Octubre 1972 – Octubre 2016: Caminando hacia el Poder Popular.

por Camilo Ahumada y Josefa Contreras.

“Pese a todo, a lo largo y ancho del país se oye un solo grito que resuena en las fábricas, fundos, poblaciones y liceos, en los cuarteles del pueblo: el llamado a crear, fortalecer y multiplicar el poder popular, el poder de los comandos comunales, el poder de los obreros y los campesinos, el poder de la revolución”

Octubre Revolucionario…

Durante el mes de Octubre, la Izquierda de Nuestramérica en general, y la chilena en particular, recordamos la caída en combate de dos de los grandes revolucionarios del siglo XX, Miguel Enríquez Espinosa y Ernesto “Che” Guevara. Ambos asumieron un papel dirigente en procesos revolucionarios con particulares características, y sus nombres sintetizan décadas de lucha contra la explotación y la opresión, a la vez que el sueño de liberación de un continente entero. Pero a la vez que estos nombres nos evocan la utopía socialista, hoy 11 de octubre, queremos reivindicar la experiencia de miles de hombres y mujeres sin rostro, que un día como hoy hace 44 años, hicieron frente a una de las ofensivas patronales más decididas de la época, y extendieron por todo el territorio el llamado a crear el poder popular, el poder de la revolución.

El Paro Patronal, Octubre chileno de 1972…

El 11 de Octubre de 1972 se da inicio a lo que será conocido como el Paro de Octubre o el Paro Patronal, una coyuntura decisiva durante el Gobierno de la Unidad Popular, pues se desatarán todas las fuerzas históricas que disputaban el futuro de la sociedad: el proyecto de las clases dominantes frente a frente al proyecto de los trabajadores y el pueblo. Se corre el velo, y la lucha de clases se muestra franca y abierta. Lo anterior, tiene lugar en un contexto de crisis generalizada, de orden social, política y económica, consecuencia de la agudización de los enfrentamientos entre las clases, ante la pérdida de hegemonía de los sectores dominantes, las debilidades del gobierno de la UP, y los sostenidos avances del movimiento popular que ya desbordaba los canales tradicionales definidos para hacer política. En tal escenario, la táctica elaborada por las clases patronales – apoyadas por el imperialismo estadounidense – consistía en generar en octubre un clima de incertidumbre dentro del campo popular, agudizando la guerra económica, saboteando la producción y parando las fábricas, manipulando el flujo monetario, paralizando el transporte de camiones y microbuses, acaparando productos de primera necesidad para generar desabastecimiento. Todo esto combinado con acciones de sabotajes de grupos paramilitares de derecha, conspiración en las fuerzas armadas y presión política desde dentro y fuera del poder legislativo y judicial para llevar a Allende y la UP a la capitulación.

