Chile sórdido: El caso Spiniak. La impunidad de pedófilos y abusadores [+ video].

Rina Montt: “Falsificaron mi firma, amenazaron de muerte a mi hijo… El caso Spiniak arruinó mi vida”..

Por Laura Landaeta/Interferencia.cl.

La psicóloga que trabajó junto al juez Daniel Calvo en la primera etapa de este bullado caso de pedofilia y prostitución infantil alza la voz para acusar a quienes, según ella, arruinaron su vida sólo porque algunas personas pensaban que sabía más de lo que en realidad sabía, todo por haber tenido contacto con los menores denunciantes de la red pederasta.

Rina Montt fue protagonista de uno de los enredos judiciales más complejos del último tiempo: el caso de la red de pedofilia de Claudio Spiniak donde se acusó que un selecto grupo de la elite chilena abusaba de menores de edad en situación de calle en verdaderos bacanales, donde abundaban las drogas y el alcohol.

El año 2008, México le dio refugio humanitario luego de que la sicóloga pasara un periplo por tribunales; acusada, entre otras cosas, de falsificar documentos, testimonios y dirigir las declaraciones de las víctimas de este caso.

La amenazaron a ella y a su hijo menor, quien tenía 9 años cuando lo llamaron para decirle que lo matarían. Le robaron el auto, su computador, la acusaron de loca y, además, acusa que falsificaron su firma en informes que fueron usados para deslegitimarla profesionalmente.

Hoy, Rina alza la voz para contar detalles de ese oscuro período en su vida. Dice que busca justicia y habla con INTERFERENCIA motivada por el reportaje en el cual este medio devela que el ex carabinero Gonzalo Alveal Antonucci es en la actualidad agente de operaciones de la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI). Aquella revelación asegura que es un tema que no logra comprender pues asegura que fue precisamente Alveal Antonucci quien falsificó los documentos con los que la incriminaron. La Razón: deslegitimarla, pues fue ella quien conoció de primera fuente el relato de una de las víctimas de esta red de prostitución infantil y pedofilia. (Revise acá el artículo de esta redacción).

¿Cómo se llegó a involucrar en el caso Spiniak y de qué manera se fueron sucediendo los hechos?

-Cuando comenzó el caso Spiniak, yo era la coordinadora de la unidad de crisis, que fue creada el 15 de septiembre de 2002. El ministro de Justicia me nombró a cargo de esa unidad que asistía todas las denuncias donde estaban siendo vulnerados derechos de jóvenes y niños.

¿Cómo llegan a uss manos los antecedentes del caso?

– Llegaron unas denuncias de una supuesta víctima, que finalmente era víctima y proxeneta. Lo atendió una de las personas que estaba a mi cargo, me reservaré ese nombre. Se trataba de José Alegría. La directora del Sename regional, Ana María Latorre, en mi ausencia; le ordeno a las funcionarias de la Unidad atender a este joven. Yo en ese tiempo estaba fuera, con licencia médica. Al volver me ordena Delia del Gatto ponerme a disposición del juez Calvo. Era la primera vez que me ordenaban algo así. Le pregunté al juez cuál era mi misión y él me dijo “usted va a ser el nexo entre los jóvenes denunciantes y yo. Usted no puede entrevistar, evaluar, interrogar, ni nada. Solo debe llevarlos al tribunal”. Y eso hice.

¿Y qué pasó entonces?

-Yo fui a buscar a un joven a Talca y a varios otros lugares. Estuve con muchos niños, pero no les hablaba, simplemente los trasladaba al juzgado.

Pero hubo una razón por la cual comenzó la persecución en su contra, ¿habrá escuchado algo de algún menor que pusiera en riesgo a gente poderosa?

-La verdad, yo la única persona con la que hablé fue con Gema Bueno y lo hice antes de que me designaran trabajar con el juez Calvo.

 ¿Gema Bueno, la joven que acusó a dos políticos y luego se retractó?

