por Silvia Ribeiro (*) / La Jornada.
En un artículo anterior, planteo la contradicción entre la postura pública de Trump de recuperar empleos apoyando a empresas automotrices y otras a regresar o quedarse en Estados Unidos. Pero las exenciones fiscales y otras medidas que prometió para incentivarlas, serán usadas por esas empresas para mayor automatización, lo cual redundará en menos empleos. Según estadísticas oficiales, ese ha sido justamente el factor principal de pérdida de empleos. (La Jornada, 18/2/17) (ver más abajo, nota de Editor CT).
Una serie de artículos del New York Times sobre la «nueva clase trabajadora» en Estados Unidos da cuenta del proceso: en 1900, las fábricas y campos de cultivo empleaban 60 por ciento de la fuerza de trabajo. En 1950, los dos sectores juntos sólo empleaban 36 por ciento. A 2014, menos de 10 por ciento. El sector servicios ha ido aumentando porcentualmente y a 2005, ocupaba 56 por ciento de los trabajadores. El mayor crecimiento es en el de cuidados de ancianos y niños, de los cuales se ocupan mayoritariamente inmigrantes, al igual que muchos otros empleos que por ser rutinarios, mal pagos o tener bajo estatus social, no quieren hacer los estadunidenses (NYT, «The Jobs American Do»,23/2/17). Aquí influyen varios factores, entre ellos la automatización, pero también la globalización neoliberal y la deslocalización de producción hacia países con salarios miserables.
La pérdida de trabajos en el sector agrícola se debe a la industrialización en el sector, donde la maquinización tiene décadas, pero ahora se agrega un proceso de automatización mucho más amplio. No se trata solamente de grandes tractores y sistemas de riesgo, alto uso de agrotóxicos y semillas transgénicas –todos factores que eliminaron empleos. También de integración de nuevas formas de robótica, almacenaje digital y minería de enormes volúmenes de datos, inteligencia artificial, genómica y nuevas biotecnologías (como CRISPR-Cas9), todo lo cual converge en una nueva «agricultura de precisión», cuya meta subyacente es un campo sin agricultores, sustituidos por unos pocos operadores informáticos. La tendencia es similar en todos los países o regiones con agricultura industrial a gran escala.
Las fusiones que vemos en el sector agrícola (Monsanto-Bayer/ Syngenta-ChemChina / DuPont-Dow) se explican en parte por estas nuevas convergencias tecnológicas. Varias han invertido en bancos de datos digitales agrícolas –suelos, clima, genómica de fauna, flora y microorganismos– y tienen contratos de colaboración con firmas de maquinaria que manejan robótica, información satelital, etcétera. (Ver informe de ETC www.etcgroup.org/es/content/todo-se-reduce-controlar-el-big-data)
Pensar en líneas de montaje automotriz con obreros va quedando obsoleto (la mayor parte del trabajo en esa industria lo hacen robots) y el campo agroindustrial futuro parece estar dominado por drones y sensores que junto al manejo de datos digitales genómicos y físico-químicos, administrarán agrotóxicos o agua a través de maquinaria no tripulada.
En muchos otros sectores las cosas están cambiando rápidamente con el uso de robots e inteligencia artificial y su convergencia con bio y nanotecnología y redes de comunicación. En una revisión del Grupo ETC del año 2016, citamos algunos ejemplos que dan una imagen de ese futuro artificial (http://tinyurl.com/gr4utyc)
Amazon y otras empresas están desarrollando sistemas totalmente automatizados desde la atención al cliente a la colecta de pedidos en almacenes y su envío. Ya hacen distribución con vehículos no tripulados. En 2016, Amazon inauguró además Prime Air un sistema de drones de distribución aéreos, que en 13 minutos entregó el pedido de un agricultor en su finca, incluidas palomitas de maíz. También abrió Amazon Go, supermercado donde el cliente es identificado por su teléfono celular, toma su compra y sale caminando sin contacto con nadie. La tienda reconoce los productos que lleva, los carga a su tarjeta y envía el recibo a su celular.
Varias compañías de distribución y transporte, como Uber, están experimentando con autos no tripulados. Los riesgos de que la inteligencia artificial en la vía pública provoque accidentes son altos. Uber admitió que sus autos no habían frenado en luces rojas y que no reconocen el carril de bicicletas. Los autos-drones de Tesla, la compañía de Elon Musk –miembro del equipo de asesores de Trump–, ya provocaron una muerte, cuando un auto-dron no distinguió la caja blanca de un camión al horizonte y se estrelló matando a la persona que estaba en él.
La «automatización inteligente» se usa ampliamente para logaritmos que especulan en bolsas de valores, que ya han provocado al menos dos colapsos de bolsa. La agencia de noticias Ap está usando sistemas de inteligencia artificial para redactar –sin periodistas– notas de prensa de negocios, por ejemplo valores de acciones y cambios. Existen varias marcas de muñecas que «dialogan»con los niños y que además los graban y recogen datos de sus casas y los envían al fabricante. Microsoft creó un bot de Twitter para adolescentes que se convirtió en un monstruo superactivo de mensajes racistas, violentos y sexistas.
Los usos de inteligencia artificial, Internet de las cosas, convergencia tecnológica, conllevan muchos más aspectos polémicos de los pocos que aquí nombro, que urge entender y debatir. Un punto en el que todos coinciden, es que disminuyen los empleos, aunque crean otros, en número muy menor. Para esos no hay suficiente personal formado. De todos modos, no parecen ser para los que perdieron el empleo en décadas pasadas, muchos de los cuáles votaron por Trump. Éste, pese a la carta pública de las grandes empresas de inteligencia artificial por el tema migratorio, las mantiene cerca y las ve como parte de su proyecto.
