Rebelión Popular en Valparaíso. Análisis y balance.

Las dos caras de la moneda de 30 pesos.

por Guillermo Correa C./Valparaíso.

Tomando como referencia la consigna “No son 30 pesos, son Treinta años”, realizaré una reflexión respecto a la Rebelión Popular en Valparaíso del período que se extiende entre el 19 de octubre del año pasado a noviembre del 2020.

En primer lugar habría que decir que este proceso que aparece sorpresivamente, como algo espontáneo, inesperado y  con la potencia de un volcán en erupción, es producto de una energía que se vino acumulando durante años debido a los reiterados abusos cometidos en contra del pueblo en general y, al mismo tiempo por la resistencia que algunos sectores populares desarrollaron desde el mismo momento en que se instalaron los gobiernos civiles de la post dictadura, luego que algunas orgánicas partidarias cuestionaron el acuerdo y la realización del Plebiscito del año 88 que permitió la salida pactada desde la dictadura a la democracia restringida que hoy tenemos. Dichas orgánicas, representadas principalmente por sectores del MIR, del Frente Patriótico Manuel Rodríguez , del Complejo Mapu Lautaro y otros sectores políticos y sociales, terminan disolviéndose en los años noventa, pero algunos de sus ex militantes se insertan en el trabajo territorial y sectorial, manteniendo viva la llama de la resistencia popular. Poco a poco, la “cultura mirista, rodriguista y lautarista” se hace presente en distintos colectivos populares, en nuevas organizaciones menores y dispersas que comienzan a crearse, como también al interior de los distintos sectores sociales, sea poblacionales, juveniles, de trabajadores, ambientales, feministas, etcétera. Es un trabajo de hormiga de resistencia al modelo neoliberal instalado en dictadura y profundizado durante los gobiernos civiles que le sucedieron.

El Movimiento Popular que parece transitar por una situación de adaptación e inmovilismo tiene expresiones de rebeldía y protesta en episodios  tales como la huelga de los trabajadores subcontratistas del cobre el  año 2010, los trabajadores forestales, el levantamiento de la comunidad de Freirina en contra de la contaminación y problemas sanitarios , la rebelión de Chiloé en contra del modelo depredador y extractivista, entre otros, pero que adquiere nuevamente protagonismo más masivo y nacional con el movimiento estudiantil impulsado por los estudiantes secundarios el año 2006, el denominado “Movimiento Pingüino”, las multitudinarias movilizaciones estudiantiles de universitarios y secundarios el año 2011, las movilizaciones de los profesores y las profesoras, y nuevamente con la potencia y masividad del Movimiento Estudiantil el año 2016. También, cuando comienzan a materializarse las vergonzosas pensiones derivadas del sistema de AFP, se articula un gran Movimiento No+AFP que irrumpe con fuerza en la escena nacional, al igual como lo hacen los movimientos ambientalistas en la lucha por el agua, en contra de la contaminación, en contra de la existencia de las denominadas zonas de sacrificio, la lucha por los recursos naturales y en contra de  la depredación del medio ambiente con la política extractivista impulsada por el modelo neoliberal. El año 2018 explota con gran masividad y potencia el Movimiento Feminista, después de un sistemático y creciente proceso de articulación en torno a sus demandas. Por último no hay que dejar de lado la constante y tenaz lucha desplegada desde la dictadura hasta nuestros días por las organizaciones de Derechos Humanos y de familiares de víctimas de la represión por la Memoria Histórica, la Verdad, la Justicia y Contra la Impunidad.

Es decir, previo al reventón de octubre ya existía un movimiento popular en un estado de ebullición latente, por lo tanto no aparece desde la nada ni en forma espontánea de un día para otro el 18 de octubre del 2019.