 -Claro. Delia del Gatto estaba fuera del país y le dice a la jefa de la unidad jurídica que tengo que ir a hablar con Gema Bueno, que en ese tiempo estaba en un centro de rehabilitación de droga. El Sename era en ese entonces casi una institución militar. Delia decía que no se movía una hoja sin que supiera. Así que me dirigí a Peñaflor, me hacen pasar y veo una niña más bien gordita, la única mujer. Empezamos a hablar y ella me dice que estuvo en las fiestas de Spiniak y se arrancó. Le pedí sus datos y me doy cuenta que, al momento que la estaba entrevistando, ella ya era mayor de 18 años. Le dije que no podía entrevistarla porque ya no era una menor. Hice un informe y le digo a Delia que no podía hacer esa entrevista porque ella era mayor de edad. Dos días después, Delia del Gatto me pide que me ponga a disposición del juez para trabajar en ese caso.

¿Y qué le dijo Gema Bueno? Imagino que ahora ya puede comentarlo.

-Gema Bueno me habló de las fiestas de Spiniak.

¿Le mencionó a Jovino Novoa?

-No, ella no habló de Novoa. Ella me nombró a Nelson Ávila, pero como era mayor de edad, no seguí preguntándole más

¿Le mencionaron a figuras públicas que participaban de esas orgías?

-Sólo a Nelson Ávila por su nombre. Tenía que llevárselos al juez, no les hablaba mucho. Así es como me mandan a buscar una menor a La Serena, y la encontré, pero luego se me desapareció. Entonces volví a Santiago a entregar esa información en un informe y me entrevisté con el ministro, y cuando le cuento lo sucedido él me dice que se va a tomar unos días de descanso porque lo andan persiguiendo y acosando. Me cuenta que lo estaban extorsionando. Me dijo textual “yo no sé si quieren matarme o que me mate”. Y yo quedé impactada… Ahí se acabó mi participación en el caso Spiniak. El ministro fue cambiado y yo no seguí trabajando más en él.

“Ponía la parte de sus genitales muy cerca de mi cara”

Conocido fue entonces el rol de Gonzalo Alveal Antonucci como investigador policial de la magistrada Domínguez, participando de amenazas a periodistas y personas ligadas al caso. Incluso, en un reportaje anterior de INTERFERENCIA, Esteban Infante, también investigador de la magistrado Eleonora Domínguez en una de las aristas del caso Spiniak, acusó a Alveal de haber escondido videos en los cuales aparecían imágenes comprometedores de personalidades públicas. Alveal desapareció de la vida pública en los años posteriores a esta denuncia hasta que hoy es nuevamente conocido su paradero como operativo de la ANI.

El juez Daniel Calvo, que trabajó con Rina Montt en las primeras diligencias investigativas de esta red de prostitución, fue extorsionado por un joven prostituto gay quien lo acusó de tener una doble vida, e incluso fue grabado saliendo de un sauna gay, imágenes que aparecieron en la prensa; razón por la cual fue destituido de la investigación luego de muchas presiones para ser sacado de ésta. El caso fue tomado por otro magistrado y, con ello, Rina Montt también abandonó la causa.

Sin embargo, fue ahí cuando comenzó su mayor problema.

Públicamente fue muy desacreditada en los meses posteriores a la salida del juez Calvo de esa investigación.

-Sí, me acusaron de sedición con astucia, de falsedad en declaraciones, que hice mentir a los niños, que yo no era sicóloga… Un montón de cosas que provenían de Nelson Ávila y del abogado de la UDI. Falsificaron mi firma, me acusaron de ejercicio ilegal de la profesión, de manejar testimonios, amenazaron de muerte a mi hijo… El caso Spiniak arruinó mi vida.

Pero ¿por qué abandonó la causa?

-Me comunicaron que el ministro Sergio Muñoz solicitó que yo saliera de la causa. Pero después me enteré que eso no era así, pues el ministro Muñoz me dijo frente a todo el pleno de la corte que él no solicitó jamás que me sacaran de la causa, aunque a mí me lo señalaron desde el Sename, pues presuntamente él se lo había dicho a Delia del Gatto.

