La odisea vertical en megaedifcios de Santiago.
por Colomba Bolognesi y Ronit Bortnick/The Clinic.
Filas de media hora, adultos mayores subiendo más de 20 pisos y la rutina de vivir con ascensores en mal estado
En los megaedificios de la Región Metropolitana, la falta o el constante fallo de ascensores convierte el simple acto de llegar a casa en una odisea diaria. En edificios de decenas de pisos, los vecinos se ven condenados a hacer interminables filas y largas esperas. Muchos adultos mayores, sin otra opción, deben subir a pie hasta 23 pisos, enfrentando un esfuerzo titánico que puede tomarles hasta 40 minutos solo para llegar a la puerta de su departamento.
En un edificio de 23 pisos en la comuna de Santiago, particularmente en la Avenida Santa Isabel, decenas de vecinos esperan todos los días durante largos minutos frente al ascensor. Solo uno de los tres funciona. El primero se averió hace 10 meses y aún no tiene arreglo. El segundo hace un par de semanas. El único que queda se detiene, salta pisos o simplemente no abre las puertas.
“¿Será nuestra próxima realidad vivir con un elevador?”, escribió Alejandro, al WhatsApp de vecinos cansado de la situación.
“Hay uno de los ascensores que está totalmente fuera de servicio desde el inicio de año”, asegura. Las filas para subir son largas y “fácilmente pueden llegar a ser al menos 20 minutos esperando”, dice Alejandro.
Aun así, ese tiempo de espera es el panorama ideal, porque muchas veces el único elevador que tienen disponible no funciona correctamente. “El control del ascensor, al parecer piensa que el piso seis es el piso uno, o hay veces en que el ascensor por alguna razón ignora el botón”, relata el residente. Según cuenta, “hay veces que hay 20 personas esperando en la fila y el ascensor pasa de largo, es un chiste”, sentencia.

La historia de Alejandro no es un caso aislado. En Santiago, miles de personas enfrentan diariamente las consecuencias del colapso de los ascensores en los llamados megaedificios: torres de más de 20 pisos con decenas de departamentos por nivel. En muchos de ellos, los elevadores fallan semanalmente o simplemente no dan abasto, lo que provoca largas filas y esperas que se pueden extender por varios minutos.
The Clinic consultó al Ministerio de Vivienda y Urbanismo sobre esta problemática. Respecto a los reclamos de las comunidades de edificios residenciales, “la Seremi de Vivienda de la Región Metropolitana determinó que la mayoría de los reclamos son por problemas de mantención y por los costos excesivos que las comunidades pagan por las reparaciones”.
Desde la Asociación Gremial de Transporte Vertical aseguran que “la cantidad de ascensores está por debajo de los que debiesen existir”. Uno de los representantes del gremio, Juan Andaur, pone como ejemplo los megaedificios de Estación Central, que tienen dos ascensores por torre: “No es necesario hacer un estudio para darse cuenta de que la deficiencia es muy grande”.

