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El capitalismo ha fracasado: ¿qué sigue?
por John Bellamy Foster / (01 de febrero de 2019) /Traducción para CT: Pedro Landsberger, 25 marzo 2019.
Transcurridas menos de dos décadas en el siglo veintiuno, es evidente que el capitalismo ha fracasado como sistema social. El mundo está sumido en el estancamiento económico, la financiarización y la desigualdad más extrema en la historia de la humanidad, acompañados por el desempleo masivo y el subempleo, la precariedad, la pobreza, el hambre, el desperdicio de producción y de vidas, y lo que en este momento solo puede llamarse una «espiral de la muerte» ecológica planetaria.1 La revolución digital, el mayor avance tecnológico de nuestro tiempo, ha mutado rápidamente desde una promesa de comunicación libre y producción liberada, hacia nuevos medios de vigilancia, control y desplazamiento de la población trabajadora. Las instituciones de la democracia liberal están a punto de colapsar, mientras que el fascismo, la retaguardia del sistema capitalista, está de nuevo en marcha, junto con el patriarcado, el racismo, el imperialismo y la guerra.
Decir que el capitalismo es un sistema fallido no quiere decir, por supuesto, que su colapso y desintegración es inminente.2 Sin embargo, significa que ha pasado de ser un sistema históricamente necesario y creativo en su inicio a ser un sistema históricamente no necesario y destructivo en el presente siglo. Hoy, más que nunca, el mundo se enfrenta a la elección histórica entre “la reconstitución revolucionaria de la sociedad en general y la ruina conjunta de las clases contendientes”3.
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¿Es posible un nuevo «ciclo progresista» en Nuestra América?
SUBIMPERIALISMO: REVISIÓN DE UN CONCEPTO (I) Y APLICACIÓN ACTUAL (II)
por Claudio Katz
Las características del subimperialismo fueron estudiadas por Marini en su exposición de la teoría de la dependencia. Ese concepto suscitó controversias en la década del 70 y ha sido reconsiderado en los últimos años. ¿Tiene relevancia y utilidad? ¿Cómo se aplicaría en el contexto actual?
La categoría tiene especial vigencia para una región con prolongados escenarios de guerra como el mundo árabe. Esos conflictos involucran a potencias centrales (Estados Unidos, Francia, Inglaterra) y en recomposición (Rusia), junto a varios actores locales (Turquía, Arabia Saudita, Israel, Irán).
Ese conglomerado ha intervenido en confrontaciones que desembocaron en una tragedia sin límites. La responsabilidad de Estados Unidos salta a la vista. Anhela la apropiación del petróleo y el control de áreas estratégicas del comercio internacional. Sus presidentes comandaron la destrucción de Afganistán (Reagan-Carter), Irak (Bush), Libia y Siria (Obama). Esa devastación incluyó aterradoras masacres, que implicaron 220.000 muertos en el primer país, 650.000 en el segundo y 250.000 en el cuarto.
En los últimos seis años el principal objetivo político de esa sangría fue el aplastamiento de la primavera árabe. Las revueltas fueron sofocadas mediante dictaduras (Egipto, Siria), retornos al viejo régimen (Túnez), invasiones (Libia) y masacres yihadistas (Siria).
Es evidente el protagonismo imperial en esa demolición. Pero Estados Unidos no actúa solo. Mantiene una estrecha conexión con tres potencias de la región (Turquía, Arabia Saudita e Israel) y oscila entre la amenaza y la negociación con otro contendiente decisivo (Irán). ¿Estos países operan como fuerzas subimperiales?
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“SÓLO EL PUEBLO DEFIENDE AL PUEBLO”: LA TOMA 22 DE JULIO DE LA BANDERA. CONSTRUCCIÓN DE RELACIONES COMUNITARIAS Y MOVIMIENTO SOCIAL.
Por Nicky Antonio Cerón Blau (*)
Este escrito se conformó a partir del trabajo realizado junto a Bruno Rojas y Giorgio Scappaticcio para la cátedra ‘Historia de Chile Contemporáneo’, impartida por el profesor Gabriel Salazar. Universidad de Chile, segundo semestre de 2015.
Se analiza aquí el proceso organizativo de la Toma 22 de Julio de 1980 desde dos perspectivas: en primer término, la propone como un hito en la rearticulación del movimiento popular en general y del movimiento de pobladores en particular; en segundo lugar, lo analiza en función de la teoría de los movimientos sociales en un diálogo crítico con las proposiciones que los sociólogos de SUR elaboraron sobre el movimiento de pobladores de los ochenta en Chile, particularmente en Santiago. En este sentido, el trabajo releva el desarrollo de relaciones sociales comunitarias como pilar de dinámicas de politización y movilización popular.
