La increíble decisión del gobierno de declinar que Chile sea el invitado de honor a la Feria Internacional del Libro de Frankfurt, Alemania.
por Pía Díaz, desde Madrid, y Marcelo Soto/Ex ante.
La Feria Internacional del Libro de Frankfurt es el mayor evento literario del mundo, donde ser el país invitado de honor tiene enormes dividendos culturales y de imagen. Chile era el invitado de honor del 2025, pero el gobierno comunicó que no participará, argumentando que usará el dinero para “fortalecer el ecosistema del libro y la lectura en Chile”, pese a que el costo no es desmedido y que ya había recibido el visto bueno de Hacienda. El año pasado la cancillería comunicó a las embajadas chilenas “que se prestará especial atención a proyectos culturales que tengan como eje la memoria, la solidaridad y la sensibilización a los 50 años del Golpe de Estado”. Nunca antes un país había declinado ser el invitado de honor de Frankfurt.
Es una historia que se ha mantenido con gran reserva. Nuestro país descartó ser el invitado de honor a la Feria Internacional del Libro de Frankfurt 2025. Las razones entregadas a principios de abril por la embajadora de Chile en Alemania, Magdalena Atria, al director de la Feria, Jürgen Boos, fueron falta de recursos y de personal.
¿Siendo un evento cultural tan importante, cuyo costo no es tan apremiante, tiene sentido desechar una propuesta así de atractiva?
La respuesta del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, fue la siguiente: “Chile asistirá a la Feria del Libro de Frankfurt como participante, no como invitado de honor. La decisión obedece a priorizar los recursos a fortalecer el ecosistema del libro y la lectura en Chile, con el objetivo de retomar la tradición de una Feria Internacional del Libro en nuestro país”.
Aparte de los motivos económicos, habría un argumento político según un comunicado interno del Ministerio de RREE, de agosto del año pasado. “Para las misiones interesadas en postular se prestará especial atención a proyectos culturales que tengan como eje la memoria, la solidaridad y la sensibilización a los 50 años del Golpe de Estado”, señala uno de los párrafos de un instructivo enviado por parte de la Cancillería a las embajadas de Chile en el extranjero. De ese modo, la Feria alemana habría quedado fuera de los focos oficiales.
Magdalena Atria, embajadora en Alemania, reconoce que “el Ministerio de Cultura remitió una comunicación oficial a la organización” a la Feria de Frankfurt, para explicar por qué rechazaba la invitación de honor.
Según el Ministerio de Cultura, comandado por el ministro Jaime de Aguirre, “se consideraron motivos presupuestarios, ya que ser invitado de honor en esa feria significa una gran inversión, que acorde al lineamiento de austeridad, enfocaremos en gasto público para una iniciativa de alcance internacional en Chile que permita volver a posicionar a nuestro país como espacio de reconocimiento mundial en esta área”.
La respuesta chilena cayó como un balde de agua fría en los organizadores de la Feria. No sólo porque ya habían firmado una carta de intenciones en marzo en Chile; no sólo porque en las conversaciones previas Chile había pedido específicamente el año 2025; no sólo porque habían obtenido el visto bueno de la Presidencia y el Ministerio de Hacienda; sino también porque nunca un país había retirado su postulación a ser el país invitado especial a la feria.
Chile es conocido en el mundo por tener dos premios Nobel de Literatura, Gabriela Mistral y Pablo Neruda. También cuenta con una autora de fama mundial y millonarias vetas como Isabel Allende. ¿Por que se le cerró la puerta a la oportunidad de hacer brillar nuestra cultura? Es una pregunta que ronda entre los pocos que han conocido estas conversaciones.
“Obviamente esto crea un problema a la Feria, que se ve obligada a buscar otro candidato con muy poco tiempo, y al país candidato que deberá montar una exhibición aceleradamente”, dice una fuente del mundo editorial. Pero el agravante es que Chile dio una vuelta de timón en sentido contrario en el último momento, dañando el prestigio del país en estos eventos culturales.
Genera sorpresa, además, que Chile sí aceptó ser invitado estelar en la Feria del Libro en Buenos Aires de este año, con temas como el estallido social y los 50 años del golpe destacados ampliamente en la exhibición chilena.
