Combatientes populares que resistieron el 11 de septiembre de 1973.
por Guillermo Correa Camiroaga.
Con un homenaje a los combatientes que resistieron el golpe de estado el 11 de septiembre del 73, se inauguró la versión XII del Festival de Cine Social y de Derechos Humanos [realizándose en Valparaíso]. Estos compañeros han permanecido en el anonimato, debido a que la historia oficial, aquella contada desde las elites en el poder en donde se encuentran quienes llevaron adelante una salida negociada a la dictadura cívico-militar, se ha encargado de dejarlos en el olvido.
Este viernes 07 de septiembre, enmarcado en la conmemoración de los 45 años del golpe de estado, el Colectivo Cine Forum invitó a dos integrantes del GAP, el Dispositivo de Seguridad Presidencial de Salvador Allende, los compañeros Manuel Cortés y Miguel Farías, conocidos en esa época como por sus “chapas” o nombres políticos “Patán” y “Eugenio” respectivamente. A las 19 horas se dio inicio a la ceremonia en la que ambos entregaron testimonios que permitieron conocer una parte de sus vidas y, al mismo tiempo, relataron algunos episodios relacionados específicamente con lo sucedido ese martes 11 de septiembre.
Francisco Marín Zepeda, Periodista, fue el moderador de estas intervenciones, dando a conocer, además, su punto de vista respecto de la muerte de Salvador Allende, producto de una exhaustiva investigación periodística y análisis científico de los hechos llevados adelante junto al Perito Forense Luis Ravanal ,tesis que fue entregada en el libro “Allende: yo no me rendiré”, en donde plantea que la muerte del compañero Presidente, catalogada por la historia oficial como un suicidio, obedecería a una operación de montaje.
Como un ejercicio de rescate de la Memoria Histórica Popular, me parece necesario dar a conocer en forma completa los testimonios entregados en esta ocasión, durante la jornada de inauguración del XII Festival de Cine Social y Derechos Humanos de Valparaíso.
TESTIMONIO ENTREGADO POR MANUEL CORTÉS.
“Durante cuarenta años nadie sabía mi nombre, todos me conocían por el “Patán”, y eso me sirvió mucho porque todo lo que estuve clandestino y después todo lo que pude seguir activado en el extranjero, se debe precisamente a eso, que yo guardé completamente la compartimentación, los compañeros que me conocían guardaron la compartimentación y nadie conocía mi nombre.
Hace poco escribí un libro con la historia personal de mi vida y ahí explico, porque quiero explicar precisamente para las nuevas generaciones, que la lucha es una cosa continua, que la lucha no la comenzamos ni nosotros los socialistas, ni los comunistas, ni los del MIR, que la lucha es una constante que viene desde el momento mismo que invadieron Latinoamérica y, por lo tanto, los pueblos siempre están en lucha. Están en lucha para satisfacer sus necesidades, para poder tener una vida digna, como dicen los bolivianos, para “el buen vivir”.
Yo creo que eso es lo que nos diferencia de las teorías y esas cosas que nos empezaron a meter desde Europa. Nosotros creo que estamos un poco europeizados y nos hemos desligado mucho de nuestros propios pueblos. Esa es una de las cosas que yo trato de recalcar en mi libro. La historia nuestra es una historia de lucha desde muy joven.
Yo parto siendo miembro del ELN, el Ejército de Liberación Nacional es una Organización que se conformó cuando pasa el CHE por aquí, y el CHE hace algunas reuniones con gente del Partido Socialista, porque en esos momentos el Partido Comunista no quería saber nada de la “aventura” del CHE, y es así como gran parte de la militancia Socialista, y otros que no eran militantes, formamos el ELN, que era la retaguardia chilena hacia la revolución que se estaba empezando a gestar en Bolivia. Así comenzamos nosotros. Empiezo a participar el año 68. En Santiago tenía un garaje y en este garaje se preparaban las camionetas que viajaban hasta Bolivia y que llevaban armamento, llevaban municiones, llevaban medicinas, explosivos y todo eso, y salían una vez al mes. Eran tres camionetas que salían una vez al mes. Esas fueron mis primeras funciones, completamente clandestinas, sin que nadie las supiera. Mi garaje era un garaje como de un tipo cualquiera. Al final terminamos conformando ese taller precisamente como el taller de la Presidencia de la República, y teníamos un taller clandestino por allá por la carretera norte, que era donde empezamos a preparar los famosos Fiat 125. Esa era más o menos la función y la forma cómo comenzamos.
