Por Fernando Codeceo
Sepa usted que una semana antes de que fuera destituido de su cargo de director del INDH, en un módulo de la cárcel de Castro, Carlos Esparza se esforzaba en pensar la manera en que el Papa lo escuchara. El propósito de ese encuentro era hacer visible la lucha por la dignidad de las personas privadas de libertad y, a partir del 10 de enero, en total 8 medios escritos hicieron pública una emotiva y profunda carta dirigida al jefe de la iglesia católica. En ella, don Carlos, representando al pequeño movimiento carcelario, “56.000 sin Voz”, le pedía al Jefe del Estado Vaticano que se atreviera a romper el estrecho protocolo que le sería impuesto por el Gobierno para ocultarle el Chile verdadero, le hablaba de los sufrimientos del confinamiento carcelario, le pedía coraje para referirse a los abusos que cotidianamente sufren los encarcelados, le explicaba que ellos no son del interés verdadero de nadie, que son instrumentalizados comunicacionalmente por distintos grupos de poder, que el INDH de la Región de Los lagos es una institución que no ejerce ninguna práctica de control y que no genera ninguna confianza en las víctimas de la violencia… pero que, a pesar de todo, le declaraba que confiaban en él y que creían que su visita tendría sentido y que estarían atentos a sus gestos de apoyo con los que esperaban que ser alentados para seguir adelante en su lucha por los derechos humanos.
La carta no fue finalmente entregada, pues un grupo de guardias de seguridad interceptó a Cesar Pizarro, director de la ONG 81 Razones, cuando, en el acto que tuvo lugar en la Universidad Católica, intentó llamar la atención para hacer entrega de la nota enviada desde la cárcel de Castro.
La historia de don Carlos y la de esa carta quedará registrada en la historia de la lucha por los derechos humanos.
Muy en paralelo a ese acto de dignidad, nos fuimos enterando de lo sucedido con la dirección nacional del INDH. En lo personal, he escuchado varias veces el audio de la jornada del 15 de enero. Fue grosera y humillante la situación que tuvo que enfrentar. Fue, también, un buen intento el suyo el tratar de ganar tiempo desacreditado legalmente el brusco cambio del carácter de la reunión, pero estaba todo pensado y nada pudo hacer frente a una acción que, sin duda, había sido muy bien organizada. Eran, además, muchos contra uno. Quienes lo apoyaron lo hicieron únicamente con el voto, pero no le acompañaron activamente en la batalla argumentativa.
Estoy de acuerdo con muchas opiniones que usted ha vertido en la prensa tras su destitución. También otras me han parecido demasiado victimizantes de su parte. “Tirarse al suelo” es algo patético para alguien que viene desde hace tiempo jugando en una cancha en la que todos saben que el juego no es limpio. El INDH es, desde su origen, un espacio de disputas políticas y su salida es un buen reflejo de las luchas de poder que existen al interior de dicha institución. Presentarse, por ende, como un guardador de la rectitud administrativa me parece inadecuado cuando lo que todos ustedes han proyectado hacia afuera es la de ser grupos de personas que se disputan, con pocas restricciones éticas, el control político de la institucionalidad de los derechos humanos del país. El INDH forma parte hoy de uno de los dispositivos con las cuales el Estado se protege a sí mismo y contribuye a la reproducción de una elite político-profesional-vinculada que impide el ingreso de otros actores con iguales o superiores capacidades para hacerse cargo de la defensa de las personas vulneradas en sus derechos por agentes del Estado. Es de vox populi que en el INDH se practican formas de “apadrinamiento” y que se trata de una institución acoplada a la red de intercambio con el que se benefician diversas personas y grupos políticos. Usted mismo, Branislav, porque eso forma parte de las lógicas de privilegios de la sociedad que somos parte, no solo debe su nombramiento a sus seguras cualidades personales, sino que en ello también jugaron un rol importante las redes de apoyo de las cuales disponía y, sin duda, su pertenencia o cercanías, de acuerdo a lo que nos hemos enterado por la prensa, a un partido político de la Nueva Mayoría.
Si algo tiene de bueno todo esto que lo ha afectado de manera personal es que ha quedado al descubierto la manera en que se organiza la vida interna de esta institución y ha corroborado lo que, hace un tiempo, ha formado parte de las conversaciones habituales de algunas organizaciones de base dedicadas a la defensa de los derechos humanos. El INDH nunca ha sido un organismo autónomo, lo manejan poderes de distinta naturaleza que, entre otras cosas, retrasan su accionar y lo han colocado en posiciones de indefinición frente a hechos que debieran ser enfrentados con valentía y poniendo a disposición todos los recursos institucionales. Es un espectaculón el que nos han dado y, con ello, han hecho perder la legitimidad ética básica que debe tener un organismo de esta naturaleza que lucha por el respeto a la dignidad del ser humano. Hoy día cualquier cosa que digan resulta sospechosa y no poseen, en ningún caso, esa reserva moral que logran encarnar algunas instituciones de derechos humanos y con la cual han sido capaces de enfrentarse, sin correr el riesgo de ser descalificadas, a la violencia estatal. El INDH no es un referente simbólico que ocupe un lugar significativo en el corazón del pueblo. Es solo un espacio físico ocupado por oficinas, tiene un logo, organiza seminarios y su accionar, sospechosamente, está transversalmente bien evaluado por la elite político institucional.