(*) Estudiante tesista de Licenciatura en Historia. Universidad de Chile. E-mail: nicky.ceron@ug.uchile.cl
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La Toma 22 de julio de la Bandera
¿Estancamiento, retroceso, involución? Hipótesis sobre la génesis de ciertos acontecimientos recientes en América Latina
Por Atilio A. Boron / enviado por Alba Noticias.
La región vive una coyuntura muy especial: al anunciado cambio de época proclamado con total acierto por el presidente Rafael Correa hace ya unos cuantos años lo acechan amenazas de una insólita gravedad. Proliferan las voces que pregonan -con indisimulada alegría algunos en la izquierda, con alivio otros en la derecha- el “fin de ciclo progresista”, más una expresión de deseos que un argumento sólidamente fundado. Pero más allá de esta disyuntiva, es indudable que el gran impulso ascendente de las luchas sociales y las fuerzas progresistas que desde finales del siglo pasado conmovieron a la región se ha ralentizado. La derrota del ALCA en Noviembre del 2005 aparece ahora, en perspectiva histórica, como el cenit de un proceso que luego iría debilitándose paulatinamente. Sin embargo, la inercia histórica era tan fuerte que ese auge de masas hizo posible las victorias de Evo Morales en Bolivia a finales del 2005 y de Rafael Correa en Ecuador también a fines del 2006. No sólo eso: también hubo un impulso suficientemente vigoroso como para desbaratar la intentona de golpe y secesión ensayada en Bolivia en el 2008 y el golpe de estado en Ecuador en Septiembre del 2010. Pero, posteriormente, ese antiguo vigor fue menguando hasta llegar a una situación de estancamiento y, en ciertos casos, de abierto retroceso. El más importante, sin duda, fue el caso de la Argentina: este es el primer, y hasta ahora único, país gobernado por una coalición progresista que fue derrotado en una elección presidencial.
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SIGLO XXI: TIEMPO DE REVOLUCIONES DESDE ABAJO. La impronta indo-afro-latinoamericana.
Por Isabel Rauber / fuente: Rebelión
Las revoluciones socialistas ocurridas en el Siglo XX pueden definirse –siguiendo reflexiones de Engels acerca de los derroteros diversos de las revoluciones sociales-, como revoluciones desde arriba, es decir, revoluciones que apostaron a cambiar la sociedad desde las transformaciones económicas (tipo de propiedad), gestadas desde el aparato estatal-partidario, engranaje de centralización y control político, económico, social y cultural. De ahí que la “toma del poder” –reducido a la apropiación del aparato estatal- fue definida como el centro del quehacer revolucionario de aquella estrategia (Lenin), desplazando la propuesta de revolución social (Marx).
[…] Las revoluciones socialistas del siglo XX, en tanto revoluciones desde arriba, apelaron al Estado como herramienta fundamental del cambio, e hicieron del partido (de vanguardia) su personificación política. Se centraron en la conquista del poder político para –desde ahí-, poner fin a la propiedad privada de los medios de producción y de la producción toda. Apostaron a la política (institucionalizada) para modificar la economía y, a través de esta, toda la sociedad. La misión del partido de vanguardia era -en esa estrategia-, garantizar esto.
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Isabel Rauber Siglo21 revolucionesdesdeabajo
El patriarcado productor de mercancías. Tesis sobre el capitalismo y las relaciones de género.
por Roswitha Scholz.
Desearía presentar algunos aspectos teóricos de las relaciones de género desde la teoría de la escisión del valor. Las relaciones de género asimétricas actuales ya no pueden ser analizadas en el sentido de las relaciones de género “clásicas”, propias de la modernidad; sin embargo, resulta imprescindible recuperar de manera segura los orígenes de la historia de modernización. El punto de referencia teórico es, junto con la Teoría Crítica de Adorno, una nueva teoría crítico-fundamental del “valor” y del “trabajo abstracto” como desarrollo pos- terior de la Crítica de la Economía Política de Marx, cuyos representantes más prominentes en las últimas décadas han sido Robert Kurz y, en parte, Moishe Postone. Pretendo dar un giro feminista a sus planteamientos y, en ese con- texto, abordar también ciertas tendencias posmodernas a la individualización.
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