Chile por arriba: General (r) Fuente-Alba, una expresión de los poderes fácticos.

El señor de los anillos recupera parte de su poder.

por El Mostrador.

Luego del veredicto que lo absolvió (junto a su esposa) del delito de lavado de activos, Juan Miguel Fuente-Alba volvió a respirar. Sin embargo, para que llegue a recuperar el poder que alguna vez ostentó, aún debe sortear la acusación por malversación de caudales públicos en la justicia militar.

Durante los últimos años el excomandante en Jefe del Ejército, Juan Miguel Fuente-Alba, fue solo uno más dentro de los múltiples muertos que fue dejando en el camino la ministra en visita Romy Rutherford.

Cuando ella saltó sobre el cuello del general, los años de viajes de lujo y de postres exquisitos se convirtieron para Fuente-Alba en una lejana ensoñación, una remembranza de tiempos de mucha abundancia, de un antaño donde era motejado a sus espaldas como “El Príncipe”, por sus finísimos gustos, o también como “El señor de los anillos”, por la fascinación que le producían los automóviles Audi, aunque, para ser justos, también le gustaban mucho los Mercedes Benz y los Volkswagen. En otras palabras, era un amante de los autos de lujo alemanes, fiel al prusianismo en el cual fue forjado el Ejército de Chile.

Vaya tiempos aquellos, situados entre 2010 y 2014.

Eran los años en que el general y su señora, Anita Pinochet, viajaban en business class a Madrid, Nueva York o París, una vida de lujos que –según los detectives que investigaron el caso y el fiscal a cargo del mismo, José Morales, también conocido como “El sepulturero” de muchas causas emblemáticas– se financiaba gracias a los gastos reservados del Ejército, casi tres mil millones de pesos en cuatro años que, a juicio de esos malpensados, no se usaron para el fin por el cual existen, es decir, pagarles a informantes, a espías, montar operaciones secretas en países amigos y enemigos, pagar casas de seguridad, etc.

No. Según los suspicaces funcionarios de la PDI, parte de esa fortuna se usó para diseñar el jardín de la casa de Chicureo del matrimonio, o para financiar la mantención de la piscina, o afinar el piano de la casa, o comprar artefactos de cocina en la ahora desaparecida tienda Blackburn, en Alonso de Córdova. Parte de esa plata también, decían los peritos de la PDI, se utilizaba para comprar sobrias corbatas en Hermes, o pañuelos con estampados aztecas de Pineda Covalin, para atender con un engañito a los oficiales y sus señoras, cuando los Fuente-Alba/Pinochet organizaban cenas en su casa.

Fuente-Alba fue ungido al mando del Ejército por la expresidenta Michelle Bachelet, pero desde antes de ello era un hombre poderoso y con buena estrella. Fue acusado en varias ocasiones de haber estado implicado en el caso Caravana de la muerte, cuando la comitiva encabezada por Sergio Arellano Stark pasó por Calama (tiempos en que Fuente-Alba era subteniente), pero se defendió como gato de espaldas y, aunque llegó a tener calidad de imputado en el caso, terminó siendo sobreseído, asegurando que justo ese día él no estaba en el regimiento.

Fue agregado militar en Buenos Aires y Washington, dos de los cargos más codiciados (y mejor remunerados) en el mundo militar chileno, y además gozaba de una envidiable libreta de contactos en el mundo político y de la prensa. Estuvo en la cima del poder, pero cayó estrepitosamente.

El día en que el Cuarto Tribunal de Juicio Oral en lo Penal (TOP) emitió su veredicto frente a la acusación de lavado de activos que Morales emitió en su contra, luego de casi un año de proceso, Fuente-Alba llegó al Centro de Justicia de Santiago con mirada desafiante y dispuesto a pelear con quien se le pusiera adelante. El punching ball del momento fue el periodista de CHV Karim Butte, a quien el general acusó de estar prejuiciado, aseverando sentirse muy tranquilo y que “nunca he usado un peso del Ejército que haya entrado a mi patrimonio”.

En el podcast “Descabelladas”, Alejandra Matus reflexionaba la semana pasada en orden a que era muy probable que Fuente-Alba estuviera dateado respecto de que venía un veredicto favorable para él y, haya sido así o no, luego de escuchar el veredicto –la sentencia definitiva se conocerá el 8 de agosto– salió de allí con su poderómetro personal bastante repuesto, a medio estanque, podríamos decir.

Y claro: al final el poder es pura energía y, tal como esta, no se pierde, sino que se transforma, se desplaza y se relocaliza. Todo ese poder que recibió el exmilitar esa mañana es inversamente proporcional al que perdió esa misma jornada José Morales, alguien que ya venía en baja: no solo fue rechazado como Fiscal Nacional en el Senado, sin que pocos meses atrás su exrival en dicha elección, Ángel Valencia, optó por el nombre de Marcos Pastén para nuevo Fiscal Regional Occidente, en vez del de Morales, un hombre a quien –literalmente– le sobran santos en la corte.

Por cierto, como lo saben Fuente-Alba y Morales, este es solo un primer round y, una vez que se conozca la sentencia, la Fiscalía apelará. No obstante, el asunto se ve cuesta arriba para los persecutores, sobre todo por los errores y parcialidad que los jueces atribuyeron a los oficiales de la PDI que investigaron.

Uno de ellos, además, es el hombre clave en la pesquisa que instruye la justicia militar respecto de Fuente-Alba por el delito de malversación de caudales públicos –varios aspectos del cual se dieron por probados en el veredicto del TOP– y es, además, el mismo perito en varias otras causas semejantes.

Sí, Fuente-Alba va un golpe por delante de sus acusadores, pero su destino finalmente se escribirá en la justicia militar, la que hasta ahora se ha mostrado bastante poco indulgente con él y con otros excomandantes, varios de los cuales celebraron cuando “El señor de los anillos” fue absuelto, pues vieron en ello un precedente que, sin duda, les será de utilidad.

Fuente: https://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2024/05/21/el-poderometro-el-senor-de-los-anillos-recupera-parte-de-su-pode/


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