Chile, un caso: disquisiciones sobre las disquisiciones de un medio

Chile y la revolución; comentarios al artículo de The Economist.

A continuación se hace una traducción literal de un artículo recientemente publicado por la revista The Economist, en su número correspondiente a octubre 30 del 2021. El artículo se titula “Chile, aumentando las llamas. Hace un tiempo considerada como la Finlandia de América, está en graves problemas. La Convención Constitucional creada para batallar contra el populismo no parece ser una ayuda”.

“Queremos ver el fin del capitalismo y del neoliberalismo”. Esto lo dijo Catalina (no es su nombre de verdad). Ella es una manifestante de 37 años y rodeada de un grupo hombres encapuchados y amenazadoramente blandiendo palos. Ella es una de los cientos de manifestantes que se han tomado las calles desde que Chile ablandó el toque de queda por el Covid el pasado mes de octubre. Algunos de los manifestantes han asaltado supermercados y farmacias. Otros usando capuchas negras han lanzado bombas molotov a los pacos (la policía). Por más de una semana, la principal avenida de la capital, la ciudad de Santiago, se ha llenado de basura, la cual ha sido posteriormente incendiada. El área central de la capital está llena de grafitis “Muerte al gobierno y larga vida a la anarquía”, se lee en uno de los dichos mensajes. Chile era hasta hace poco una de las historias exitosas de América Latina. El producto bruto por persona se triplico entre 1990 y 2015; y ahora es el más alto de América Latina. El número de estudiantes universitarios se quintuplico en este mismo periodo. La desigualdad económica cayó y ahora está por debajo del promedio regional. (Aunque esta desigualdad es aún mucho más alta de la que tienen los países de la OCDE (club de países ricos). Sin embargo, desde que enormes protestas se realizaron a partir de octubre del año 2019 (donde más de 30 personas murieron y muchas estaciones del metro e Iglesias fueron incendiadas), la violencia se ha hecho mucho más frecuente. En las últimas 3 semanas, 3 personas han muerto en las protestas y cientos de manifestantes han sido arrestados.

Después de las gigantescas protestas del año 2019, el gobierno dio su aprobación a la creación de una convención constitucional. La idea aquí era que un cuerpo elegido con gran representatividad de la ciudadanía chilena, se dedicara a escribir una nueva constitución que reemplazara la constitución del dictador Augusto Pinochet. Se aprobó así que el gran desencanto popular se canalizara hacia una respuesta mucho mejor que la que podría dar el anarquismo y el populismo. Pero 2 años después, mientras el experimento democrático tomaba forma (solo el 43 por ciento de los ciudadanos votaron por los 155 miembros de la convención el pasado mes de mayo. Chile se ve peor que cualquier otro periodo desde que el país recuperó la democracia hace 3 décadas atrás.

Para partir este análisis, se debe señalar que políticos extremistas están ganando terreno. En noviembre próximo habrá una elección presidencial para reemplazar al actual presidente Piñera. El actual presidente no puede ser reelegido y aparte de esto, enfrenta un juicio político. Los dos candidatos liderando las encuestas de opinión para reemplazar a Piñera son: Gabriel Boric de 35 años y aliado con el Partido Comunista, y José Antonio Kast, un candidato de extrema derecha. Este derechista ha dicho que si Pinochet estuviera vivo, él votaría por mí. El señor Kast quiere construir una gran zanja en el límite norte de Chile para así evitar que los inmigrantes ilegales entren al país. Los asesores de Boric argumentan que sus planes y políticas no son más extremas que las de Bernie Sanders (ex candidato a la presidencia de los Estados Unidos). Aun así, ellos parecen pertenecer a la extrema izquierda radical.

Otro gran problema es que los temas que llevaron al pueblo a la calle hace 2 años, aun no se han resuelto. A comienzos del año 2000, durante el auge de las materias primas, nació una nueva clase media, pero la gran desigualdad social siguió siendo grave. De acuerdo a un estudio publicado por Lancet (una revista médica estadounidense), en el año 2019, la esperanza de vida de una mujer nacida en un barrio pobre de Santiago, era 18 años menos que la esperanza de vida de una mujer nacida en un barrio acomodado de la capital. Esta es una diferencia social mucho más grave que la que se da en los otros países de la región Latinoamericana, incluyendo ciudad de México y Buenos Aires. No obstante la esperanza de vida en Chile sigue siendo alta. Los pagos por matriculas para carreras universitarias son sumamente altos. Pero la calidad de estos grados académicos es muy insatisfactoria. Más del 80 por ciento de los pensionados recibe pensiones miserables o sea, bajo el sueldo mínimo que es de 337 mil pesos al mes. A causa de toda esta injusticia social se desarrollaron protestas enormes en los años 2006, 2011 y 2016 y en donde se pidió grandes y profundas reformas en estos temas. Pero la inmensa mayoría piensa que muy poco se ha cambiado. Para aquellos pocos ciudadanos que lo pueden costear, ellos buscan las escuelas y salud privadas. Este año, Cristóbal Roviea, un cientista político publicó un trabajo donde entrevistó a 137 gerentes de 500 grandes compañías. Solo la mitad de los entrevistados señalaron que sus padres fueron educados en escuelas privadas; pero el 96 por ciento indicó que sus hijos sí estaban estudiando en escuelas privadas.