(*) Investigadora del Grupo ETC
Artículo publicado originalmente en La Jornada
Fuente: http://www.elviejotopo.com/topoexpress/inteligencia-artificial-adios-al-empleo/
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Trump, empleo y robots.
por Silvia Ribeiro (*) / La Jornada.
Uno de los principales factores en que se apoyó Donald Trump en campaña –y que ahora usa para justificar absurdas medidas antimigrantes, altos impuestos a las importaciones y otras– fue la promesa de reducir la pérdida de empleos.
Sin embargo, según las estadísticas oficiales de Estados Unidos, la mayor parte de la pérdida de empleos en Estados Unidos se debió al aumento de automatización y robotización de las industrias. Estados Unidos produce ahora 85 por ciento más bienes de los que producía en 1987, pero con una planta laboral de dos tercios de la que existía entonces (FRED Economic Data). La proyección es que con mayor uso de sistemas de inteligencia artificial, la automatización se expandirá a más industrias y sectores, eliminando más puestos de trabajo.
Las industrias que anunciaron recientemente que se quedarán o relocalizarán plantas a Estados Unidos, como Ford y General Motors, ya tienen una parte importante de su producción automatizada y van por más. Gran parte de los supuestos nuevos «puestos de trabajo» que crearán serán en realidad realizados por robots. General Motors se ufana de ser la empresa automotriz que más ha invertido en nuevas tecnologías, incluyendo el desarrollo de vehículos no tripulados, lo cual también redundará en menos puestos de trabajo (choferes, distribución de productos y otras ramas).
Carrier, que anunció que dos plantas de producción de equipos de aire acondicionado se quedarán en Estados Unidos en lugar de instalarse en México (lo cual se presenta como logro de Trump), reconoció a la prensa que los incentivos fiscales que Trump le prometió serán usados para aumentar notablemente la automatización de sus plantas, con lo cual aumentará sus ganancias a mediano plazo, pero reducirá los puestos de trabajo. (Business Insider 5/12/16)
Ya como presidente electo, el New York Times preguntó a Trump si los robots iban a remplazar a los trabajadores que votaron por él. Trump reconoció alegremente «Lo harán, pero nosotros vamos a construir los robots también». (NYT, 23/11/16 https://tinyurl.com/juymes5).
Sólo que por ahora, el país con mayor fabricación de robots industriales en el mundo es China, que ya ha realizado grandes inversiones para ser además el primer productor global de robots aplicados a la agricultura y a nuevos campos de manufactura industrial. (NYT25/1/17https://tinyurl.com/hwm d4p6).
El traslado de grandes plantas de manufactura industrial a México y otros países del sur en las últimas décadas se debió a que las trasnacionales encontraron así formas de aumentar exponencialmente sus ganancias, explotando una situación de bajos a ínfimos salarios, pésimas condiciones y derechos laborales y terreno impune para la contaminación y devastación ambiental, además de ahorrarse el pago de impuestos en su sede. Todo lo cual fue asegurado y aumentado con los tratados de libre comercio. La vuelta de algunas plantas industriales a Estados Unidos se basa en una revaluación de sus ventajas comparativas a partir de las crisis actuales. Seguramente, la amenaza de Trump de colocar altos impuestos a las importaciones es un componente, pero la nueva ola de automatización «inteligente» juega un rol clave. Si Trump, como prometió a las empresas, les subvenciona con dinero del erario un desarrollo más rápido hacia la nueva generación de automatización inteligente, esto sin duda forma parte de la ecuación de ganancias de esas empresas. Claro que también le sirve a Trump como supuesta demostración de fuerza y como imagen de que está revirtiendo la pérdida de empleos.
Pero las predicciones sobre la cantidad de empleos que se perderán por la aplicación industrial de nuevas formas de robótica e inteligencia artificial en ese país varían de 9 a 47 por ciento, según el estudio que se tome de referencia. A nivel global, recientes reportes de la OCDE, la Universidad de Oxford y el Foro de Davos –entre los más citados en el tema–, todos prevén mayor pérdida neta de empleos de la que ya ha ocurrido, tendencia que afirman se ha acelerado desde 2000. UNCTAD, el organismo de Naciones Unidas sobre comercio y desarrollo, prevé que en los llamados países en desarrollo hasta dos tercios de los empleos pueden ser sustituidos por robots (UNCTAD2016,https://tinyurl.com/zu 2r3vc).
Pero la automatización y la robótica están lejos de ser novedades. La «novedad» es el salto exponencial en el desarrollo de la inteligencia artificial y la convergencia con esa y otras nuevas tecnologías, como nano y biotecnología, que se está expandiendo más allá de la fabricación industrial, a la agricultura y alimentación, transporte, comunicación, servicios, comercio, industrias extractivas, entre otros sectores claves; con múltiples impactos ambientales, a la salud, y también sobre el empleo.
Un proceso de convergencia que en el Grupo ETC llamamos BANG desde 2001 (bits, átomos, neuronas, genes) y que el Foro de Davos desde 2016 llama «cuarta revolución industrial». La automatización de las últimas décadas ha significado un aumento de la productividad, pero no mayor bienestar social, sino lo contrario: estancamiento de salarios y aumento de la desigualdad. Nótese que de los ocho hombres más ricos del planeta –que concentran más riqueza que la mitad de la población mundial– la mayoría son empresarios informáticos o cuya actividad está fuertemente vinculada a la digitalización y robotización.
Y según los reportes mencionados, la expansión de la nueva ola de automatización «inteligente» eliminará más empleos de los que generará, afectando también sectores distintos de los que ya venían siendo sustituidos por ella. Cómo intentará Trump resolver esa contradicción es un enigma.
(*) Investigadora del Grupo ETC
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/02/18/opinion/019a1eco
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