Al borde de la guerra: EUA y la OTAN preparan ataque militar contra Siria.

por Keith Jones /wsws.org.

Estados Unidos y la OTAN se encuentran al borde de una importante escalada en la guerra en Siria que podría conducir a un enfrentamiento directo con el poderío nuclear ruso.

En medio de una ola de descontento entre los trabajadores de Estados Unidos y Europa, emparejada con agudas crisis políticas internas, las élites gobernantes ven la guerra como un medio para revertir los reveses geopolíticos que han sufrido en Oriente Próximo y para reprimir la oposición política.

Afrontando varias crisis y turbulencia en los grupos de poder y el Estado, Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania están siendo estremecidos por un movimiento huelguístico cada vez más extenso. El mismo día en que el presidente Trump se reunió con su Consejo de Seguridad Nacional para decidir qué acción tomar contra Siria, el FBI allanó la oficina y las residencias del abogado personal del mandatario en lo que constituye una escalada en el conflicto dentro de la clase gobernante estadounidense.

Las consecuencias potenciales de una guerra contra Siria son masivas. El mes pasado, el titular del Estado Mayor Conjunto ruso, Valeri Guerásimov, prometió tomar represalias por cualquier ataque contra tropas rusas en Siria, declarando, “Ante una amenaza a las vidas de nuestros soldados, las fuerzas armadas rusas tomarán medidas de represalia contra los misiles y lanzadores empleados”.

El lunes, Guerásimov volvió a advertir: “Tenemos que reiterar que una interferencia militar en Siria… es absolutamente inaceptable y puede conllevar muy graves consecuencias”.

Tales declaraciones ponen de relieve lo cerca que se encuentra el mundo al borde de una guerra entre potencias nucleares que atenta contra la vida de millones y contra la civilización humana en sí.

El pretexto para esta escalada es que EUA acusa infundadamente al Gobierno sirio de perpetrar un ataque con armas químicas. Dicha casus belli es la más cruda de las invenciones. ¿Cuál razón imaginable podría tener el régimen de Al Asad en Siria para llevar a cabo tal ataque bajo condiciones en que ha expulsado a los rebeldes islamistas respaldados por EUA a las afueras de Damasco? No había contado con un posicionamiento tan fuerte desde principios de la guerra civil desatada por EUA.

La histeria mediática sobre el presunto ataque con gas va en línea con la intransigente campaña de provocaciones y amenazas contra Rusia, una campaña que ha experimentado una mayor celeridad en semanas recientes. Las acusaciones más recientes están tomando lugar pocos días después de que quedaran desacreditadas las acusaciones de que Rusia fue responsable por el supuesto envenenamiento químico en Salisbury, Inglaterra, del ex doble agente, Sergei Skripal y su hija.

Trump ha publicado un conjunto de tuits proclamando al Gobierno sirio culpable de crímenes “horrendos” y a Rusia e Irán de ser cómplices. Además, prometió que todos los responsables pagarían un “alto precio”.

La prensa, el aparato militar y de inteligencia y la élite política en EUA están clamando sangre. El senador republicano, John McCain responsabilizó la supuesta “inacción” en Siria de Trump por “envalentonar” a los enemigos d Washington. Nancy Pelosi, la líder demócrata en la Cámara de Representantes, dejó en claro su apoyo a una acción militar contra Siria y demandó que el Gobierno de Trump “provea finalmente una estrategia inteligente, firme y consistente” para derrocar al régimen del presidente Bashar al Asad.

Por su parte, Francia y Reino Unido han declarado que se unirán a los ataques de EUA contra Siria, esto es, si son invitados, o que realizarán sus propios ataques. El New York Times citó a un oficial de la Administración de Trump indicando que Washington está sintiéndose presionado para llevar a cabo un ataque estadounidense contra Siria, “al menos que el presidente francés, Emmanuel Macron, lo haga primero”.

La semana pasada fue testigo de una disputa feroz dentro de la élite gobernante estadounidense que involucró una presión exitosa sobre la cúpula del Gobierno de Trump y por parte del Pentágono, la CIA, los demócratas y gran parte de la dirigencia republicana en contra de la sugerencia del mandatario de que “volverán a casa” pronto las tropas. Como respuesta, le reprocharon que tal retirada no solo beneficiaría a Rusia, sino que socavaría los planes de Trump para intensificar la presión económica y militar sobre Irán en torno a la finalización del acuerdo nuclear con dicho país.

Vladimir Putin y el régimen de oligarcas capitalistas que encabeza han procurado por mucho tiempo un reacomodo con Washington, pero el imperialismo estadounidense, bajo la dirección de varios Gobiernos consecutivos, ha dejado en claro que solo quedará satisfecho con la subyugación semicolonial de Rusia.

El hecho de que Moscú, en cara a la expansión de las fronteras de la OTAN, a las “revoluciones coloridas” promocionadas por EUA en países vecinos, y al cuarto de siglo de guerras abarcando el norte de África, Oriente Próximo, los Balcanes y Asia central, haya buscado interferir con los planes de Washington en Ucrania y Siria, es considerado por Washington y Wall Street como algo intolerable.

Las verdaderas causas de las provocaciones imprudentes de EUA contra Rusia no tienen nada que ver con ninguna “injerencia” rusa en la política estadounidense ni con un supuesto ataque de gas venenoso.

En el cuarto de siglo desde la disolución de la URSS, el imperialismo estadounidense ha buscado revertir la erosión de su posición económica global por medio de la agresión y la guerra. En su impulso por la hegemonía global, Estados Unidos ha asolado países enteros como Libia e Irak. Pero, las interminables guerras de Washington han fracasado en esta tarea. En cambio, han evolucionado en ofensivas militares estratégicas contra Rusia y China y en declaraciones oficiales de Washington de que está involucrado en una nueva era de conflicto entre grandes potencias.

Esta erupción de militarismo estadounidense se acelera a medida que se recrudece la crisis económica. En un artículo intitulado “Se abren grietas en el retrato de crecimiento global, desconcertando a los inversores”, el Wall Street Journal advirtió este lunes, “La confianza de los inversionistas ha desfallecido en medio de temores de que el auge global y sincronizado que han esperado desde hace mucho se pueda estar convirtiendo en un estancamiento sincronizado”.

Aún más importante, la burguesía percibe que la guerra es la forma más directa para atacar los derechos democráticos dentro del país a fin de aplastar el surgimiento cada vez más extenso de la clase obrera. El martes, el CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, dará testimonio ante el Congreso respecto a las demandas que las principales firmas tecnológicas implementen medidas más agresivas para suprimir la “propaganda extranjera” y las “noticias falsas”. Contra el trasfondo de un nuevo y más amplio conflicto militar, se redoblarán los llamados para prohibir la oposición política.

Sin embargo, es precisamente el creciente movimiento internacional de la clase trabajadora que constituye la antípoda de la guerra imperialista. La lucha de clases está exponiendo cada vez más los intereses comunes de los trabajadores en todo el mundo. El World Socialist Web Site y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional están luchando por armar políticamente a este movimiento con un programa socialista e internacionalista que asocie la lucha contra la guerra con la defensa de los derechos sociales y democráticos de los trabajadores.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 10 abril de 2018)

Keith Jones /World Socialist Web Site /Comité Internacional de la IV Internacional.

 

Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2018/04/11/pers-a11.html


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