Comunicado de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios, ACES.
En las últimas semanas, posterior a la ocupación en la Dirección General de Carabineros, compañeras de la ACES que fueron detenidas en aquella ocasión, han sido víctimas de intimidaciones y amenazas por parte de personajes anónimos que poseían información sobre sus vidas personales y posiciones políticas, y como asamblea creemos necesario dar a conocer los casos que pasaremos a relatar a continuación.
Caso 1:
Mi nombre es Paloma Ramírez, estudiante del Liceo Tajamar, militante de la Ofensiva Secundaria y participante activa de la ACES, y el día lunes 19 de junio, a las 14:30 aproximadamente estaba en el comedor de mi liceo llamando a mi compañera Antonia Guzmán. Llamé varias veces, en ninguna contestó y a la tercera seguía marcando con ruidos extraños, hasta que me respondieron diciéndome que “me cuidara y no asistiera al corta-calle” que se realizaría dos horas después en mi liceo, dejándome claro que no era mi compañera la que había respondido. Esa misma noche se estacionó afuera de mi casa un auto extraño, sin patente, sin marca y con los vidrios polarizados. Al día siguiente llegué a mi casa alrededor de las siete de tarde y decidí ir a comprar un cigarro. Me senté en una banquita a una cuadra de mi casa cuando se me acercaron tres tipos que ocultaban su cara para pedirme fuego; al momento de entregármelo me tomaron la mano y dijeron “cuídate y diles a tus compañeros que se cuiden”, les exigí que me soltaran y respondieron “deja de militar o te empezarán a pasar suceder cosas malas”. Quedé descolocada y me fui lo más rápido a mi casa, a los minutos apareció un auto afuera, el mismo del día anterior. El día miércoles de esa semana, posterior a la marcha, me junté con un compañero para contarle los sucesos que me habían estado pasando, buscando y recibiendo el apoyo que necesitaba; al tomar la micro en dirección al liceo, a la altura de Moneda se suben dos tipos, uno se sienta a mi lado y el otro atrás. El tipo más próximo pone su mano en mi muslo, a lo que yo reacciono de forma inmediata exclamando que se alejara, mientras que su acompañante me dice “Te gusta andar sapeando cabra culiá”, se formó un dialogo y el sujeto del principio exclama que le hiciera caso o “estuviese atenta a las consecuencias” bajándose después en un par de paraderos más.
Caso 2:
Mi nombre es Catalina Sepúlveda, militante de la Ofensiva Secundaria y participante de la ACES y el lunes 26 de junio, a eso de las 20 horas, estaba en el paradero de Lia Aguirre con Vicuña Mackenna esperando la E03 con un amigo que me acompañaba. Nos subimos a la micro, avanzamos hacia el final y nos sentamos, al mismo tiempo tres hombres se sentaron a nuestro lado. No presté atención a sus vestimentas ni a sus rostros porque me parecían normales. Cuando me bajé de la micro en Santa Rosa con Linares, los tres hombres también se bajaron, caminé una cuadra y media aproximadamente donde ellos seguían mi paso, cruzando y atravesando las mismas calles que yo, siempre detrás de mí. Fue así hasta entrar a mi condominio; al entrar me quedé al lado de la puerta, para revisar las llaves en mi banano, los miré y ellos caminaban lento, mirándome fijamente y señalándome, por lo que entré para poder interactuar con más personas. El miércoles de esa misma semana, tomé una micro 230 en San Antonio, y me senté mirando para el sentido contrario en que avanzaba la micro, al lado de una señora de edad. Miré hacia atrás y dos filas más atrás vi a dos tipos, uno era de estatura normal, con bigote claro, rapado al cero y con chaqueta de mezclilla, el otro era alto de pelo oscuro e iba con un jockie negro, lentes oscuros y vestía una parca negra. En Av. Matta se bajó la señora del lado y el hombre que vestía con parca negra se sentó junto a mí, y el caballero de cabeza rapada me miraba en todo momento. Acercándome al paradero 19 de Santa Rosa me paré para bajarme y los dos hombres se pararon al mismo tiempo que yo, fue ahí cuando quien se había sentado a mi lado me siguió y me dijo “¿cómo te has portado Catita?”, lo quedé mirando con miedo, ya que el sabía mi nombre. Sonrío y dijo “ojalá que te estés portando bien y tus compañeros igual, porque luego se les acabará el hueveo”. Solo reaccioné para tocar el timbre reiteradas veces para que el chofer abriera la puerta más rápido, ellos siguieron en la micro. Entré a mi condominio acelerada y me quedé paralizada frente a la caseta del conserje y llamé a mi mamá ya que no estaba en el departamento aún y no me sentía segura estando sola al aire libre y sin compañía.
Cabe destacar que en ambos casos, antes de que comenzaran a ocurrir los hechos relatados anteriormente, miembros de la Subsecretaría de Prevención del Delito del Ministerio del Interior, asistieron a las casas de ambas compañeras para amedrentar a sus familias, sosteniendo la idea de que en base a su participación activa en la política ambas son eventuales delincuentes; y si no se hacían cargo tendría que hacerlo el Sename.
Además, a estos dos casos relato se suma el ya denunciado con anterioridad por Violeta Yáñez, encargada de comunicaciones de la asamblea, que vivió amenazas similares en una micro de camino a su casa.
Es por todo lo anterior que como Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios declaramos que:
- Repudiamos todo tipo de hostigamiento contra aquellos que se desempeñen por opción personal en discusiones, asambleas, actividades, protestas, entre otras, que tengan carácter político. Sobre todo si estos se realizan contra compañeros de la ACES, organización que se caracteriza por una lucha constante a favor de los estudiantes secundarios del país.
- Estamos atentas y atentos a esta seguidilla de actos cobardes que se han realizado contra nuestras compañeras movilizadas durante las últimas semanas. Y queremos enfatizar en que, debido a la naturaleza de los miembros de la ACES, no nos quedaremos callados ante estos intentos de vulneración, hostigamiento, y amenazas, porque como históricamente lo hemos dicho, a nosotros nada ni nadie nos trancará el paso.
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