Finlandia: La revolución de la enseñanza para el siglo XXI.

La sal de clases en Finlandia: Las pelotas para hacer ejercicio reemplazan las sillas en esta clase de la escuela de Hauho.

Hace casi dos décadas que Finlandia disfruta de la reputación de tener uno de los mejores sistemas educativos del mundo. Sus estudiantes de 15 años suelen colocarse en los primeros lugares en las tablas de medición PISA, que evalúan la lectura, las matemáticas y las ciencias.

La habilidad del país para producir resultados académicos sobresalientes resulta fascinante para muchos ya que allí los niños empiezan la educación formal recién a los siete años. Además, tienen jornadas escolares más cortas, vacaciones más largas, muy poca tarea y no rinden exámenes.

Pero a pesar de este éxito, Finlandia está reformando su sistema, algo que considera vital en una era digital en la que los niños ya no dependen de los libros y de las aulas para adquirir conocimientos.

En agosto de 2016 se hizo obligatorio para todas las escuelas finlandesas enseñar de manera más colaborativa. También permitir a los alumnos que elijan un tema que les sea relevante y que basen su materias en esa elección.

Una de las claves de los cambios ha sido hacer un uso innovador de la tecnología y de fuentes fuera de la escuela.

El objetivo de esta forma de enseñanza -conocida en inglés como project o phenomenon-based learning (PBL)- es equipar a los niños con las habilidades que necesitan para desarrollarse en el siglo XXI.

Así lo explica Kirsti Lonka, profesora de psicología educativa en la Universidad de Helsinki.

Entre las habilidades que resalta está el pensamiento crítico, necesario para identificar las noticias falsas y evitar el ciberbullying (acoso online).

También la habilidad técnica para poder instalar software antivirus y conectar la computadora con una impresora.

«Tradicionalmente la enseñanza se ha definido como una lista de materias y datos que uno debe adquirir -por ejemplo la aritmética o la gramática- con un poco de decoración alrededor, como clases de cívica», dice Lonka.

«Pero en la vida real nuestro cerebro no está dividido en disciplinas; pensamos de manera muy holística», explica.

«Y cuando piensas en los problemas del mundo -crisis globales, migración, la economía, la era de la posverdad- realmente no le hemos dado a nuestros niños las herramientas para lidiar con este mundo intercultural», opina.

«Creo que es un gran error hacerle creer a los niños que el mundo es sencillo y que si aprenden cierta información estarán listos para encararlo», señaló.

Una pizarra inteligente y una tablet se usan para esta clase sobre cambio climático.

«Aprender a pensar, aprender a entender, estas son las habilidades que importan y además hacen que aprender sea mucho más divertido, lo que promueve el bienestar», concluye.

Cómo Finlandia deja atrás las tradiciones escolares

La Escuela Secundaria Hauho está en una zona de bosques y lagos a unos 40 minutos en auto de la ciudad de Hameenlinna. Con solo 230 alumnos de entre siete y 15 años, tiene un ambiente hogareño. Los alumnos dejan sus zapatos en la entrada, en algunas clases en vez de sillas usan pelotas para hacer ejercicio y hay barras en las puertas para hacer flexiones de brazos.

Los docentes son relajados con el tema de los celulares en el aula.

Consideran que es bueno que los niños aprecien su valor como herramienta de investigación y no solo para comunicarse con sus amigos.

En este día frío los alumnos más grandes se apiñan alrededor de sus teléfonos en la hora de almuerzo, mientras que algunos de los más chicos le hacen frente a los copos de nieve que caen para usar la pista de skate o las canchas de fútbol y básquet.

El director Pekka Paappanen es un ferviente creyente en el sistema PBL y busca una variedad de maneras de integrarlo al currículo escolar.

«Discutimos ideas con los maestros y después me aseguro de que tengan el tiempo y el espacio para desarrollarlas», afirma.

«Creo que esto le da más poder a los docentes, pero tienen que darse cuenta de que no pueden hacer todo», señala.

«Estamos dejando atrás algunas de las viejas tradiciones, pero lo hacemos de forma lenta. El trabajo de enseñar a nuestros niños es demasiado importante y no podemos equivocarnos».

Abordando el tema más grande de Europa en la clase.

Uno de los proyectos más grandes el año pasado fue sobre el tema de la inmigración, en momentos en que el flujo de migrantes entrando a Europa ocupaba todos los titulares alrededor del mundo.

Aleksis Stenholm explica que eligieron el tema porque se dieron cuenta de que muchos de sus alumnos tenían muy poca experiencia personal con inmigrantes o la inmigración.

El tema se incorporó a las clases de alemán y de religión.

Los alumnos de 15 años debieron realizar encuestas callejeras para conocer las opiniones de los locales sobre la inmigración y visitaron un centro de inmigrantes cercano donde entrevistaron a refugiados. Compartieron sus hallazgos a través de una conexión de video con una escuela en Alemania que llevó a cabo un proyecto similar.

