Renato Garín, diputado: “Creo que al pueblo de Chile en el fondo le gusta el libre mercado, le gusta el capitalismo.”
Nos juntamos con la intención de hablar sobre su último libro, “La Gran Colusión”, 355 páginas que sistematizan antecedentes de los tristemente célebres carteles de los pollos, las farmacias y el papel higiénico, los que refuerzan una de sus tesis de fondo: “Chile tiene sueldos y pensiones de tercer mundo, pero precios de primer mundo”. Sin embargo, con el diputado Renato Garín terminamos hablando casi de cualquier cosa. Prácticamente no rehúye de ningún tema. En entrevista con The Clinic, el legislador explica por qué se considera uno de los pocos frenteamplistas que cree en el libre mercado, subraya que “al chileno le gusta el capitalismo”, insiste en su defensa del tarot como método de autoconocimiento, asegura que “se ha erotizado la primera línea”, y que hay un componente sexual en el estallido social que hasta ahora hemos ignorado. Además, dispara contra la pose del hombre de izquierda que se hace el feminista y también contra los que se horrorizan al ver mujeres protestando desnudas. “Los hombres se ofenden de ver a las minas en tetas en la calle y sienten que poco menos están cortándoles el pene”, dice.
Me explica que él pertenece a una especie de corriente intelectual a la que también adhieren Alberto Mayol, Mirko Macari y Daniel Matamala, por nombrar algunos. “Somos islas de un mismo archipiélago”, asegura. También muestra ansiedad por hablar de su libro. Para Garín, la historia de la libre competencia en Chile “pasa por sobre los Chicago Boys, por sobre el proceso revolucionario de Allende, por sobre la Revolución en Libertad de Frei, por sobre la reforma agraria. El libre mercado es el reemplazo histórico, cultural y sociológico de la vieja Hacienda chilena”.
¿Es cierto que te consideras un frenteamplista que cree en el libre mercado?
– Creo que regalarle el libre mercado a los neoliberales es no entender la economía del futuro, que viene aparejada con libre mercado y con derechos sociales, ojalá con menos endeudamiento. El libre mercado es la idea más revolucionaria que hemos tenido. En esto, los Chicago Boys fueron más revolucionarios que Allende, más revolucionarios de Frei. Ellos hicieron una revolución capitalista en Chile. Hay una clase de gerentes que desarrolló el país, y eso es verdad. El problema es que tenemos forados enormes en salud, educación, gasto público, en un Estado ineficiente, pero este no es un problema del libre mercado. Si regalamos el libre mercado a la derecha, al centro político o a quien sea, no entendemos que a los millennials y a los votantes del Frente Amplio les gusta el mercado. Lo que no les gusta es que se los caguen en el mercado.
Es inevitable hacer un paralelo entre libre mercado y capitalismo ¿te consideras también un capitalista?
– Muchos creen que el capitalista es libremercadista, pero no, el capitalismo necesita al libre mercado y cada experimento que se ha intentado para que haya un capitalismo no libremercadista termina con regímenes fallidos, salvo por supuesto, el intento Chino, que es un capitalismo autoritario, por así decirlo, que amenaza con comerse el libremercadismo. Yo creo que adherir al libre mercado por angas o por mangas te hace adherir a la sociedad libre, a la democracia y libertad de expresión. Es un combo que la humanidad ha desarrollado durante miles de años y que en Chile se ha deteriorado de tal manera, ha sido utilizado de manera tan torcida que se ha deslegitimado a ojos del mundo. Pero yo creo que al pueblo de Chile en el fondo le gusta el libre mercado, le gusta el capitalismo y aquí no hay nadie soñando con una revolución postcapitalista. Yo creo que el movimiento no se trata de eso, yo no veo banderas postcapitalistas o anticapitalistas en el 18 de octubre chileno.
Pero no respondiste mi pregunta. ¿Te consideras capitalista?
– Yo me siento parte de una tradición liberal socialdemócrata, si es que tal cosa existe. Ciertamente, nuestra posición está radicalizada porque en Chile todas las posiciones están radicalizadas, porque el neoliberalismo tiene hegemonizado el debate. Pero yo me siento parte del mundo liberal, pero más socialdemócrata, más igualitarista, digamos. Sin embargo, no veo una hoja de ruta para solucionar esta hegemonía del capital sobre el trabajo, no hay una especie de programa preestablecido. En cierto modo, el desafío ecológico, el desafío de la desigualdad, el desafío de género te obligan a repensar toda la estructura ideológica. Hay que adherir al pragmatismo para solucionar temas. Yo soy escéptico de las grandes construcciones sociales, de las grandes soluciones, de los grandes modelos. Yo no creo que este modelo se solucione con otro modelo.