Allende no tenía claro lo que significaba tener una Seguridad. Nosotros cuando empezamos a trabajar de lleno en lo que se refería a la Seguridad, empezamos a estudiar. Nosotros éramos guerrilleros, sabíamos de explosivos, sabíamos de armamento, sabíamos una serie de cosas, yo había hecho el servicio militar, además me gustaban mucho las carreras de autos, los motores, y me gustaba mucho el manejo operativo y fui profesor de manejo operativo del ELN. Incluso después, cuando estuvimos en la presidencia con Allende, los Carabineros nos pidieron a nosotros que les preparáramos los choferes de los radiopatrullas. Pasado el tiempo, ustedes ya la historia más o menos la conocen, estuvimos con Allende hasta el final, estuvimos con él, lo cuidamos hasta donde pudimos y nos quedamos en La Moneda absolutamente solo los miembros del GAP, defendiendo al Presidente, defendiendo la Constitución y defendiendo el Estado de Derecho de este país, contra las Fuerzas Armadas que traicionaron esa misión que tienen, que traicionaron su Juramento a la Bandera, que quemaron la bandera al tope, que mancillaron la bandera y se transformaron en unos traidores, que es lo que son hasta hoy y eso lo digo con todas sus letras, porque no tengo ningún miedo a decirles en la cara que son traidores.
Así, 25 compañeros nuestros dieron la vida en el Palacio de La Moneda. Yo me salvé, con siete hombres, porque a mí me tocó con los choferes hacer una escuadra y quedarnos a combatir en el Ministerio de Obras Públicas. Somos los que salimos prácticamente completos de ahí, y nunca caímos presos. Salimos a las siete de la tarde, salimos caminando hacia la Alameda, le conté una martingala a un Capitán, me creyó y nos dejó ir a todos.
Pero nosotros quedamos muy dolidos. Tengo entendido que nosotros llegamos a tener 62 compañeros muertos, que es lo que hemos podido recopilar. Nos ha sido muy difícil a nosotros saber efectivamente la cantidad de gente que éramos y cuántos son los muertos que tenemos, porque todos teníamos ”chapas”.
Cuando pasó el tiempo, cuando volví de Bolivia el 90, porque estuve funcionando hasta el 87 en Nicaragua. Me hice oficial de las Fuerzas Armadas de Cuba, salí de la Escuela Superior de Guerra con el grado de Sub Teniente. Posteriormente en el año 1979 nos fuimos de voluntario a la última ofensiva en Nicaragua. El mismo compañero Fidel lo dice en su libro, el primer grupo de chilenos que entramos fuimos 85. Nos tocó abrir un Frente nuevo, existía el Frente Norte, el Frente Sur, la gente que estaba en León, pero había que cambiar la táctica ahí, porque en Nicaragua estaban las tácticas de la guerrilla, que atacan, golpean, se retiran, pero no son capaces de seguir defendiendo un lugar, un pueblo, una ciudad. Lo que hacía la guardia de Somoza era recogerse a sus cuarteles, aguantar y aguantar. Y Somoza tenía una columna móvil de Fuerzas Especiales, que era la EBI, la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería, la sacaba y como columna iba nuevamente restaurando, iba volviendo a retomar todas las ciudades. Esa fue la falla que hubo en la ofensiva del 78. Por eso es que en el 79 había que ver como atraer todas esas Fuerzas Especiales, anclarlas y trancarlas en el terreno para poderlas aniquilar.