«Fue muy poderoso cómo los alumnos reaccionaron. Comenzaron a pensar algunas cosas, a cuestionar sus propias opiniones», recuerda Stenholm.

«Si yo solo hubiera enseñado sobre el tema, digamos en tres clases, el efecto hubiera sido muy diferente», asegura.

Pero ¿funciona?.

El concepto del phenomenon-based learning tiene sus detractores. Algunos, como el maestro de Física Jussi Tanhuanpaa, temen que no les da a los niños suficiente profundidad de conocimiento sobre un tema como para permitir que lo estudien a un nivel superior. El enseña en Lieto, en las afueras de la ciudad sudoccidental de Turku, y cuenta que conoce a un grupo de chicos que estaban aprendiendo un nivel avanzado de matemáticas para mayores de 16, y el 30% debió bajar a un nivel menos avanzado.

También teme que esté ampliando la brecha entre los estudiantes más y menos capaces, que históricamente ha sido pequeña en Finlandia.

«Esta manera de enseñar es genial para los chicos más brillantes que entienden qué conocimientos se deben llevar de un experimento», opina.

«Les da la libertad de aprender a su propio ritmo y de tomar el siguiente paso cuando están listos», señaló. «Pero esto no es así para los niños que tienen menos capacidad de entender y que necesitan más asistencia», dice.

«La brecha entre los más brillantes y los menos capaces ya empezó a ensancharse y temo que esto solo empeore», advierte.

A otros les preocupa que esto agregue más a la carga laboral de los docentes y que ponga en situación de desventaja a los maestros de mayor edad que quizás no tengan tantos conocimientos digitales como sus pares más jóvenes.

Jari Salminen de la facultad de Educación de la Universidad de Helsinki afirma que estilos de enseñanza similares se probaron en el pasado -incluso hace 100 años- pero fallaron.

«Muchas visitas internacionales me preguntan, ¿por qué están cambiando este sistema cuando obtienen tan buenos resultados?», cuenta.

«Y para mí es un misterio porque no tenemos ninguna información a nivel de los colegios de que el phenomenon-based learning esté mejorando los resultados», dice Salminen.

Anneli Rautiainen de la Agencia Nacional para la Educación de Finlandia acepta que hay preocupación y afirma que están introduciendo los cambios de manera gradual.

Por ahora a los colegios solo se les requiere que incorporen un proyecto PBL para sus alumnos cada año.

«Queremos alentar a los maestros a que enseñen así y a los alumnos que lo prueben, pero estamos empezando despacito», dice.

«Aún se enseñan materias y hay metas para cada materia, pero también queremos que se introduzcan las habilidades en ese aprendizaje», señala.

¿Pero qué hay de los resultados?

«No somos muy amantes a las mediciones en este país, en reglas generales, así que no estamos planeando medir el éxito de esto, al menos no por ahora», afirma.

«Esperamos que se note en los resultados de aprendizaje de nuestros niños además de las evaluaciones internacionales como PISA», dice Rautiainen.

Aunque no todos estén convencidos con esta revolución de la enseñanza finlandesa, la mayoría de los alumnos y padres de Hauho le dan su visto bueno.

Sara, de 14 años, dice que «no cansa tanto, es mucho más interesante, me gusta eso».

Anna, también de 14, cuenta que su hermana mayor la envidia porque dice que «la escuela es mucho más divertida que cuando ella asistía».

La mamá Kaisa Kepsu asegura que la mayoría de padres que conoce ven con buena luz los cambios que se han hecho al currículo.

«Ha habido una discusión más amplia sobre la necesidad de garantizar que los chicos aún estén aprendiendo los datos más básicos y concuerdo con eso», afirma.  «Pero también es importante motivarlos más y hacer que el mundo sea más interesante. No veo nada malo con hacer que el colegio sea divertido».

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¿Qué es lo inusual de los colegios finlandeses?

  • La docencia es una profesión altamente respetada y bien remunerada
  • No hay inspecciones escolares o evaluaciones docentes
  • El sistema escolar está muy centralizado y la mayoría de las escuelas son financiadas por el Estado
  • La jornada escolar es corta y la vacaciones de verano duran 10 semanas
  • Los niños son evaluados por sus maestros. El único examen nacional es para aquellos que estudian hasta los 18 años
  • El promedio de alumnos por colegio es 195; por clase es 19
  • El éxito se ha atribuido a un tradicional aprecio por la enseñanza y la lectura, además de a una población pequeña y prácticamente homogénea
  • Aunque sigue en los puestos más altos, Finlandia ha caído en los rankings de PISA en los últimos años
  • Al igual que otros países, enfrenta los desafíos de las restricciones financieras y la creciente inmigración

 

Fuente: http://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-40108708


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