Chile patronal: ¿hasta dónde la élite está dispuesta a correr el cerco?

En la foto: Alfonso Swett, presidente de la CPC (segundo de la izquierda) y Bernardo Larraín, presidente de la SOFOFA (derecha).

… Tras intensas semanas de manifestaciones por la desigualdad.

por Natalia Saavedra Morales/El Mostrador.

Al interior de los gremios, la instrucción es no personalizar el debate y mostrarse cuadrados en que, pese a que puedan existir sectores minoritarios, nunca presupuestaron que el descontento explotaría de forma tan visceral, y que por ello la respuesta no puede ser tibia. Si no, el camino al crecimiento solo va a retroceder.

Han sido días agotadores para todo el país. Pero hay un sector de la élite que tiene la moral realmente afectada: los empresarios. Este grupo se dio de bruces contra el piso con el estallido social que no vio venir.

Los planes originales eran otros. Para lo que quedaba del año, las grandes empresas y sus representantes tenían una agenda apegada al establishment. El seminario anual de la Sofofa en el Museo Nacional de Bellas Artes y el tradicional encuentro Enade en CasaPiedra, eran parte del calendario. Algunos bancos tenían, además, agendados sus investor day en el país. Pero todo se suspendió en medio de masivas protestas que reclaman más igualdad.

La decisión de suspender todo evento en «Sanhattan» surgió de la convicción de que no es el momento para actividades de lujo y de altos negocios, cuando el país está en crisis hace varias semanas con manifestaciones contra la desigualdad.

Qué tan ricos

Pongamos los números sobre la mesa. En 2018 la riqueza chilena siguió creciendo, alcanzando los US$500 mil millones. Esto implicó que las fortunas del país se abultaran en 3%, versus el 6% de avance regional.

Un informe del Boston Consulting Group (BCG) entregó cifras decidoras en cuanto a la distribución de la riqueza en Chile. Un 18% de los activos es de individuos con un patrimonio mayor a 100 millones de dólares; 20% de individuos con entre 1 millón y 100 millones de dólares; el 8% en individuos con entre 250 mil y 1 millón de dólares; y el 54% en individuos con un patrimonio menor a 250 mil dólares.

Las cifras parecen insolentes. La Fundación Sol las aterriza. El 50% de los chilenos, es decir, casi 9 millones de personas, reciben menos de $ 500 mil al mes, versus el 1% de la población, unos 180 mil ciudadanos, que perciben $14,9 millones mensuales.

Los empresarios se han deshecho en buenas intenciones, poniendo sobre la mesa la voluntad de que debe haber un giro en 180° grados para que el país retome una esquiva senda de crecimiento. Algo que ya reconoció el nuevo ministro de Hacienda, Ignacio Briones.

El secretario de Estado –educado en París– señaló que «es indudable de lo que ha pasado en Chile, y se ha visto en el mercado con las primas de riesgo, y es que se abre una señal de duda, que hay que contrarrestar en materia de inversión. Me tiene muy preocupado la inversión para el próximo año, porque sin inversión no hay crecimiento robusto», sostuvo en Canal 13.

Briones no era muy amigo del empresariado, a diferencia de Felipe Larraín, quien hacía alarde de codearse de a tú a tú con la élite. Eso aunque su formación es ampliamente destacada, así como sus atributos. «Es muy afable y buena persona», dice un empresario.

Lo anterior no deja de ser relevante. Larraín estaba acostumbrado a moverse en un escenario de comodidad. Una vez al mes daba entrevistas a los medios más tradicionales y era poco habitual que «bajara» a explicar la hoja de ruta de Hacienda. Desde el criticado periplo por Harvard con fondos públicos (que después devolvió) hasta su salida del ministerio, pocas veces se «mezcló» con otro público.

Briones tiene una hoja de ruta desafiante para la élite. El foco con el que aterrizó en la cartera es dejar claro en el debate, protagonizado estos días por la Ley de Presupuesto, que el Estado debe cambiar de foco: de un Estado pro empresa a un Estado pro mercado. Todo el esfuerzo de Hacienda está en detallar que el mayor esfuerzo fiscal está en financiar la agenda social.

“Hoy traje números realistas, no podemos desconocer la realidad que tenemos al frente. La situación económica que atraviesa el país es difícil”, advirtió el ministro Ignacio Briones ante la Comisión Mixta de Presupuestos, donde resaltó también la necesidad de realizar una discusión presupuestaria con espíritu de diálogo, considerando el escenario que enfrentamos.

Quién paga la cuenta

La agenda social contempla un costo total para el año 2020 de US$ 1.272 millones. Briones ha salido a aclarar algo que había enredado la discusión: que el mayor gasto estatal «no considera» los ingresos de una eventual Reforma Tributaria. De ese gasto, US$600 millones serán mayor gasto, US$322 millones, reasignaciones presupuestarias, y US$350 millones de reconstrucción vía capitalización del Metro.

