por
La muerte de Lemuel Fernández Toledo se debe a condiciones históricas, y no a las causas típicas de un simple hecho noticioso. Balas como la que lo mató han sido disparadas desde hace muchos años atrás. Y se seguirán disparando mientras no se aborden las estructuras de la violencia originaria que surgen con la ocupación chilena desde principios del siglo XIX, en el territorio de Arauco.
La violencia es parte de la naturaleza y está en la sobrevivencia de muchas especies. En el ser humano, es estructurada en la cultura, pasa a ser parte de la formación de las personas, se normaliza y se percibe desde el sentido común como algo natural y necesario para el funcionamiento de la sociedad.
Para poder llegar a esa creencia, se necesita de procesos históricos y relaciones de poder que someten a otros, donde quienes someten asumen que ejercen un derecho, como parte de un plan divino, mientras a los que son sometidos se les disciplina o se les persuade de que esto es el orden natural. Pero no lo es. La violencia jamás se asimila del todo como un hecho natural por quienes la viven, en muchos casos viajan en las memorias, en los relatos, están presentes diariamente en comentarios que a veces parecen intrascendentes, instalando un malestar que se va acumulando hasta llegar a un límite y explotar.
La muerte de Lemuel Fernández Toledo se debe a condiciones históricas, y no a las causas típicas de un simple hecho noticioso. Balas como la que lo mató han sido disparadas desde hace muchos años atrás. Y se seguirán disparando mientras no se aborden las estructuras de la violencia originaria que surgen con la ocupación chilena desde principios del siglo XIX, en el territorio de Arauco.
La avaricia de una élite chilena y de longkos inescrupulosos, utilizan la violencia para desplazar a comunidades para dar origen al latifundio, esto es la “Ocupación Espontanea de Particulares”. Samuel Lillo en sus Canciones de Arauco, como Baldomero Lillo, en su cuento Quilapan, nos muestran historias escritas con la sangre de los usurpados, sumidos en la miseria.
Esta violencia originaria llevó a que las comunidades de Arauco se desplazarán al sur, aumentando la población de lo que es Cañete y Tirúa, donde murió Lemuel Fernández, ocupando el sector costero de Puntilla Casa Piedra al río Moncul. Otras familias migraron a Galvarino, Cholchol, Nueva Imperial y Carahue.
La violencia de estos civiles llevó a disciplinar al obrero agrícola y al de la mina carbón, hasta los años 70, en el siglo XX. De ahí en adelante, el Estado se haría. Hoy la violencia vuelve a manos de los civiles, legitimada por la defensa de la propiedad privada. La violencia modeladora o estructural hoy da paso a una nueva violencia, funcional, mediatizada por los medios de comunicación y que tiene el poder de construir opinión y establecer culpables sin la necesidad del sistema de justicia.
Sin embargo, tanto la delincuencia como la violencia de los movimientos sociales son productos históricos, y si pensamos detenidamente, quien establece la categoría de lo delictual lo hace desde una estructura de poder. Como el Estado chileno, que por años ha sabido de las situaciones de violencia contra los mapuche pudo anticipar los tipos de muertes que cobraría el conflicto, pero desoyó las advertencias de los porfiados hechos. Ahora, las declaraciones en contra de los hechos de violencia se limitan a la violencia producida en el marco en el conflicto, pero no existen acciones que aborden la situación de la violencia originaria y estructural que se arrastra por siglos.
LA VIOLENCIA RECONFIGURADA
La “reconfiguración” de la violencia es una operación comunicacional simple, que separa la violencia estructural de los hechos de violencia actual, como si estos últimos fueran actos espontáneos, carentes de pasado. Para ello se la reconfigura en un discurso y nos muestran los hechos de manera episódica o en un marco temporal en la cual los únicos culpables de la violencia son los mapuche, como si se ejerciera en una sola dirección. Y el efecto es que toda la discusión se torna anecdótica, con frases tales como “un grupo de encapuchados”, o “una acción delictual”, y la discusión avanza sobre qué hacer con los sindicados culpables: “hay que matarlos” o “hay que encerrarlos de por vida”. Lemuel Fernández ya ha sido presentado como el encapuchado, y por tanto es culpable de su muerte. Y por su parte, quien disparó lo hizo convencido de estar resguardando su legítima defensa y repeliendo una amenaza, al calor del miedo, y la sociedad empatiza con esta situación, porque los medios dicen que es una respuesta a un acto delictual. Estas respuestas reactivas descomprimen la tensión producida por la violencia estructural, pero crean discurso vacío, basado en la venganza como acto ejemplificador.
La realidad actual es resultado de las relaciones entre las violencias de particulares, del Estado y de las respuestas de un sector del movimiento mapuche que busca suprimir la violencia estructural con una nueva violencia, ideológica, que sustente este cambio. Esto no es nuevo, muchos cambios sociales se han construido en base a la violencia que busca suprimir a la violencia originaria, como la misma revolución francesa o la independencia de Estados Unidos; y lo mismo con Chile, revisen como se han conquistado los derechos sociales en este país: entre violencia y masacres.
