aseguran varios testigos con los cuales fui conversando durante esta investigación.
Era difícil de creer que pese a no ser amigos, Calderón y Kreutzberger tuvieran ese vínculo tan siniestro con el hombre más temido de Chile después de Pinochet. Es por eso que seguí la pista de Amelia Negrón, actualmente secretaria en el Ministerio de Educación y que fue una de las pocas detenidas de Villa Grimaldi que salió con vida de ese lugar. Villa Grimaldi fue una de las casas de tortura de la DINA que hoy se conserva como centro cultural y memorial de los derechos humanos en Chile.
Estando presa, Amelia –por su simpatía y carácter alegre– logró acceder a ciertos privilegios que otros no tuvieron. Ella debía limpiar y para poder hacerlo tenía permiso para circular por los pasillos que daban a las celdas y las piezas de tortura. Vio y escuchó muchas cosas y su testimonio fue vital en la reconstrucción de los hechos llegada la democracia a Chile.
«Había dos niños chicos que hacían guardia; ellos hicieron el servicio militar el 73 y el golpe los pilló en plena actividad. Los mandaron a la DINA y eran guardias en la Villa Grimaldi», recuerda la detenida. «A uno le decían el Gato y al otro el Lolo. Los conocí mucho a ambos, especialmente al Gato, Samuel Fuenzalida», recuerda.
Fuenzalida fue preparado por Miguel Krasnoff y el coronel Raúl Labbé para integrar la DINA en el campo de prisioneros de Tejas Verdes. Trabajó en dos emblemáticos centros de tortura de la dictadura –Londres 38 y Villa Grimaldi– y además fue quien años después confesó y prestó testimonio para constatar cómo el ciudadano pedófilo alemán residente en Chile, Paul Schaeffer, torturaba y asesinaba víctimas de la dictadura por pedido de Pinochet en Colonia Dignidad, el predio alemán hacendado en el sur del país.
Fuenzalida huyó de Chile en 1978 y pidió refugio en Europa, ofreciéndose a declarar en casos de derechos humanos y aportar a esclarecer la verdad del genocidio ocurrido en Chile. Ahí, entre otras cosas, contó que la DINA se vestía con ropa de Johnsons. También se lo dijo años después a Amelia. Por eso ella lo sabe.
Fue difícil pero contacté al suboficial a través de Amelia y, efectivamente, aunque fue reacio a profundizar en el tema, afirmó: «Sí, es verdad, Johnsons nos regalaba la ropa. Yo fui varias veces a cobrar mi ropa con sus vales al centro de Santiago». Fuenzalida confirma además que al parecer era frecuente que los compañeros de la DINA aseguraran al ver a Kreutzberger en televisión que «gracias a él tenemos ropa linda».
Bajo la dictadura también Don Francisco labró su faceta más reconocida. El modelo de la Teletón lo convirtió en el primer gran articulador público y privado del país en el año 1978, cuando llevó a todo un país a creer que la solidaridad era posible comprando en el supermercado.
En 1978, impresionado por el impacto producido por la primera Teletón, Pinochet invitó a Don Francisco al edificio Diego Portales para felicitarlo. «Es un genio», le decía a quien quisiera oírlo. Y claro, los beneficios de imagen que ofrecía al dictador un evento de tal magnitud nunca fueron puestos en duda, por eso cuando el animador chileno Antonio Vodanovic propuso que TVN siguiera a Canal 13 y que juntos trabajaran en esa gran cruzada televisiva –algo inédito, más aún tratándose de dos canales competidores, uno de ellos del Estado–, Pinochet no dudó en dar su visto bueno.
Vodanovic tomaba las decisiones en TVN por ese entonces, pero nada se hacía sin la venia del general. A Kreutzberger le convenía estar bien con el dictador y, por su parte, a Pinochet, acostumbrado a poner cortinas de humo en el día a día para así desviar la atención de sus robos y los atentados a los derechos humanos, le quedaba como anillo al dedo esta campaña social.
Pero no todos en la Junta Militar chilena querían al animador. Su más profundo detractor fue el almirante José Toribio Merino, comandante en jefe de la Armada. Merino siempre decía que Kreutzberger era peligroso, más aún dado el tremendo arrastre que tenía en el público chileno. «A este huevón hay que tenerlo cerca, es útil y nos sirve mucho», repetía siempre Pinochet tras las críticas de Merino al animador. Pero el almirante no se quedó solo en críticas…
Uno de los episodios más desconocidos hasta ahora sobre la relación de Kreutzberger y la dictadura chilena es aquel que probablemente ni el mismo animador conozca y que luego de meses de investigación doy a conocer en estas páginas. En el año 1988 no solo comenzaron las protestas más álgidas contra Pinochet, sino que además se vislumbraba la posibilidad de generar cambios muy importantes para el país.