¿Es tan costoso ser protagonista en Alemania? En la Feria de Frankfurt han participado como países invitados no sólo naciones súper ricas. Islandia, por ejemplo, organizó la sala con productos reciclados y no costó más de 250.000 euros. Todo está en la inventiva, añade alguien que conoce la organización germana. Otros ejemplos son Nueva Zelanda, Georgia o el país invitado este año: Eslovenia.
Para entender la magnitud de la inversión, un país normalmente tiene que considerar un gasto de 1.5 millones de euros en promedio en poner el pabellón de 2.300 metros donde se monta la exposición. Aparte hay que considerar los viajes, las exposiciones de cine, arte y otras actividades que son parte del programa.
Pero la feria garantiza ganancias: los libros son traducidos a muchos idiomas y así suben sus ventas. También hay oportunidades en áreas del turismo, gastronomía, música. Se eleva la industria cultural del país, la opción de destacar al país de manera positiva. Es una oportunidad única, aclaran conocedores del evento.
El ser elegido como país invitado abre las puertas a un número inmenso de contactos y allana el camino para la participación de la cultura chilena en ámbitos internacionales, que no son fáciles de acceder para un país pequeño como Chile.
Algunos datos: España fue la invitada especial en el 2022. Gracias a la Feria 284 títulos nuevos fueron publicadas en Alemania por 113 casas editoriales. 104 obras fueron traducidas al alemán gracias a un programa iniciado en ese lugar. 102 autores e ilustradores viajaron a Frankfurt para presentar sus trabajos. Paralelamente hubo 320 actos culturales y literarios, de los cuales 180 eran en la Feria. El stand ocupó 1,734 metros cuadrados.
Argentina, asimismo, fue invitada de honor en 2010. Se tradujeron más de 1210 obras de aproximadamente 400 autores argentinos, a 45 lenguas, en 50 países.
Chile, obviamente, estará presente este año en la Feria del libro de Frankfurt, como un país más y tal como lo viene haciendo desde hace décadas. El tema especial será el medio siglo del golpe militar. “El Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, a través del Fondo del Libro y la Lectura, abrirá una convocatoria pública mediante la cual se seleccionarán seis profesionales del libro para asistir a la feria en Alemania”, explican en la cartera.
El ministerio de Cultura agrega: “Cabe destacar que Chile tendrá un stand dedicado a lo mejor de la producción editorial nacional —diseñado por la ilustradora Alejandra Acosta como parte de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado 1973-2023, en cuyo espacio se realizarán reuniones de negocios y actividades culturales”.
Con todo, no ser el invitado de honor en 2025 es -para muchos escritores y editores nacionales- una oportunidad perdida. “Era el candidato perfecto”, dicen en el mundo editorial.
Fuente: https://www.ex-ante.cl/la-increible-decision-del-gobierno-de-declinar-que-chile-sea-el-invitado-de-honor-a-la-feria-del-libro-de-frankfurt/
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Chile le da una bofetada a su cultura.
por Mauricio Electorat (*)/El Mostrador.
En todos los países ser invitado de honor a la Feria de Fráncfort se vive como una distinción y da pie a una verdadera fiesta de la cultura, porque el retorno en materia de contratos y de “imagen país”, es muy superior a la inversión. Ningún país, por modesto que sea, ha rechazado nunca esa invitación. Pero en Chile somos pioneros. La decisión de rechazar la invitación de Fráncfort es en realidad un incumplimiento de contrato, porque Chile ya había aceptado, e incluso había pedido la fecha de 2025. El gobierno nos condena, así, a cien años de soledad cultural porque este “tropiezo” no se olvidará fácilmente, ni en Alemania ni en ninguna otra parte. Chile le da una sonora bofetada a su cultura. La peor que haya recibido en tiempos de democracia.
La decisión del gobierno de rechazar la propuesta de la Feria del Libro de Fráncfort para que Chile sea el país invitado de honor en 2025 es una aberración de un calado pocas veces visto en la gestión estatal de los asuntos culturales.
Vayamos por partes. La Feria del Libro de Fráncfort es un acontecimiento mundial y es, desde luego, la cita planetaria más importante en el universo del libro y de las industrias culturales asociadas a él. Pero no sólo eso: por su repercusión mediática –entre 10 y 15 mil periodistas la cubren cada año- es una formidable vitrina para la cultura de un país. Y es que hay una riquísima tradición asociada a este evento que data por lo menos del siglo XV. Peter Wiedhass, que fue su director entre 1974 y 1999, refiriéndose a la primera edición de la Feria ha escrito que “Gutenberg aún vivía y es muy probable que haya ido personalmente a la Feria del Libro de Fráncfort en 1454”.