Las respuestas del campo popular…

Puesto en esta coyuntura, el movimiento popular inaugura uno de sus períodos de mayor creatividad, y se dispone transversalmente a hacer frente a la arremetida de las clases patronales, desarrollando organizaciones de carácter autónomo que sobrepasarían con creces las vacilantes respuestas del gobierno y las debilidades de la CUT para organizar a las y los trabajadores. Pero esta respuesta, si bien es defensiva, no es en ningún caso espontánea, y tiene antecedentes en diferentes experiencias previas, en las que distintos sectores sociales habían comenzado a articularse y coordinarse para potenciar sus acciones y métodos de movilización. Destacan como antecedentes las movilizaciones de pobladores apoyadas por obreros en diferentes ciudades, tomas de fábricas más allá de lo que establecía el Programa de la UP, obreros respaldando en la práctica tomas de fundo emprendidas por los campesinos, asambleas y cabildos comunales auto-convocados, la creación de Comandos Coordinadores de las Luchas de los Trabajadores, etc. Es a partir de esta experiencia previa que el movimiento popular emprende las acciones para mitigar los efectos del paro, comienza una contra-ofensiva, se activan los vínculos creados con anterioridad y comienzan a hacerse orgánicos hasta cristalizar en la creación de lo que conocemos como órganos del poder popular. Estos gérmenes de poder popular no toman una única forma específica, sino más bien múltiples formas que se darán de manera simultánea y combinada a lo largo del país. Algunas de estas formas específicas las encontramos en los Comités Coordinadores, organizaciones de carácter territorial que agrupaban a obreros, pobladores y estudiantes, y que asumieron labores fundamentalmente en torno al transporte, la distribución y el abastecimiento, haciendo funcionar micros paradas para transportar niños a las escuelas y obreros a las fábricas; transportando alimentos desde el campo a la ciudad; abriendo locales cerrados para combatir el mercado negro; coordinando con las Juntas de Abastecimiento y Precio (JAP) que habían sido creadas anteriormente como iniciativa de la UP, y que en torno a esta coyuntura adquieren progresiva independencia; formando parte de la creación de almacenes populares, en donde se repartía a precio justo la producción de los cordones industriales. Estos gérmenes de poder popular también toman forma específica en los Cordones Industriales, coordinaciones fundamentalmente de sindicatos pertenecientes a industrias de diferentes ramas de la producción que compartían un marco geográfico, una base territorial común. Dado su carácter territorial, estos Cordones Industriales lograban unificar a la clase obrera más allá de sus diferentes ramas productivas, lograban unificar a los sectores afiliados a la CUT con aquellos de la pequeña y mediana industria que no lo estaban (dadas las restricciones que imponía la legislación laboral), así como también permitían establecer una vinculación práctica con los sectores urbanos y rurales circundantes. Desde estos Cordones, y con el empuje de los sectores con mayor experiencia de lucha, se desplegó la iniciativa para ocupar las fábricas paradas y establecer el control obrero de la producción, exigiendo el traspaso de las empresas ocupadas al Área de Propiedad Social (APS) y haciendo andar – aunque parcialmente – la economía, demostrando que los patrones estaban demás, como versaban las consignas de la época. La dimensión territorial de estas organizaciones, permitió a su vez, coordinar acciones de protesta en diferentes puntos de las ciudades, bloqueando caminos, accesos y las principales arterias de circulación, lo que aportaba efectividad a las acciones realizadas.

Por último, y si bien no lograron desarrollarse ampliamente antes de Septiembre del 73, los Comandos Comunales, pretendían ser la consolidación en una perspectiva autónoma, de las diferentes organizaciones que el Pueblo en sus distintas expresiones se fue dando, pretendían ser la consolidación de la unidad de los múltiples sectores populares bajo la dirección de la clase obrera, pretendían sintetizar las propuestas de cambio social contenidas, por ejemplo, en el Pliego del Pueblo, y pretendían en último término, constituirse en los órganos de doble poder que enfrentaran al poder establecido en una perspectiva global.

Nuestro Octubre, hoy…

Cuarenta y cuatro años han pasado desde aquel Octubre, y desde hace al menos una década, hemos comenzado a despertar de la larga noche que las clases dominantes impusieron a sangre y fuego el 11 de septiembre de 1973. Sin duda que las condiciones a las que nos enfrentamos actualmente son muy diferentes, pero nos parece de la mayor importancia histórica relevar la experiencia de los sujetos populares construida desde abajo, para acceder desde ahí a la historicidad del movimiento popular y extraer aprendizajes para construir un diseño estratégico coherente para el presente.

Nuestro diseño estratégico debe encaminarnos en la creación de las condiciones de una situación revolucionaria que abra la posibilidad a una revolución social, donde es vital entender desde ya que esa situación supone órganos de poder desde los cuales las clases trabajadoras y el pueblo enfrenten efectivamente al poder establecido. Al día de hoy, sería difícil señalar que dichos órganos existen propiamente tal, pero queremos aventurarnos a señalar que existen actualmente organizaciones populares con características particulares, en las que es posible apreciar potencialidades para convertirse en dichos órganos de poder popular (recordemos que en la experiencia de Octubre, estos órganos no emergen espontáneamente). Sin más, nos referimos a las Coordinadoras NO+AFP multiplicadas por todo el territorio; Movimiento Salud para Todas y Todos en la Zona Norte de Santiago; Coordinadora Multisectorial Temuko; Movimiento por la Recuperación del Agua y la Vida con bases organizativas en diferentes territorios; Cordones Territoriales de Estudiantes en diferentes zonas de Santiago; Mesa Territorial de Salud de Talcahuano; Parlamento Mapuche de Koz-Koz; Asamblea Territorial de Conchalí; Articulaciones Sindicales en Valdivia; ocupaciones productivas en Wallmapu acompañadas de un amplio repertorio de acciones de movilización; y un largo etcétera.[1]