La elite económica chilena no se preocupa por el precipicio gigante que existe entre ricos y pobres. Después de que se subieron las tarifas del metro, Juan Andrés Fontaine, el ministro de economía señaló que los “Chilenos deberían levantarse más temprano si es que querían pagar tarifas más bajas”. Muy pocos chilenos tienen confianza en el sistema político nacional. La confianza en todas las instituciones es muy baja. Se muestra un gráfico donde la confianza en la policía baja de casi un 60 por ciento en el año 2015 a un 25 por ciento en el año 2021. La confianza en la iglesia Católica bajó de un 30 por ciento en el año 2015 a un 20 por ciento en el año 2021. La confianza de los periódicos bajó de un 25 por ciento en el 2015 a un 20 por ciento en el 2021. La confianza en el gobierno bajó de 15 por ciento en el 2015 a un 10 por ciento en el 2021. Por el contrario, la confianza en el Congreso subió de un 6 por ciento a un 8 por ciento y la confianza en los partidos políticos subió de un 3 por ciento en el 2015 a un 4 por ciento en el 2021.

En resumen, la confianza en las instituciones es bajísima y la participación electoral es sumamente pequeña. La constitución de Pinochet implantada en 1980 fue diseñada para dar un poder político desproporcionado a la derecha chilena. Esto lo argumentó Claudia Heiss, académica de la Universidad de Chile. Escaños parlamentarios fueron reservados para el ejército en el senado y esto duró hasta el año 2005. Al mismo tiempo, se pusieron requisitos muy elevados para poder cambiar leyes que le dieran al Estado un rol más importante en la provisión de servicios públicos tales como educación y salud. A pesar de que partidos de centro-izquierda han estado en el poder por varios años, ellos se han visto obligados a negociar en desventaja con la oposición de derecha. Todo esto ha hecho que la política se parezca a un “cartel”, esto lo dijo Estevan Levitksy de la Universidad de Harvard.

Inicialmente se pensó que una nueva constitución traería más legitimidad a un sistema político altamente desacreditado. El año pasado los votantes al responder sobre si una nueva constitución debería ser escrita, ellos llegaron al 51 por ciento de los votantes. Esta fue la votación más alta desde que el voto se hizo voluntario en el año 2012 (el 78 por ciento votaron por el sí). La participación de jóvenes y pobres fue la más alta en años recientes. No obstante la confianza de los chilenos en la nueva convención ha disminuido recientemente, aun cuando dicha confianza es aún muy superior a la que existe con respecto al actual congreso y a los actuales partidos políticos.

Juan Pablo Luna, un cientista político de la Universidad Católica, señaló que la convención ha revindicado a la política entre la gente joven. Pero los liberales están muy alarmados con la dirección que ha tomado la convención, se estima que ella está llena de ilusos novatos. A principio de octubre la convención terminó de aprobar sus reglas y procedimiento internos. Uno de ellos impone castigos por la violación de los derechos humanos cometidos por la dictadura y por el Estado, en relación al levantamiento del 2019. La vaguedad de estas nuevas reglas es preocupante. Esto lo dice Sergio Verdugo, un experto constitucional. Su gran duda es que la poca preocupación de la convención por la libertad de palabra, podría reflejarse en el texto final de la constitución.

Similarmente, un grupo dirigido por el Partido Comunista, está tratando de esquivar las reglas que indican que cada parte de la carta debe ser aprobada por la mayoría de dos tercios. La verdad es que los izquierdistas parecen tener el mayor peso en la asamblea “esta sería la primera constitución Woke1 del mundo”, esto lo dijo Robert Funk de la Universidad de Chile. Todo esto va afectar la economía, la cual está muy aporreada por las cuarentenas provocadas por la pandemia. Reglas estrictas sobre el medio ambiente con certeza se incluirán en la nueva constitución y ellas podrían perjudicar la exportación de cobre de la cual la economía chilena depende. Los senadores están cerca de aplicar una ley que les permita a los chilenos hacer un retiro de un 10 por ciento de sus fondos de pensiones, esta será la cuarta vez que una medida de emergencia será tramitada desde que el Covid atacó los presupuestos familiares de los chilenos. Esta medida probablemente aumentara la inflación anual, la cual ya está en su nivel más alto de los últimos 7 años, es decir 5,3 por ciento el mes pasado.