EL ESTALLIDO
La discusión en torno al estallido social la podemos reducir en dos tesis: Que el modelo está mal y hay que cambiarlo, o que el modelo generó expectativas que no ha cumplido y hay que hacer que las cumpla. ¿Con cuál de las dos te quedas?
– La versión más sofisticada de este debate está en el libro de Carlos Peña. Él dice que en Chile hay una modernización capitalista de profunda raigambre cultural y popular, donde el dinero y el acceso a bienes materiales ha sido una ventana de libertad para el pueblo. Es decir, el libre mercado desarrolló la libertad popular. Yo adhiero a la mitad de eso, que efectivamente hay un proceso de movilización capitalista en Chile: Hay más esperanza de vida, más desarrollo material, mejor acceso a bienes y servicios, un país digitalizado. Es cierto, es un país con enormes desigualdades, pero que en lo material ha progresado enormemente en los últimos 50 años. Ese es un triunfo de Chile, no del neoliberalismo, no de los Chicago Boys. Aquí hay una modernización capitalista donde el mundo popular se siente parte y quiere que sea real, que el mercado sea mercado, que no sea un espacio predeterminado por otros, que sea realmente un espacio de libertad. Pero hay que contradecir a Peña en un punto, porque él cree que una modernización capitalista da lo mismo si es con endeudamiento o sin endeudamiento.
Pero ¿y el modelo?
– Eso que llamamos modelo chileno es una hegemonía del capital financiero. No se basa simplemente en un libre mercado radical. Esta no es la selva de la competencia. Aquí las empresas no se distinguen por competir.
Pero hay una reacción de la gente que incluso está dispuesta a ver mermadas sus condiciones de vida con tal de que la situación cambie…
– A ver, quiero ser súper claro. Me parece que el ataque incendiario, que podemos discutir si es terrorista o no, es injustificable y muy grave. Que los trabajadores tengan que sentir horas y horas de angustia arriba de las micros, porque el metro no funciona porque unos dementes se lo quemaron, yo encuentro que es injustificable. La quema del metro es lo más grave que ha ocurrido en Chile en los últimos 30 años y el gobierno, en lugar de entender la gravedad, le echa la culpa a venezolanos, a cubanos, al K-pop, a Pikachu, a Pamela Jiles.
Precisamente, más allá de si es delito o no, si es justificable o no, el punto es que estuvo involucrada gente común y corriente. Sin ir más lejos, uno de los pocos formalizados era un profesor…
– Comprendo (se queda pensando). Yo creo que la respuesta más elaborada que puedo dar es la siguiente: El modelo de acumulación extrae de cada persona de manera violenta la plusvalía, tanto en el trabajo con bajos sueldo, como con el endeudamiento a altas tasas de interés. Mientras por arriba se generan excedentes financieros espectaculares, los mejores de nuestra historia, abajo se genera un recibo violento. Un día eso ya fue demasiado. Ese día fue el 18 de octubre, y puede volver a ocurrir. Si eso es contra el modelo, no lo sé. Sí te puedo decir que el modelo lo generó y eso es indudable, tanto el cabro lumpen que tira la piedra, el que quemó el metro, el suboficial, el cabo, eso que la izquierda llama despectivamente el paco raso, es también producto de este modelo. Eso los Chicago Boys jamás lo van a reconocer y el Presidente tampoco, porque es reconocer que la manera en la cual el país se desarrolló, y la manera en la cual ellos se hicieron ricos, generó violencia popular.
Sin embargo, pareciera que el Gobierno está bastante tranquilo. Pese a los bajos niveles de aprobación y a los primeros días donde se mostró bastante errático, con el pasar de las semanas ha podido llevar adelante una agenda de seguridad pública a su pinta y ajustado la agenda social a su programa. ¿Cómo lo evalúas?