Con el compañero Fidel y algunas cosas que nosotros habíamos hablado de que nosotros podíamos hacer eso, Fidel consultó a los Partidos si daban el permiso para que los militares que estábamos en Cuba fuéramos a cumplir una tarea especial y así fue como salimos a Nicaragua, y en Nicaragua abrimos el Frente Sur, bajo el Comandante Cero y formamos un Estado Mayor paralelo al Estado Mayor que tenían los nicaragüenses. A mí me nombraron como asesor de Edén Pastora y pudimos empezar una ofensiva que la comenzamos entrando desde Costa Rica, con dos columnas de 78 compañeros y la otra de 120, y con artillería. Entramos, hicimos una cabeza de playa de más o menos de 20 kilómetros y ahí pasamos a la defensa. Lo que más nos costó a nosotros enseñarles a los guerrilleros a que acostados metidos en un hoyo también se podía pelear. Ellos no se tiraban al suelo, entonces la mortandad era muy grande. Con esa táctica, nosotros en 45 días logramos parar a las Fuerzas Especiales, trancarlas y aniquilarlas y luego unos 1500 de ellos escaparon y dejaron armamento botado. Nosotros salimos en su persecución. En la ciudad de Rivas doblaron hacia el mar, destinamos una columna para que los siguiera persiguiendo y nosotros seguimos hacia Managua y acá en Managua a mí me tocó ver una revolución triunfante. Eso me llenó de orgullo y me trajo muchas reminiscencias de mi país y me dije esto tengo que hacerlo en Chile. Desgraciadamente todo ese esfuerzo que hemos hecho una serie de revolucionarios, que hemos sido revolucionarios y seguiremos siéndolo toda la vida, fue traicionado.
El empuje que tenía el pueblo chileno en el momento que empezaron las Protestas, fue utilizado como carta de cambio para poder hacer una salida concertada con los militares. De esa salida concertada nosotros nos empezamos a dar cuenta ya desde el año 75, que comenzaron la reuniones entre la Democracia Cristiana, con Renán Fuentealba.
La primera reunión fue en Venezuela. Empezaron las conversaciones precisamente para romper la Unidad Popular que existía y empezar a hacer una concertación de partidos por la democracia, excluyendo al PC. Esa fue la exigencia de los Demócrata Cristianos. Ahí empieza la traición y termina en el año 78-79 con unas reuniones que hicieron en España, con el auspicio de Felipe González, en donde se juntaron con una serie de militares, que eran Coroneles en ese tiempo, que estaban haciendo cursos en la Universidad Complutense y en la Universidad Autónoma de Madrid, entre los que estaba el General Cheyre, que era Coronel en ese tiempo, y varios, como 4 o 5 Coroneles más, y empezaron a hacer una serie de simposios en donde empezaron a sacar cuenta que en Chile no podían dejar que hubiera una salida a la nicaragüense. La decisión de lucha era del pueblo chileno y no de ellos que andaban buscando una negociación, para volver a instaurar una democracia burguesa, que es la que tenemos hoy día.
Esto traté de contar en mi libro y pienso que nosotros, lo que queda del GAP, quedamos alrededor de 110 compañeros, de los cuales la mayoría están afuera, son pocos los que quedan aquí adentro, y los que están acá adentro están en unas condiciones muy precarias. Jamás fueron reconocidos, nunca se les quiso reconocer absolutamente nada. Traté de reorganizarlos cuando empecé a buscar sus nombres y quienes eran. Me hicieron una organización paralela precisamente con Isidro García. Debo decirles que Isidro García era un muchachito que trabajaba en la cuestión de la vivienda, en la CORMUV, por lo tanto el venía con el sueldo de la CORMUV, vino a trabajar como chofer, 5 o 6 meses antes del golpe. No sabe absolutamente nada de la historia del GAP, no sabe qué pasó con el GAP, sin embargo contaba con todos los beneficios y las ayudas del Partido Socialista.
