Del neofeudalismo al capitalismo
por Eleuterio FS Prado (*)/ A terra e redonda.
1.
Se comenta aquí un escrito de Jodi Dean en el que esta autora del campo crítico explica por qué piensa que el modo de producción capitalista se está transformando en uno nuevo al que ella llama neofeudalismo. Su articulo Del neoliberalismo al neofeudalismo recién publicado[i] Parece muy apropiado como objeto de crítica porque está construido a partir del ingenio metodológico.
Aquí presenta esta tesis basada en una definición del capitalismo: “Es importante dejar claro cómo entiendo el capitalismo. Sigo a Ellen Meiksins Wood.[ii] cuando enfatiza que la especificidad del modo de producción capitalista proviene del mercado, de la forma en que impone ciertas formas de comportamiento, como “la competencia, la acumulación, la maximización de ganancias y el aumento de la productividad laboral”. Wood explica, además, que el sistema capitalista en su conjunto “impulsa de manera especial el aumento de la productividad laboral por medios técnicos”.[iii]
Tras establecer bien este significado, examina ciertas características del modo de producción actualmente existente para concluir que se está transformando en otro que reproduce ciertas determinaciones constitutivas del feudalismo.
El imperativo de la acumulación en condiciones de tasa de ganancia decreciente (estancamiento secular) está poniendo las leyes de movimiento capitalistas en contradicción consigo mismas. A través de este proceso también se está produciendo una remodelación de la sociedad y la política. Las ganancias, la mejora continua y la ventaja competitiva ya no dictan las estrategias de acumulación; en cambio, están surgiendo el rentismo, la privatización y el acaparamiento, que requieren coerción extraeconómica. Se está construyendo así una formación social impulsada por el privilegio y la dependencia. Además, se produce una subversión cuando las leyes capitalistas ahora obligan a los agentes a adoptar comportamientos no capitalistas. Por lo tanto, las relaciones capitalistas y las fuerzas productivas están atravesando una transición sistémica hacia un modo de producción diferente. A este modo lo llamo “neofeudal”.[iv]
2.
Ahora, como sabes, puedes revisar cientos de páginas de El capital sin descubrir una definición de capitalismo. Karl Marx, como también se sabe, ni siquiera utilizó este término a lo largo de este escrito, tal vez porque temía –precisamente, por así decirlo– la petrificación de este concepto a través del entendimiento común.[V]
Porque, la noción habitual de definición es incompatible con el método utilizado en la construcción de esta singular obra. Porque, como también es bien sabido, la dialéctica que proviene de Hegel no toma al objeto de investigación previa, y de exposición posterior, como un “ser fijo”, sino como un “ser en proceso de desarrollo”. Por ello, estos autores no construyen teorías en el sentido tradicional, sino presentaciones dialécticas que reproducen el objeto como concepto, es decir, “en sí mismo y en su propio devenir”.[VI]
Si se quiere, por tanto, entender el capitalismo, no se puede buscar una definición, sino que hay que seguir la exposición conceptual de en qué consiste realmente el capital. Aquí se practica el arte del desvelamiento progresivo del objeto. Como sabemos, el modo de producción capitalista, al comienzo del Libro I de [El capital], aparece como uno en el que se producen principalmente mercancías. La riqueza aparece allí como una “inmensa colección de bienes”. La mercancía individual –dice expresamente este autor– consiste en su forma elemental. Por lo tanto, la interacción social a través de los mercados es una característica principal de este modo de producción.
Sin embargo, esta primera descripción es del todo insuficiente para comprender este objeto. Como se muestra en el apartado IV del capítulo primero [de la obra], la mercancía no es “una cosa simple, trivial y obvia”, sino que, de hecho, se convierte en algo misterioso porque, además de ser una cosa, parece tener valor. Por esta razón, no se ofrece fácilmente para su conocimiento científico riguroso. Al notarlo, es necesario ver que estamos en presencia de una “cosa muy complicada, llena de sutilezas metafísicas y trucos teológicos”.
El misterio de la forma mercancía, explica sucesivamente Marx, consiste en que el trabajo social del hombre se plantea a través de ella como un valor objetivo que existe allí, algo que aparece, por tanto, como una determinación objetiva de los productos del trabajo. El fetiche de la mercancía surge así de la confusión praxiológica entre la forma social que asume el trabajo, manifestada como valor de cambio, y el soporte de esta forma, el valor de uso.
Hasta el capítulo IV del Libro I, el capitalismo aparece como un sistema en el que prevalecen “las relaciones cosificadas entre las personas y las relaciones sociales entre las cosas”, es decir, M – D – M*. Por tanto, la economía vulgar entiende el capitalismo sólo como una “economía de mercado”. Ahora bien, en este capítulo se desmitifica esta apariencia. Marx, desarrollando el concepto, pasa de la apariencia del sistema a su esencia, es decir, [de] la circulación de bienes, para examinar críticamente la producción de bienes.