En las urnas se votó la continuidad de Pinochet en un plebiscito que perdió. Inmediatamente comenzaron las encuestas públicas y los sondeos de opinión para que los chilenos expresaran quién creían que podría ser presidente de la nación luego de quince años de dictadura. Para sorpresa de muchos, las encuestas siempre las encabezaba un chileno que ni siquiera era candidato: Don Francisco.
Esto aumentó el recelo de Merino –según cuenta una fuente de la inteligencia naval–, quien decidió sacar a relucir un informe fruto de una investigación que le había solicitado un amigo hacía cuatro años. En su momento, el almirante guardó la evidencia «porque no sentía que era de importancia para el gobierno militar», asegura la misma fuente, pero viendo el arrastre que tenía Kreutzberger en el nuevo escenario, decidió tomar el toro por las astas y reactivar la investigación. Según relata esta fuente, el informe fue hecho por un detective privado a pedido de uno de los dos empresarios más importantes del país y de la región en el año 1984.
Los hermanos Kreutzberger –Mario y René– habían manifestado su interés por involucrarse en negocios navieros, convirtiéndose en un poderoso enemigo potencial para los dos más grandes controladores de las navieras de la época: Ricardo Claro y la familia Von Appen, de procedencia alemana y cuyo patriarca fue miembro del Tercer Reich, según una investigación contenida en el libro Chile y los hombres del Tercer Reich, de María Soledad de la Cerda.
El informe llegó directamente a manos de Merino, recuerda un miembro del Ancla 2 (A2), el departamento de inteligencia naval de la Armada en Valparaíso. «Don Francisco era visto como enemigo porque tenía mejor llegada que Pinochet. El almirante Merino consideraba que este amenazaba a la supervivencia del régimen y que había que hacerlo caer», revela esta fuente.
Dicho dossier se guarda hasta el día de hoy en la bodega general de la Dirección Nacional de la Armada en Santiago, un sitio donde muy pocos documentos tienen cabida, casi todos ligados a temas de derechos humanos o secretos de Estado. Y fue guardado ahí porque Pinochet, pese a leerlo, no permitió que Merino lo divulgara. «Hacerlo habría devastado al animador», señala esta fuente.
Básicamente, este informe –del cual solo pude ver una fotografía del original– habla de presuntas actividades del animador y su hermano ligadas a temas sexuales y de drogas, en los cuales profundizaré en una futura investigación. Conversando con otro miembro de la inteligencia de la Armada, este me confirma que «la única manera en que un informe de inteligencia haya tenido valor en esa época es que se tratara de alguien con tendencias marxistas o bien alguien con problemas conductuales en materia sexual, conductas con menores o de tipo homosexual. Las drogas no son relevantes para algo así porque en los ochenta mucha gente consumía drogas y la sexualidad solo en algunos temas es cuestionada por la Armada. En los ochenta se consideraba normal lo que hoy es penado por la ley, entonces si el almirante Merino quiso ir contra los hermanos Kreutzberger debe haber tenido motivos fuertes».
Curiosamente, en el reporteo de este hecho salió a la luz un defensor de Kreutzberger a quien ya conocíamos: Manuel Contreras. «Fue Contreras quien pidió no tocar al animador con esta investigación y el almirante Merino cedió, aunque muy molesto», confiesa el miembro de la Armada. Fue así como Kreutzberger sorteó la época más compleja en términos políticos de su país.
Llegó a la transición a la democracia ayudado por quienes insiste en que no son sus amigos, pero cargando un sino de dudas sobre sus hombros con respecto a su tendencia y su opinión política. En los años venideros, solo buscó sacar partido de los gobiernos para apoyar a la Teletón, sin jamás casarse con ninguno de los presidentes o candidatos, aunque en más de una ocasión y a través de su cruzada solidaria consiguió coordinar compras importantes del Estado chileno en el extranjero, así como también más ingresos para su caridad. Ha estado con todos, compartido con todos e invitado a todos.
Y hasta el día de hoy, cuando intenta seguir la corriente de Canal 13 de Chile y se lanza a entrevistar a los políticos del momento con un dejo de seriedad bastante cuestionable, el animador sigue sosteniendo su neutralidad. En una entrevista reciente le preguntaron: «¿Se puede ser gobiernista sin estar de acuerdo con las ideas del presidente?», «Pero es que no hago cosas políticas –respondió–, las que realizo son de tipo humanas, familiares y de información. Ahora, si el gobierno me pide colaborar con una emergencia lo haré, pero jamás diré “vote por tal cosa”».
Finalmente agregó: «Admiro a los que se dedican al servicio público, pero no tengo disciplina política, pertenecer a una tendencia, a un partido. A veces estoy de acuerdo con la más rancia derecha y luego con la más rancia izquierda».
Fuente: https://www.periodismo.com/2016/03/05/adelanto-de-don-francisco-biografia-no-autorizada-de-un-gigante-de-laura-landaeta-larrosa/
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