Volver a Recabarren.

Luis Emilio Recabarren y sus tres hermanas. Mercedes, Luz Emilia y Berta Recabarren Serrano.

Recabarren: ateo del sistema mundo capitalista.

por Omar Cid.

El siglo XXI avanza a Mach10 (1). En contadas ocasiones, el ángel de la historia (2) nos expone al complejo escenario de una crisis civilizatoria en curso —cuyos ecos en este caso— perforan la mera idea de un choque civilizatorio como lo expresara en su momento Huntington (3). En este escenario mundial desafiante, parafraseando a Gramsci donde lo rancio se niega a morir y lo nuevo no termina por nacer; una salida plausible ante tanta desorientación, es volver a la veta originaria que permitió la construcción de un movimiento político, cultural y social que enfrentó y sigue enfrentando a los adoradores de la ganancia económica a cualquier costo. En ese telar construido desde la memoria: Recabarren abraza a los pobres, los marginados de ayer y hoy.

A finales del siglo XIX, Chile integraba nuevos territorios fruto de campañas militares tanto en el norte con la llamada Guerra del Pacífico —como por el sur— luego de la ocupación, colonización y explotación del territorio Mapuche. Los años de Recabarren (1876-1924), están marcados por el ciclo del salitre, por las huelgas obreras, la primera, registrada en 1890 en Tarapacá. El debate político de esa época, estuvo cruzado por la cuestión social, en razón de las míseras condiciones de vida de los más desamparados —y en contraste, con la respuesta organizada de los obreros de ese entonces—. En el ámbito de las ideas, el liberalismo, el conservadurismo católico que comenzaba a despeinarse con la Encíclica Rerum Novarum  (1891) las corrientes socialistas, anarquistas, un Marx de oídas que cobra fuerza a partir de la revolución rusa de 1917, son parte del collage de doctrinas que circulan, en un país donde el 48.4% de la población no sabía leer en 1907 (4). Si a lo anterior, sumamos los estragos que produjo —de modo particular, en la larga y angosta faja de tierra— la primera gran guerra europea (1914-1918), dañando la predominante industria del salitre, provocando la cesantía de sus trabajadores, en un contexto ya azotado por las alzas de precios, donde los más pobres pagaban con el hambre, la desnutrición —y por si todo lo anterior no fuera suficiente—, con la persecución y el asesinato. Lo antes retratado, obliga a establecer un diálogo de otras características, con la singularidad del obrero tipógrafo autodidacta Luis Emilio Recabarren, con su destreza para interpretar los signos de los tiempos , y proponer junto a otros de su condición  un método, un quehacer, cuyo punto de origen es la desconfianza, a todo lo que significara alejarse del compromiso de servir al proceso de liberación de los trabajadores: tómese lo señalado como advertencia epistémica.

Ese método, hubiera sido ineficaz sino sintoniza con las necesidades de los excluidos de su tiempo, de ahí que requiriera abordar el problema de los pobres con una mirada — si cabe el término, antropológica distinta—  diría unitaria [el cuerpo como un todo], más que dualista [división cuerpo-espíritu]. De ahí, la importancia de enfrentar esa dificultad [la del dualismo] con un esquema que vaya más allá de la explotación laboral. Así se entiende, la necesidad de educar, de generar medios de comunicación propios, de construir una identidad cultural, una manera de ser y estar de los excluidos con conciencia en el sistema mundo capitalista. Recabarren, al sospechar de todo lo proveniente de la experiencia de explotación laboral, intuye el ocultamiento del impulso civilizatorio de muerte, traducido en degradación acelerada para los obreros y obreras de su período.

La figura del obrero tipógrafo entonces, es mucho más enriquecedora que la de un intelectual, un organizador, un pedagogo, un agitador. Entiéndase aquí, todas las anteriores, como la parcelación mañosa entre pensar y hacer o como extensión de la división [cuerpo-alma]. Recabarren en buenas cuentas, era un ateo (5) de la sociedad capitalista implantada como totalidad. Su ateísmo contiene dotes de profeta, porque denuncia a los idólatras del capital y las consecuencias para los pobres de esa sumisión. Sin embargo, no solo denuncia, también anuncia las potencialidades existentes en los marginados y excluidos, para construir una sociedad distinta y -como si fuera poco- ayuda a generar las condiciones de organización que permiten hacer carne ese horizonte de sentido.

La alteridad que significó Recabarren, al totalitarismo señorial capitalista, todavía no somos capaces de asimilarla. El impacto que generó en la élite colonizada de su época un obrero autodidacta atreviéndose a pensar —aún es temprano para sopesar sus reverberaciones— ,sobre todo en una atmósfera marcada por los pensares de sucursal, por la indolencia con el otro que sufre en cualquiera de las matrices de opresión de la que es víctima. Volver a los orígenes, implica preguntarse por los obstáculos existentes para contribuir de manera creativa, audaz y clarividente, con el compromiso de servir al proceso de liberación de los marginados, excluidos y pobres de esta historia.

1. Diez veces la velocidad del sonido, alcanzada por el misil Orechnik

2. Benjamin Walter, tesis 9 sobre la filosofía de la historia

3. Huntington Samuel, El choque de civilizaciones, 1996

4. https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-333803.html

5. Dussel Enrique, El ateísmo de Marx y los profetas l’America latina, Il Regno – Attualità, 19 (1974). 317-321

14 de enero, 2025.

Fuente: https://kaosenlared.net/chile-recabarren-ateo-del-sistema-mundo-capitalista/


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