«Entre caníbales»: el duro amanecer de la derecha.
por Hernán Leighton/El Mostrador.
Una vez que Sebastián Sichel quedara en el camino en la primera vuelta presidencial, todos y cada uno de los partidos y movimientos internos de Chile Vamos tuvieron claro que plegarse a la candidatura de la ultraderecha, encarnada en José Antonio Kast, iba a traer altos costos, principalmente por el discurso desplegado desde que la coalición oficialista tomó forma y que apuntaba a abrirse camino hacia el centro, hacia una derecha “más moderna”, que partía de un piso más arriba que la derecha de la dictadura. Si bien la UDI era el partido que menos problemas tenía para abrazar las posturas del Frente Social Cristiano, en ningún caso era lo mismo para una amplia facción de RN, como tampoco para la totalidad de Evópoli y el PRI, pues estos sabían que, ideológicamente –o así al menos lo señalaba su discurso–, asimilar posiciones con la extrema derecha era considerado como “antinatura”. Pese a ello, lo hicieron igual y la historia ya se escribió.
Y si bien son varios los que aún defienden su actuar basados en lo que denominaron como una elección binaria, donde se jugaba que el “comunismo volviera a gobernar” o que “triunfaran las ideas de libertad”, lo cierto es que los diez puntos de diferencia en la segunda vuelta presidencial fueron un gran balde de agua fría para varios (no todos), los que ahora se vieron en la obligación de comenzar la caza de brujas para, de esta manera, volver a retomar el sitial que dejaron sin miramientos ni condiciones.
Conocido es el actuar de este sector que, en momentos de gran tensión, ya sea para acceder al poder o para justificar sus derrotas, saca a relucir su instinto caníbal, y no tiene miramientos a la hora de cursar grandes operaciones para bajar candidaturas, o meros enfrentamientos públicos para dejar marcado a su adversario. Ejemplos hay varios, como la operación Golborne, en que en un día, y a través de filtraciones desde la interna, se deshicieron de un candidato presidencial que no pertenecía a su ADN, y prefirieron “morir con uno de los nuestros”, como lo fue en su momento Pablo Longueira. O la inolvidable frase del senador Manuel José Ossandón, que en la primaria del sector, enfrentado al actual Mandatario, no tuvo problemas en decirle –en televisión abierta– que “no te declararon reo por lindo”.
Los desmarques de la figura de José Antonio Kast ya se pueden contar con más de una mano, y las acusaciones cruzadas no tardaron en aparecer. Hoy por hoy, si bien la mayoría apuesta por seguir trabajando dentro de la estructura de Chile Vamos como se le conoce, no son pocos los que la han puesto en duda, y lo que se puede dar por seguro es que la firma de ratificación, al menos esta semana, no va a tener lugar.
Lo pidió el propio Presiente Sebastián Piñera en su fugaz visita al comité político del lunes, pero el desgaste de la campaña, los pendientes en el Congreso y, también, las deudas familiares previo a la Navidad, hicieron imposible poder llevar a puerto esa necesaria cita de ratificación del pacto. Hay quienes señalan que van a poner sobre la mesa la idea de seguir por caminos separados, bajo la fórmula ya decantada en la Convención Constitucional, es decir, la UDI y Republicanos por un lado, y RN y Evópoli por otro. Pero nada está zanjado hasta ahora.
A través de sus redes sociales, el cientista político Cristóbal Bellolio, en respuesta a una discusión entre Evelyn Matthei y la secretaria general de la UDI, María José Hoffman, señaló que “probablemente influyó la percepción extendida de que su candidato era un retroceso cultural inadmisible para la igualdad de género y las libertades individuales de las mujeres, lo que fue inflamado por las declaraciones de sus republicanos. Es una hipótesis nomás”.
La ropa sucia no se lava en casa
Han pasado apenas 48 horas desde consumada la derrota, y tanto a través de entrevistas en diferentes medios como a través de redes sociales, se ha podido detectar un gran número de cruces entre personeros de Chile Vamos que evidenciaron el golpe sufrido el domingo 19 de diciembre.
En entrevista con El Mercurio el día lunes, la secretaria general de la UDI, María José Hoffmann, señalaba que “hay que mirar en detalle por qué la clase media y el voto femenino se fueron con Boric en los grandes centros urbanos”, respuesta que fue recortada por la alcaldesa de Providencia y exprecandidata presidencial gremialista, Evelyn Matthei, quien de forma irónica, a través de sus redes sociales, le respondió: “Será que quizás nos faltó incentivar la participación de mujeres en primarias. ¿Ustedes que opinan?», sacándole en cara el que la hayan bajado tras decisión de la directiva en desmedro de quien finalmente fuera el representante de la tienda, Joaquín Lavín.
Uno de los personajes que brilló por su ausencia durante la segunda vuelta fue el exabanderado de Chile Vamos, Sebastián Sichel, que más allá de haber puesto nueve condiciones para entregar su apoyo a José Antonio Kast –evidenciando todos sus flacos–, prefirió no dar el paso, situación que molestó, principalmente en el partido que lo erigió como su candidato, Renovación Nacional. El primero en reaccionar fue el presidente de la tienda, Francisco Chahuán, quien señaló que “me habría gustado mucha más generosidad del candidato Sebastián Sichel respecto a esta elección presidencial”.