¿Y qué factura se le puede pasar al empresariado en la crisis social? En las conversaciones en los gremios se ha hablado ampliamente que la salida que tiene es una sola, con mayor o menor convergencia: meterse la mano al bolsillo. «El país así como está no le resulta a nadie. O sacrificamos un poco o vamos a terminar en nada», apunta uno de ellos.

Las conversaciones que más se repiten es que están abiertos a asumir un aumento en el salario mínimo, esto obviamente en las grandes ligas. Las pymes ya han salido a explicar que no todas tienen las espaldas para aumentar el costo laboral.

Uno de los empresarios que más se ha involucrado en opinar ha sido el controlador de Quiñenco, Andrónico Luskic. A través de sus redes sociales, el también controlador del Banco de Chile ha señalado que es necesario discutir el impuesto al patrimonio, que ninguno de sus trabajadores ganará menos de $ 500 mil y que hay que priorizar «sueldos, pensiones, salud, transporte. Luego Constitución».

Al interior de los gremios, la instrucción es no personalizar el debate y mostrarse cuadrados en que, pese a que pueden existir sectores minoritarios, nunca presupuestaron que el descontento explotaría de forma tan visceral y que, por ello, la respuesta no puede ser tibia. La deuda también está en que ese 1% ultrarrico contribuya más, ya sea vía impuestos u otra forma, a la mayor equidad.

Atornillar para el lado contrario es inviable.

Un reportaje de Bloomberg explica que no existe una sola explicación para el malestar local. «Una protesta contra las malas condiciones no es lo mismo que una protesta contra la desigualdad. Muchas quejas chilenas giran en torno al sistema de pensiones, la atención médica, el derecho al agua, el transporte público, las escuelas y la corrupción. ¿Los chilenos están molestos porque sus opciones de transporte no son mejores? Esa es una queja en términos absolutos. ¿O están molestos porque viajan en metro mientras que muchos de los ricos tienen autos privados con conductores? Esa es una queja relativa», trata de explicar el columnista de la agencia, Tyler Cowen, en uno de los tantos artículos que abordan la problemática local.

La salida para la élite parece ser solo meterse la mano al bolsillo. Las cifras también así lo indican, pues los números no están cerrando. Ayer, por ejemplo, se conocieron –con números previos al estallido social– las decepcionantes cifras de las ventas minoristas. Estas (incluyendo automóviles) cayeron un 0,9% interanual (+1,9% en agosto).

«Los datos débiles están en línea con el continuo deterioro de la confianza del consumidor (IPEC). El índice de confianza del consumidor GFK se movió aún más hacia territorio pesimista registrando 36,7 puntos, el registro más bajo desde octubre de 2016 (46,7 un año antes), con sus cinco subíndices bajo niveles neutrales por tercera vez este año y deteriorándose en 12 meses. Los consumidores han sido pesimistas durante quince meses, siendo la principal incidencia a la baja la perspectiva de 5 años, que registró el mínimo histórico, llegando a 18,7 puntos, cayendo 13,3 puntos desde 32,1 hace un año. Mientras que la situación económica actual disminuyó 11,9 puntos a 37,2, la situación personal decreció 7,3 puntos a 35,8, el menor registro desde agosto de 2017 (43,1 un año antes). Mientras tanto, la perspectiva económica a doce meses también cayó 8,4 puntos a 45,3 (53,6 en octubre de 2018)», explicó Itaú.

El departamento de estudios añadió, en tono pesimista, que con la caída de la confianza del consumidor, la desaceleración del crecimiento del crédito y las operaciones, el consumo se deterioraría aún más y el crecimiento terminaría este año más cerca del 2%.

«Una recuperación el próximo año dependerá de la velocidad del proceso de reconstrucción, la reducción de la incertidumbre doméstica y los desarrollos en el escenario global con respecto a la guerra comercial», añadieron.

Cristián Valdivieso, de Criteria Research, explica que el Gobierno y la élite «van a tener que negociar entre ellos qué es lo que están dispuestos a ceder para poder entre ellos enfrentar, entre comillas, a la clase media y a la clase pobre, que es la que hoy día está impugnando a la élite. Hoy no es un conflicto clásico de lucha de clases (…). Se trata de ceder, de ceder poder, poder político, poder económico, poder social y cederlo tangiblemente y completamente».

La pelota está en la cancha y para que el partido no termine en vergonzosa derrota, el poder político y los empresarios deben actuar contrarreloj.

(El reporte Global Wealth completo se puede descargar en la web de BCG).

Fuente: https://www.elmostrador.cl/noticias/2019/11/06/tras-intensas-semanas-de-manifestaciones-por-la-desigualdad-hasta-donde-la-elite-esta-dispuesta-a-correr-el-cerco/


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