Desconectados: la élite económica y el resto de la ciudadanía.
por Andrés Gómez/La Tercera.
Para quienes dirigen las grandes empresas del país, el libre mercado funciona a la perfección, el conflicto con los trabajadores es menor y la desigualdad de trato no es tan grave, según los resultados que arroja un estudio sobre las élites desarrollado por el COES.
Fue una de las imágenes del verano de 2019. En bermudas, torso al descubierto y protegido solo por una gorra y anteojos oscuros, el presidente de Gasco, Matías Pérez Cruz, invita a tres mujeres a retirarse del borde de su jardín que colinda con el lago Ranco. “Ustedes se me van, y si no se van, voy a venir a echarlas yo, y de manera no tan pacífica”, dice en el video. “¿Qué, esto es un fundo, caballero, donde usted llega, manda y ordena?”, pregunta una de ellas, mientras el ejecutivo hace esfuerzos por evitar que siga grabando. “Me duele mucho que me trate así”, dice otra. “Me da lo mismo, me pide permiso”, insiste Pérez Cruz. “No sabía que tenía que pedir permiso para venir al lago Ranco”, contesta la mujer. “Esto es propiedad privada, yo soy abogado, no me va a discutir a mí, señora”, cierra Pérez Cruz en un nuevo intento por bloquear el celular.
El episodio lo recuerda el sociólogo Cristóbal Rovira y le sirve para graficar la diferencia de sensibilidades entre la élite económica y el resto de la ciudadanía: mientras el video se viralizaba y el medio social condenaba la actitud del presidente de Gasco, este se sentía víctima de ataques arteros.
“La particularidad de la élite económica en Chile es que vive muy encapsulada en sí misma, se juntan entre sí, tienen a sus hijos en los mismos colegios privados; es como un club donde todos sienten que las cosas están bien y no hay nadie que les diga oye, no, las cosas no están tan bien”, observa Rovira, responsable junto con Jorge Atria (ambos académicos UDP) del Estudio COES de la Élite Cultural, Política y Económica de Chile.
Organismo multidisciplinario, el Centro de Estudios de Conflictos y Cohesión Social (COES) convoca a investigadores de las universidades de Chile y Católica, UDP y Adolfo Ibáñez. Luego de año y medio de trabajo, publica un estudio sobre la percepción de las élites en torno a temas políticos, económicos y sociales. A su vez, ofrece cuadros comparativos que permiten observar las diferencias entre ellas y la ciudadanía (en base a consultas anteriores).
El estudio, que será presentado el miércoles 24 a las 12.00 horas por Zoom, define a los miembros de la élite como aquellos que ocupan puestos de poder en la sociedad y ejercen influencia en las decisiones que la afectan. En el caso de la élite económica, consideró a 137 entrevistados, miembros de directorios, gerentes generales y de operaciones de las empresas más grandes del país.
La muestra del segmento político abarcó a 139 miembros del Poder Legislativo, Ejecutivo, gobiernos regionales y Poder Judicial. Y desde el mundo cultural, incorporó la opinión de 141 personas vinculadas a universidades, centros de investigación y medios de comunicación.
“El estudio tiene un valor singular por su rigurosa metodología (todas las entrevistas son cara a cara, presenciales o por Zoom) y nos permite aportar evidencia empírica concreta respecto a no solo cuán conectadas/desconectadas están las élites de la ciudadanía, sino también respecto a cuáles son las áreas de acuerdo y conflicto al interior de la élite”, subraya Rovira.
“Esta evidencia es particularmente relevante hoy en día, ya que Chile (al igual que muchos países del mundo) está experimentando un momento de fragilidad democrática, y la experiencia comparada demuestra que justamente en estas situaciones es clave el actuar de las élites”, agrega, citando el caso de Estados Unidos, donde las élites políticas y económicas favorecieron el triunfo de Donald Trump, con graves consecuencias para la democracia. “En resumen, el estudio permite formarnos una impresión clara respecto de cuáles son los valores y las preferencias de las élites, es decir, los actores que están tomando las decisiones en este momento actual de fragilidad democrática”.
Si bien los tres grupos estudiados exhiben distancias con la opinión de la ciudadanía en numerosos temas, la brecha es mayor con la élite económica, sobre todo en temas sociales y en la evaluación de las tensiones al interior de la sociedad.
