por Roberto Savio (*) /Surysur.net.
Larry Summers, el Secretario del Tesoro de Bill Clinton, hizo pocos amigos en la vida. En ese momento, jugó un papel decisivo en la eliminación de la Ley Glass-Steagall que en 1933 estableció reformas bancarias para controlar la especulación, con la separación entre la banca de depósito y la banca de inversión. La abolición de esa ley liberó un torrente de dinero que dio origen al monstruoso sistema financiero actual.
Summers fue también economista jefe del Banco Mundial, el que dejó en medio de polémicas. Se convirtió en el presidente de la prestigiosa Academia de Harvard, que se vio obligado a abandonar debido a un problema de género. Fue Director del Consejo Económico Nacional con el presidente Barack Obama, dónde sus actitudes a favor de los negocios crearon nuevas polémicas.
Puede ser que por todas estas razones, muy pocos prestaron atención a sus predicciones acerca de la “nueva economía”, un término creado tras la crisis de 2009, para indicar que el desempleo es algo normal, el mercado el centro de la economía y finanzas y las medidas sociales y de bienestar ya no serían más una preocupación de la economía.
Summers advierte sobre “un estancamiento secular”. En otras palabras, el crecimiento anémico nos acompañará durante mucho tiempo. Sus avisos se basaban en el hecho de que no existe una verdadera acción política para crear estímulos y que “en un mundo que está a apenas un gran shock de una recesión global, muy poco fue decidido sobre como estimular la demanda. Los banqueros centrales comunicaron el sentimiento de que poco más pueden hacer para fortalecer el crecimiento o incrementar la inflación”.
Summers comentaba así la última reunión de Ministros de Finanzas del G20 (Feb.26), donde no pudieron ponerse de acuerdo sobre ninguna acción concluyendo con una declaración que “los mercados se están preocupando demasiado”.
La magnitud de la reciente volatilidad del mercado no ha reflejado los fundamentos subyacentes del pantano de la economía mundial, declaró Lou Jiwei, el Ministro de Finanzas de China, que acogió el G-20 en Shanghai.
El rígido ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, hizo bloquear la propuesta para el estímulo de las reformas, defendida por el Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Jack Lew, insistiendo en que ahora es el momento sólo para las reformas estructurales y no para una política fiscal y monetaria de estímulo. El caso de Grecia estaba presente en la mente de todos.
Más tarde, al comentar la enorme carga de refugiados bloqueados en una Grecia ya exhausta, Schäuble declaró que si bien esta tragedia humana necesita atención, “no debería distraer a Atenas de la aplicación de su programa de reformas estructurales”.
Unos días más tarde, Mario Draghi presentó un gran programa de estímulo fiscal del BCE, que está colocando en cero el costo del dinero, al tiempo que aumentar la infusión de dinero de 60 a 80 miles de millones de euros al mes. Al comienzo, los mercados reaccionaron positivamente, luego bajaron y ahora están positivos de nuevo.
Sin embargo, Draghi como siempre, advirtió que los bancos centrales no pueden hacer el trabajo de los gobiernos. La inflación forma parte del crecimiento, siempre que no exceda 2%, pero ha sido hasta ahora de 0,1%. El crecimiento en la zona euro, se estima en 1,4% en 2016 y es de esperar que sea de 1.7% en 2017. Han pasado cinco años que prácticamente se entró en estancamiento y Europa no ha recuperado aún el nivel económico de antes de la crisis.
Por supuesto, esto ha creado fuertes alaridos en Alemania. Schäuble, quien ha convertido la economía una rama de la ciencia moral, ha declarado que “el dinero fácil lleva a la perdición”. El lamento general es que el BCE está llevando a cabo una política para rescatar a los países endeudados del Sur de Europa, a expensas de Alemania y los demás países del Norte de Europa, que no necesitan una política monetaria de costo cero.
El ministro de Comercio Exterior, Anton Börner, ha declarado: “para la población alemana es una catástrofe. Sus ahorros han sido expropiados. Se trata de una expropiación gigante del Norte para el Sur”.