Lo que sí es totalmente novedoso en la rebelión popular iniciada el año pasado es la incorporación de la violencia política generalizada, que se manifiesta con una intensa energía y de múltiples formas en contra de los símbolos del abuso, los símbolos del poder, los símbolos del sistema de dominación, los símbolos de la institucionalidad, los símbolos del neoliberalismo. Se ataca con fuerza a las entidades financieras, a los bancos, a las AFP, a las farmacias, a los supermercados, a las grandes tiendas,  a las ISAPRES, a las compañías telefónicas, a los medios de comunicación tradicional, a las automotoras, etcétera.

                  Parlamentarios evacuando el Congreso. Fotografía registrada el 25 de octubre.

Acá en Valparaíso ocurren algunos hechos que son muy llamativos y significativos respecto de las manifestaciones de protesta popular y también de la  violencia política. La quema parcial del edificio del diario El Mercurio es uno de estos acontecimientos. La  connivencia con las élites y el poder de este medio de información es incuestionable, como también lo  es la participación de este importante medio de comunicación en su decidido accionar en contra del gobierno democrático del presidente Salvador Allende que terminó con el golpe cívico militar del año 73. Este edificio está ubicado en la calle Esmeralda de la ciudad de Valparaíso, vía por la cual se desplazan las movilizaciones que se inician en Plaza Sotomayor y recorren en el plan porteño,  y siempre que las y los manifestantes pasan por este sector, se detienen algunos momentos para gritar “¡Ahora y siempre El Mercurio Miente!” y  “¡La prensa burguesa no nos interesa!”, transformando dicho edificio en un ícono de los medios de comunicación oficiales al servicio de los empresarios y patrones, al servicio de la clase dominante. Esta manifestación de violencia política es un hecho muy simbólico que ocurrió acá en Valparaíso el día 19 de octubre del 2019.

                  Interior edificio El Mercurio. Fotografía registrada el 20 de octubre 2019.

Otro hecho destacable durante este período de rebelión popular es la evacuación de los Parlamentarios desde el  Congreso Nacional el día 25 de octubre, gatillado por intensas y multitudinarias movilizaciones que se realizan durante toda esa jornada y que  se acercan peligrosamente al edificio legislativo, amenazando con sobrepasar las barreras, las vallas de contención y a las Fuerzas Especiales de Carabineros que lo protegen, debido a la masividad, potencia y violencia política que se ejerce en sus alrededores.

Por último quisiera mencionar también otro hecho político particular, propio de acá de Valparaíso, que posteriormente tiene una connotación mundial, como lo es la intervención artística-política realizada por la Colectiva Lastesis, presentando la canción “Un violador en tu Camino”, que termina replicándose a nivel nacional e internacional, convirtiéndose en un himno mundial del feminismo.

                    Colectiva Lastesis.

Después de resaltar estos hechos que ocurrieron acá en  el Puerto y retomando la reflexión más general respecto de la Rebelión Popular en nuestra provincia, fue posible observar  durante los dos primeros meses de octubre y noviembre, como se produjo un ejercicio de acción directa de masas que podría definirse como un acto de “Educación Popular Rebelde”, donde a partir del “caos” inicial y la multifacética expresión de protesta callejera se va produciendo un aprendizaje al calor de la lucha, en la práctica concreta del accionar popular, y se empiezan a estructurar lo que podríamos denominar como las distintas “Líneas de Autodefensa Popular”, siendo la de mayor notoriedad la llamada Primera Línea, donde, además de los escuderos que se enfrentan a las Fuerzas Especiales y defienden a quienes participan de la movilización, están quienes se enfrentan a la policía lanzando objetos en contra de ellos; quienes se dedican a recolectar materiales y proveen los objetos para ser lanzados, que se les denomina “los pirquineros; las personas dedicadas a la neutralización de las bombas lacrimógenas. En ese mismo sector fue posible asimismo observar la presencia de compañeros y compañeras con equipos de música para estimular y reforzar el accionar de la Primera Línea.