El drama de los residentes de un edificio de 36 pisos
Francisco González vive en un edificio de 36 pisos en San Joaquín, con ocho a diez departamentos por nivel. Cuentan con cuatro ascensores que se averían constantemente. Durante dos meses, solo tuvieron disponibles tres elevadores porque uno de ellos no funcionaba. El joven relata que “siempre se hacen filas para subir” y deben esperar al menos 10 minutos para poder ingresar a uno de ellos.
En su caso, tiene la facilidad de poder subir por las escaleras hasta su piso, que es el seis. “Un caballero que me topé me contó que tuvo que subir 30 pisos por las escaleras, y tenía que ir descansando porque ningún ascensor funcionaba ese día”, asegura. Aun así, “los gastos comunes subieron a 200 lucas”, agrega. Los que más sufren con esta problemática son las personas de la tercera edad: “Hay harta gente que es de edad que vive en el edificio, y ahí el ascensor es un gran tema”.
“Se supone que hacen una mantención mensual y hace poco me fijé que a uno de los ascensores no le hacían la mantención hace dos meses, o por lo menos en el papel no estaba escrito que efectivamente realizaron la mantención en agosto y en septiembre”, sentencia Francisco.
El problema también afecta a vecinos del sector oriente. En septiembre de 2025, Mónica Hadjes (65) tardó casi 40 minutos en subir los 23 pisos de su edificio en Avenida Manquehue. Ese día, los tres ascensores dejaron de funcionar por cuatro horas. La mujer tiene artrosis y una enfermedad inflamatoria autoinmune: “Hay veces que estoy relativamente bien, pero hay otras en que estoy con crisis y no puedo usar bastones, solo silla de ruedas”.
Aun así, Mónica decidió subir por su cuenta: “Dije, voy a subir como sea, sé que me voy a demorar, pero voy a llegar”. La mujer asegura que no tiene fuerza en sus piernas, así que “subía dos pisos y tenía que descansar mucho rato”.
Su papá (94) no es autovalente y debe estar siempre acompañado, tanto en la casa como para salir a hacer trámites. En esos casos, dice, no da lo mismo cuánto demoren en tomar el ascensor: “Uno calcula un cierto tiempo para poder llegar a la hora porque no te has dado cuenta de que hay fallas en los ascensores y te encuentras con una falla, eso obviamente te entorpece”.
Según Mónica, en su edificio los ascensores presentan fallas una vez a la semana o semana por medio. Con los años, ella ha notado que los ascensores se han deteriorado: “Vivo aquí desde que se construyó este condominio y en los primeros cinco años no fallaba nada”, recuerda. Sin embargo, “con el tiempo las cosas empiezan a ser viejas y la tecnología cambia. Si no se va de acuerdo a la evolución de la tecnología, obviamente estos problemas se hacen más frecuentes”.
El vicepresidente del consultor inmobiliario Colliers, Reinaldo Gleisner, asegura que el tiempo de espera de un ascensor no debe superar los 80 segundos. De acuerdo con el experto, las fallas de los ascensores se deben principalmente a la falta de mantención preventiva. “El problema central es el desgaste acelerado por el alto tráfico y la intensidad de uso”, explica Gleisner.
La gerente del área de Administración Inmobiliaria de Colliers Residenciales, Sandra Canal, agrega que “la ausencia de revisiones periódicas adecuadas, lubricación, limpieza y ajustes generan un desgaste acelerado y fallas mecánicas o electrónicas”.
El vicepresidente explica que “la clave para mitigar las fallas es un mantenimiento preventivo de alta calidad y muy frecuente que compense la exigente operación de estos equipos, asegurando que se cumpla la normativa y los tiempos de espera definidos”.

Un problema que afecta a adultos mayores de Santiago
Elsa (75) vivió durante su infancia en un edificio de Providencia de 22 pisos que data del año 1957. Hoy, visita constantemente el inmueble porque un familiar vive allí, en el piso 14. Según cuenta, hace muchos años el edificio tiene problemas con sus dos ascensores, al ser tan antiguos funcionan muy lento o a veces simplemente dejan de funcionar. A esto se suma que muchos adultos mayores viven allí, y cuando estos quedaban detenidos, no podían salir de sus departamentos. La torre tiene asientos frente a los elevadores para hacer tiempo, porque puedes estar “más de 20 minutos esperando”, cuenta.
Los residentes del edificio hoy están felices: se ganaron el subsidio Fondeve y pudieron acceder a un nuevo ascensor. Los arreglos comenzaron a principios de este 2025 y hace dos meses atrás inauguraron el nuevo elevador. “Antes de eso, era un caos, funcionaba cuando quería”, agrega.
El Fondo de Desarrollo Vecinal (Fondeve) es un programa de financiamiento municipal destinado a apoyar proyectos de desarrollo comunitario presentados por las Juntas de Vecinos. Su objetivo es solucionar las problemáticas que afectan la calidad de vida de los vecinos, como el deterioro de las edificaciones, problemas estructurales y cambios de ascensores.
Mientras los edificios en altura siguen aumentando en Santiago, especialistas y vecinos ven con urgencia la necesidad de reforzar la mantención preventiva de los equipos y renovar los ascensores por modelos más modernos que soporten el flujo diario de personas. Hasta que esas medidas no se implementen, miles de vecinos siguen enfrentando demoras que afectan su desplazamiento diario en los edificios.
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