¿Cree que Delia del Gatto mintió?

-La verdad todo era muy raro. Es probable. Este tema siempre fue confuso y había mucha gente interesada en él. Fue muy mediático y todo el mundo quería saber quién había estado en esas fiestas. Antes de esa reunión con el ministro Muñoz, yo tuve que ir a hablar con el ministro del Interior, José Miguel Insulza, tuve que ir con Loreto Ditzel a esta audiencia a las 8 de la noche. Llegamos y estaba el señor Insulza acompañado del ministro Bate. Entonces, el señor Insulza me dice: “Rina, ¿qué sabe usted de esta causa?” y yo le digo, “ministro, no sé más que lo que saben los diarios”. Nunca tuve opción de ver el expediente. El ministro Bate le dice a Loreto Ditzel que no está de acuerdo con cómo se lleva la causa mediáticamente, pero el ministro Insulza me dijo que me quedara tranquila y si tenía algún problema se lo hiciera saber.

Le dio garantías de seguridad en medio de las amenazas al juez Calvo

-Claro, pero al poco tiempo me robaron un auto y me destruyeron los cables telefónicos de la casa. Antes de eso llaman a la casa y amenazan a mi hijo menor que si yo hablaba lo iban a matar. 

Pero tantas amenazas deben haber obedecido a algo, a algún tipo de información que usted conoció y no querían que divulgara.

-Aunque tú no lo creas, yo no sabía más que lo que te he contado. Pero me persiguieron por todos los frentes. Incluso, quedó plasmado en una causa que Nelson Ávila tenía graves problemas con el empresario Jorge Rabié, de Chillán. Y yo cuando niña estudié en un colegio donde estudiaron las niñas Rabié, pero no eran mis compañeras de curso ni mucho menos mis amigas. El señor Ávila consideró que a mí me habían mandado a dañarlo, causa que interpuso y que perdió porque no pudo demostrar el vínculo. Yo jamás fui amiga de esas personas.

¿Es ahí que se gesta esta denuncia en su contra por manipular a los menores y por ejercicio ilegal de la profesión? Porque finalmente, ese fue el argumento principal para desacreditar tus acusaciones de persecución y hostigamiento.

-Me hicieron un sumario interno, y como yo le regalé unos pantalones a un chico que estaba en la casa del Cura Jolo, me acusaron de comprar testimonios. Le llevé esos pantalones porque tengo hijos y él niño no tenía ropa. No fue una compra ni nada parecido como hicieron creer. Trataron de desacreditarme por todos lados. El señor Nelson Ávila iba a todos los canales a decir que yo había inducido a los niños a mentira. También la UDI a través de sus abogados. Y yo nunca hice algo así. La UDI me acusó de sedición con astucia y el señor Ávila de inducir un falso testimonio.

¿Fue lo más complejo que la acusaran de ejercicio ilegal de la profesión? Eso fue demostrado en una primera instancia con documentos firmados por usted.

-Ingresaron una serie de fotocopias de denuncias telefónicas que yo recibí en la línea 800 del Sename y ocho informes psicosociales del Sename donde yo firmaba como psicóloga. Esos informes fueron entregados por el carabinero Gonzalo Alveal Antonucci. Hacía que me siguieran, pinchó mi celular, mi correo electrónico y el teléfono de mi casa; y estoy segura que fue él mismo quien puso un pie de firma a los documentos en los cuales yo sólo ponía mi firma. Él le agregó un pie de firma que decía Psicóloga. En esa época yo estaba egresada en proceso de titulación, jamás habría hecho eso. Si alguien ve las fotos de las firmas se da cuenta que fueron adulteradas las fotocopias de recepción de denuncias, lo cual es un delito, es adulteración de instrumento público – misma letra fue sobrepuesta. Y ocuparon esa falsa documentación para acusarme.

¿Y en esa denuncia que rol jugó Delia del Gatto?

-Ella dijo que no me conocía y llevó a todas sus asesoras a declarar a la corte para decir lo mismo.