Los crímenes de odio nacen de la violencia estructural, y la única manera de evitarlos es ahondar en el origen, y avanzar en un proceso de sanación, que involucra abrir la verdad a todos y reparar los siglos de injusticias en todos ámbitos. Es hora de terminar con la pena de Arauco y salir del espiral de la violencia en la que nos han envuelto, generando respuestas creativas ante la desesperanza, tratándonos la violencia que nos carcome y que tiene rienda suelta al interior de clases populares, enfrentando al poder sin miedo, confiados en que somos capaces de construir una sociedad mejor que la que heredamos.
Personas mapuche y no mapuche seguirán muriendo en el marco de este conflicto, serán parte de la estadística policial para el Estado, pero para sus familias, comunidades y militantes ser parte de un sentimiento de angustia, impotencia y rabia, tanto por la violencia como por la impunidad. A ellos, el estado y la sociedad en general les dejan dos alternativas, sumirse en la resignación o rebelarse.
(*) Historiador Mapuche. Investigador Adjunto CIIR-PUC.
Fuente: https://www.theclinic.cl/2019/07/23/columna-de-sergio-caniuqueo-muertes-mapuche-en-el-conflicto-mapuche-de-la-violencia-estructural-a-la-violencia-reconfigurada/
[Anexo CT]
Nación Mapuche. Trawün de Temucuicui ante asesinato de joven mapuche Lemuel Fernández Toledo por colono chileno.
por Futa Trawun.
Ante el reciente asesinato del peñi Lemuel Fernández Toledo el día 19 de julio 2019 en el sector Tranaquepe, comuna de Tirúa, el Movimiento Mapuche Xawn Temucuicui declara ante la opinión pública nacional e internacional, mapuche y no mapuche lo siguiente: 1. El asesinato del peñi Lemuel Fernández Toledo se ampara en la violencia institucional histórica […]
1. El asesinato del peñi Lemuel Fernández Toledo se ampara en la violencia institucional histórica del Estado chileno en los distintos gobiernos de turno, donde latifundistas y ahora la policía militarizada de Carabineros de Chile actúan deliberadamente.
2. Como Movimiento Mapuche Xawun de Temucuicui, la noticia nos sorprende y entristece profundamente, en ese contexto expresamos nuestras condolencias a la familia, al lof y al conjunto de las organizaciones de las que fue parte activa el peñi Lemuel Fernández. Él ha caído reivindicando el legítimo derecho a la libre determinación mapuche y el Wallmapu desmilitarizado.
3. La familia ha perdido un hijo que decidió luchar por la justicia histórica mapuche, que confrontó decididamente la opresión con coraje, valentía y honor como tantos otros jóvenes mapuche que en las últimas tres décadas forman parte de las filas de asesinados, víctimas de una política de ocupación política, militar, colonial del Estado de Chile (y Argentina) desde 1881 hasta la fecha.
4. Instamos al Estado-gobierno y al Poder Judicial a que esclarezcan los hechos de manera objetiva e imparcial y aclare al mas breve plazo la situación compleja y controversial en la que se encuentra el peñi Domingo David Mariñan Millahual herido de bala e internado en el hospital de Concepción.
5. Exigimos al Estado-gobierno de Chile y particularmente al gobierno del Presidente Piñera y al conjunto de las instituciones del país -Poder Judicial, Ministerio Público y policías- a que dejen de criminalizar nuestras luchas sociales y políticas, y, en efecto, se desistan de emitir condenas políticas disfrazadas de delitos criminales a los miembros del pueblo mapuche, toda vez que la institucionalidad del Estado es parte del problema que Chile ha creado y alimentado por siglos contra nuestro Pueblo.
En esta dirección exigimos¡ se investigue toda participación de terceros y así también de Carabineros en este nuevo asesinato.
6. El Movimiento Mapuche Xawun de Temucuicui pone de manifiesto su preocupación en el actuar sin control político e institucional de los agentes del Estado, en este caso de Carabineros de Chile, toda vez que conocemos desde muy cerca cómo se han construido los montajes policiales destinados a inculpar a mapuche donde incluso alteran pruebas, traslado de los cuerpos de los asesinados al lugar del domicilio del supuesto atacado.
7. Finalmente hacemos un llamado a los organismos de Derechos Humanos a nivel nacional e internacional, Instituto Nacional de Derechos Humanos, Amnistía Internacional, Humans Rights Watch, HRW, ACNUD, Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, a que hagan cumplir de manera efectiva y real los tratados de derechos humanos que ha ratificado Chile y se constituyan en el Wallmapu para constatar en terreno los asesinatos y ejecuciones extrajudiciales tanto de los agentes del Estado como los asesinatos instigados por grupos de poder y particulares usurpadores y empresas forestales.
Descubre más desde Correo de los Trabajadores
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
Be the first to comment