Eso es lo que se comenzó a hacer para apagar las palabras y las formas rebeldes de los viejos militantes que queríamos de que el Partido Socialista no botara las banderas revolucionarias, no botara la bandera del latinoamericanismo, no botara realmente el marxismo al tarro de la basura. Así estamos ahora y hoy en día estamos tratando de buscar nuevamente de que por medio de la verdad, salga la historia de lucha de este país y se saque a un lado una serie de gente que ha tratado incluso de ponerse ropaje que nunca tuvo, de ponerse ropajes de revolucionario que nunca tuvieron.
Gracias por permitirme contar parte de esta historia y sepan que en todas las revoluciones no están todos los que son ni son todos los que están. Está la necesidad de la Memoria y de los Derechos Humanos. Nosotros debemos partir por defender los Derechos Humanos, pero a nuestros muertos no los podemos seguir llorando, a nuestros muertos no los lloremos nunca más, a nuestros muertos no le pongamos velitas, no hagamos lo que hace la iglesia católica de poner velitas y quedamos todos sicológicamente desarmados.
Nosotros tenemos que tomar nuestros muertos como banderas de lucha, como ejemplo para seguir luchando. Esa lección yo la saqué de Nicaragua. En Nicaragua se moría un compañero no lo lloraban. Se iba a enterrar y si teníamos mariachis lo íbamos a enterrar con mariachis, se tiraban tiros, se gritaba, pero nadie lloraba, porque era un hombre que no moría, un hombre que seguía vivo dentro de nosotros. Eso es lo que nosotros tenemos que hacer con los Derechos Humanos, eso es lo que nosotros tenemos que reivindicar.
Entonces, a nuestros muertos respetarlos, honrarlos y levantarlos como bandera de lucha. Esa es la tarea de los Derechos Humanos, esa es la tarea que tenemos que hacer para poder levantar nuevamente la mística y el sentido de lucha de nuestro pueblo.”
TESTIMONIO DE MIGUEL FARÍAS.
“Creo que “Patán”, a quien he tenido el orgullo de conocer mucho tiempo después, porque como él decía, teníamos otros nombres, yo era Eugenio, jamás yo recuerdo haber visto a “Patán”, jamás nos topamos. Yo soy un joven que no era de escolta, pero era del Dispositivo de Seguridad Presidencial.
El Dispositivo de Seguridad Presidencial tiene diferentes patitas, diferentes departamentos, diferentes áreas, choferes operativos, casa de seguridad, armamento, CI, o sea Contra Inteligencia, guarnición.
Yo era un joven de Barrancas, hoy día es Pudahuel, de la población Estrella, en Santiago. Un joven muy inquieto desde los 13 años y desde los 14 o 15 años y hasta la fecha, y creo que por siempre, de un corazón rojo y negro. Siempre fui mirista y lo seguiré siendo. Un día, la historia es muy larga, pero hay que acortarla, tomé contacto con los “Elenos” que ayudaban al CHE en Bolivia, que se preocupaban de la logística, y me invitaron a hacer un curso a Cañaveral, que es la casa de descanso del Presidente, o la casa de la Payita, allá en El Arrayán. Fui a hacer el curso y me gustó tanto estar allí, compartir con los compañeros de servicio, de guarnición, que me fui entusiasmando y solicité se había la posibilidad de quedarme y seguir aprendiendo.
En ese momento se me invitó para que me preparara para los Grupos CI, de Contra Inteligencia, los que no se ven y están en todas partes. Yo era Eugenio, estaba siendo preparado para eso, pero mi tarea cotidiana era la de guarnición de Cañaveral. Éramos los jóvenes que teníamos que proteger el lugar, hacer guardia día y noche por turno, pero además estudiar.