¿En algún momento de su carrera firmó o tomó alguna declaración?

-No, nunca. Sólo hice informes de denuncias hechas en el número 800, las cuales eran derivadas a la unidad jurídica. Estábamos contratadas para eso. Varias personas que trabajábamos en la línea telefónica. Teníamos que firmar con nuestro nombre cada llamada que recibíamos. Era el protocolo. Pero después esos documentos salían firmados como psicóloga coordinadora, y yo eso jamás lo hice. Es tan burdo lo que hicieron que me abrieron una causa por firmar documentos desde un año antes de que yo llegara al Sename. Yo llegue al Sename el 19 de enero de 1998. Además, la denuncia fue por delitos cometidos entre el año 1997 al 2000, y ya estaban prescritos. Es decir, no sólo eran falsos y manipulados sino además prescritos. La causa estaba a esas alturas con la jueza Eleonora Domínguez, y cuando solicito ver el expediente para revisar las firmas que se me adjudicaban, en reiteradas ocasiones nos niega la posibilidad de acceder a los informes. En el intertanto me llaman a declarar y me mandan al COF por falso testimonio. Estuve presa nueve días sin haber hecho nada, nueve días demoró el abogado en que la corte revirtiera esa medida y esos días estuve detenida siendo inocente. Salí en libertad el 30 de diciembre del año 2004.

Usted acusó a Gonzalo Alveal, el ex Carabinero que estuvo a cargo de la investigación, de haberla torturado, amedrentado y haber falsificado su firma en esos informes. ¿Qué fue lo que sucedió específicamente con el ex Carabinero?

-Es que me tocó ir a declarar una vez donde la jueza Domínguez y me sentaron en una silla de esas que se suben y se bajan con una palanca. La jueza me comienza a interrogar e insistía en que le dijera qué relación tenía yo con Sebastián Piñera. Ella insistía en que tenía que darle información de él. Y yo le dije que no lo conocía. Sólo por los diarios. Alguien entra a la sala y llama a la jueza. Le dice que si puede salir porque la llamaban. Quedó Alveal en el interrogatorio y ese hombre me comenzó a decir que le reconociera mi vínculo con Piñera. Y como yo no le decía nada. El señor se me acerca, toma la manilla de la silla y comienza a bajarla, me dejaba mi cara a la altura de su miembro y se me acercaba a un par de centímetro del rostro. Me gritaba, me decía que era delincuente, que no saldría nunca más de la cárcel, me ponía sus partes en el rostro mientras me gritaba. Cuando terminó el interrogatorio – vejatorio, humillante y abusivo – me mandaron a la cárcel tres días más. Luego de salir de la cárcel lo denuncié en Carabineros. Lo denuncié con Javiera Blanco, con el General Villalobos, al Sename e incluso con la jueza Domínguez. Nadie hizo nada.

¿Y por qué quiere hablar ahora?

-Me sorprendió mucho leer que Gonzalo Alveal Antonucci es hoy un funcionario de inteligencia de la elite, cuando es un canalla, un tipo que hizo mucho daño y que ha transitado con total impunidad. Yo no les creo nada a los abogados ni a la justicia chilena. Pero sí quiero contar la historia de la persecución que viví para que se conozca. Yo hice una Maestría en Derecho Penal y Criminalística aquí en México, actualmente soy Doctorante en el Doctorado de Criminología y criminalística. No puedo entender cómo este tipo canalla es un agente de inteligencia, si fabrica pruebas, miente.

-Gonzalo Alveal Antonucci fue el brazo armado sicopático que fabricó pruebas y cambió mi declaración. Delia del Gatto Reyes, Loreto Ditzel Lacoa, Nelson Ávila Contreras y Jovino Novoa Vásquez son todos culpables. La impunidad con que circulan estas personas es lo que más molesta, La jueza Viviana Toro jamás me interrogó por este tema de ejercicio ilegal, pero en su sentencia dice que me condena básicamente por mi declaración. El protocolo de Estambul, el Acuerdo de San José de Costa Rica, firmado y ratificado por Chile es invisible y desconocido para los poderosos jueces y ministros del poder Judicial de Chile. Gonzalo Abelardo Alveal Antonucci, fue el único que vio los videos que se perdieron, es posible inferir entonces, que él tenía en sus manos a los poderosos participantes de estas fiestas. Cuando le pregunté vía WhatsApp a este carabinero que le había hecho yo para que me hiciera tanto daño me contesto con el salmo 23: «el señor es mi pastor y nada me faltará”.