Más atrás, pero no menos importantes,  aparecen otras líneas de autodefensa popular representadas por las Brigadas de Salud y Primeros Auxilios, las Brigadas de Derechos Humanos, como asimismo a las y los reporteros populares independientes que registran lo que sucede para romper el cerco informativo oficial, difundiendo dicho material por las redes alternativas de comunicación. Incluso, en estas líneas de acción, de autodefensa, que crean las y los integrantes del Movimiento Popular Rebelde, aparecen Brigadas de Abastecimiento de alimentos y agua.

El hecho de la conformación de estas “Líneas de Autodefensa Popular” en apenas un par de meses de lucha callejera y territorial constituye, a mi parecer, un situación relevante ya que la organización creada es de extraordinaria magnitud y se multiplica, además, a lo largo de todo el territorio nacional. La dimensión que adquiere este proceso de aprendizaje y organización popular podemos de alguna forma valorarla remitiéndonos al extenso período de los años de lucha y resistencia desarrollados en contra de la dictadura, recordando las dificultades que existieron en esos momentos para la implementación de brigadas con alguna semejanza a las creadas en este acotado espacio de tiempo durante la rebelión popular. Este es un elemento de carácter político que pasó a ser parte del ADN colectivo popular y que va a seguir estando presente en sus luchas del presente y del futuro. Es una semilla que germinó y se multiplicó al calor de la lucha y que estará presente en cualquier otro momento histórico posterior, si es que la movilización popular actual entra en un proceso de reflujo,  si  la clase dominante, la institucionalidad y los partidos políticos institucionales logran esto, que es uno de los objetivos que se persigue concretar con el Acuerdo por la Paz y la Nueva  Constitución del 15 de noviembre del año pasado, junto a la legislación represiva que se ha implementado durante este período. La coordinación que se produjo mediante articulaciones territoriales y sociales, como las Asambleas y Mesas de Unidad Social,  son también otro elemento necesario de destacar durante este período.

En medio de esta multitudinaria y violenta rebelión popular, cada vez más rupturista y más organizada, de carácter autónomo y extra parlamentario, el poder, las élites y la clase política, que en un primer momento quedaron descolocados y en un verdadero estado de schock, encuentran un mecanismo para intentar una salida a esta crisis creando el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución.

Esta inteligente movida política busca lograr, a mi modo de ver, tres objetivos principales: frenar la movilización popular, dividir al movimiento popular rebelde y legitimar a la institucionalidad vigente.

El objetivo de detener al Movimiento Popular Rebelde no se logró hasta la aparición de la pandemia de coronavirus, ya que las movilizaciones y la protesta popular siguieron adelante sin decaer. El Acuerdo por la Paz es rechazado rotundamente en un primer momento, especialmente durante los meses de noviembre y diciembre, en donde comienzan a aparecer las primeras fisuras en el Movimiento Popular, principalmente debido a la aceptación por parte de los partidos políticos tradicionales de las reglas del juego impuestas desde la institucionalidad.

Al interior de las organizaciones sociales, que se autodefinían como totalmente al margen e independientes de los partidos políticos, existen militantes o simpatizantes de dichos partidos, los que, pienso, comenzaron a ser permeados por las decisiones y las directrices emanadas desde sus colectividades, acuerdos  que llevaron al interior de las organizaciones sociales provocando un resquebrajamiento en ellas, lo que va provocando una división en el Movimiento Popular Rebelde, que es otro de los objetivos que buscaba el Acuerdo por la Paz.

Esta división no es tan nítida durante el resto del año 2019 y principios del 2020, porque incluso durante los meses de verano, y especialmente durante la realización del Festival de la Canción de Viña del Mar, se producen jornadas de movilización multitudinarias y con una violencia política nunca antes vista en la ciudad jardín, que se materializó en intensas jornadas de protesta con barricadas en muchos sectores, caos en el tránsito vehicular, la quema de automóviles y la destrucción de los ventanales del Hotel O’Higgins, que representa un símbolo de lo que es el Festival de Viña del Mar a lo largo de su historia. Incluso durante el período de las vacaciones en que se produce una especie de repliegue natural la protesta callejera se hace presente con fuerza. La consigna central era entonces volver  durante el mes de marzo “Con todo si no pa’ qué”, lo que queda demostrado en forma categórica con las multitudinarias jornadas de movilización enmarcadas en la Huelga Feminista del 8 y 9 de marzo.