Más duro, y en un intento por volver a ocupar el espacio de líder de la denominada derecha social, Mario Desbordes, en entrevista con Radio Agricultura, acusó que “creo que él no tiene nada que hacer en nuestra coalición”. Sus palabras generaron la reacción de la constituyente Marcela Cubillos, cercana a José Antonio Kast, pero que se abanderizó en su momento por el ex DC, y que desde hace rato que ha mostrado diferencias con el liderazgo del exministro, indicando que “vemos a @desbordes al estilo Pérez de Gasco ‘salgan de mi lago’. O de Daniel Stingo ‘salgan de mi constitución’. Ahora es ‘salgan de mi coalición’”.
Sus palabras fueron retrucadas por el propio Desbordes: “Q Bueno Marcela q ahora estés en la lógica de unir. Son tantos años en q estuviste dividiendo al sector entre buenos y malos. Lastima q en 1ra vuelta atacaste gratis a @joseantoniokast después del apoyo q él te dio en tu elección, pero eso es pasado. Sichel? El se marginó solo» (sic).
Más temprano, la propia Cubillos se colgó de un informe que señalaba que, a pesar de haber corrido junto al Frente Social Cristiano, no se habría crecido en electorado, indicando: “Este hilo es esencial para empezar a sacar conclusiones hacia adelante. Kast y republicanos no sumaron votos adicionales al sector, sólo se agregó un partido más. Es la misma votación de @sebastiánpinera pero con una derrota y menos diputados. Son datos”. Sus palabras encontraron rápida reacción en el que fuese el más cercano colaborador de J. A. Kast, Cristián Valenzuela, quien le respondió: “En efecto. La derecha del 2013 sacó 2.1 millones de votos, 1,5 millones menos que el 2010”. Cubillos no se quedó con su reflexión, y contraatacó: “Estás comparando una elección con voto obligatorio y otra con voto voluntario”.
Respecto del eventual liderazgo que el ahora excandidato de la derecha pueda ejercer, este también sintió el rigor de la derrota y el fuego amigo. Primero fue el diputado de Evópoli, Francisco Undurraga, quien en entrevista con Ex Ante dijo que “apoyar a Kast fue una derrota a nuestro propio proyecto”. En la misma línea, en Radio Universo, el reelecto senador RN, Manuel José Ossandón, añadió que “Kast no va a ser el líder de la oposición”.
Con o sin los autodenominados “republicanos” y la situación de Evópoli
Otro de los temas que continúa aún irresuelto, es cómo se sigue de aquí en más, de la mano o de lejos con el Partido Republicano, colectividad a la que acusan varios de ser responsable de la derrota, algunos apelando a sus “salidas de madre”, como las del diputado electo Johannes Kaiser, o de su representante Gonzalo de la Carrera, o el senador Rojo Edwards, otros apelando a sus principios, los que estaban escritos en piedra en el primer plan de gobierno presentado por José Antonio Kast.
Mientras que en la UDI no hay problemas para buscar una fórmula que los integre, en Evópoli han sido claros en rechazar abrir las puertas al partido base de J. A. Kast. Una mirada diferente a la de Marcela Cubillos, que apela a la integración.
En este contexto, Evópoli es quizás una de las tiendas que peor lo está pasando en este momento. En tal sentido, las varias renuncias que ha sufrido luego de haber entregado su apoyo sin condiciones a la candidatura del ex UDI, van en línea con dos miradas en la interna y que difícilmente se van a encontrar, más allá de que a través de una votación interna se arribe a algún tipo de acuerdo.
A diferencia de sus rostros, como Felipe Kast o Luciano Cruz-Coke, los nombres de Ignacio Briones, Francisco Undurraga, Hernán Larraín Matte o Gonzalo Blumel, evidenciaron su desacuerdo desapareciendo de la segunda vuelta presidencial, intentando evitar lo que algunos han catalogado como el “desdibuje” de su proyecto, que apelaba a refrescar a una antigua derecha con ideas más claras y de carácter liberal.
En la interna, aseguran que existe instalada una pugna entre quienes creen que el partido se “manchó” y quienes defienden a rajatabla la determinación adoptada y la fuerza con que se apoyó en la segunda vuelta.
A través de una carta al director publicada en un matutino, el vicepresidente de la juventud, Mauricio Henríquez, acusó que “nos pasamos cuatro años peleando entre nosotros, compitiendo por quién tenía más militantes trabajando en el gobierno. Nos olvidamos de la gente, dejamos de lado el proyecto común que nos unía. Vimos al Estado como una máquina generadora de empleo. ¿Y qué tenemos? Lo de siempre. Una derecha conservadora que volvió a confiar en el extremo. Una derecha que no creyó en los jóvenes, cuando esa era la clave, el futuro. Chile es un país que pide a gritos modernización, no nos quedemos en el olvido».
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