De este modo, el rol social del Estado no resulta relevante para la élite económica. Solo el 28% de ella se muestra favorable a aumentar la responsabilidad estatal para garantizar el sustento de todos, frente al 53% de la élite política y el 72% de la élite cultural. A su vez, esta idea cuenta con el respaldo del 54% de la ciudadanía.
Concordante con su filosofía de la iniciativa individual, el 40% de la élite económica piensa que los individuos deben hacerse responsables de su sustento.
En términos de propiedad, este grupo es vigorosamente partidario de aumentar el número de empresas e industrias en manos privadas (62%), a mucha distancia de lo que piensa la ciudadanía (19%).
Fuente: https://www.latercera.com/la-tercera-sabado/noticia/desconectados-la-elite-economica-y-el-resto-de-la-ciudadania/XENML2PVWVCI7BXS33QOHLB4XI/
En otro mundo.
El estudio del COES ofrece evidencia que permite hacerse una idea clara de los calces y descalces entre las élites económica, política y cultural. Impresiona la magnitud del divorcio de la élite económica con el resto del país, otras élites incluidas; responde a orientaciones que pueden situarse en las antípodas del sentir general.
Estudiar las élites siempre ha sido necesario, aunque por momentos fue mal visto. Durante años, la historia social volcó su atención a los sectores populares, con la idealización del peón-gañán como héroe indómito, desatendiendo la investigación sobre los sectores dirigentes, lo que supone cerrar los ojos frente a las formas en que se ha ejercido y distribuido el poder en Chile. Esta omisión resulta aún menos aconsejable en el contexto de una democracia aportillada y la irrupción de una ciudadanía engrifada.
Esa indiferencia hacia las élites como objeto de estudio viene cambiando desde hace años, y esta investigación del COES viene a confirmarlo. Hablar de élites parece una obviedad, pero está lejos de serlo. Durante más de un siglo, en Chile existió una élite, así, en singular. La misma persona podía detentar el poder económico, ejercer altas funciones estatales, terciar en el debate público y animar los cenáculos literarios. Conforme avanzaba el siglo XX, esa élite dio paso a varias élites distintas, producto de la diferenciación funcional de una sociedad cada vez más compleja.
En concreto, el estudio del COES ofrece evidencia que permite hacerse una idea clara de los calces y descalces entre las élites económica, política y cultural, así como sus grados de sintonía y discordancia con las preferencias de la ciudadanía. Aporta datos relevantes para la discusión académica. Pero también entrega información fundamental para la discusión pública en torno a cuestiones de interés colectivo que resultan apremiantes en la coyuntura actual.
Algunas muestras. Las tres élites analizadas han seguido una trayectoria que abandona masivamente la educación pública para apostar por la educación privada, aumentando generación tras generación la endogamia social. En la ciudadanía, por otra parte, se advierte un descontento mayoritario con el funcionamiento de la democracia, a la vez que existe un acuerdo amplio entre las élites y la ciudadanía sobre el valor de los plebiscitos.
Aunque las coincidencias entre los cuatro sectores consultados son pocas. Las élites habitan las cumbres: observan las cosas desde otra perspectiva. Cumbres distintas, eso sí. Las divergencias a veces son extremas entre una élite y otra. Impresiona la magnitud del divorcio de la élite económica con el resto del país, otras élites incluidas; responde a orientaciones que pueden situarse en las antípodas del sentir general. Sus preferencias, sobre todo al evaluar ciertos escenarios de conflictividad y la confianza en las instituciones tienden a alejarse de la realidad o, si se prefiere, del consenso suscrito por la calle, los medios de comunicación, las ciencias sociales y la prensa internacional.
Ese desacople hace pensar en una resistencia a tomarle el peso a la situación actual. La élite económica vive en otro mundo. Mala cosa para todos, si se repara en el siguiente dato de este estudio: todas las élites le otorgan a los grandes grupos económicos mayor poder que al Ejecutivo.
Fuente: https://www.latercera.com/la-tercera-sabado/noticia/columna-de-manuel-vicuna-en-otro-mundo/2XTYP64USVGMBKY73KYLVBFKV4/
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