Estas nuevas organizaciones se constituyen, en la actualidad, en el espacio de coordinación necesario para hacer frente a las coyunturas claves, rompiendo en la práctica con los canales de las organizaciones tradicionales (sin ir más lejos, la coyuntura de movilizaciones contra las AFP, en que la CUT ni siquiera aparece y son las Coordinadoras NO+AFP las que se constituyen en el actor determinante). Pero no solo eso, porque varias de estas organizaciones han comenzado a trazar horizontes de más largo aliento, pre-figurando un Programa de cambio social que no se agota en una serie de reformas, Programa que sin embargo aún debe seguir robusteciéndose y sintetizándose en expresiones cada vez más unitarias, avanzando hacia el problema de las relaciones de producción al interior de la empresa capitalista, así como el carácter de la organización social y el poder político. Tarea central, por ende, será extender el desarrollo de estas organizaciones y su dimensión territorial y multisectorial, de tal manera que desde la base se vaya superando la lógica gremial, se vayan democratizando las propias organizaciones, se potencien los métodos de movilización de los diferentes sectores, y se permita que aquellas organizaciones con mayor desarrollo puedan empujar a otras menos desarrolladas, aún cuando su composición sea diferente. En el camino, por tanto, se entrecruzarán organizaciones legales e ilegales, o dicho de otra forma, organizaciones que forman parte de la actual institucionalidad democrático-burguesa (tales como sindicatos, federaciones estudiantiles, juntas de vecinos, comités de desarrollo local, etc), y organizaciones “nuevas” que han surgido al calor de la lucha y que no tienen un marco normativo (tales como asambleas sociales, coordinadoras de defensa territorios, colectivos de mujeres y culturales, etc). Y si bien la actividad principal de estas organizaciones se da en momentos de mayor conflictividad, en donde debemos organizar acciones de protesta y asambleas haciendo práctica la consigna de que todas las luchas son una sola lucha, así como planificar futuras acciones en un ejercicio de aprendizaje popular, también en otros momentos debemos ejercitar nuevas formas de sociabilidad en diferentes ámbitos de la vida, que vayan pre-figurando nuevas formas de auto-gobierno.

En fin, es el propio Pueblo el que ya ha comenzado a recuperar su historicidad y a hacer buena parte de lo aquí expresado. En este sentido, no estamos pretendiendo “inventar” o “imponer” fórmulas abstractas, sino más bien como plantea Lenin “El marxismo, totalmente hostil a todas las fórmulas abstractas, a todas las recetas doctrinas, exige que se preste mucha atención a la lucha de masas en curso que, con el desarrollo del movimiento, el crecimiento de la conciencia de las masas y la agudización de las crisis económicas y políticas, engendra constantemente nuevos y cada vez más diversos métodos de defensa y ataque. (…)El marxismo, en este sentido, aprende, si puede decirse así, de la práctica de las masas, lejos de pretender enseñar a las masas formas de lucha inventadas por sistematizadores de gabinete.” Por lo anterior, creemos que el conjunto de la izquierda debe desarrollar una práctica apegada al Pueblo, fundirse en estas organizaciones y profundizar desde ahí su construcción, materializando desde estas bases la unidad en la acción. Aquí se va perfilando un camino, sin atajos, un camino propio y revolucionario.

¡Que los Pueblos decidan su Futuro!

[1] Aparecen aquí señaladas organizaciones del pueblo chileno y el pueblo mapuche. Este último ha desarrollado sus propios horizontes y lenguajes, y la expresión de poder popular no le es propia. No obstante lo anterior, creemos que los afanes emancipatorios, de autodeterminación, y las expresiones de poder mapuche y control territorial, permiten establecer una perspectiva de largo plazo común.

fuente: http://www.caminando.cl/?p=497


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