– Yo creo que el Gobierno terminó el 19 de octubre. Lo que vino desde ahí en adelante es una especie de administración de emergencia. Quiero recordarte que hubo semanas en las que se llamaba a organizar un gabinete de unidad nacional, a una posible renuncia del Presidente de la República, de una salida institucional sin Piñera, en fin. Yo creo que el principal factor de desorden es Piñera, el principal factor de incertidumbre económica es él. Si tú miras, el día que el dólar ha picado más alto, que la bolsa ha picado más bajo, ha sido sistemáticamente cuando Piñera ha hecho declaraciones destempladas. Piñera es el factor de incertidumbre económica, no el movimiento.
Para redondear la idea, ¿tú ves que la crisis se resuelve con la salida de Piñera?
– No, porque eso te abre un escenario muy latinoamericano: El vacío de poder, que termina conduciendo a un autoritarismo en las calles, como lo que pasó en Bolivia, por ejemplo, donde no manda nadie. Imagínate si no mandara nadie un día, cómo saldría Carabineros a reprimir. Prefiero que haya alguien en La Moneda mandando. Por mí, ojalá que Piñera termine su mandato en las mejores condiciones posibles, que Chile tenga su nueva Constitución y que el próximo gobierno se haga cargo de la crisis que quede.
EL PROCESO CONSTITUYENTE
¿Ves el estallido como una oportunidad para el Frente Amplio?
– No (responde seco y tajante).
¿Sale trasquilado?
– Toda la estructura sale trasquilada, hay un desplome. Macari, con ese humor que tiene, muy inteligente, me dice a mí, a Gabriel (Boric), a Giorgio (Jackson): “Oye, ustedes sacaron pasaje en el Titanic”. Y es verdad po, aquí toda la estructura colapsó y estamos todos en el agua. Entonces, esperar que el Frente Amplio saliera fortalecido de esto es no entender el fenómeno que está ocurriendo. Todos los que intentaron surfear esto salieron para atrás. Aquí había que escuchar, mirar, sorprenderse, condenar la violencia, pero todos quienes hagan el amago de ponerse adelante del movimiento van a salir trasquilados.
¿Cómo ves, entonces, el escenario de cara a la constituyente?
– Lo que ha dicho Hamilton es verdad, hay una especie de secuestro del proceso en el Congreso. A mí no me pareció correcto que la élite autoconvocada llamara a un proceso constituyente. Pero ya está hecho y yo veo algunos riesgos. La regla de los dos tercios a mí no me termina de convencer. Es mucho, me parece que tres quintos era mucho más razonable. Pero dada esa regla hay que ver cómo se configura la matemática de la hueá. RN es la bancada más grande del Congreso, sólo comparable con lo que consiguió la DC con Frei Montalva. Ese es el cálculo de Mario Desbordes. Él dijo que si RN repite la buena votación que tuvo el 2017, con este sistema electoral y con la centro izquierda fraccionada en varias listas, ¿Quién va a tener la llave? Renovación Nacional. Este es el gran triunfo de Desbordes: RN le arrebata a la UDI el control histórico y el patrimonio cultural de la Constitución. Deja de ser la Constitución de Jaime Guzmán y pasa a ser la Constitución de Piñera y RN.
Eso lo dijo Van Rysselberghe.
– Sí, y en RN ya se dieron cuenta de este poder que tienen. ¿Y qué ocurrió? se fraccionaron. Ahora, RN es un especie de federación de partidos, donde conviven los evangélicos, los liberales, los conservadores, los nacionalistas, Carlos Larraín, Andrés Allamand, Mario Desbordes, M.J. Ossandón, Ximena Ossandón, Marcela Sabat. Todo esto me parece maquiavélicamente brillante. Por eso se quieren faenar a Desbordes, por esa jugada que hizo. Esto es como en el ajedrez: Sacrificio de dama, dama por peón, posición de jaque mate y la negras salen con todo a cambiar pieza por pieza, pieza por pieza, pero igual ganan las blancas, igual va a ganar RN.
No es muy esperanzador igual.
– Nos movimos de la UDI a RN, yo creo que ya es un avance importante (se ríe). Pero más allá del humor, también me molesta porque Crispi, Vidal, Jackson, el mismo Boric, dijeron: “Oye, qué buena onda Desbordes. Oye Desbordes está por cambiar la Constitución gratis”. Y ahora cacharon que no. ¿Por qué RN está tan interesado en la norma de paridad? Porque RN es la bancada con más mujeres del Congreso, con más candidatas a nivel nacional. RN es el gran ganador de este proceso.