Por lo tanto, si bien se han producido divisiones al interior del Movimiento Popular frente a la participación o no en el proceso plebiscitario y constituyente, el objetivo de frenar las movilizaciones y la protesta que se buscaba con el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución no se cumple.

Pero sucede que en esos momentos, mediados de marzo, llega a Chile la pandemia de coronavirus y se produce un estado de emergencia sanitaria en donde decretan una serie de medidas restrictivas de desplazamiento, confinamiento, cuarentena, con toque de queda y la presencia de los militares en la calle, y esta situación es la que frena, por motivos obvios y necesarios, el proceso de movilización y de rebelión popular, que había alcanzado momentos que podríamos definir incluso como insurreccionales.

Un ejemplo que refuerza lo anteriormente expresado es el hecho de que apenas comenzó nuevamente el desconfinamiento acá en Valparaíso a mediados de octubre de este año, se realizan una serie de movilizaciones autoconvocadas, que durante el mes de noviembre se efectúan prácticamente en forma diaria, indudablemente de características muy inferiores a las que estábamos acostumbrados a observar durante el año pasado, pero que dan cuenta de que el confinamiento fue el que precisamente logró frenar esas movilizaciones y la protesta callejera  sostenida y en aumento.

Pienso, y esta es una opinión de “ficción política”, porque son los hechos que han acontecido los que cuentan para la actual coyuntura que estamos enfrentando, que si no hubiese aparecido la pandemia y el Plebiscito se hubiese realizado en el mes de abril como estaba originalmente previsto, la participación del Movimiento Popular Rebelde en dicho evento electoral hubiese sido muy menor a la que fue el pasado 25 de octubre de2020. ¿Por qué especulo en este sentido?, porque todavía estaba latente el rechazo a este Acuerdo emanado desde las esferas del poder, realizado a espaldas del pueblo, entre cuatro paredes y con reglas precisas para ser cumplidas en la cancha determinada desde la institucionalidad que se rechazaba en las calles y que nada tenían que ver con las demandas de la renuncia de Piñera y la realización de una Asamblea Constituyente Popular y Soberana. Por lo tanto, pienso que no sería tan disparatado especular que la abstención habría sido mucho mayor a la que fue, ya que el freno provocado por la pandemia determina además una reorientación del Movimiento Popular Rebelde, que se  vuelca en sus propios territorios y comunidades a organizarse para paliar las dificultades de sobrevivencia, debido a la emergencia sanitaria y  las carencias de recursos básicos para la alimentación provocados por la cuarentena obligada, formándose nuevamente una gran cantidad de ollas comunes, que son a su vez parte de la solidaridad presente en el inconsciente colectivo los sectores populares, que aparece graficado en la consigna “Solo el Pueblo Ayuda al Pueblo”.

Este freno del Movimiento Popular, de las movilizaciones y de la protesta callejera, hace que esta rebelión con características insurreccionales se termine, entre en pausa.

                 Centro de Viña del Mar, 23 de febrero 2020.

Por las mismas razones, el Plebiscito fijado para el mes de abril 2020 se suspende y se traslada de fecha al mes de Octubre.

Ambas situaciones, a mi modo de ver, permiten que se siga potenciando la idea de que es necesario participar en el proceso constituyente, ya que no existe otra alternativa de expresión popular debido a las condiciones de emergencia  existentes, transformando mediante la propaganda y la publicidad el Plebiscito del 25 de octubre en la “madre de todas las batallas”, graficando en las opciones Apruebo y Rechazo lo mismo que representó en su momento el Plebiscito del SÍ y el NO del año 1988.