Al examinar la producción de mercancías, encuentra la relación social del capital, cuyo movimiento D – M – D* es infinito en principio. Luego presenta al capital como un “valor que se valora” y, por tanto, como un “sujeto automático” que no [requiere] del capitalista como agente [aunque] lo personifica. Luego muestra que este movimiento sólo es posible porque el capital compra una mercancía especial cuya característica particular es que es una fuente de valor: la fuerza de trabajo. Ahora bien, el valor de uso de esta capacidad, el trabajo ya como trabajo abstracto.[Vii], se puede acumular bajo diferentes coberturas: medios de producción, dinero, acciones, bonos, etc.
En este punto de la exposición, Marx presenta, por primera vez, lo que llamará capital industrial, un momento en el sistema de relaciones de capital, que recibirá atención principal a lo largo de los Libros I y II y las tres primeras secciones del Libro III. Aquí citamos secuencialmente un momento de esta presentación en el que Marx indica cómo el capital industrial marca toda una época histórica del proceso social de producción, es decir, el capitalismo.
Las formas específicas del dinero, ya sea como mero equivalente de bienes o como medio de circulación, ya sea como medio de pago, de tesorería o de dinero mundial, se refieren (…) a etapas muy diferentes del proceso social de producción. Sin embargo, para la constitución de todas estas formas basta una circulación de bienes relativamente poco desarrollada, a diferencia de lo que ocurre con el capital. Sus condiciones históricas de existencia no están dadas en modo alguno por la circulación de bienes y dinero. Sólo surge cuando el propietario de los medios de producción y de subsistencia encuentra en el mercado al trabajador libre como vendedor de su fuerza de trabajo, y esta condición histórica comprende toda una historia mundial. Por tanto, el capital anuncia, desde su primera aparición, una nueva era en el proceso social de producción.[Viii]
3.
Bueno, es bastante evidente a estas alturas que Jodi Dean privilegia este momento para encontrar una supuesta definición de capitalismo. Sin embargo, si tiene razón sobre el núcleo del concepto de capital, es necesario señalar que este concepto, como tal, aún no está completo: el capital industrial no puede prosperar sin financiar el capital. En la sección IV del Libro III, Marx presenta el capital comercial y el capital [dedicado al trafico] de dinero.
En la siguiente sección, al examinar el sistema crediticio, se muestra cómo el capital de préstamo, es decir, el capital dinerario en busca de apreciación, colabora con el proceso de acumulación. Para ello adopta las formas del capital que devenga intereses y su forma derivada, el capital ficticio. En el primer caso, financia la producción retirando una parte del beneficio industrial en forma de intereses; en el segundo, acelera el consumo privado y estatal y también puede fomentar la especulación.
Y aquí es necesario señalar que el capital dinero tiene otro valor de uso que el que permite la compra de bienes en general y de fuerza de trabajo en particular. Como dice el propio Marx, tiene un “valor de uso adicional, a saber, el de funcionar como capital”. He aquí que en la “condición de capital posible (…) se convierte en mercancía”. En lugar de D – M – D’ simplemente tenemos D – D’, de tal manera que “la fórmula general y ordinaria del capital [está así] condensada de manera absurda”. Ahora bien, es la lógica misma del sistema que D – D’, al desarrollarse, llega a subsumir D – M – D’. En lugar de limitarse a servir al capital industrial o supervisar la aplicación productiva del capital, el capital financiero tiende a convertirse en el comandante del capital industrial.
Por tanto, bajo esta forma, el capital es el capital por excelencia, un vampiro ante todo. En palabras de Marx se dice así: en esta forma “se produce en toda su pureza ese fetiche automático del valor que se valora a sí mismo, dinero que genera dinero, pero al asumir esta forma ya no lleva ninguna cicatriz de su nacimiento”. .” Sin embargo, si sólo se presta atención a esta apariencia, puede parecer que ya no estamos ante el capitalismo. Se puede juzgar que ya hemos entrado en otro sistema económico basado en la extracción y no en la producción de riqueza específicamente capitalista. Pues bien, el capital financiero se presenta ahora como un gran súcubo formado por derechos de giro.
En consecuencia, aquí vale la pena decir lo siguiente: la financiarización, que recién se consolidó en la segunda mitad del siglo XX, no es un evento que niegue el capitalismo. Pero antes de eso –es bueno preguntar aquí– ¿qué había allí?
4.
Desde un punto de vista histórico, el capitalismo del siglo XIX y gran parte del siglo XX, en el que dominaba la gran industria, aparece como el capitalismo industrial por excelencia. Sin embargo, como es bien sabido, ya en la segunda década del siglo pasado, Rudolf Hilferding demuestra que el gran capital industrial ya se había transformado en capital financiero.
Examina el caso de la Alemania imperialista, señalando que el gran capital industrial dejó de ser propiedad privada de los capitalistas y pasó a ser propiedad de bancos y sociedades anónimas, convirtiéndose así en propiedad colectiva de fracciones más o menos numerosas de la clase capitalista. «Una parte cada vez mayor del capital empleado en la industria» -señala- es ahora «capital financiero«, es decir, capital que ha sido socializado y ahora está comandado, a través de la propiedad bancaria y accionaria, por capitalistas financieros. Es así como el capitalista por excelencia deja de ser el capitalista industrial para convertirse en el capitalista financiero, propietario de grandes sumas de dinero, acciones, bonos públicos y privados.