EL TWITTER Y EL TAROT
Eres académico, escritor, abogado, diputado, tuitero. ¿Cuál de esas facetas te gusta más?
– Yo soy un sobreviviente. Todas esas cosas que me dices, las he ido haciendo para sobrevivir. No solo en términos monetarios, que no me quejo, sino de espacios dónde habitar. Mi espacio real es la Escuela de Derecho en la Universidad de Chile. Todo lo que tengo, todo lo que soy, todo lo que puedo ser alguna vez en mi vida, va a ser por esa escuela. Llegar de Melipilla siendo nadie, ser hoy día diputado de la República y profesor, sin tener redes originales, sin ser oligarca, sin tener una fortuna detrás mío, es un triunfo de la educación pública y yo me siento parte de eso. Ahí ocurre algo notable, que es que hay la posibilidad de ascender social y culturalmente. Es como mi primavera personal, digamos. Yo florezco estudiando derecho. Y si me dices que ¿cómo imagino mi futuro después de la política, después de ser parlamentario? Estudiando derecho.
Esta es mi rabia contra los políticos actuales: que no estudian, que se quedan con lo que aprendieron en la universidad. Yo quisiera que la política chilena tuviera más estudiantes en este sentido, que sigan estudiando. Claro, hay estudiantes, que llegaron de dirigentes, pero ¿fueron estudiantes alguna vez? ¿estudiaron realmente? ¿estudian hoy día? Quizás lo que nos pasa es que la élite dejó de estudiar.
Hace poco, un tweet tuyo generó polémica. Bueno, eso no es ninguna novedad…
– (Se ríe) Yo soy provocador.
Pero en uno en particular dijiste que la clase política…
– Es penca.
Claro. Acusabas que los políticos en Chile no leen papers ni hablan varios idiomas. Y recibiste muchas críticas, se te tildó de elitista, porque sólo podía ser diputado aquel que hablara varios idiomas y leyera papers ¿Te consideras un elitista?
– Ese argumento es no entender el país. Si tú recorres Santiago, recorres las regiones, te vas a encontrar que está lleno de institutos de idiomas. Recorres la periferia de Santiago y está lleno de Wall Street Institute. Hay más de dos millones de estudiantes de inglés en Chile. ¿Por qué la élite no puede estudiar inglés? Porque es más cómodo, es más fácil la flojera de que el Estado me pague un traductor o un aparatito donde yo escucho en español lo que me dicen en inglés. Porque soy flojo, en el fondo. Porque soy penca.
¿Y con los papers?
Con el tema de los papers, hay un dogma que lo ve como algo malo, como una forma de conocimiento sobrecodificado del que hay que avergonzarse. Hay un desprecio de la élite a los profesores universitarios, hacia el estudio, hacia las metodologías, hacia el conocimiento. ¿Por qué? Porque lo que hoy día manda es la opinión. Los políticos opinan y, como opinan, no tienen que leerse el libro, no tienen que leerse el paper, no tienen que hablar inglés, porque es más fácil opinar. Ese dogma contra el conocimiento también penetró en el Frente Amplio. La Beatriz Sánchez misma lo dice: La política no es un lugar para doctorados. Entonces, ¿Cuál es el lugar de los doctorados? ¿Encerrados en universidades? ¿Qué esperamos de los políticos, que tengan un conocimiento de dos centímetros de espesor y cuando les pregunten las cifras o les pregunten los temas digan: “No, eso es un tema de expertos”? Eso es lo que hace Beatriz Sánchez. Yo le pido a la élite lo mismo que hace el pueblo de Chile.
– Yo veo en Twitter a una élite sobreinformada, infoxicada, pero también veo algo luminoso: Conversaciones, ideas, reacciones, argumentos. También veo violencia. Si hay algo que me distingue es que yo tengo un discurso. Puede gustarte o no que sea libremercadista y que me guste el capitalismo, pero te lo digo. Puede gustarte que yo no sea marxista y que no me guste la Unión Soviética, pero te lo digo. Yo no soy ese tipo de político que te dice lo que quieres escuchar y se va adaptando a los oídos del personaje. No, yo tengo un discurso claro y así he sido siempre. Eso en Twitter molesta, porque es una red acomodaticia, del momento, de la contingencia, del acontecimiento.