Al no poder seguir expresándose en las calles el Movimiento Popular Rebelde, un porcentaje del mismo, imposible de cuantificar, comienza a ser cooptado con esa perspectiva de participación, independientemente que incorpore elementos que se publicitan como destinados a transformar el proceso constitucional creado desde la institucionalidad, en una Asamblea Constituyente Popular y Soberana, pero que en la práctica sirven, a mi entender, solo para justificar dicha participación.

Lo anteriormente enunciado toma día a día más cuerpo con encuentros y conversatorios virtuales, como también con una campaña de propaganda y de publicidad creciente desarrollada a través de las redes sociales.

El resultado de todo este proceso se pudo observar en la participación de un gran número de muchachas y jóvenes, como también hombres y mujeres de los territorios más populares, en el Plebiscito del Apruebo-Rechazo.

Un porcentaje importante del Movimiento Popular Rebelde acepta las reglas de la institucionalidad dominante y participa de este evento electoral, lográndose en este caso, uno de los objetivos buscados con el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, como era el de dividir al movimiento popular rebelde.

No se debe dejar de lado que en el Plebiscito, a pesar de lo anteriormente expresado, se produjo una abstención de alrededor del 49%, en cuyo universo se incluye otro porcentaje importante del Movimiento Popular Rebelde.

Este último tiempo, después de la efervescencia inicial provocada por el triunfo del Apruebo, es posible percibir que con el pasar de los días se comienza a tomar conciencia de las limitaciones que tiene este proceso relacionadas con el alto quórum de 2/3, las dificultades de levantar candidaturas populares independientes , la explosión desenfrenada en la búsqueda de cupos para ser nominados candidatos o candidatas a Convencionales, junto con el protagonismo que comienzan a tomar nuevamente los partidos políticos institucionales, con sus nuevos y viejos rostros.  Se observa actualmente una especie de desencanto en algunos sectores populares que estuvieron muy entusiasmados con la participación en este proceso constituyente institucional.

Los hechos fríos y concretos día a día muestran una situación diferente a la ilusoriamente esperada con  la propaganda y publicidad desplegada para lograr una gran participación y un gran triunfo con el Apruebo. Más aún al constatar que habiéndose aprobado el mecanismo de realizar una Convención Constitucional “dejando afuera” a los partidos políticos, es precisamente a través de ellos mismos que se elaboraran las listas de los candidatos y las candidatas  que postularán a ser electos como Convencionales Constituyentes.

La confección de listas de candidatos verdaderamente independientes tiene muchas complejidades y dificultades para ser concretadas, precisamente por las trabas meticulosamente establecidas en este Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución.

Hay,  por lo tanto, un grado de desencanto y desesperanza en algunos sectores populares ante tal situación, aún cuando siguen desplegándose con fuerza nuevas expectativas ofreciendo la posibilidad de cambiar y revertirla. Pero va quedando cada vez más claro que el proceso que viene no es lo que se publicitaba y pretendía con el triunfo del Apruebo.

En los territorios y comunidades se sigue intentando impulsar con más fuerza Asambleas y Cabildos Territoriales y sectoriales, pero ese es un ejercicio que ya se realizó en forma muy organizada y multitudinaria durante varios meses en el último gobierno de Michelle Bachelet, con la vana esperanza y la falsa promesa de elaborar una Nueva Constitución mediante una Asamblea Constituyente, como también en el ejercicio del Cabildo Ciudadano realizado por las Municipalidades durante el pasado mes de diciembre en donde un porcentaje abrumador  (90%) marcó la opción de una Nueva Constitución. A pesar de que se han llenado miles de papeles con hermosas resoluciones y derechos a ser plasmados en una nueva Constitución, no se ha llegado a ningún fin concreto. Todo lo realizado en ese sentido ha quedado anotado y archivado.

