Chile: El ‘cabreo’ resultante de la politiquería actual.

Campesinos chilenos

por Arturo Alejandro Muñoz/ Diario Electrónico Polítika.

Comentarios y frases campesinas sobre la política y los políticos, tomadas al azar. La opinión de la gente del Chile profundo… que también sufraga

Leo la prensa, recorro las redes sociales, miro programas de televisión, reviso antiguos y valiosos apuntes de mis años universitarios, converso con mis pares, participo en tertulias con mis vecinos y asisto a diferentes charlas, paneles y seminarios… todo ello para, finalmente, llegar a una conclusión que me preocupa, de verdad me preocupa.

Para afirmar lo que más adelante podrá leer, me he basado en el único sustento argumental del que dispongo, que se deduce de lo comentado al inicio de esta nota. No tengo otras razones que no emanen de mi propia experiencia. No hay más que eso. Vamos, pues, al meollo del asunto.

En diferentes medios de información uno se topa con análisis de la situación política actual, y se da de narices con palabras como “decepción”, “enojos”, “ira”, “desconfianza” y otras similares, referidas a la actuación de políticos con responsabilidades en el gobierno, en el poder legislativo o en instituciones públicas.

Lo que se ha producido en la sociedad chilena es una especie de “cabreo” con respecto al mundillo político. En su tema “Vagabundear”, Joan Manuel Serrat canta “Harto ya de estar harto, ya me cansé de preguntarle al mundo por qué y por qué”. Cuestión parlamentarios, volteretas, contradicciones, incoherencias e inconsecuencias, también estamos cansados de estar hartos de ellos.

Hace pocos días, conversando con trabajadores agrícolas en la comuna rural donde vivo, una vez desmenuzados los temas como el fútbol y la farándula, llegamos a lo importante: las próximas elecciones presidencial y parlamentaria. Un gesto de desgano se produjo de inmediato en mis contertulios, que comenzaron a manotear moscas inexistentes expresando lo que imaginé era desinterés. Pero estaba equivocado.

Es un hecho de la causa que la institucionalidad vigente permite, cobija, nutre y promueve la corrupción, el robo y delitos de alto nivel, frecuentemente cometidos por políticos, parlamentarios y miembros de las esferas más conspicuas del empresariado y la banca. Delinquen sin temores a sanción alguna.

“Me ‘cabrean’ los políticos y en especial los candidatos”, fue la frase lapidaria uno de esos trabajadores. Otro de los presentes, apuntó: “Yo no los respeto ná… A la hora de los quiubos siempre tiran el culo pa’las moras”. “Andan puro mintiendo y creen que los trabajadores somos giles”, terció un tercero. “Son toditos iguales, y andan a las parejitas robando y engañando”, fue el comentario de consenso.

¿Cómo cambiarles esa percepción si una ex ministra –de Educación, por añadidura– llamada Mariana Aylwin, se despachó un comentario que merecería a lo menos una pifiadera generalizada?

“Comparándola con la de algunos países vecinos, nuestra corrupción es pichiruchi”, opinó esta dama en un programa de televisión (“En buen chileno”, canal 13 de TV).

Para ella, lo acontecido en el mundo político, sus inmoralidades y delitos cometidos junto a algunos empresarios en conocidos escándalos como Soquimich (SQM), Penta, Caval, Exalmar-Bancard, Codelco, Ley de Pesca, Sanitarias, Forestales, Mineras, etc., son minucias, menudencias sin relevancia.

¿A partir de qué crímenes los delitos dejan de ser pichiruchis? Un golpe de Estado, un magnicidio, la quiebra de todo el sistema financiero chileno, una transición mentirosa que consagró la impunidad de criminales civiles y militares, el cogobierno de las víctimas y los verdugos, la corrupción de los hijos de los asesinados más conocidos, un Congreso lleno de mafiosos, gobiernos de pacotilla al servicio de los poderosos… ¿Todo eso es pichiruchi?

La experiencia desglosada de las administraciones dizque democráticas –para los trabajadores en general y los agrícolas en particular– ha sido nefasta. La brecha económica, incrementada a niveles de odiosidad por quienes gobiernan en beneficio del capital y de las grandes empresas, establece que lo único relevante es el dinero, el negocio, el bolicheo comercial, el expolio de los recursos naturales, dejando a poblaciones enteras carentes de fuentes de sobrevivencia, como en el caso de territorios en el norte grande, en las costas, en los extensos bosques del sur y en los lagos australes.

En los sectores rurales (supongo que en otras regiones también) caló hondo, y mal, la controversia del candidato Alejandro Guillier con miembros de la coalición oficialista ‘Nueva Mayoría’ respecto a la descentralización. El candidato quiere descentralización. El bloque gobiernista no. Hay más: el ex ministro y dirigente del PPD, Felipe Harboe, “lamenta que Alejandro Guillier lidere el proceso político en la Nueva Mayoría”, y agrega que “el PPD apoya la candidatura del senador sólo por un asunto de supervivencia”. Guillier… ¿candidato paracaídas?

Unos metros más hacia la izquierda, está el Frente Amplio, referente juvenil, con caras nuevas e ideas en formación. Sus líderes recogieron las protestas variopintas de la ciudadanía para con ellas marchar hacia la Moneda. Si Guillier no tiene ni programa ni ideas, hasta ahora el electorado conoce sólo trazos de lo que el Frente Amplio (FA) propone. Queda por conocer el qué, el cómo, el dónde, el cuando, el con quien, el con que medios, el para qué y el para quienes. En otras palabras, todo.

Entretanto, este intríngulis del duopolio resulta intragable para la gente de a pie. Una riña por el poder y sus privilegios. De ahí entonces que la frase disparada en aquella conversación con algunos trabajadores agrícolas –que cada palo aguante su vela– fuera corolario de lo hablado: “Son toditos iguales, y andan a las parejitas robando y engañando”.

Por eso y otras cosas más, mucha gente manifiesta haberse “cabreado” con esta política. Cabreados de tanta corrupción, de engaño, inconsecuencia, traición, volteretas, mentiras, maromas y vivarachadas.

¿Usted todavía no? Le alabo su aguante.

24-05-2017.

Fuente: diarioelect.politika@gmail.com


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