Otra faceta tuya que generó polémica es tu afición por el tarot…
– Hay un autor que es el discípulo díscolo de Freud: Carl Gustav Jung. Yo llego a esto por sus tesis del psicoanalisis. Él establece una especie de relación conceptual entre diversas herramientas culturales con el psicoanálisis: Las runas asiáticas, la caja de arena y el tarot. Esta concepción del tarot psicoanalítica no es adivinatoria, sino para ver cómo reacciones tú con las cartas. Es como una especie de test de Rorschach pero a la décima potencia. Las runas te dan arquetipos, el dibujo en la caja de arena te da arquetipos, el tarot te da arquetipos. La ciencia, a lo (Karl) Popper, te dice: esto es pseudociencia, porque no hay conclusiones válidas, científicamente, a partir de estas premisas, porque tú me está diciendo cualquier cosa. No hay ciencia en eso, no hay conocimiento. Bueno, esto es muy interesante porque Jung tiene todo un historial médico de cómo ayudó en las depresiones, en los trastornos bipolares, en los tabús culturales, en los traumas, con este tipo de herramientas. ¿Por qué la religiosidad y la cultura popular, tiene que reducirse a una cruz y a un muerto crucificado? Esto preguntaría de vuelta. ¿Por qué le hemos entregado la hegemonía de la emocionalidad cultural y espiritual a la religión? Los haitianos creen en el vudú, le clavan alfileres a un monito de trapo y creen que con eso transmiten energía. ¿Son tontos por eso? ¿Son anti científicos?
Pero esa apertura puede llevar también a creer que la Tierra es plana…
– Bueno, exacto.
En su momento te criticaron por promover la superstición. ¿Cómo tomabas esos comentarios? ¿Los aceptabas?
– Es que yo creo que esto está en la médula de lo que ocurre en Chile. Hemos aceptado el conocimiento científico de los economistas, de los científicos en los laboratorios y los cientistas sociales de las universidades. Hemos aceptado que es el único conocimiento posible. Y al lado de eso, crecieron pseudociencias, supersticiones de todo tipo, religiones populares, que la gente concibe como conocimiento aunque no sea conocimiento. El hecho de que no haya un científico de bata blanca certificando un paper sobre el tarot, la magia negra o el vudú, no va a convencer a nadie de usarlo o no. Eso ya existe. Esta apertura cultural de Chile tiene que ser capaz de ver que el conocimiento positivista convive con otras concepciones del conocimiento. Yo no le puedo decir al mapuche que baila para que llueva: “Oye, no seas ignorante”. Es no entender nada. El canon intelectual del conocimiento silogístico no puede ser llevado al extremo de amputarle la cultura a la gente. En Chile ya está configurada la cultura del tarot. Ya está Pedro Engel en los matinales. Entonces, hay que ver cómo ese conocimiento no se transforma en que la Tierra es plana, porque eso es un negocio. Está muy claro en el documental de Netflix.
Lo que tiene que preocuparnos es cuál va a ser el criterio estatal público para adjudicar recursos para investigaciones: La ciencia positivista u otro tipo de conocimiento. Discutamoslo, pero no me digas que lo único válido de la sociedad es el conocimiento que empuja el establishment. Una señora que le reza al Padre Pío no lo hace por ciencia. Un haitiano que le clava alfileres a un trapito no lo hace por ciencia. Lo hace por su espíritu, porque detrás de eso está la moral, el bien y el mal. ¿Y el tarot de qué te habla en el fondo? Del bien y el mal. Imagínate que agarrai a un cabro que está marchando en la primera línea en Plaza Italia y le decís: “mira la carta del diablo, ¿a quién ves tú ahí? ¿quién es el malo hoy día? ¿Los empresarios, Piñera, los gerentes?”. Sería súper interesante hacer ese ejercicio.
El amor, por ejemplo, no responde al racionalismo científico, por más que te digan: no, es que hay un químico en el cerebro que reacciona. No, el amor existe. La izquierda, por ejemplo, tiene que hablar del amor. Yo discutí esto con Giorgio (Jackson). No solo del placer, no solo del sexo. Del amor. No hay nada más revolucionario que el amor. Y el amor se ve en el tarot. La carta de los enamorados. Vamos a la primera línea de Plaza Italia, ¿qué ve usted en la carta de los enamorados? ¿Qué es el amor hoy día en Chile? Son discusiones emocionales, espirituales.