Esporádicamente bajábamos a Tomas Moro a reforzar la guarnición, a reuniones, a capacitaciones. En Tomás Moro cada uno de nosotros tenía un puesto de guardia o de combate. Sonaba una especie de sirena o de alarma y cada uno de nosotros, estuviera donde estuviera, tenía que correr al lugar que ya estaba asignado.
De ahí yo vengo, pero como los tiempos son cortos, debo decirles que el día sábado 8 de septiembre de 1973 estaba yo en la puerta principal y se llenó de personas, de colaboradores, y debo pensar, pero me falta la certeza, yo era muy joven, tenía recién 17 años, llegaron militares, llegaron policías a ofrecer la lealtad al Presidente de la República que se encontraba allí con sus colaboradores. Quizás si hubiéramos tenido mayor inteligencia allí mismo los hubiéramos pescado, es lo que yo pienso después, porque entraron, y a lo mejor Pinochet podía haber sido uno de ellos. Pero nos faltaba, a lo mejor, más información.
Seguimos con nuestras actividades habituales y el día domingo 9, a eso de las cuatro de la tarde, un oficial del GAP, un Jefe nuestro nos dice que “el doctor”, como le decíamos al Presidente, quiere reunirse con ustedes en la sala de cine. Llegamos, nos reunimos, y allí estaba el Presidente solo, jugando al billar. Inmediatamente él nos hizo un análisis de la situación política, lo grave que estaba ocurriendo en el país en ese momento, y nos dijo dos cosas importantes. Nos dijo que había en camino un golpe de estado, pero que lo que no se sabía era el día. También nos dio las gracias por la lealtad y por cuidar el recinto, porque aunque se decía que esa era la casa de descanso, constantemente allí llegaban autoridades extranjeras y nacionales, Ministros, allí eran fines de semana de mucho trabajo del Presidente, reuniones hasta largas horas, y la tarea nuestra era resguardar el lugar, la protección.
Nos dijo: quedan en total libertad para que regresen a sus casas, únanse con sus familias y lo que aprendieron aquí llévenlo a las organizaciones sociales. Por supuesto que todos nos confundimos, nos miramos y nadie se fue. No éramos más de doce jóvenes. Algunos nos fuimos a los lugares donde dormíamos, los otros a los puestos de guardia.
Pasó el día lunes medio extraño y la madrugada del martes, aproximadamente tres de la mañana me despiertan para que me vaya a la puerta principal, porque era mi turno de hacer guardia. Entre 6 y 7 de la mañana uno de los oficiales del GAP me dice que corra adonde están mis compañeros y que los despierte.
Mis compañeros pensaban que era una instrucción más, pero era algo real, Nos formamos frente al comedor allí en Cañaveral, y nos dicen compañeros tenemos que bajar a Tomás Moro, allí nos van a dar instrucciones, la Armada se ha tomado Valparaíso y allí nos van a orientar qué tenemos que hacer.
Cada uno se armó con su AKM soviético, de aquellos tiempos, con un morral de tres cargadores, de 120 tiros cada uno. En Tomás Moro nos informan de que el Presidente y su escolta se había dirigido ya al Palacio de La Moneda, que la primera escuadra, de guarnición y estudiantes de Cañaveral, se dirigía a reforzar al Presidente, que son los compañeros que fueron hechos prisioneros en la Intendencia y que no pudieron entrar a combatir allí, y que son Detenidos Desaparecidos hasta el día de hoy. Entre ellos iba el hijo de la Payita.
La segunda y tercera escuadra, que éramos nosotros, se nos ordenó subir a los puntos que teníamos allí, pero nunca nos imaginamos de que en un momento inesperado aparecieron los helicópteros, primero como un reconocimiento, después dos helicópteros artillados, seguramente con punto 30 o punto 50 y empezaron en círculo a rodear Tomás Moro a cierta distancia, cien o doscientos metros, y empezaron a ametrallarnos. Después aparecieron los famosos aviones Hawker Hunter, nos ametrallaron y después nos empezaron a bombardear con bombas de fragmentación. Ninguno de nosotros, tenía experiencia de pelear con aviones ni con helicópteros, sabíamos temas de seguridad, manejábamos el AKM, algunas pistolas, y jamás imaginamos que íbamos a tener que pelear con este arsenal en contra nuestra.