11 de diciembre, 2020. 

Fuente: https://interferencia.cl/articulos/rina-montt-falsificaron-mi-firma-amenazaron-de-muerte-mi-hijo-el-caso-spiniak-arruino-mi


Alveal Antonucci, el ex Dipolcar que pasó de las escuchas ilegales a agente de la ANI.

Por Laura Landaeta/Interferencia.

Este ex oficial, acusado de cometer abusos y operaciones de escuchas ilegales a autoridades, policías y en el caso Spiniak; es hoy un operativo especial de la Agencia Nacional de Inteligencia.

Uno de los carabineros más cuestionados de los últimos años, el ex jefe de la Dipolcar, mayor (r) Gonzalo Alveal Antonucci, hoy es parte fundamental del grupo de Operaciones Especiales de la Agencia Nacional de Inteligencia, ANI. Una especie de Edgard Hoover chileno, según lo han calificado redes internas de la policía ya que, al igual que el director del FBI que sobrevivió a ocho presidencias de Estados Unidos, Alveal ha sabido reinventarse y no perecer en el intento. ¿Cómo? “A punta de información clasificada”, dicen sus detractores.

Alveal Antonucci en el pasado estuvo involucrado en el caso de las escuchas ilegales ocurridas en 2010 y tuvo un rol fundamental en la obstrucción de información durante el caso de pedofilia asociado al empresario Claudio Spiniak, según han relatado sus denunciantes. Uno de ellos incluso lo acusó de torturas.

Sin embargo, este ex oficial había estado fuera del radar de la opinión pública tras el escándalo que terminó por obligarlo a solicitar su retiro anticipado de Carabineros, cuando se desempeñaba como jefe de asuntos internos de la Dirección de Inteligencia Policial de Carabineros (Dipolcar) en 2013.

Estos escándalos hoy cobran nueva vida tras la solicitud del ex suboficial Esteban Infante a la Corte Interamericana de Derechos Humanos para investigar nuevamente al ex mayor, pues considera que “la justicia chilena no cumplió su deber y dejó impune a Alveal pese a los hechos graves que se le imputaban y que fueron comprobados”.

“Estamos preparando una presentación en relación a la información que hemos recibido de que se encuentra activo luego de que fue amparado por la sala de la corte que falló en favor de él, teniendo argumentos para fallar en su contra. Es por ello que no deja de llamar la atención que un personaje tan cuestionado esté operativo y más aún si está en un comando especial. Debería estar detenido por sus acciones”, señala Infante.

“Yo aún creo en la justicia que ha sido tan esquiva para mí y mi subalterno, pero a pesar del manto de encubrimiento , igual hubo una justicia social, y personal ya que yo llegue a ser contratado y reconocido como profesor de Carabineros, y la historia reconoció que Villalobos y su gente de Inteligencia, eran unos pillos que solo causaron daño a nuestra institución, sin dejar de mencionar el caso huracán en donde también realizaron implantación de prueba falsa en mis conversaciones. Espero que en la Corte Interamericana de DDHH, podamos encontrar Justicia”., asegura.

Dentro de la ANI, los encargados de operaciones especiales son personas de alto nivel estratégico, quienes “diseñan tácticas específicas de infiltramiento y de control de situaciones críticas”. Así relata las funciones de Alveal una fuente civil de ANI con más de seis años de servicio, quien pidió no ser identificado porque no tiene permitido comentar información considerada clasificada con la prensa.

Más allá del ánimo de develar estrategias del Estado, lo que motiva a esta fuente es la necesidad de que se sepa que un personaje “tan cuestionado como oscuro en la historia de las policías esté haciendo trabajo de inteligencia para el Estado”, concluye la fuente de la ANI.