Otro de los objetivos que perseguía el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución era la legitimación de la institucionalidad cuestionada con la rebelión popular y, se quiera o no reconocer, a mi parecer esto también se ha logrado con la aceptación y participación en el Plebiscito del Apruebo-Rechazo y en el posterior  “Proceso Constituyente” institucional en curso.

Por lo tanto, ese objetivo también se está cumpliendo, independientemente que se sigan impulsando nuevas Asambleas y Cabildos para “presionar” a los “Constituyentes que serán electos”.

La lucha por la renuncia de Piñera y por la libertad de los presos políticos de la revuelta,  son las dos consignas centrales que siguen manteniendo unido al Movimiento Popular Rebelde, como ha quedado demostrado con las constantes movilizaciones que se han reimpulsado este último tiempo, en donde vuelven a encontrarse en la lucha callejera aquellos que participaron en el proceso plebiscitario y aquellos que lo rechazaron y no participaron en él.

Resumiendo, en las dos caras de la moneda “de 30 pesos”, hay una cara de desesperanza, de desencanto, de pensar que la situación actual no era la prometida y esperada, que los cauces institucionales y los partidos políticos tradicionales son los que están marcando la pauta, los tiempos y los pasos de este proceso y, por lo tanto, es posible predecir un debilitamiento estructural de la rebelión popular.

Pero también hay otra cara de la moneda que es necesario destacar y rescatar, como lo es el  ejercicio de “Educación Popular Rebelde” que se produjo mediante la acción directa de las masas en los espacios extraparlamentarios, extra institucionales, en donde se crearon, como decía anteriormente, todas esas líneas de acción, la Primera Línea, las Brigadas de Salud, las Brigadas de Derechos Humanos, Comités de diversa índole, que fueron dando origen a organizaciones que comienzan a plasmarse y articularse al calor de la lucha misma, que las crea el mismo Movimiento Popular Rebelde a través del aprendizaje práctico y colectivo, que es independiente y complementario a la vez del proceso de educación popular que se está desarrollando desde hace muchos años a nivel sectorial y territorial, en donde las Asambleas Territoriales y Populares en los sectores y comunidades siguen potenciando la Organización Popular Autónoma. Por dispersa, multifacética e incipiente que esta sea, hay una semilla sembrada donde se observa un empoderamiento por parte de las personas que dijeron “¡Basta de Abusos, Chile Despertó!”, queremos ser soberanos y protagonistas de nuestra propia historia.

Fotografía registrada el mes de diciembre 2020

Este concepto de protagonismo, que va de la mano con el de soberanía popular, son gérmenes incipientes de poder popular. Estas semillas seguirán multiplicándose y floreciendo a lo largo de los años, porque cambiar el sistema neoliberal imperante no se realiza mediante un Plebiscito ni con la redacción de una Nueva Constitución, ni solo a través de los caminos parlamentarios e institucionales, sino que es un camino complejo, difícil, de largo aliento, pero donde estos elementos que ya se han sembrado seguirán dando frutos en el largo plazo, como exponía anteriormente.

También hay que tener presente que se han ido incorporando algunos conceptos fundamentales durante el desarrollo de la rebelión popular como son el concepto aniticapitalista, el concepto antipatriarcal y el concepto del buen vivir de los pueblo ancestrales, relacionado este último con el cuidado del medio ambiente y los recursos naturales.

Estas semillas que se han sembrado en esta Rebelión Popular, que continúa en desarrollo, bajo otro contexto, bajo otras formas,  han pasado a formar parte del ADN del pueblo.

Otro elemento que hay que tener presente en esta Rebelión Popular iniciada en octubre del año pasado es la presencia de la bandera mapuche, símbolo que hace una relación precisa, sin ambigüedades, a la lucha de resistencia y liberación que lleva adelante el pueblo mapuche, como una forma de mirar a esos rincones y sacar enseñanzas para la propia lucha de resistencia y liberación del pueblo chileno. Tampoco se debe ignorar la irrupción del multifacético movimiento anarquista.