Pero le hicimos frente y allí estuvimos varias horas y al final, tipo dos y media a tres de la tarde, nos empezamos a retirar cada uno como pudo. No teníamos dinero, no teníamos alimento, no teníamos casa de seguridad. Se llenó una camioneta roja que teníamos de servicio, con armamento, echamos todo lo que pudimos y es la camioneta que fue a parar a unos cordones, a INDUMET, donde se combatió allí. A unas poblaciones, a la Legua también llegaron otros “fierros” como les decíamos.Y cada uno de nosotros buscó la forma de salir de allí para sobrevivir.
Poco se habla de los jóvenes de Cañaveral. Yo me siento orgulloso de haber sido uno de ellos, de haber estado allí. Ahora que escuchaba a “Patán”, ahí hay una coincidencia. Nosotros los que logramos sobrevivir, salimos fuera del país y buscamos caminos y la mayoría fuimos a parar a Cuba.
Mientras “Patán” cuenta lo que él hacía, nosotros los jóvenes estábamos haciendo algo parecido.
Una anécdota de medio minuto. Cuando en pleno combate allí en Tomás Moro, yo me tropecé en la enfermería con unos tubos de color gris. Mandé unas chuchadas y pensé que había sido un gásfiter que estaba haciendo instalaciones allí. Y saben lo que eran, lanzacohetes anti tanques, que si hubiéramos sabido usarlos, quizás cómo habría sido aquello.
Cuando llegamos a Cuba, Tati nos recibió, Fidel nos dio las gracias, nos rindieron honores por la lealtad que habíamos tenido con el Presidente de Chile. Nos dijeron¿ qué quieren hacer ustedes? Cada uno dijo distintas cosas. De esos ocho que llegamos a La Habana, cuatro dijimos queremos aprender, no quiero volver a tropezarme con unos tubos que no sé usar y no sé para que eran. Mientras “Patán” estaba en lo suyo, nosotros estábamos en la Sierra Maestra también aprendiendo. Nos hicimos tanquistas, nos hicimos artilleros, hicimos guerra regular, irregular, y dijimos queremos ir a Chile, a apoyar a la Resistencia, queremos hacer cosas.
De alguna manera llegamos acá y vino lo que dijo ya “Patán”, la traición. Pero aquí estamos, sobreviviendo, con tremendos problemas de salud, con tremendos problemas económicos, sin apoyo, olvidados. Se nos han muerto varios compañeros completamente solos. En lo Prado se murió un compañero y después de diez días lo encontraron y resulta que nadie lo apoyó. La historia es mucho más larga, pero quiero darles las gracias por este espacio que es un aporte a la Memoria.”
Los testimonios entregados por estos dos combatientes populares, que el día 11 de septiembre resistieron heroicamente, enfrentando todo el aparataje de guerra de los golpistas , fueron atentamente escuchados por las personas presentes en la Sala El Farol, del Departamento de Extensión de la Universidad de Valparaíso, en esta jornada de inauguración del Festival.
Por su parte, Francisco Marín, durante su intervención manifestó:
“Ambos compañeros son muy importantes en la historia de ese 11 de septiembre y en toda la historia Chilena, pero lamentablemente la historia oficial ha puesto de relieve a algunos personajes que se vincularon a la cúpula del Partido Socialista, que son las personas que han inventado toda esta trama de que Allende se suicidó, porque todos los que se han vinculado a la cúpula del Partido Socialista, como Isidro García, que han tenido voz en Informes Especiales, o como Pablo Cepeda, tienen en común el inventar una historia de que Allende se suicidó.
