
Dividido en siete secciones o capítulos, el libro de Serrano se estructura en consonancia con la orgánica recolectora de las ollas comunes, abasteciéndose de una diversidad de fuentes, recursos y temas que da cuenta de la complejísima realidad del periodo. Uno de esos temas es el hambre, en tanto símbolo del abandono de los ciudadanos por parte del aparato estatal. Y también como realidad misma, desprovista de metáfora. Entre los versos del libro refulge esta escena terriblemente reveladora, donde un muchacho mira la bandera de Chile y la asocia con el hambre:
“Si /un niño /del margen /de esta patria /observa la bandera /verá /una franja blanca /como la leche ausente /sobre una franja roja /como la carne fresca /de la propaganda”.
Otro tema central en este diverso abanico de retratos propuesto por el autor es la latencia constante del golpe de Estado, que resuena como un eco a lo largo del libro y particularmente en el segundo capítulo, titulado “La otra cara de La Moneda”:
”Ya no hay eco /del vuelo rasante /descargando muerte /contra el edificio”, dice el poema “Visita a la casa fantasma”.
También aparecen con fuerza las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura. Como un acto de memoria viva, Olla Común dedica, casi a pequeños sorbos o cucharadas de una olla abierta y en plena ebullición, poemas a algunos ejecutados del periodo. Y lo hace para dar cuenta de que el recuerdo es una forma viva que se opone a la muerte. Así aparecen, por ejemplo, Eduardo Charme, quien encabezó la primera huelga de los detenidos durante la dictadura militar, y fue asesinado a balazos por agentes de la DINA en septiembre de 1976. O Manuel Guerrero y Santiago Nattino, ambos asesinados en marzo de 1985 por agentes del Estado, y conocidos por el Caso Degollados.
No obstante, pese a la violencia de la represión dictatorial descrita por Serrano, creo que en Olla Común —y aquí un elemento que lo distingue de otras publicaciones del periodo— habita una dosis de optimismo o de creencia profunda en el sentido fraternal de las personas. Un amor arraigado, en definitiva, por el bicho humano. Dado que, pese a lo terriblemente adverso del contexto dictatorial, en algunos poemas se desliza una esperanza en los procesos de resistencia comunitaria de los individuos. Lo que configura, desde mi punto de vista, una poética de una conciencia política colectiva extraordinariamente definida, la que concibe al ser humano, y particularmente a las y los chilenos más comunes y sencillos, como sujetos eminentemente gregarios y solidarios:
“Para qué /la poesía /si no para juntarnos /Para qué /si no para unir /nuestras miradas /y extender las manos /y aunarlas /compartiendo el pan /y la esperanza //El país son las manos enlazadas”.
Conversamos con Bruno Serrano entre agosto y septiembre de 2020, por teléfono y por correo electrónico. Su voz pausada y su tono me hicieron sentir como en casa, casi como si sus cuerdas vocales me enlazaran. Y me llevaron de vuelta a otra percepción de la realidad, donde no hay tiempo para apresurarse y donde el respeto absoluto al diálogo y a las palabras del otro es también una forma de política y de resistencia comunitaria.
¿Tienes algún recuerdo sobre el contexto de publicación de Olla Común o del proceso de escritura del mismo?
1985 está marcado por el terremoto del 3 de marzo, el secuestro y asesinato de Guerrero, Parada y Nattino, con 10 muertos en la nueva Protesta Nacional el 4 y 5 de septiembre. El libro se publica en la imprenta del padre de una compañera de colegio de mis hijas. Le agradezco el riesgo que asume y el costo casi nulo que me cobra. Solidaridad es la palabra precisa.
¿Podrías referirte al origen de algunos de los poemas que conforman el libro?
ECLIPSE. Agosto 21. «Tras seis días de brutales apremios, el profesor secundario Federico Álvarez Santibáñez es entregado por la CNI al fiscal militar. Pese a las evidentes señales de tortura (Álvarez no se sostiene en pie y tiene una herida sangrante en el cráneo), el magistrado ordena su incomunicación y traslado a la penitenciaría. Posteriormente es enviado a la posta central, donde muere víctima de contusiones múltiples, fractura de cráneo y aspiración de sangre y vómitos (Prensa, 21-22 de agosto de 1979).
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