Misma información que llegó a oídos de Esteban Infante, que debió presentar su retiro anticipado de la institución, teniendo una hoja de vida intachable, debido a lo que califica como un “montaje ilegal” de parte de Alveal.

En pleno debate sobre la modernización de Carabineros, de las Fuerzas Armadas y de la inteligencia nacional, el hecho de que un ex policía tan cuestionado, quien incluso estuvo formalizado por la fiscalía, hoy trabaje activamente en la agencia de inteligencia sólo viene a confirmar la necesidad de reformas profundas en este ámbito.

“Es una pésima señal ver a Alveal realizando labores de operaciones especiales porque es un ex carabinero que ha estado envuelto en escándalos, tanto de corrupción como de malas prácticas, escuchas ilegales, denuncias de amenazas y apremios ilegítimos que se consignan en querellas y denuncias internas», señala la fuente de la ANI. «Llama poderosamente la atención la fuerza que cobra dentro de la ANI con ese pasado”.

Según señala otra fuente de la agencia de inteligencia, desde fines de 2017, cuando Alveal llegó a la ANI como asesor externo para subsanar temas específicos, el ex Carabinero ha ido tomando un rol cada vez más trascendente, hasta llegar hoy a ser parte del departamento de elite que son las operaciones especiales de inteligencia.

Su llegada a la ANI ocurrió sólo meses después de que Alveal desistiera de demandar al Estado por 300 millones de pesos, causa iniciada el 6 de marzo de 2017, y en la cual el ex mayor de Carabineros señaló que: “No se respetó la presunta inocencia en la investigación” provocando “daño a su persona y menoscabo», pues se encontraba en primera línea de antigüedad para convertirse en general de Carabineros cuando se le exige el retiro forzado para no empañar a la institución por las denuncias en su contra debido al caso de escuchas telefónicas.

Sólo un mes después de presentada la querella en el 22º juzgado de Santiago, y teniendo el deber de recalificarla para seguir adelante; Alveal desistió de hacerlo pese a que se truncó su carrera en Carabineros.

Teléfonos pinchados

Entre mayo y julio de 2010 el entonces jefe de asuntos internos de la Dirección de Inteligencia de Carabineros (Dipolcar), Gonzalo Alveal Antonucci, ordenó la interceptación telefónica de dos números celulares de otros funcionarios de Carabineros vinculados, según señaló, a una situación de tráfico de drogas en la cárcel de Colina. En un oficio dirigido al Ministerio Público, el Departamento II de Contrainteligencia de Dipolcar incorporó el número del cabo Luis Parra y del suboficial mayor Esteban Infante entre otros tantos, con la finalidad de conseguir una autorización judicial que permitiera intervenir sus llamadas a través del procedimiento establecido en la Ley de Drogas.

En esa fecha, Parra trabajaba en la Sección de Investigación Policial (SIP) de la 19 Comisaría de Providencia y junto a su superior, el suboficial Infante, había participado en varios procedimientos que atestaron golpes a bandas organizadas en el sector oriente de la capital vinculadas a la trata de mujeres, particularmente una red de mucho renombre y altos vínculos.

Y es que a raíz del trabajo policial realizado por Infante y su equipo, la institución tuvo que dar de baja al cabo Robinson Medina Vidal, quien “entregaba información al proxeneta Alejandro González para evitar que lo tomaran detenido”, señaló el suboficial.

De acuerdo a algunas pistas de su investigación, Infante recuerda hoy: que “el cabo Medina trasladaba mujeres y se las llevaba a los Generales de Carabineros a Providencia. Esto se lo informé al Comandante (Sergio) Ocares y a Dipolcar”. Y agrega: “El hermano del expulsado cabo Medina Vidal había trabajado como chofer del general Bruno Villalobos, jefe directo de Alveal en la Dipolcar”.