En cambio, me da la impresión, que quienes se mantuvieron en la Resistencia, quienes combatieron tanto ese día y siguieron combatiendo, tuvieron la certeza que eso no había ocurrido, eso no había sido así (…) Escribí un libro con el Médico Forense Luis Ravanal, que descarta la versión del suicidio de Allende.
Investigando, investigando me di cuenta que eso era una gran mentira y quiero decir que todo lo que se construyó sobre la verdad de la muerte del Presidente Allende fue una operación, fue un absoluto montaje. No hay nada de lo que se ha dicho que sea verdad.
Se guardaron las fotos, las imágenes de Canal 13, las fotos que sacó El Mercurio, de Lira que era el fotógrafo más importante de El Mercurio. Todo el material se guardó. Las fotos de investigación de la A hasta la Z.
Estuvo la Inteligencia Militar manejando la escena del crimen, Javier Palacios era el Jefe de Inteligencia Militar, y estaba con el equipo de Fernández Larios, que todos llegaron a grandes puestos.
Debo decir, con un poquito de satisfacción, que hemos podido avanzar mucho en la reconstrucción de la verdad, y le debo agradecer a “Patán” su libro, “Memorias de un Combatiente”, que está lleno de revelaciones. Allí “Patán” cuenta que el año 75, estando en México lo entrevistó Frida Modack, la periodista que trabajaba en La Moneda junto con Silvio Caiozzi y ahí, Frida, entre que cambiaban una cinta y otra, le contó que habían entrevistado a un bombero que salió de La Moneda que daba el relato de toda la mancha de sangre que llegaba desde el Salón Rojo hasta el living del comedor, que es el lugar dónde encontraron al Presidente Allende.
Nosotros con el Dr. Ravanal llegamos a establecer científicamente que Allende tiene dos disparos de dos armas distintas en el cráneo y por lo tanto no se puede haber suicidado. Esto fue reconocido en el Congreso Mundial de Medicina Forense, en Corea del Sur, en una información que no se difundió en Chile, donde se premió, entre 7.000 peritos, el trabajo “Uno o Dos Disparos”, donde se ratificó que el cráneo de Allende tiene dos disparos. Uno en la zona peri orbitaria del ojo izquierdo, en la muestra N°3, hecho a corta distancia, porque tiene mucha pólvora. Este fue certificado en la autopsia del 2011. Y en la autopsia del 73 tiene descrito un orificio tallado a bisel externo, de dos centímetros, propio de orificio de salida de bala.
Entonces después, para simular el suicidio se le pone este otro disparo en la zona submentoniana, que produce estallido de cráneo, con un arma de gran potencia. Pero nosotros antes de eso, sabemos que había sido ametrallado. Yo en la parte histórica de mi libro conseguí un relato de un sobrino del General Palacios que cuenta cómo el General Palacios relató cómo fue este tema, y otra persona cuenta que a través de su padre, el General Palacios le contó cómo fue aquel momento.
Hay una cantidad increíble de antecedentes que han sido tapados por la historia. Siempre supimos que el cuerpo de Allende había sido trasladado, por la forma en que aparece en las fotos que han aparecido con el tiempo, donde tiene las piernas estiradas. Nadie que se suicide estando sentado, puede estirar las piernas y acomodarlas de esa forma. Necesariamente él había sido trasladado desde la espalda y arrastrado, y justamente en el libro de “Patán” se cuenta el relato de una persona que vio exactamente toda la marca del traslado”.
Luego de estos interesantes testimonios, se dio por inaugurado el XII Festival de Cine Social y Derechos Humanos con la proyección del documental “Contrasangre”, del realizador chileno Guido Brevis, que aborda la temática de las relaciones entre la sociedad chilena y el pueblo Mapuche a través de la historia de Nelson Curiñir Lincoleo, estudiante de Construcción Civil de la Universidad Técnica del Estado, sede Temuco, Detenido Desaparecido desde el 5 de octubre de 1973.
Valparaíso 07 de septiembre 2018
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