A partir de lo sucedido y la manera en que lo han hecho público es que nos podemos explicar de mejor manera porqué no han hecho bien la pega y sepa que aquí lo principales perjudicados de sus guerrillas internas no son ustedes, sino todos aquellos seres humanos, vulnerados y desprotegidos, que requieren de una institución robusta dispuesta a acompañarlos y defenderlos ante las acciones ilegales del Estado. Casi todo lo que ha planteado a la prensa en los últimos días gira en torno a usted mismo y no ha escatimado esfuerzos en tratar de convencer a la opinión pública de los avances de su gestión. Es verdad, como dicen sus acusadores, que la manera en que se refiere a los temas institucionales tiene un desagradable tono- ego-referencial y que pareciera ser cierto que tiene poca consideración por el trabajo colaborativo. Es verdad también, como usted afirmado, que ha habido razones ocultas en su destitución y que se trata de una maquinación que se ha venido cultivando hace mucho tiempo…o sea, le insisto, con todos estos dimes y diretes, creo que desde hace tiempo se han desviado todos ustedes del foco de aquello para lo cual esencialmente están siendo muy bien pagados. Con su comportamiento se han levantado todo tipo de sospechas. Me pregunto, por ejemplo, ¿quién lo escogió a usted y todos los consejeros y consejeras representantes de sociedad civil?, ¿quiénes y cuántos fueron los votantes?, ¿hubo otros candidatos?, ¿nos pueden garantizar que se trató de un ejercicio electoral que logra superar los exámenes de transparencia exigidos en países con estándares democráticos referenciales?… y, por último, me pregunto, independientemente de sus respuestas: ¿por qué tenemos que creerles si han demostrado ser expertos en transformar oscuras disputas por el poder en inteligentes y asépticos debates procedimentales?
Lo que en verdad pasa es que muchos y muchas de nosotros hace tiempo perdimos la confianza en ustedes. Acá en La Región de Los Lagos, que es de donde le escribo, hemos sido testigos de cómo han dejado causas judiciales abandonadas; de la falta de compromiso y de la apatía con que se abordan temáticas sensibles; de la prepotencia de algunos visitantes del nivel central que no solo han mentido en lo que dicen, sino que, además, han actuado como verdaderos operadores políticos de su gestión; de los engaños con que se confunde a los dirigentes sociales con la entrega de información desajustada absolutamente con las capacidades territoriales; de la falta de soluciones ante reclamos presentados formalmente a miembros de su equipo nacional y que dañan directamente la mejor defensa de los derechos humanos a nivel local; de lo incomprensible que resulta ver las oficinas del INHD regional en el decimotercer piso de un edificio que esta fuera del imaginario del ciudadano común, pues más parece una oficina de alguna AFP que la de un organismo comprometido con las causas de la vida humana; del silencio guardado ante eventuales maltratos laborales por parte de funcionarios del INDH; de las denuncias presentadas ante el Ministerio Público en los cuales se hizo pública la identidad de quienes se atrevieron a entregar los antecedentes poniendo en riesgo su seguridad y tranquilidad personal… Lo que le escribo sobre lo que observamos en nuestra región fue parte de conversaciones muy directas con representantes suyos. Varios de ellos reconocieron los hechos, comprometieron acciones, pero no resolvieron nada.
Sigo observando con asombro, Branislav, como los bandos organizan sus fuerzas y meten en este conflicto a funcionarios y organizaciones, mientras tantos cientos de seres humanos siguen a la espera de protección. Siguen circulando las cartas. La última de la cual tenemos conocimiento fue una nota que sería presentada el pasado 21 de febrero, en Ginebra, ante el Subcomité de Acreditación rechazando su destitución y, la anterior, la que fuera enviada por los directores regionales y con la cual apoyaban la decisión del consejo. Por último, es difícil pronosticar lo que sucederá con el INDH tras el reciente recurso de protección que acaba de presentar en contra de la institución, pero es obvio pensar que puedan seguir sin más. La institución ha sido muy dañada y la acción judicial acogida por la Corte de Apelaciones dejó al descubierto la precariedad moral y la violencia relacional con la que actúan quienes adentro conviven. Después de esto se hace muy difícil encontrar un camino de retorno. Me pregunto qué hará si la corte falla en su favor: ¿seguirá gobernando el INDH con aquellos que denuncia de haberle vulnerados sus derechos constitucionales?… ¿cómo actuará si es rechazado? ¿se atreverá a seguir como consejero después de las fuertes acusaciones que ha hecho públicas?
Es un escenario dantesco para la defensa de los derechos humanos el que han logrado fabricar. En medio de toda la irracionalidad y el utilitarismo desvergonzado con el que los vemos actuar, le agradezco a don Carlos Esparza que, con sus palabras escritas desde una sucia e inhumana cárcel del sur de Chile, nos recuerde que, en medio del dolor, es posible seguir en pie, que la esperanza es infinita, que sigue habiendo sensatez, que la humanidad existe, que la vida tiene sentido y que el coraje es importante ….en fin, don Carlos, nos ha recordado todos aquellos valores por los cuales vale la pena jugarse la vida y que ustedes y todos nosotros, en medio de la apatía, la indiferencia y la ego-manía, solemos olvidar…
24 de febrero 2018
Fuente: http://m.elmostrador.cl/noticias/opinion/2018/02/24/carta-publica-a-branislav-marelic/
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