Ciudad de México: las paredes hablan con sus murales. Galería.

Esos retratos monumentales son “el único consuelo” de los vecinos ante un entorno tan desolador, dijo a La Jornada la señora Teresa, vecina de la zona. Foto David López Aguilar.

Murales callejeros dan vida al paisaje capitalino.

 
Foto Roberto García Ortiz.
 

Así lo lamenta Irma Macedo (Ciudad de México, 1975), directora de Central de Muros, proyecto enfocado a resignificar los espacios públicos mediante el arte, además de convocar a la apropiación de los lugares con vocaciones “complicadas”, es decir, en aquellos barrios donde prevalecen índices elevados de delincuencia y población y grandes cantidades de basura, entre otros.

“Antes que nada, es muy importante hacer la distinción entre arte y decoración, sin atribuir algún valor de cuál es mejor. El arte es una forma de comunicación, de diálogo; es educación y disrupción, es el estudio que provoca que una persona, con conocimiento de lo que quiere decir, incida en la percepción de los individuos que viven y cohabitan en un lugar específico”, explica Macedo en entrevista con La Jornada.

“La decoración”, añade, “consiste en embellecer cualquier espacio, además de crear ambientes con recursos estéticos. Un lugar multicolor será mucho mejor que uno gris, pues este último posee una vibración nula. En cambio, otras tonalidades siempre impactan al cerebro.”

En 2017, Central de Muros inició su plan artístico muralista en la Ceda, cuya afluencia diaria de visitantes, en su mayoría comerciantes, es de alrededor de 300 mil, atendidos por unos 70 mil trabajadores en diversas actividades.

“En dos años realizamos 72 murales, aunque la iniciativa se realizó en tres etapas: la primera en el área de frutas y legumbres (con 36 obras), lo que originó el interés de organismos internacionales, como el Centro de Información de Naciones Unidas, que nos propuso asociarnos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la agenda 2030 de la Organización de Naciones Unidas”, señala Macedo.

“Ese fue el preámbulo de la segunda fase, la cual se ejecutó por conducto de la convocatoria nacional e internacional para seleccionar a más artistas. En la última parte del proyecto hablamos de las distintas temáticas que serían plasmadas en la Ceda; sólo pedimos que no se representara violencia y, por lo contrario, se reflejara una realidad más amena de lo que se vive a diario en el mercado más grande del mundo.

“Los espacios a intervenir en cada etapa fueron propuestos por nosotros y aprobados por la dirección general de la Central de Abasto.”

Primera intervención

Entre frutas, legumbres, abarrotes y otros víveres, la primera intervención fue hecha por el creador japonés Kenta Tori, cuyo trabajo titulado Dios del árbol mágico Ceda alude a un animal que simboliza protección y abundancia en las culturas asiáticas: el felino. La representación del mamífero fue contextualizada con el guerrero jaguar mexica.

Las obras de la Central de Abasto de la Ciudad de México (algunas en estas imágenes) resignifican los espacios públicos mediante el arte y convocan a la apropiación de los lugares considerados peligrosos. Foto Roberto García Ortiz.

El trabajo realizado en la Ceda fue muy gratificante, ya que “cambió la percepción del sitio y, al mismo tiempo, aumentamos su vocación, además de que nos reconocieron con varias distinciones, como el Premio Fitur (Madrid, España, 2018) a la mejor recuperación de espacio público para el turismo”, destaca Macedo, también defensora de los derechos de los animales.

“Durante dos años”, prosigue, “la Ceda fue percibida como un lugar con gran potencial cultural. Fue un cambio radical muy evidente: teníamos la galería al aire libre más grande de Latinoamérica. Un producto cultural, social, turístico y económico de gran reconocimiento, pero que, por desgracia, en este momento está abandonado.

“Predomina la indiferencia y a nadie le interesa seguir con el proyecto, que trajo tantas alegrías y cambios de vida. En la actualidad se apuesta a la decoración, al lugar común, con un despliegue de técnica importante, pero no hay profundidad para confrontar al espectador.”

Expuso el caso de una obra de 7.7 por 22 metros en el que Diana Bama plasmó una coneja con vagina y senos expuestos y que desató polémica, aunque la artista española “tuvo la voluntad, el ánimo y el conocimiento de decirle a una población (en su mayoría masculina) que no había nada indigno ni de pena en su trabajo. Esta creación ya comenzó a despintarse debido a múltiples factores; lo que se requiere es su mantenimiento y un poco de amor para que siga irradiando la lindura que poseía.

“Nuestros intentos no han cesado, hemos hablado con distintos representantes de la Ciudad de México, así como de la Federación, pero no hay voluntad para retomar nuestro emprendimiento. El pretexto siempre es el dinero, sin darle prioridad al arte, eje transversal que trastoca todo.

“Hay que apostar al arte y a la cultura, así como a la educación, formal e informal. Se puede incidir en las conciencias para crear un mundo diferente. Si no lo logramos en conjunto, al menos tocaremos un corazón a la vez, y ese esfuerzo valdrá la pena. Espero que estas líneas sean leídas por las autoridades o alguna compañía interesada en el rubro de la responsabilidad social a fin de que se pueda retomar el proyecto artístico en la Ceda”, concluye la promotora cultural, quien prevé realizar recorridos promocionales por los murales del mercado para encontrar algún interesado en renovarlos.

Galería: Murales callejeros dan vida al paisaje capitalino.

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