LA SEXUALIDAD, LOS HOMBRES Y EL FEMINISMO
Ya que tocaste el tema amoroso. ¿Qué piensas de la sexualidad en tiempos de cambios en la estructura tradicional católica y de irrupción del feminismo?
– Yo crecí en Melipilla, en los noventa, una ciudad muy conservadora, muy marcada por la iglesia, donde habían palabras prohibidas en el colegio católico. Hoy día veo un país donde estamos en el otro extremo, o sea, hay una hipersexualización y creo que el feminismo debiera reaccionar contra eso. La publicidad y el lenguaje, por ejemplo, están hipersexualizados. Algo hay en la sociedad chilena con el sexo, yo creo que es una caja de pandora absoluta. Yo veo mucho de sexual en el movimiento, veo una energía, la violencia del sexo. Es súper volado lo que estoy diciendo, pero hay algo muy erótico en el movimiento. De hecho, se ha erotizado a la primera línea. Hay una especie de erotismo incluso en la violencia, que te habla de la falta de erotismo diario del chileno. Hay una vida gris y fome en lo privado. Hay una falta de intimidad de las parejas. El orgasmo femenino es un tema tabú. Es como si las mujeres no hubieran sentido placer sexual nunca. Esto explota porque en Chile ha habido una cuestión contra el placer sexual femenino muy notable, siempre exhibiendo el cuerpo femenino en la tele, en la publicidad, pero nunca hablando del placer femenino como sujeto. Siempre como objeto. Eso es muy interesante, porque se rompe la cuestión y uno ve en las calles a estas cabras que les gusta mostrar las tetas, que les gusta mostrar el culo y veo, incluso, que hay una profundidad intelectual en eso, más allá de ellas, que es de décadas. Veo a Spencer Tunick sacando fotos en pelota, veo al Flor Motuda cantando “Todo Chile en pelota” en el Festival de Viña, veo a la Maripepa Nieto empelotándose con sus vínculos dictatoriales y todo, veo a Pamela Jiles con sus plumas. Hay una cuestión ahí, del cuerpo, de lo sexual, de lo corporal. Lo que está en juego es el placer. ¿Qué estatus tiene el placer en Chile? Es súper interesante. Y ojo, que no es el amor.
¿Tú eres de los que separa el amor del placer?
– Los políticos tenemos que saber distinguir una sociedad sin placer de una sociedad sin amor. Chile tiene un problema,
que está hipersexualizado. Esto no es falta de sexo. Este es un país con un mercado prostibular bastante amplio. Santiago está lleno de escorts VIP. A la élite pucha que le cuesta hablar de esto, hombres y mujeres, pero es una verdad irrefutable. Está en internet. A Chile no le falta sexo, pero sí hay problemas en el amor y en el placer. Es un país donde las relaciones amorosas duran poco, donde los divorcios hicieron eclosión. Yo estoy a favor del divorcio, pero lo que digo es: ¿qué ocurre en un país donde todos se divorcian, donde los matrimonios duran tan poco? ¿Qué ocurre con el amor? Y debajo de eso, ¿Qué ocurre con el placer sexual de la pareja? Es una cuestión muy tabú, muy poco hablada. A nivel de poblaciones, ¿qué pasa con esa pareja que se va a una vivienda social donde el vecino te escucha como tirai todas las noches? ¿Qué pasa con esa vida sexual? ¿Qué pasa con el amor de esa pareja? Se destruye, se desarma. Entonces, si la política pública no entiende que en la vivienda ocurre el sexo de la familia y tiene que haber una habitación para eso, es que no entienden la humanidad.
¿Ves una distancia entre las nuevas generaciones y las más viejas, donde el sexo y el amor no son temas tabú?