Ahora bien, lo que Rudolf Hilferding descubre en la realidad histórica ya fue anunciado como una posibilidad conceptual en la presentación misma de El capital.[Ex] En el capítulo 27 del Libro III, comentando la creación de la sociedad anónima, Marx encuentra el siguiente extracto: “El capital, que, como tal, se basa en un modo social de producción y presupone una concentración social de los medios de producción y fuerzas de trabajo, adquiere así directamente la forma de capital social (capital de individuos directamente asociados) en contraposición al capital privado, y sus empresas se presentan como empresas sociales en contraposición a empresas privadas. Es la supersunción [abrogación] del capital como propiedad privada dentro de los límites del propio modo de producción capitalista”.[X]
Por lo tanto, Marx, aunque no observó esto en la realidad de su tiempo, predijo la llegada de una nueva era en el proceso social de producción en la que el capital socializado comienza a dominar ampliamente al capital privado en sentido estricto. Ahora bien, como sabemos, este proceso, que continuó desarrollándose a lo largo del siglo XX, adquirió una nueva dimensión con el advenimiento del neoliberalismo a partir de los años 80. [Xi] Incluso si el neoliberalismo es más complejo como fenómeno histórico, lleva el proceso de socialización del capital a su culminación.
A partir de entonces, el capitalismo, por tanto, ya no puede considerarse como el dominio por excelencia del capital industrial. De otra manera, debe entenderse como un sistema en el que el capital financiero domina en diferentes formas. Y este capital aparece en forma de derechos de retiro sobre la riqueza producida, lo que da lugar al dominio de las finanzas sobre la producción y la distribución, es decir, lo que se ha llamado rentismo desde la época de Marx.
Sus vehículos son el capital que devenga intereses que extrae plusvalía de las ganancias generadas en la producción y el capital ficticio que lo hace captando dividendos de las empresas corporativas, parte de los impuestos, a través de la financiación del gasto público, e ingresos privados, a través de préstamos al consumo. Pero también lo que se ha llamado capital de plataforma, ya que éste, en gran medida, adopta la forma de “capital como mercancía” y, por tanto, ya no funciona simplemente como el antiguo capital industrial.
Además, a medida que la forma de capital así colocada se adhiere a las tecnologías de la información y la comunicación, se vuelve capaz de ejercer control sobre todas las actividades humanas, económicas y no económicas, y de extraer de ellas ingresos extraordinarios en diferentes formas.
Por lo tanto, no se puede encontrar ninguna buena razón en la presentación dialéctica en El capital [para] pensar que hay una transformación espontánea del capitalismo en neofeudalismo o tecnofeudalismo. Esta forma de pensar es simplemente un malentendido. Sin embargo, hay una buena razón –y buenos argumentos– para creer que actualmente estamos presenciando el declive del capitalismo.[Xii]
(*) Eleutério FS Prado es profesor titular y titular del Departamento de Economía de la USP. Autor, entre otros libros, de Desde la lógica de la crítica de la economía política (luchas contra el capital).
Observac.: negritas y palabras entrecorchetes [], fueron agregadas por el Editor CT.
Notas
[i] Véase Dean, Jodi – Del neoliberalismo al neofeudalismo. En: Emancipaciones: una revista de análisis social crítico, enero de 2025.
[ii] Madera, Ellen Meiksins – El origen del capitalismo, Atrás, 2017.
[iii] Decano, op. cit.
[iv] Ditto.
[V] Véase Musto, Marcello – La genealogía del concepto de capitalismo. Lugar la tierra es redonda: https://aterraeredonda.com.br/a-genealogia-do-conceito-de-capitalismo/
[VI] Müller, Marcos Lutz – Exposición y método dialéctico en Marx. https://eleuteriprado.blog/2015/09/09/metodo-de-o-capital/
[Vii] Esta abstracción, como sabe Ruy Fausto, es una medida; no es, por tanto, una abstracción de comprensión. Y se establece por el proceso social, objetivamente, es decir, independientemente de la conciencia de los agentes. Ver Marx: lógica y política. Tomo I. Editora Brasiliense, 1983.
[Viii] Marx, Carl- Capital – Crítica de la economía política. Libro III. Boitempo, 2017.
[Ex] Hilferding, Rudolf – el capital financiero. Editora Abril Cultural, 1985.
[X] Marx, Karl – op. cit.
[Xi] Véase Chesnais, François – El capital financiero hoy. Brill, 2016 y Maher, Stephen y Aquanno, Scott – La caída y el ascenso de las finanzas estadounidenses, Atrás, 2024.
[Xii] Prado, Eleutério FS – Capitalismo en el siglo XXI – El ocaso a través de acontecimientos catastróficos. Editorial CEFA, 2023.
Fuente: https://es.aterraeredonda.com.br/do-neofeudalismo-ao-capitalismo/
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