Entre tanto, es posible que la violencia continúe. El 8 de octubre un miembro de izquierda de la convención fue atacada por una multitud en Santiago. Le tiraron piedras acusándola de vendida por tratar de trabajar con constituyentes de centro. Los políticos chilenos han comparado su país con Finlandia, pero los eventos de las últimas semanas sugieren que Chile se parece mucho más a sus vecinos disfuncionales”.

Aquí termina el artículo del Economist. ¿Cómo se puede explicar que un país tenga la conducta política que hoy día Chile tiene?

Una respuesta tentativa sería aquella que indica que Chile es un país donde predomina la conducta llamada “familismo amoral”. El familismo amoral es una teoría política diseñada por Edward C. Banfield en su famoso libro titulado “Las bases morales de una sociedad atrasada”, publicado en 1958. Los familistas amorales de acuerdo a Banfield, son gente pobre y muy explotada económicamente que ha decidido tratar de sobrevivir en una sociedad altamente injusta, aceptando las condiciones de explotación económica, política y social impuestas por una elite enormemente rica y corrupta y que tiene el control socioeconómico y político total del país afectado con este síndrome del familismo amoral.

El sur de Italia en los años 50 del siglo XX, es el campo de análisis para Banfield. Aquí se da una elite rica y poderosa, pero al mismo tiempo corrupta y que explota a las masas populares. Los familistas amorales se han convencido que luchar contra la oligarquía rica es una misión imposible y que el único camino para sobrevivir es usar el 100 por ciento de su tiempo en la búsqueda de recursos necesarios para que la familia no se muera de Hambre. El familista amoral considera que su familia solo consiste en solo su esposa o esposo e hijos, y ellos son lo único que importa. La suerte de su barrio, su ciudad y su país no es tema de su incumbencia, y mucho menos, la suerte del planeta. Es así como el familista amoral dedica todos sus esfuerzos y recursos a mantener la sobrevivencia de su familia nuclear. Es de esta forma, como el familista amoral carece totalmente del impulso llamado asociatividad positiva. Es decir, el impulso vital que lo lleva a juntarse con otros seres humanos no parientes y de esta manera confrontar y resolver todos los problemas graves que afectan a la comunidad. Es el impulso asociativo con extraños o no parientes, lo que determina la creación de grupos políticos amplios y solidos que eventualmente logran cambiar la situación de pobreza extrema en que las grandes mayorías de pobres se encuentran.

“Entre las leyes que regulan la sociedad humana, hay una que es la más precisa y clara que todas las otras. Si los hombres quieren llegar a ser civilizados y permanecer civilizados, el arte de la asociatividad debe crecer y mejorar en la misma proporción en que las condiciones de igualdad aumentan”. Esto lo dijo Tocqueville en su libro “Democracy in America” publicado en 1955 (p.118).

En la inmensa mayoría de los países políticamente subdesarrollados, la igualdad en la participación política está creciendo más rápido que el arte de asociarse productiva y positivamente. Es decir las tasas de movilización y participación política son altísimas. Pero las tasas de verdadera organización e institucionalización política son extremadamente bajas. Es así como las condiciones que demanda Tocqueville para una sociedad avanzada, están en grave peligro. En estas sociedades, el grave conflicto entre alta movilización social y baja institucionalización política es el tema central de la ciencia política. La gente tiene mucha fuerza para marchar y protestar pero no tiene ni el deseo ni la capacidad para organizarse políticamente de manera eficaz. Es decir, no siente el deseo de analizar problemas a fondo, buscar soluciones a dichos problemas y participar activamente en la implementación colectiva de tales soluciones. En otras palabras, el deseo o la inclinación por trabajos colectivos y comunitarios con extraños en la solución efectiva de problemas comunes nunca logra concretizarse positivamente.

Hay fuerza para marchar y gritar, pero no hay deseo ni fuerza suficiente para el trabajo constante, inteligente, organizado y continuo en la solución práctica de problemas colectivos. En conclusión, hay una muy alta movilización social, pero no existe un grado suficiente de organización política. Las sociedades que no poseen una organización política adecuada, caminan así directamente al precipicio revolucionario corrupto e ineficiente. El planeta tierra está plagado de revoluciones fallidas, es de esperar que la verdadera izquierda chilena medite profundamente sobre esta problemática y sea capaz de manejar la tormenta que se avecina con conocimientos politológicos y sofisticación revolucionaria.

Puerto Montt,

31 de octubre de 2021.

 

Nota: El concepto Woke, originado en los Estados Unidos, hace referencia a estar alerta a la injusticia social en particular, la discriminación.

(*) Fernando Duque Ph. D.,Cientista Político

Fuente: https://www.elclarin.cl/2021/10/31/chile-y-la-revolucion-comentarios-al-articulo-de-the-economist/

 

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