El entonces fiscal jefe de la fiscalía metropolitana Sur, Raúl Guzmán, quien llevó la causa posterior en la que se investigó a Alveal Antonucci por estas escuchas ilegales, aseguró que «éstas diligencias no estaban encaminadas a esclarecer los hechos investigados, en la indagatoria para la que se solicitó la autorización», por lo que formalizó al uniformado en retiro por el delito de obtención de grabaciones privadas sin la autorización de un tribunal. La investigación en contra de Alveal duró cuatro años.

La razón de esta investigación radicaba en un hecho específico: en el oficio de solicitud para pinchar los teléfonos, no se incluyó el número del cabo Parra.

Al ser interrogado, Alveal aseguró que “no recibí ninguna instrucción del Fiscal acerca de cómo redactar el Oficio Nº 89 de Dipolcar, especialmente sobre omitir en su redacción el nombre del Cabo Parra. Tampoco hubo una instrucción específica de parte de la institución al respecto”.

Una versión diferente aportaría tres años después el ex suboficial mayor de Dipolcar, Jorge Toledo Gallardo, involucrado en la confección del cuestionado documento. Alveal – según declaró Toledo en el expediente que pasó a manos de la Justicia Militar – le había hecho una curiosa visita en la que admitía la presunta participación que le competía al general Bruno Villalobos en el caso de espionaje.

La discusión quedó registrada, precisó en su momento El Ciudadano, en las cámaras del Ministerio de Relaciones Exteriores, donde había conseguido trabajo.

Alveal le manifestó, según Toledo, que el general Villalobos “había ordenado al Jefe del Departamento, que en esa época era el Teniente Coronel Hugo Insulza, que en el Oficio Nº 89 se debía omitir la individualización del dueño o usuario del teléfono celular 984XXXXX, que correspondía al Cabo 1º Parra”.

Toledo recordó además, según el reportaje de El Ciudadano, que cuando había confeccionado el documento “yo individualicé en éste al Cabo 1º Parra y cuando regresó de revisión, que era efectuada por Alveal, éste me manifestó que debía borrar los datos del Cabo 1º, que tan sólo debía colocar su número telefónico, lo cual hice”.

De esta forma y con esos antecedentes en la mano, el fiscal Raúl  Guzmán, que hoy es secretario del Senado, se convenció de la culpabilidad de Alveal y lo formalizó.

Sin embargo, a poco andar, el proceso en su contra terminó por desestimarse, pese a que los testimonios y pruebas eran bastante sólidos. Acción que hoy Infante acusa de “manipulación” y por la cual está presentando antecedentes en estos días, junto a sus abogados, en la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Pieza clave en “Paco Gate”

Esta no es la única causa en la cual, el mayor Alveal Antonucci ha sido cuestionado en los últimos años mientras trabajaba en Dipolcar.

En 2011 la Unidad de Análisis Financiero, dependiente del Ministerio de Hacienda, recibió antecedentes sobre el millonario fraude en Carabineros, el llamado Paco Gate. Sin embargo, la información fue desechada en esa ocasión debido a un informe firmado por el jefe de Finanzas de la institución, el general Flavio Echeverría.

En ese entonces, Ciper informó que la Unidad de Análisis Financiero entregó los antecedentes al Ministerio Público sobre los sospechosos depósitos que había recibido el coronel Arnoldo Riveros, en menos de un año 48 millones, considerando que su sueldo era poco más de un millón de pesos.

El mencionado Informe fue enviado al Ministerio Público por la Dirección de Inteligencia Policial (Dipolcar), órgano que estuvo a cargo de esa “indagación interna” y que en 2011 era dirigida por el ex General Director Bruno Villalobos.

El fiscal José Morales, que investigó los antecedentes, descartó la investigación, luego de un informe elaborado por el Departamento III de Tesorería y Remuneraciones, donde trabajaba Riveros y dependiente de la Dirección de Tesorería y Finanzas de Carabineros, a cargo del general Echeverría.

El informe que sirvió para desestimar la investigación del ministerio público lo desarrolló el propio Gonzalo Alveal Antonucci, quien solicitó al General Flavio Echeverría informes sobre las transacciones realizadas por Riveros en 2008 y 2009 para su elaboración.