Es cierto que los alemanes son grandes ahorradores. En sus cuentas hay más de 2 billones de euros, una tercera parte del total de la zona euro. Con interés cero, Union Investment ha calculado que perderán 224 mil millones, en comparación con lo que habrían ganado con el interés histórico promedio de los depósitos.
El DZ Bank AG de Alemania ha publicado un estudio, según el cual el Tesoro italiano ahorra 53 mil millones de euros frente a 9,5 de Alemania. España también ahorraría una cantidad similar: 42 mil millones de euros. El director del prestigioso Instituto de Investigación del IFO (Institut für Wirtschaftsforschung de Munich), ha declarado: “estamos frente a una política de subsidios a los bancos zombi y los Estados al borde de la bancarrota”.
Todo esto es una prueba más de cómo todo el sueño de un proyecto europeo se está desvaneciendo.
Las quejas de los alemanes son lógicas, pero sólo desde una óptica muy miope y egocéntrica. Alemania no puede ignorar que no es una receta para el futuro eso de seguir siendo una isla de prosperidad en una región que les proporciona un superávit constante en su balanza comercial y una fuente permanente de ingresos de coste inferior que pedir dinero prestado por su diferencial positivo con otros países europeos.
Si la zona euro continúa con una índice de crecimiento anémico y una muy baja tasa de inflación, el estancamiento se asentará por un largo tiempo. Es fácil predicar reformas económicas, pero de acuerdo con la Unión Europea, Estados Unidos, China, los BRICS, y todos los demás, Alemania debería utilizar su superávit al menos para invertir en costos estructurales, como infraestructuras, para así impulsar el crecimiento.
En cambio, el gobierno alemán mantiene firmemente sus beneficios y considera que su destino no tiene nada que ver con el de los otros. Está lista para empujar a la Unión Europea para desembolsar 6.000 millones de euros a Turquía para mantener a los refugiados fuera hasta a volver a abrir la puerta a admisión, algo hasta ahora rechazado por la población alemana.
La brecha Norte-Sur de Europa no es sólo el resultado de la falta de disciplina del Sur: es también el resultado de que el mayor país europeo, cada vez más mira sólo a sus intereses inmediatos.
La visión de Summers parece cada vez más realista. El costo del petróleo aumentará según la Agencia Internacional de la Energía (AIE). El número de plataformas de petróleo en Estados Unidos ha caído a su nivel más bajo en más de seis años, ya que el bajo precio hace que los equipos de alto costo sean anti-económicos. El número de anillos de petróleo y gas se ha hundido hasta 1.761, el número más bajo desde 2002.
Esto no va a ayudar a África en su conjunto, a la esencial recuperación china, a un gran número de países latinoamericanos y asiáticos, además de Europa. El comercio, un indicador económico vital, ha estado estancado durante los últimos cinco años. Todo esto forma un conjunto de datos sin precedentes.
El debate sobre las reformas estructurales en comparación con los estímulos económicos y financieros parece un callejón sin salida, que está paralizando la comunidad internacional. ¿Qué pasa si “el principal choque producido por una recesión global” proviene ahora de la parálisis europea? Estamos entrando en la cuarta revolución industrial, aquella en la que los robots sustituirán a los trabajadores.
Según el último libro de Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial de Davos, en una década los robots representarán el 52% de la producción industrial, por encima de su actual 12%. Esto aumentará la concentración de la riqueza y la desigualdad social.
El debate sobre nuestro futuro simplemente no existe en los círculos políticos. Lo que ahora discutimos es sobre las cuentas de ahorro…
Fuente: http://www.surysur.net/estamos-entrando-en-europa-en-un-estancamiento-a-largo-plazo/#more-52807
Mar 15 2016.
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(*) Roberto Savio, nacido en Roma, Italia, también posee nacionalidad argentina, es un periodista, experto en comunicaciones, analista político, activista por la justicia social y el clima y defensor de la gobernanza global. Ha desarrollado gran parte de su carrera en Inter Press Service (IPS), la agencia de noticias que fundó en 1964 junto con el periodista argentino Pablo Piacentini.
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