Todo el proceso en curso y la actual coyuntura en que nos encontramos es probable que también haya provocado una desmoralización y un desencanto también en los sectores del Movimiento Popular Rebelde que no acató las normas del juego institucionales, que no participó en el Plebiscito ni participa en el proceso constitucional en curso, pero las concepciones anticapitalista, antipatriarcal y por el buen vivir, seguirán presentes en la lucha de resistencia para terminar con el sistema neoliberal en nuestro país, que es una lucha de largo aliento en donde es fundamental la organización popular, la coordinación y la confluencia de las distintas orgánicas, colectivos y estructuras atomizadas, dispersas y separadas que existen ,en una gran Movimiento por la Soberanía  y los Derechos del Pueblo que elabore un Programa Popular Básico, una propuesta básica de acción que permita continuar creando los instrumentos necesarios para llevar adelante una lucha de liberación nacional. Si miramos, entonces, la otra cara de la moneda con cierto optimismo, esa semilla que se sembró, esas líneas y organizaciones de autodefensa creadas al calor de la lucha, que ya están incorporadas en el ADN del Movimiento popular, seguirán estando presentes independientemente de los altos y bajos que tenga la organización, la lucha y la movilización popular.

Pienso que son experiencias aprehendidas e incorporadas, por eso hablo de un concepto de Educación Popular Rebelde forjada colectivamente al calor de la lucha cotidiana. Será necesario seguir avanzando en la creación de la organización popular adecuada, junto con los instrumentos  necesarios para poder vencer a la clase dominante, pero ha quedado claramente demostrado las capacidades que tiene el Movimiento Popular Rebelde para crear instrumentos efectivos  al calor de la lucha

1 Comment

  1. Si bien comparto la posición de Correa en relación con el plebiscito del 25 oct, lamentablemente la caracterización del ciclo de luchas post 1990 que hace es bastante similar a la que hizo Miguel Silva de Igualdad en febrero de este anho:

    http://revistadefrente.cl/antecedentes-balance-y-proyecciones-de-la-revuelta-chilena/

    En ambos casos se omite la centralidad de los anhos 2013-2014, momento en que la lucha de clases se acusó demostrando la fuerza del movimiento obrero. Un verdadero reguero de huelgas con al menos tres paros ramales (portuarios dos veces, peonetas, walmart, etc) -no por nada Bachelet llega al gobierno para implantarla reforma laboral mas antiborera desde el ladrillo, esta vez con el PC en el gobierno-. Correa incluso equivoca el anho de las luchas clasistas de los subcontratistas del cobre (2006 y no 2010 -en 2010 Pinhera pudo salir con su papelito por el rescate de los mineros atrapados-). Para los que estuvimos en la calle en 2006 y 2011, fue claro que en el primer anho lo relevante y progresivo de 2006 fue la lucha de los obreros mineros del cobre (subcontratistas), muy por sobre lo del estudiantado secundario y universitario; en 2011 se olvida mencionar que lo más relevante fue el paro general del 24 y 25 de octubre, una verdadera batalla campal en la alameda de Santiago entre obreros y pacos. En suma, ambos Silva y Correa, operan con las anteojeras estudiantil-universitarias; no por nada se formaron politicamente en los 1980s en ese campo…y hay que recordar que Silva es el intelectual orgánico de un partido que fue la viga social del Frente Amplio, partido que de abril a septiembre de 2020 dio cabida a toda una laya de concertacionistas de izquierda para legitimarlos, reproduciendo la veta claudista de 2013 (la diferencia entre Igualdad y TALM en ese tiempo era que los últimos debían disculparse por venir de la concerta…). De ahí que la coincidencia en la caracterización que Correa muetsra con Silva sea peligrosa….

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