Apremios y falta de evidencia

Otro de los escándalos en el que estuvo involucrado el mayor Alveal Antonucci fue el ocurrido en el conocido caso de prostitución infantil llamado caso Spiniak.

En 2003 en la rotonda Lo Curro cayó preso el dueño del gimnasio Go Fitness & Spa, Claudio Spiniak junto a Patricio Egaña, quien proveía drogas al empresario para sus bacanales privados con menores de edad.

Pero la investigación fue tomando un vuelco mediático cuando se vinculó a Egaña con una red de venta ilegal de vehículos de alta gama que involucró a un sobrino del empresario chatarrero Edgardo Batich y un ex capitán participante de la estafa de la “cutufa” y, por otro lado, comenzó a circular testimonios y rumores que involucraban a políticos y altas autoridades en las fiestas del empresario pedófilo.

Fue esa misma operación la que llevó a Infante, por orden de la magistrado Eleonora Domínguez, a subirse a un vehículo Daewoo blanco, a 400 metros de distancia de la 21 Comisaría de Estación Central, cuando escuchó algo que no debía. Sólo recuerda que su colega dejó encendido el equipo de escuchas telefónicas – un notebook y una antena parabólica de origen alemán – antes de digitar el número correspondiente al celular de un sospechoso carabinero que les habían ordenado pinchar y salir a fumar un cigarrillo mientras la máquina procesaba otros llamados. “¿Aló, presidente?”, escuchó repentinamente por el auricular. No podía creerlo. Era José Miguel Insulza.

¿Por qué el teléfono del ministro del Interior aparecía registrado en el computador? ¿Estaba siendo objeto de una investigación extraoficial del OS7? ¿Qué había en las conversaciones de Insulza que fuera de interés para la inteligencia policial o para una persecución de narcotráfico? Infante no lo pudo averiguar. Le quitaron los equipos y nunca respondieron a sus denuncias posteriores.

En la ocasión, Alveal jugó un rol fundamental en el proceso investigativo en el cual se le acusa de haber presionado a testigos. De hecho, la psicóloga Rina Montt Marchant, jefa de la División de Crisis del Sename en 2004, fue una de ellas.

Montt ha comentado en reiteradas ocasiones que le parece curioso que el escurridizo Alveal no haya sido tocado por la justicia cuando lo denunció por apremios ilegítimos durante un interrogatorio. También lo acusó de alterar una declaración que sirvió para condenarla por “ejercicio ilegal de la profesión” tras ser sindicada por la UDI como la supuesta artífice de un montaje destinado a manchar la honra del senador Jovino Novoa en el caso Spiniak.

La psicóloga plasmó todo eso en un documento que llegó al escritorio del presidente de la Corte Suprema de aquel entonces, Sergio Muñoz, pero jamás tuvo respuesta.

Personas que intervinieron en la causa del empresario comentaron en esa época a los medios El Ciudadano y Plan B que cerca de 20 cintas VHS incautadas a Claudio Spiniak Vilensky nunca volvieron a aparecer. Se acusó al cabo Mauricio Madrigal de no entregar la colección de orgías al tribunal, pero otro funcionario que llegó a tomar contacto con las grabaciones fue Alveal Antonucci.

Esteban Infante también conoció algo de eso pues la magistrado Eleonora Domínguez le solicitó que revisara el material audiovisual del caso en busca de un uniformado.

Infante recuerda que “cuando yo llegué a mirar las cintas que necesitaba ver –que no eran todas- me di cuenta que junto a mi estaba Alveal observando otras cintas que, decían los compañeros, eran más fuertes y tenían imágenes de personas conocidas. Luego me enteré de que ese material desapareció”.

2 de diciembre, 2020.

Fuente: https://interferencia.cl/articulos/alveal-antonucci-el-ex-dipolcar-que-paso-de-las-escuchas-ilegales-agente-de-la-ani


Anexo: Video  sobre caso Spiniak.

 

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