En otras palabras, la cita de Fráncfort está íntimamente asociada a la historia del libro, que ha sido el principal vector de la cultura moderna. Asumiendo esa historia, la Asociación de Libreros y Editores Alemanes reanudó, en 1949, con esta tradición de los mercados de libros europeos e hizo de Fráncfort el evento mundial que es ya desde hace mucho.
En la Feria de Fráncfort se han consagrado internacionalmente generaciones enteras de escritores y las culturas de múltiples países. Eso fue lo que pasó en España, por ejemplo, que fue invitada de honor por primera vez en 1991, en el cénit de los gobiernos socialistas de Felipe González. Ese año muchos de los autores de la llamada “nueva narrativa”, como Eduardo Mendoza, Manuel Vázquez Montalbán, Almudena Grandes o Antonio Muñoz Molina, lograron una repercusión internacional que antes no tenían y las culturas españolas brillaron por todo lo alto, lo que redundó en un espaldarazo a la España democrática. Porque la cita de Fráncfort no es sólo literaria, comprende cine, música, artes plásticas, gastronomía, en definitiva, incide en el vasto repertorio de las industrias culturales, incluido el turismo.
En Chile, el Ministerio de las Culturas ha declinado la invitación aduciendo falta de presupuesto y de personal. Pero hay países más pobres que Chile que han sido homenajeados en Fráncfort, todo es cuestión de ingenio y de voluntad. Es el caso de Georgia (2018), Lituania (2002), Islandia (2011) y de países a lo mejor presupuestariamente tan modestos como Chile, como Hungría (1999), Portugal (1997), Irlanda (1996) y Grecia (2001). Según el medio Ex-Ante, el Ministerio de Relaciones Exteriores elaboró el año pasado un comunicado interno señalando que “se prestará especial atención a proyectos culturales que tengan como eje la memoria, la solidaridad y la sensibilización a los 50 años del Golpe de Estado” y el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio ha declarado que el fundamento de la decisión es priorizar los recursos para retomar “una iniciativa de alcance internacional en Chile que permita volver a posicionar a nuestro país como espacio de reconocimiento mundial en esta área”.
Yo me pregunto: ¿qué mejor sensibilización a los 50 años del Golpe de Estado que la Feria de Fráncfort? ¿qué mejor reconocimiento mundial a nuestro país? ¿y si la idea es organizar una gran Feria Internacional del Libro de Santiago, qué mejor que lanzar la iniciativa en Fráncfort?
La verdad, los argumentos del poder no resisten análisis. O mejor dicho, sí, y la conclusión de ese análisis se resume en una sola palabra: payasada. En todos los países ser invitado de honor a la Feria de Fráncfort se vive como una distinción y da pie a una verdadera fiesta de la cultura, porque además se entiende que el retorno en materia de contratos y de “imagen país”, como dicen los sociólogos, es muy superior a la inversión.
Ningún país, por modesto que sea, ha rechazado nunca esa invitación. Pero en Chile somos pioneros. Lo cierto es que después de los ridículos desplantes a Israel por parte de políticos de la “nueva izquierda”, incluyendo al propio Presidente, asistimos ahora a un nuevo episodio circense en política internacional, esta vez en el ámbito de la cultura. La decisión de rechazar la invitación de Fráncfort es en realidad un incumplimiento de contrato, porque Chile ya había aceptado, e incluso había pedido la fecha de 2025. El gobierno nos condena, así, a cien años de soledad cultural porque este “tropiezo” no se olvidará fácilmente, ni en Alemania ni en ninguna otra parte. Chile le da una sonora bofetada a su cultura. La peor que haya recibido en tiempos de democracia.
(*) Mauricio Electorat: Escritor y académico chileno. Autor de «El paraíso tres veces al día», «La burla del tiempo», «Las islas que van quedando» y «No hay que mirar a los muertos», entre otros textos.
Fuente: https://www.elmostrador.cl/noticias/2023/06/15/chile-le-da-una-bofetada-a-su-cultura/
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