– Yo creo que el gran cambio son las minas. Muchos se horrorizan, yo no, de ver a las minas protestando en tetas. Es una manera de remover esta sociedad súper profunda y lo encuentro súper interesante. Las minas jóvenes han empujado un cambio a todo nivel, desde la Marcela Sabat hasta la Gael Yeomans. Yo las admiro, encuentro que son las grandes ganadoras de este proceso. Me gustaría que mis compañeras del Frente Amplio hubieran salido ganando más. Esto podría ser de la Gael, de la Cata Pérez, de la (Natalia) Castillo. Pero están preocupadas, sobre todo la Cata Perez, de pelear con los otros hueones, entonces ganó la Sabat. Pero el cambio cultural y generacional es claro. Son las mujeres jóvenes las que empujaron el cambio. Fue el 8 de marzo de 2019 el comienzo de la revolución, claramente. Si los hombres tenemos que tomar palco de eso, tomamos palco. Pero igual hay una masculinidad ofendida, muy clara.
¿Cómo es eso?
– Como que los hombres se ofenden de ver a las minas en tetas en la calle y sienten que poco menos están cortándoles el pene, diciéndoles: “tú no puedes ser hombre, porque no puedes decirle un piropo a la mina, porque no puedes manosear a la mina en el metro”. No po, si la masculinidad puede ser, puedes tener pene, puedes tener erecciones, puedes tener relaciones sexuales, pero no tienes por qué pasar por encima de la mina sistemáticamente. Porque la mina también tiene placer, también es un sujeto. Y eso es un cambio cultural super profundo. Ojo, que no estaba en Chile hace cinco años atrás. En el 2011 se hablaba de Camila Vallejo como la mijita rica. Ella no vislumbró este cambio, pero quizás fue la primera, estuvo adelantada a su época. Había sobre ella esta idea de que era la mujer atractiva liderando un movimiento. Eso ya no existe.
¿Crees en la posibilidad de que existan hombres feministas?
– Sí y no. Hay una pose, que es leerse los libros de Judith Butler, que yo los leí hace 15 años porque los enseñan en derecho, en teoría de género. Entiendo los conceptos de la deconstrucción y todo eso, entonces, sí se puede. Claro, leer a Judith Butler no me hace feminista. Uno puede aprender los conceptos, pero lo que uno no puede es reemplazar es la experiencia de explotación femenina. O sea, que el hombre crea que puede corporalizar en sí lo que han sufrido las mujeres, es una inexactitud fisiológica, digamos. Es no entender la experiencia femenina. Y ahí hay una pose muy de izquierda, de decir: “Yo soy súper hombre y feminista. Me leo lo libros de Judith Butler y me deconstruí”. Hasta cierto punto, la deconstrucción es imposible. Esto Butler lo entiende también y las feministas que entienden a Butler lo entienden. Cuando te pido: “deconstrúyete”, te estoy pidiendo un imposible. Porque para deconstruírse, hay que verse a sí mismo desde un punto de vista externo que nadie tiene. Nadie puede verse a sí mismo desde afuera. Pero sí puedo empatizar con la mujer oprimida, con mi madre, por ejemplo, que fue obrera a los 14 años, porque su padre fue atropellado en un campo.
¿Hombre feminista? No lo sé. Yo no quiero apoderarme de la experiencia subjetiva de las mujeres explotadas en Chile. Ese es el pueblo de Chile más explotado por el sistema: La mujer dueña de casa, con papito de corazón, que la dejó botada, endeudada con el supermercado y con la casa comercial. Esa es la mujer que me interesa a mí. Pero eso no me convierte a mí en un hombre feminista. Porque yo no puedo arrancarle a ella su experiencia y hacerla mía. Yo tengo mi experiencia vital. Puedo leer, puedo tratar de acercarme, empatizar. Pero la experiencia de la mujer oprimida es la experiencia de ella, no es la mía.
Algunos le llaman “aliado”. ¿Te consideras un “aliado”?
– Exacto. Efectivamente, las mujeres ganan menos, pagan más en la Isapre, las tratan peor en el trabajo, en el colegio, en la universidad. El ciclo menstrual y el placer femenino está a nivel de tabú social. Las lesbianas sufren una cantidad de discriminación enorme. Si uno no entiende eso, no entiende nada en la sociedad actual. Pero yo no puedo decir: ese sufrimiento es mío, porque lo sufrí yo. Eso es tratar de robarse la experiencia ajena. Eso no puede hacerse. Eso es sustituir a la mujer. Es como los senadores po, que hablan de temas de feminismo en las comisiones y son puros hombres.
Fuente: https://www.theclinic.cl/2020/02/11/renato-garin-diputado-creo-que-al-pueblo-de-chile-en-el-fondo-le-gusta-el-libre-mercado-le-gusta-el-capitalismo/
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